¿Un día para tener presente la menopausia? Sí y no sólo es un día, es el mes de octubre. La Sociedad Internacional para la Menopausia (International Menopause Society) señala que este mes y específicamente el 18 de octubre se dedican a hacer visible y tomar conciencia sobre la menopausia. Cada año se dedica a un aspecto especifico, este año está dedicado a la salud ósea.
La menopausia es el punto de intersección de varias realidades que afectan a las mujeres: una narrativa social y cultural, un componente asociado directamente con la salud y otro con el poder. Es importante hacerlas visibles.
La narrativa sociocultural
En el mundo actual, es tratada como un tema tabú o de plano, un “no tema”. Se habla sobre ella desde la ignorancia y los prejuicios. En las familias no se aborda y cuando se toca se le llena de adjetivos: desde “está menopáusica” como sinónimo de ser irracional, irritable e incomprensible, hasta considerar esta etapa como sinónimo de dejar de ser útil para la sociedad, para el mundo y para sí mismas. Como si el final de la etapa reproductiva significara que dejamos de ser útiles a la sociedad.
A esto debemos sumar el “ideal de la mujer” (como si existiera sólo un tipo de mujer) que permea en los medios y en nuestra sociedad. Se trata de una mujer joven, no más de 23-24 años, con cuerpo perfecto, normalmente de tez blanca, cutis de porcelana y representante de la eterna juventud. Nuestro mundo ha endiosado a la juventud como si fuese algo a lo que aspirar, no como una etapa de la vida y desde esa perspectiva, una mujer que ha “perdido” la juventud y todo lo que le acompaña desde el estereotipo sexista que le envuelve, ha perdido también valor. La menopausia es asociada como uno de esos males que aquejan a quienes han perdido la lozanía en la piel y tienen años de experiencia, la cual, por cierto, no cuenta. Cuentan la apariencia de juventud y el silencio, no la experiencia ni la sabiduría.
El componente vinculado a la salud y su patologización
Esta etapa en la vida de las mujeres les afecta de manera directa en la salud debido a los cambios hormonales que se viven y los efectos que genera en diversas áreas de la vida: desde la falta de sueño, hasta la irritabilidad y la depresión en algunos casos, pasando por los bochornos. También hay mujeres que no tienen un sólo síntoma. Ojo, estudios recientes demuestran que esos síntomas no son exclusivos y consecuencia de la menopausia, ésta puede detonarlos, pero pueden existir otros factores previos o inclusive ajenos que se detonan por otras condiciones de salud.
Todo lo que he mencionado son algunas de las características que pueden expresarse en los cuerpos de las mujeres y son síntomas específicos que tienen que ver con las particularidades de cada mujer y su estado de salud en general. Simplemente eso. La menopausia NO, repito, NO es una enfermedad.
La mayor parte de la información que se recibe es médica y el enfoque que se le da es precisamente, el de una enfermedad, como si se tratase de un mal que hay que “curar” o erradicar. Cuando se suma este enfoque, sobre el que hay mucho escrito, nos damos cuenta de cómo es que desde la perspectiva de género se han construido socialmente muchas enfermedades. En otras palabras, los procesos de vida y biológicos de las mujeres se han patologizado (recomiendo el libro de Judth Lorber, Gender and the Social Construction of Illness.) A esto hay que añadir el lucrativo negocio detrás de la patologización de la menopausia y de la venta de productos “anti-envejecimiento” que le acompañan. Hacer de la menopausia y de esta etapa de la vida de las mujeres una enfermedad es un gran negocio.
Cuando sumamos la desinformación, los prejuicios, la ignorancia y la patologización de esta etapa, el resultado es terrible para las mujeres que la van a vivir, que la viven y la han vivido, o sea, para TODAS. La viven con miedo, temor, angustia, asco, vergüenza, o en algunos casos indiferencia precisamente porque nadie les ha enseñado su significado y valor.
Las estructuras de poder
Sé que suena extraño sumar a esta intersección el poder, pero va vinculado. Hace tiempo sabemos en el feminismo que lo privado es político y lo que pasa en el ámbito privado afecta la vida pública de las mujeres. Cuando una sociedad niega, minimiza, devalúa e ignora el valor de las mujeres con experiencia y la sabiduría que sus años aportan, está devaluando a una parte de la sociedad, discriminándola e imponiéndole un trato desigual.
El silencio, recordemos, ha sido cómplice históricamente de la normalización de la violencia en nuestras sociedades. La discriminación hacia las mujeres por no ser jóvenes, por hacerse viejas, por tener canas, por vivir la menopausia y sus efectos, por dejarlas de considerar en el mercado laboral por tener más de 45 años, o 50 o 60 es una forma de violencia.
En las sociedades antiguas las mujeres que habían dejado la etapa reproductiva atrás se consideraban las sabias de la comunidad. Eran las mujeres a quienes se recurría para tomar decisiones y encontrar respuestas ante los grandes retos de las personas y de las colectividades. Hoy, a las mujeres que se encuentran en esta etapa se les venden productos para parecer jóvenes y negar su edad, se les insulta por ser “menopáusicas”, se devalúan su voz, experiencia y capacidad de decisión, se les trata como enfermas (en general nuestras sociedades tratan como enfermas y enfermos a las personas mayores), se les ignora y minimiza. Esto se llama violencia y discriminación.
La única manera de transformar una realidad es reconociéndola, nombrándola y haciéndola visible. Por ello resulta tan importante que las mujeres hablemos de esta etapa de nuestra vida, sepamos de qué trata biológicamente, qué implicaciones tiene espiritual y personalmente, y la resignifiquemos. Sobre todo, que comprendamos que no es una enfermedad y cuestionemos este tratamiento que se le ha dado y veamos quiénes se han beneficiado con este enfoque. Le tenemos miedo porque una sociedad sexista y machista ha determinado que las mujeres valiosas son las jóvenes y las que pueden reproducirse, porque hemos hecho de la menopausia un tema tabú y una palabra que se dice en voz baja.
¿Cómo sería el mundo y cómo viviríamos las mujeres si nos atreviésemos a reconocerla, asumirla y darle el inmenso valor que tiene porque simboliza el inicio de una etapa de enorme sabiduría y en la que inicia otra manera de sembrar en el entorno? ¿Cómo sería una sociedad en la que las mujeres son dueñas de sus cuerpos y de la narrativa sobre ellos y nadie lo cuestiona? ¿Qué pasaría si a las niñas, jóvenes y mujeres en edad reproductiva les hablamos del valor de cada etapa y le quitamos a la edad el estigma que le acompaña y por ende, dejamos de tratar la menopausia como tabú y vergüenza y como sinónimo de vejez incapacitante? ¿Qué sucedería en una sociedad machista y patriarcal si reconocemos que las mujeres son valiosas en todas las etapas y que una mujer no sólo vale por su capacidad reproductiva? ¿Cómo serían las relaciones internacionales, los países, los gobiernos, las empresas, las escuelas, los hogares y las familias si en lugar de deshacerse de las mujeres con experiencia las incorporan a la toma de decisiones y toman en cuenta sus necesidades para construir un mundo incluyente, diverso y con mirada al futuro?
Por todo esto es que debemos recordar que hoy, 18 de octubre, es el Día Internacional de la Menopausia.
P.S. Si te interesa construir una narrativa diferente sobre ella, dejo aquí un link que te puede interesar: Sin regla y sin reglas: hablemos de la Menopausia.