La revocación de “Roe vs. Wade”, la resolución que desde hace 50 años garantizó el derecho constitucional al aborto en Estados Unidos, por parte de la Suprema Corte de Justicia tiene implicaciones globales y abre muchos frentes en contra de los derechos de las mujeres y de la agenda global de género.
En primer lugar, a nivel interno, deja el derecho al aborto bajo jurisdicción local y ello ha implicado dejarlo en manos de los estados que lo penalizan, poniendo en riesgo la salud y la vida de las mujeres en el país y teniendo preocupantes consecuencias —como siempre— para las mujeres que tienen menos recursos y, sobre todo, para las latinas, las inmigrantes y las afroamericanas.
Esto también plantea retos en áreas que afectan la vida de las mujeres a nivel internacional y tiene aristas que es necesario considerar. Aquí expongo algunas:
Estados Unidos es el principal apoyo financiero a los programas de Naciones Unidas en materia de salud reproductiva y educación sexual.
El antecedente inmediato lo vimos con la llegada de Trump al poder, lo cual significó un recorte inmediato a dichos programas. Al tercer día de su toma de posesión firmó el “Memorando Presidencial sobre sobre la Política de la Ciudad de México” (Presidential Memorándum Regarding the Mexico City Policy) o Global Gag Rule, cuyo objetivo era restringir la ayuda internacional del país hacia actividades vinculadas a favor del aborto e iba un paso más allá, exigiendo a las organizaciones de la sociedad civil en otros países que recibieran ayuda de EU en materia de salud que certificaran que no usaban fondos propios —no los que recibieran de Estados Unidos— para actividades relacionadas con el aborto o que dieran información en la que el aborto fuese una alternativa dentro de sus programas de educación.
Esta decisión afectó los programas de salud global. Más de 8 mil millones de dólares dejaron de fluir en materia de salud global impactando programas de planeación familiar, salud reproductiva, materno-infantil, inclusive en programas de atención a la tuberculosis y la malaria. Tocó a mujeres y niñas de más de 60 países de ingresos medios y bajos que dejaron de tener acceso a anticonceptivos, aumentando embarazos no deseados e infantiles, promoviendo abortos en condiciones peligrosas y de alta inseguridad, promoviendo la espiral de la violencia y coartando posibilidades de un futuro mejor para millones de jovencitas y sus comunidades.
Esta fue una de las primeras medidas que revirtió Biden al llegar al poder en enero del 2021. La decisión de la Suprema Corte de Justicia vuelve a poner la Global Gag Rule sobre la mesa como alternativa y abre la posibilidad de que vuelva a instrumentarse en un futuro no lejano.
El gobierno de Trump también redujo el 28% del presupuesto de USAID y limitó las contribuciones de EU a 25% en sus misiones de la ONU, lo cual impactó de manera directa diversos programas de salud reproductiva, salud global, empoderamiento de las mujeres, así como programas de mantenimiento de la paz y educación. También dejó de apoyar al Fondo de Naciones Unidas para la Población, con efecto en más de 150 países. El gobierno de Biden ha retomado esos programas, pero el efecto de cuatro años de recortes se siente actualmente y hay que remontar los pasos hacia atrás que se dieron.
En los últimos años antes de la llegada de Trump, y ahora en la administración Biden, la agenda por la igualdad y la defensa de los derechos de las mujeres ha sido un componente central de la política exterior del país. Se consideró, sobre todo cuando Hillary Clinton fue secretaria de Estado, que la defensa por los derechos de las mujeres era crucial para la seguridad global y la paz y se señaló que el sometimiento de las mujeres era una amenaza a la seguridad mundial y una amenaza a Estados Unidos. No deja de ser una ironía que ahora los derechos de las mujeres en el país se vean amenazados por las leyes estatales y se pongan a votación en muchos estados.
La decisión tomada por la Suprema Corte de Justicia dio pie a que países en los que los derechos de las mujeres se han puesto en duda desde hace mucho tiempo consideren que, si Estados Unidos dio marcha atrás en la defensa constitucional del aborto, ellos deberían hacer lo mismo. Amnistía Internacional, por ejemplo, ha señalado que es necesario prepararse para el efecto que puede tener en países donde se criminaliza el aborto y pueden vulnerarse los derechos tanto de quienes lo necesitan como de quienes les apoyan.
Un área poco explorada y que hay que considerar es el ámbito de los derechos digitales y el derecho a la privacidad, así como las implicaciones para embajadas y consulados en el país. ¿Qué sucederá con las mujeres y las personas que hagan consultas digitales en materia de aborto en estados en Estados Unidos en los que se prohíbe o criminaliza? Activistas y expertos en la materia plantean la necesidad de garantizar la privacidad de la navegación y el derecho de las personas a buscar información sin que esto pueda ser usado en su contra. ¿Qué van a hacer las empresas de telecomunicaciones para que el historial de navegación de sus clientes no pueda ser usado legalmente para acusarles y perseguirles? Es un tema que seguramente veremos pronto en el Congreso de ese país.
Por otro lado, qué pasa con las misiones diplomáticas y consulados —como el caso de México— en los que el derecho al aborto es permitido y apoyan a sus connacionales en Estados Unidos brindando información al respecto. Si un consulado se encuentra en un estado en el que está prohibido, ¿qué debe proceder? Esto es un reto diplomático también y que es necesario tomar en cuenta.
Podemos ver en este momento que hay más preguntas que respuestas, pero lo que queda claro es que los derechos de las mujeres siguen sobre la mesa de discusión y que será necesario seguir apoyando e impulsando los programas que los defienden, garantizan y protegen en todos los países.
Es una realidad también que las alianzas de colectivas más allá de las fronteras cobran, hoy más que nunca, vital importancia para sumar esfuerzos y generar redes de apoyo entre y a favor de las mujeres y las niñas independientemente de su ubicación geográfica. La Ola Verde está preparando su camino hacia Estados Unidos.
Una última reflexión será considerar que el tema volverá a la mesa político-electoral en las próximas elecciones en ese país y valdría la pena recordar la famosa frase de Rosa Parks: “Ninguna mujer que se respete a sí misma debería desear, o trabajar, para el éxito de un partido que ignora su género”.