El mundo está envejeciendo, eso no es novedad. Hemos escuchado mucho tiempo que este hecho será una carga para las generaciones más jóvenes y para los gobiernos de los países, pero existe indudablemente otra manera de visualizar esto. Es también una oportunidad para la innovación, la inclusión, el fortalecimiento de la diversidad y el emprendimiento.
La pregunta obligada es: ¿estas oportunidades serán iguales para todas y cada una de las personas del planeta?
Las cifras son reveladoras. Hoy, las personas mayores de 60 años se concentran principalmente en Europa y América del Norte. En 2050 América Latina y el Caribe estarán en segundo lugar y para final de siglo nuestra región ocupará el primer lugar. Envejecemos más rápido que el resto del planeta.
La Economía Plateada, conocida en inglés como Silver Economy, tiene hoy en día un inmenso potencial económico. De acuerdo con la Comisión Europea, si la economía silver de la región fuese hoy un país, sería el tercer país más grande del mundo, después de Estados Unidos y China.
La población del mundo se está haciendo añosa y las mujeres seremos quienes más viviremos. Estamos hablando entonces de un escenario en el que un tercio de la población tendrá más de 60 años y será mayoritariamente femenina. ¿Cómo enfrentar esta realidad hoy para que el futuro no nos alcance en una distopía, como la película de 1973 que lleva el mismo nombre?
La pobreza tiene rostro de mujer en el mundo. El 70 % de las personas pobres a nivel global son mujeres y una de cada cinco niñas en el mundo vive en condiciones de extrema pobreza. Antes de la pandemia se esperaba que la igualdad de género se alcanzase en 99.5 años. Después de ella se espera que pasen 135.6 años. Una generación entera.
Es cierto, la silverización de la economía representa una gran oportunidad de crecimiento y un desafío para los países, los gobiernos, las empresas y las sociedades en conjunto, pero si no se observa desde una perspectiva de género viviremos (o vivirán querida lectora y lector, porque seguramente tú y yo ya no estaremos aquí), una sociedad envejecida con las desigualdades, brechas y contradicciones que observamos actualmente acrecentadas y magnificadas con un rostro de la pobreza igual que hoy- femenino- carente de salud, recursos, educación, inaccesibilidad, ajena a los recursos económicos y financieros, y viviendo una marginación y exclusión que probablemente ni siquiera imaginemos hoy.
Me parece fundamental incluir la agenda de la silverización en la agenda por la igualdad. En una sociedad y cultura gerontofóbica- de la cual ningún país se libra- construir una narrativa y una comprensión diferente sobre la edad y el envejecimiento es urgente y, sobre todo, una visión distinta sobre el envejecimiento en las mujeres. Envejecer dignamente no debe ser un privilegio sino una constante; no una excepción, sino la regla.
La única manera de transformar una realidad es nombrándola, reconociéndola, midiéndola, analizándola y construyendo estrategias, acciones, programas, leyes, normas y una narrativa incluyente, diversa y amplia que considere todo lo anterior. Por ello, hablar de las mujeres y la edad es mucho más que hablar de canas y arrugas. Estamos hablando del futuro de la humanidad y de la calidad de vida del 50 % de la población.
¿Qué hace falta?
Sabiendo que me quedaré muy corta y planteando esto como un punto de partida no como una propuesta exhaustiva por la limitación del espacio, diría que debemos empezar por algunas cosas:
En efecto, la silverización de la economía implica grandes oportunidades, pero hay que cerciorarnos de que las mujeres y los hombres participemos en ella en igualdad de circunstancias y tengamos acceso a esas oportunidades y posibilidades de manera igualitaria.