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Seguridad 2024-2030, la paradoja del Estado enfermo
Ruta Crítica
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Coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana. Fundó y dirigió el Instituto... Continuar Leyendo
3 minutos de lectura

Seguridad 2024-2030, la paradoja del Estado enfermo

Nuestra desesperanza por el desamparo nos provoca el reflejo de creer, aceptar, tolerar y promover la entrega de más atribuciones a esas entidades públicas que sabemos disfuncionales.
21 de agosto, 2023
Por: Ernesto López Portillo

Al confirmar que el Estado está roto en su capacidad de monopolizar la violencia y siendo claro que muchas instituciones son disfuncionales, la desesperación lleva a la inmensa mayoría a tolerar e incluso exigir más poderes a la burocracia rota. Ahí la más delicada y riesgosa paradoja de cara a las elecciones del 2024.

Mientras más atrocidades vemos y sufrimos, mejor entendemos que las autoridades no saben, no quieren o no pueden; pero a la vez nuestra desesperanza por el desamparo nos provoca el reflejo de creer, aceptar, tolerar y promover la entrega de más atribuciones a esas entidades públicas que sabemos disfuncionales.

La contradicción es a mi parecer más clara que nunca y representa bien la deriva en la que estamos: más violencias, más poderes a instituciones rotas, más violencias.

Resulta extraordinariamente difícil la pedagogía en torno a esta contradicción porque parece de sentido común aceptar que solo instituciones fortalecidas podrán contener la crisis de violencias e impunidad. Pero tal vez ayuda distinguir qué entendemos por fortalecidas.

Por ejemplo, cuando se promulgó la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada en 1996 el discurso oficial convenció a la mayoría con el argumento de que el gobierno federal ya tenía las herramientas necesarias para reducir a los grupos delictivos. Se aceptó sin más que las herramientas de esa ley, propias de un régimen jurídico de excepción, fortalecían al Estado. Y miren dónde estamos.

Cómo hacer para convencer a las mayorías de que cada vez que le damos más atribuciones, recursos, armas, tecnologías y equipo; cada vez que desplegamos más uniformados civiles y militares armados; cada vez que reducimos los estándares de prueba para procesar penalmente a alguien; cada vez que subimos las penas, cada vez que hacemos todo esto sin hacernos cargo de equilibrar todos estos poderes con sistemas de control y rendición de cuentas, o bien sin reparar en otros medios menos violentos para reconstruir la convivencia al final solo ayudamos a prolongar y profundizar la crisis de violencias e impunidad.

Cómo hacer para lograr la claridad a cielo abierto de que un policía o un policía militar en la calle con más atribuciones para detener, con armas más potentes, con mejores tecnologías, equipo, vehículos y demás, pero sin adecuada supervisión interna y externa, es una decisión más a favor de la arbitrariedad que cada vez con más frecuencia termina poniendo al Estado del lado del delito. O bien, cómo acordar que el principal veneno de las fiscalías no es que están maniatadas sino, justo al revés, que funcionan al margen de controles en su día a día, de manera que sus procesos y resultados pueden ser los que son, sin consecuencias mayores y sin reformas estructurales.

Es una paradoja terrible porque tenemos enfrente la masiva y crónica descomposición de las instituciones y, repito, el desamparo nos provoca el reflejo de darles más poderes sin hacernos cargo de los sistemas que aseguren el control en su uso.

Hay quienes creen en las evidencias construidas a través del método científico y hay quienes no. Cuando se cree en ellas, se puede mirar una montaña de investigaciones donde se comprueba que la fórmula del empoderamiento del Estado lleva décadas destruyendo vidas adentro y afuera del mismo. Esta forma de entender el Estado fortalecido, más que contener, en realidad acompaña, agudiza, profesionaliza y reproduce las violencias.

Tengo pocas esperanzas de lograrlo, en especial porque, como me enseñó hace tiempo la especialista Rachel Neild, a más violencias e impunidad, más presión política y social para dar resultados y menos espacio para los cambios institucionales, por más urgentes que estos sean.

Quiero llamarle la paradoja del Estado enfermo: sabemos que es un paciente terminal y le damos la misma medicina. Las personas candidatas a la presidencia 2024 serán más populares si ofrecen más veneno, desafortunadamente.

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Imagen BBC
El mar no para de devolver cuerpos: la angustia de sobrevivientes y familiares de víctimas de las inundaciones en Libia
4 minutos de lectura

Desgarradores testimonios de sobrevivientes y testigos directos de una tragedia que ha dejado miles de muertos y desaparecidos. “Es como si hubiera caído una bomba nuclear”.

14 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
0

Las imágenes son desoladoras. Cadáveres abandonados en las calles, personas sacando cuerpos debajo de los escombros con sus propias manos.

Testigos directos del horror le dijeron a la BBC que barrios y edificios enteros fueron arrastrados al mar mientras la gente dormía.

Y ahora “el mar está devolviendo decenas de cadáveres”, relató Hichem Abu Chkiouat, ministro de Aviación Civil y miembro del Comité de Emergencia en el este de Libia.

Esa es la situación que se vive en la ciudad portuaria de Derna tras las inundaciones causadas por la tormenta Daniel que arrasaron el este del país dejando una estela de destrucción con miles de muertos y desaparecidos.

Familiares buscan desesperados a sus seres queridos con la esperanza de encontrarlos vivos o al menos identificar sus cuerpos para darles sepultura.

Mientras los equipos de emergencia continúan trabajando, en algunas zonas de la ciudad cuerpos envueltos en sábanas están siendo arrojados en fosas comunes.

El número de muertos que dejaron las inundaciones en el este de Libia sigue aumentando. Las autoridades dicen que se han encontrado más de 5.000 cadáveres solo en la ciudad de Derna, mientras que en los alrededores y en el resto del país ya se contabilizan decenas de miles desplazados.

Voluntarios han llegado a la zona para socorrer a los sobrevivientes

“Es un completo desastre. Estoy realmente en shock”, dijo un médico que viajó a Derna para tratar a los heridos.

“Como si hubiera caído una bomba nuclear”

Equipos de rescate en el mar.
Getty Images
Edificios y barrios completos fueron arrastrados hacia el mar.

El medio de comunicación local Derna Zoom publicó en la red social X (anteriormente Twitter) que una cuarta parte de la ciudad quedó “completamente aniquilada”.

“Es como si hubiera caído una bomba nuclear”, decía el mensaje.

Quienes han logrado comunicarse con familiares y amigos en la zona afectada están desconsolados.

La gente está viviendo el “día del juicio final”, le dijo a la BBC el periodista libio Johr Ali.

Un amigo encontró a su sobrino “muerto en la calle, arrojado por el agua desde su tejado”, relató el reportero.

Ali, que vive exiliado en Estambul debido a los ataques a periodistas en Libia, comentó que otro de sus amigos perdió a toda su familia en el desastre.

“Su madre, su padre, sus dos hermanos, su hermana Maryam, su esposa (…) y su pequeño hijo de 8 meses… Todos ellos murieron, toda su familia está muerta y él me pregunta qué debe hacer”.

En otro caso, Ali dijo que un sobreviviente le contó que había visto a “una mujer colgada de las farolas, porque las inundaciones se la llevaron”.

“Murió allí”, añadió Ali.

Las calles de Derna están cubiertas de barro y escombros y llenas de vehículos volcados.

“La gente escucha los llantos de los bebés bajo tierra y no saben cómo llegar hasta ellos”, relató el periodista.

“Parecía un tsunami”

Rescatistas en Libia
EPA
Las lluvias “arrastraron barriadas enteras con sus residentes hasta el mar”.

El rescatista Kasim al Qatani le dijo a la BBC que no hay agua potable en Derna y que escasean los suministros médicos.

Agregó que el único hospital de Derna ya no podía recibir pacientes porque “hay más de 700 cadáveres esperando en el hospital y no es tan grande”.

Aunque la tragedia comenzó con las intensas lluvias causadas por la tormenta Daniel, testigos dijeron que la situación se salió de control cuando oyeron la explosión de una gran presa que terminó expulsando un gigantesco torrente de agua que “parecía un tsunami”.

La información disponible hasta ahora señala que las lluvias provocaron el colapso de dos represas en el río Derna, “que arrastraron barriadas enteras con sus residentes hasta el mar”, según explicó Ahmed Mismari, portavoz del Ejército Nacional Libio, que controla el este del país.

Además de Derna, también se han visto afectadas las ciudades de Bengasi, Susa y Al Marj, todas ellas en el este, así como Misrata, en el oeste, en medio de las peores inundaciones en las últimas cuatro décadas en el país.

Un país partido en dos

Rescatista en Libia
Getty Images
Equipos de rescate trabajan intensamente en las zonas devastadas por las inundaciones.

El médico libio Najib Tarhoni, que trabaja en un hospital cerca de Derna, pidió ayuda con urgencia.

“Tengo amigos aquí en el hospital que han perdido a la mayoría de sus familias… han perdido a todos”, le dijo a la BBC.

“Sólo necesitamos gente que entienda la situación: ayuda logística, perros que realmente puedan oler a la gente y sacarla de debajo de la tierra. Sólo necesitamos ayuda humanitaria, gente que realmente sepa lo que está haciendo”.

También existe una necesidad urgente de equipos forenses y de rescate especializados y otros dedicados a la recuperación de cadáveres, les dijo a los medios turcos el jefe del Sindicato de Médicos Libios, Mohammed al Ghoush.

Los esfuerzos de rescate se han visto complicados por el hecho de que Libia está dividida entre gobiernos rivales y el país lleva más de una década de conflicto.

La lucha entre facciones ha llevado al abandono de la infraestructura y ha dado lugar a una pobreza generalizada en un país con pocos recursos y experiencia para enfrentar este tipo de catástrofes.

Auto bajo escombros en Libia.
Getty Images
Las víctimas y los rescatistas piden ayuda humanitaria.
línea gris
BBC

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