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Cinco lecciones sobre profesionalización policial: 1. La misión de la policía no es ganar la “guerra”
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Politólogo y abogado, activista por la libertad y el acceso a la justicia. Secretario técnico... Continuar Leyendo
5 minutos de lectura

Cinco lecciones sobre profesionalización policial: 1. La misión de la policía no es ganar la “guerra”

La “guerra” contra el crimen no se va a ganar porque NO es una “guerra” y no se trata de aniquilar al enemigo. Es un problema de seguridad pública y de justicia penal que transita por avenidas muy diferentes a las propuestas para ganar la “guerra”.
30 de septiembre, 2022
Por: Bernardo León-Olea

“El objeto del combate es la destrucción o la derrota del enemigo… pero ¿a qué nos referimos con derrota del enemigo? Sencillamente a la destrucción de sus fuerzas ya sea matándolo, hiriéndolo, o por cualquier otro medio que impida que siga peleando… La destrucción total o parcial del enemigo es el único objeto de todos los combates”.

Carl Von Clauzewits, Sobre la Guerra

 

El problema fundamental que enfrenta México es la inseguridad y la ausencia generalizada de acceso a la justicia para las víctimas y para los imputados de un delito. Según los datos que conocemos muy pocos reciben justicia.

La razón fundamental por la que esto sucede (no la única, pero si la más elemental) es que muchos de nuestros gobernantes, empresarios, intelectuales, activistas, diplomáticos y en general personas con influencia en el rumbo del país, siguen pensando que vivimos una “guerra” contra el crimen y, por tanto –como Clauzewits– siguen pensando que el propósito de las instituciones de seguridad pública es “la destrucción total o parcial del enemigo”.

Bajo esta premisa crearon un cuerpo militar –la Guardia Nacional– muy numeroso, para poderlo desplegar en todo el país, con uniformes de batalla, armamento de calibres cada vez más altos, equipo táctico, patrullas de batalla, helicópteros, equipo de inteligencia militar, todo complementado con una estrategia de enfrentamiento y disuasión por medio del uso total de la fuerza.

Bajo esta premisa generar miedo sobre la capacidad de fuerza y de fuego de los criminales es muy útil. Asumir que ni los criminales, ni las organizaciones a las que pertenecen muchos de ellos, ni son tan fuertes, ni tienen la capacidad táctica, de fuego o financiera que se les atribuye, puede ser muy peligroso porque impediría que aumentaran los presupuestos de las fuerzas armadas y la relevancia política de sus mandos y en general del ejército.

La “guerra” contra el crimen no se va a ganar porque NO es una “guerra” y no se trata de aniquilar al enemigo. Es un problema de seguridad pública y de justicia penal que transita por avenidas muy diferentes a las propuestos por Clauzewits para ganar la “guerra”.

Paradójicamente, muchos de nuestros líderes (insisto, políticos, empresariales, intelectuales, diplomáticos y sociales) consideran que esa “guerra” no se va a ganar y que se necesita “negociar” con el crimen, acordando hacer concesiones a sus intereses criminales a cambio de paz (cualquier cosa a que eso se refiera).

Las élites y algunos “expertos” creen que el triunfo de esta estrategia los beneficiará, lo cual además de falso perjudicará a la mayoría de los ciudadanos que requieren justicia para que haya seguridad.

Como ya he argumentado en este espacio y Alejandro Hope en algunos otros (aquí y aquí) el argumento de la “guerra” no se sostiene. El número de criminales y su capacidad táctica y de fuego ni de lejos se compara con la que tiene el Estado Mexicano.

Entonces ¿por qué no ganan la “guerra”? ¿Por qué no aniquilan al enemigo y nos ofrecen paz?

La respuesta más sencilla sería que no hay una “guerra” que pelear y no va a haber un día “D” en que las gloriosas tropas de nuestras fuerzas armadas invadirán los estados y municipios “ocupados” por el enemigo, lo destruirán y marcharán gloriosas por las calles de las ciudades liberadas en medio del aplauso y el agradecimiento de la multitud.

Hay una respuesta más compleja que aborda la criminalidad considerando el número, la dimensión y la fuerza real de los criminales y la forma en que el Sistema de Justicia Penal (policías, fiscales, defensores, jueces y sanciones) puede utilizar las herramientas de la ley para reducir primero y controlar después las actividades criminales, ofrecer justicia y como consecuencia garantizar la seguridad de la población.

Los criminales no son el ejército enemigo, no porque no tengan poder de fuego, sino porque la meta no es aniquilarlos sino investigarlos, acusarlos, procesarlos, probar su culpabilidad y, buscar su regeneración; a veces privados de la libertad y a veces no.

El 100% de los delitos que cometen los criminales están previstos en el Código Penal, es decir, hay una descripción de cada conducta delictiva y hay una pena asignada a cada una de ellas. Ninguna de las penas es la aniquilación del delincuente.

Por decirlo así, la calidad de delincuente te lo da la ley y en ese sentido el 100% de los criminales están dentro de la legalidad, no fuera de la legalidad, por lo que es dentro de la legalidad en la que deben ser procesados.

Una estrategia que aspire a disminuir y controlar el delito tiene que construirse de abajo hacia arriba (de ninguna manera a la inversa) porque la mayoría de los criminales no son homicidas (36, 625 homicidios frente a 28 millones de delitos) sino que cometen robos (en viviendas, en transporte público, en las calles) y por tanto hay estrategias diferenciadas y perfiles policiales distintos.

Como se ve hay una gran cantidad de criminales que cometen delitos de menor gravedad y muy pocos que cometen delitos más graves. Hay delitos que implican poca complejidad en su investigación y posterior persecución y otros (los menos) requieren de detectives muy capacitados y el uso de sistemas muy sofisticados para descubrir si hay delito y quién es el delincuente.

La doctrina policial no es para ganar una “guerra” precisamente porque no hay una “guerra” que pelear (lo que no quiere decir que habrá marginalmente operativos con mayor o menor violencia), sino delincuentes que procesar y sancionar, y el perfil y la formación que debe tener un policía está lejísimos de alguien preparado para aniquilar al enemigo.

Un policía profesional debe estar formado para interactuar con la población, para resolver problemas, para investigar, algunos para recabar y producir información científica y otros (los menos) para reaccionar y usar la fuerza en el número limitado de casos que esto es necesario, cuando la prevención, la inteligencia y la investigación no hayan sido suficientes.

En su libro “Sobre la Estrategia: El Contexto de la Guerra de Vietnam”, Harry G. Summers Jr –un oficial del ejército norteamericano– se pregunta por qué el ejército de Estados Unidos ganó todas sus batallas en Vietnam y, sin embargo, perdió la guerra; después de 240 páginas él mismo se responde: porque Estados Unidos nunca tuvo claro cuál era el objetivo último y definitivo de esa guerra.

En la medida que la misión de la policía no es ganar la “guerra”, un policía profesional debe tener claro que su papel es darle mantenimiento cotidiano a la ley y contribuir a la justicia que al final produce seguridad.

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Imagen BBC
Cómo es la cárcel-rascacielos de Chicago en la que está preso el hijo del Chapo
4 minutos de lectura

Fue concebida como parte de un programa del gobierno para construir nuevas prisiones entre 1968 y 1978.

25 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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Ovidio Guzmán, uno de los hijos del narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue extraditado el 18 de septiembre a Estados Unidos y desde entonces está arrestado en una cárcel de Chicago.

Apodado el “Triángulo de Hierro”, el Centro Correccional Metropolitano es un rascacielos de 28 pisos ubicado en el centro de la ciudad estadounidense, un imponente edificio triangular de hormigón diseñado por el arquitecto Harry Weese e inaugurado en 1975.

Centro Correccional Metropolitano de Chicago
Getty Images
El edificio fue diseñado por el arquitecto Harry Weese y se terminó de construir en 1975.

El edificio tiene pequeñas rendijas verticales de 13 de ancho por 2,30 metros de alto que funcionan como ventanas irregulares hacia el exterior y que conforman una especie de monolito perforado.

Las ventanas, así diseñadas para evitar fugas, no tienen rejas, como es habitual en las cárceles.

En su momento costó US$10,2 millones, según el periódico local Chicago Tribune, cifra que hoy equivaldría a casi US$60 millones.

Centro Correccional Metropolitano de Chicago
Getty Images
Su particular forma triangular se destaca en la arquitectura de la ciudad.

“Lujoso”

Esta cárcel fue concebida como parte de un programa del gobierno para construir nuevas prisiones entre 1968 y 1978, y suponía un modelo de centro de detención diferente para aquellos que están aguardando su juicio o que han recibido una condena breve.

Cuando se inauguró, William Nelson, su primer director, dijo: “Este edificio es completamente seguro, pero fue construido de manera eficiente y teniendo en cuenta la dignidad humana“.

El entonces juez James B. Parsons del Tribunal de Distrito de Estados Unidos lo describió como “lujoso”.

“No hay rejas”, dijo. “Las puertas se abren y cierran libremente. Los pisos están alfombrados. La comida es muy buena y las instalaciones recreativas son excelentes”, afirmó, según recogió el Chicago Tribune en un artículo publicado en 1995.

Centro Correccional Metropolitano de Chicago
Getty Images
En la azotea está el patio donde los reclusos pueden hacer ejercicio o simplemente estar al aire libre.

Al menos en aquel momento, los presos podían ir al patio -ubicado en la azotea- solo dos veces a la semana porque permitían estar 20 personas al mismo tiempo como máximo.

El patio está totalmente cubierto por un alambrado, para evitar que lleguen helicópteros a llevarse a alguno de los presos.

Allí se puede jugar al baloncesto, vóleibol o hacer ejercicio.

Centro Correccional Metropolitano de Chicago
Getty Images
Tras diferentes episodios de fugas, se han añadido medidas de seguridad en esta cárcel federal.

También podían visitar la biblioteca, la videoteca y la capilla tres veces por semana.

Algunas medidas de seguridad se han añadido después de su inauguración, ya que hubo episodios de fuga.

Por ejemplo, en diciembre de 2012 dos presos se escaparon desde el piso 17 haciendo un boquete en la pared y arrojando una cuerda tejida a partir de sábanas e hilo dental y sujetada de las literas de la celda.

Centro Correccional Metropolitano de Chicago
Getty Images
El Centro Correccional Metropolitano está pensado para estadías cortas.

“Los Chapitos”

De acuerdo al registro público de la Oficina Federal de Prisiones, que administra este centro, Ovidio Guzmán López, de 33 años, es uno de los 486 hombres y mujeres allí recluidos.

Originalmente había sido construido para albergar a 400 presos.

Ovidio Guzmán siendo trasladado a Estados Unidos.
X/@DEREKMALTZ_SR
Ovidio Guzmán en el avión que lo llevó a Estados Unidos.

Desde el arresto de “El Chapo” Guzmán en 2016 y su posterior extradición a Estados Unidos, cuatro de sus hijos, conocidos como Los Chapitos, supuestamente asumieron roles protagónicos en el cartel.

Los agentes de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) dicen que el cártel de Sinaloa es la fuente de gran parte del fentanilo ilícito que se introduce de contrabando en Estados Unidos.

Según la jefa de la DEA, Anne Milgram, “Los Chapitos fueron pioneros en la fabricación y el tráfico de la droga más mortífera que nuestro país haya enfrentado jamás”.

Después de que su padre fuera condenado en EE.UU. a cadena perpetua en 2019, Ovidio Guzmán, alias el Ratón, era considerado uno de los líderes del cartel de Sinaloa y fue acusado por Washington de conspiración para distribuir drogas para ser importadas a EE.UU.

En su primera comparecencia ante un juez en Chicago el 5 de septiembre, Guzmán se declaró no culpable de los cargos que enfrenta por narcotráfico.

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BBC

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