“El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.
Artículo Tercero, Fracción Primera, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
El pasado 19 de agosto de 2022 se publicó el plan de estudios para la educación básica en México. Como argumenté en mi blog personal, creo que esta es una reforma innecesaria ante cuestiones más demandantes como la pérdida de aprendizajes por el cierre de escuelas por la pandemia. Sin embargo, encontré algo mucho más preocupante después de releer la crítica de Laura Frade a la luz de los foros de consulta previa: un plan de estudios que en ocasiones está en abierta oposición al artículo tercero constitucional en materia de pensamiento científico. Aquí quiero elaborar sobre el mismo argumento de Frade quien dijo que, efectivamente, el plan de estudios podría ser inconstitucional. A diferencia de ella, creo que es más urgente atender el tema de los contenidos científicos, y no creo que el enfoque comunitario sea inconstitucional o indeseable.
La frase que inicia este texto, la fracción primera del actual artículo tercero de la Constitución, fue el consenso social que se logró después de abrogar la educación socialista el 30 de diciembre de 1946. La lucha contra la educación socialista en el tercero constitucional, como documentó Soledad Loaeza en su libro sobre el tema, fue una de las fuentes principales que alimentaron la fundación de lo que sería el partido conservador de México, Acción Nacional. Las organizaciones católicas de padres de familia, cercanas a lo que sería luego Acción Nacional, repudiaron tanto la inspiración científica del artículo cuanto la socialista. Pero al final, el legado liberal prevaleció y el énfasis científico permanece en la Constitución. Este artículo siempre ha estado bajo cuestionamiento de los sectores conservadores, no sólo porque fortalece la laicidad de la educación, también hace que el currículo nacional esté basado en el progreso científico.
Efectivamente, el plan de estudios plantea una dimensión comunitaria. Sin duda, la Constitución y el planteamiento clásico de los derechos humanos tiene orígenes en el individualismo. Pero el artículo primero de la Constitución -reformado en 2011- contempla tres principios: los derechos son progresivos, interdependientes e indivisibles, enlazados con los tratados internacionales ratificados en México. Muchos de estos tratados y convenciones reconocen la dimensión social y comunitaria de los derechos humanos. Por ejemplo, el derecho a la consulta previa a las comunidades indígenas o los derechos laborales. Creo pues que lo comunitario en el plan puede ser congruente con el artículo tercero de la Constitución.
Con respecto al planteamiento decolonial, este es congruente con el artículo segundo de la Constitución en materia de multiculturalidad de la nación mexicana, además del contenido antidiscriminación del primero constitucional. ¿Los planes podrían ir contra el orden constitucional si se adapta un enfoque decolonial? Algunas corrientes decoloniales sostienen que los Estados Nación -México en este caso- no son reconciliables con las comunidades indígenas ya que estas son naciones independientes por propio derecho fuera de México por haber sido subyugados por la colonización (Yasnaya Aguilar lo resume aquí). Este no es el caso del plan que presentó la Secretaría de Educación Pública (SEP), y espero haya un debate historiográfico y plural serio en la elaboración de los libros de texto.
Sin embargo, no sé cómo este plan de estudios, extremadamente denso y teórico, será operable en las escuelas. Entiendo que los saberes y conocimientos en las etapas planteadas buscan ser interdisciplinarios y enfocados en temas y tareas, más allá de asignaturas en primaria. Sin embargo, esta ambición se diluye después cuando se regresa a las asignaturas en secundaria. No es una idea nueva integrar diversos aprendizajes en una tarea concreta (por ejemplo, tratar valores cívicos en la clase de arte) como se intentó en el constructivismo y la educación por competencias. Una buena crítica en estos términos la hizo la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación.
El plan, más allá de una propuesta curricular, es más bien una denuncia teórica y lingüística de los planes anteriores (aunque criticables creo perfectibles), y el encumbramiento de una crítica como teoría pedagógica. Esto es lo que usualmente pasa con cualquier corriente posmoderna en ciencias sociales y humanidades: un exceso de crítica sin asidero en algo operable y concreto.
Lo que creo más preocupante es cómo el nuevo plan de la SEP usa el discurso de las epistemologías del sur para crear un falso dilema entre los conocimientos científicos laicos contra los conocimientos de las comunidades indígenas (¿cuáles? El plan solo hace ejemplos dispersos). En la sección de saberes y pensamiento científico de los “campos” del plan dice explícitamente:
“El reconocimiento y uso de diversos métodos durante la construcción de conocimientos para contrarrestar la idea de un método único” y “Las ciencias son construcciones, entre muchas otras, para explicar la realidad física, que a su vez está condicionada por factores culturales e históricos. En tanto construcción cultural, no se puede afirmar que sea superior a otros sistemas de conocimientos, ya que cada explicación puede ser adecuada en mayor o menor medida según el contexto en el que se aplique”.
Ambas secciones del texto me inquietan porque la actual SEP cree que no hay un método científico. Sí lo hay, es la revisión de pares y la examinación de evidencia empírica. Igualmente, la actual SEP cree que no hay una jerarquía de conocimientos en nuestro marco educativo, cuando el artículo tercero los enuncia con claridad. Esto, como apunta Frade, deviene de cómo los autores del documento usan la teoría de las epistemologías del sur para argumentar que ciertos conocimientos de las comunidades indígenas fueron eliminados por el proceso de la colonización y que es un objetivo político hacerlos válidos en la actualidad.
Sin duda es cierto que muchos conocimientos desaparecieron o fueron desplazados en ese proceso histórico, pero eso no implica que la SEP pueda determinar unilateralmente que ciertos conocimientos son jerárquicamente iguales a los que indica el artículo tercero constitucional. La SEP es una autoridad pública, y tiene ese mandato legal. Sin embargo, a juzgar por el proceso de consulta, parece que esto surge de la vaga agenda política de una élite académica de la Ciudad de México. Este plan no parece surgir de las demandas del magisterio mexicano después de las protestas por la reforma educativa anterior que dieron pie a la actual redacción del tercero constitucional (donde el progreso científico permanece).
Sin lugar a duda hay conocimientos que la educación pública debe rescatar, en particular en términos del artículo segundo constitucional, como el rescate de los idiomas de los pueblos indígenas en México al garantizar el acceso universal a la educación bilingüe y multicultural. Tema que creo no necesitaba de una reforma curricular sino financiamiento. Sin embargo, cuando el plan de estudios trata los temas de ciencias y matemáticas, la SEP no puede evadir el mandato constitucional del artículo tercero en materia de progreso científico. Cito aquí un párrafo del plan de estudios:
“Desde el punto de vista territorial, la idea de normalidad fisiológica o anatómica no predomina en la definición de salud en todos los lugares, existen comunidades cuyos saberes ancestrales les permiten combinar tradiciones médicas como la acupuntura, homeopatía, herbolaria, temascales con la medicina alópata de los centros de salud que, en conjunto, realizan acciones de salud como la partería, la herbolaria y seguimientos clínicos personalizados”.
¿Son estos conocimientos enlistados arriba compartidos por todas las comunidades indígenas? ¿La SEP (como autoridad) puede equipararlos con la ciencia médica moderna y por lo tanto ponerlos en el centro del plan? Varios de estos conocimientos enlistados en ese párrafo no surgieron de los conocimientos de las comunidades indígenas mexicanas. Por ejemplo, la homeopatía fue propuesta en 1796 por un médico alemán, pero ampliamente descartada por cualquier cuerpo médico serio en el mundo. Es una pseudociencia. La acupuntura es una pseudociencia china en desuso. Un plan de estudios basado en el progreso científico no debería permitir mención alguna de pseudociencias, por más que en el esquema epistemológico del plan se permita la diversidad de saberes.
Aun peor, reducir el espacio y protagonismo del contenido en ciencias y matemáticas niegan a todos, y con especial magnitud a las personas más pobres y las comunidades indígenas de México, su derecho humano a los beneficios del progreso científico que está explicito en el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Dado que no sabemos cómo estos planteamientos estarán definidos en las mallas curriculares, y que ya están en el documento central del acuerdo secretarial en el Diario Oficial de la Federación, hay un riesgo real que los beneficios del progreso científico en muchos campos como las matemáticas, las ciencias físicas, o las ciencias médicas pierdan su centralidad en los programas y libros de texto gratuitos, y se otorgue espacio a pseudociencias. La Constitución, so pena del plan de estudios, sí jerarquiza los conocimientos. Y yo estoy de acuerdo con esa jerarquía.
Nuevamente, no entiendo cuál era el problema público que pretende resolver el plan con esto. Pero sí hay muchos problemas que México sí tiene en materia educativa científica. Primero, más del 45 % de la población en México sigue teniendo percepciones anticientíficas y una comprensión limitada de conocimientos científicos básicos según la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología (ENPCYT) 2017. Esto se confirma con lo que encontró el último resultado del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA): el 53 % de los estudiantes en México no pueden reconocer fenómenos científicos básicos.
Otro problema urgente está en matemáticas: el 44 % de los estudiantes mexicanos apenas puede interpretar y resolver problemas matemáticos básicos según PISA. En los países más desarrollados este umbral supera el 76 %. En lugar de meter teorías posmodernas lejanas a los problemas nacionales en los planes de estudios, la brecha de aprendizajes debería ser la prioridad de las autoridades educativas.
Igualmente, se puede notar la brecha de aprendizajes en la educación en ciencia y tecnología cuando se preguntó en la ENPCYT sobre cambio climático. Solo el 22 % de la población entiende la ciencia básica detrás de la contaminación ambiental, 17 % en el caso de los gases de efecto invernadero, y 22 % sobre el calentamiento global del planeta. Como ha dicho el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU, los más pobres y las comunidades indígenas son al mismo tiempo los grupos más vulnerables ante los efectos del cambio climático y quienes tienen un papel vital en la conservación del planeta. La emergencia climática debería ser la prioridad de cualquier nuevo plan de estudios.
Hay una ira creciente por la poca ayuda que llega a las ciudades y pueblos de las montañas del Atlas.
El bebé de Khadija aún no tiene nombre y su primer hogar es una tienda de campaña junto a la carretera.
Nació minutos antes de que se produjera el mortífero terremoto del viernes por la noche en Marruecos.
Aunque Khadija y su hija salieron ilesas, el hospital de Marrakech donde se encontraban fue evacuado. Tras una rápida revisión, les pidieron que se marcharan apenas tres horas después del nacimiento.
“Nos dijeron que teníamos que irnos por miedo a las réplicas”, explicó.
El sismo de magnitud 6,8 sacudió el centro del país, con epicentro a 71 kilómetros de la turística Marrakech. Por ahora se cuentan más de 2.100 personas fallecidas en una decena de provincias y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420. Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Con su recién nacida en brazos, Khadija y su marido intentaron tomar un taxi a primera hora del sábado para ir a su casa de Taddart, en la cordillera del Atlas, a unos 65 kilómetros de Marrakech.
Pero de camino se encontraron con que las carreteras estaban bloqueadas por corrimientos de tierra y sólo llegaron hasta el pueblo de Asni, a unos 15 kilómetros de su destino final.
Desde entonces, la familia vive en una tienda de campaña básica que han logrado construir junto a la carretera principal.
“No he recibido ninguna ayuda ni asistencia de las autoridades”, nos dijo, sosteniendo a su bebé mientras se protegía del sol bajo un endeble trozo de lona.
“Pedimos mantas a algunas personas de este pueblo para tener algo con lo que taparnos. Sólo tenemos a Dios”.
Khadija nos contó que sólo tiene un conjunto de ropa para el bebé.
Amigos de su ciudad natal les han contado que su casa está muy dañada y no saben cuándo podrán tener un lugar adecuado donde alojarse.
Cerca del lugar donde Khadija acampa, la frustración crece a medida que pasan los días y apenas llega ayuda a los pueblos y aldeas de las zonas montañosas al sur de Marrakech.
En Asni, a solo 50 kilómetros de Marrakech, la gente dice que necesita ayuda urgente.
Un grupo de gente enfadada rodeó a un reportero local y le arrojaron sus frustraciones: “No tenemos comida, no tenemos pan ni verduras. No tenemos nada”.
El reportero, en el centro de la multitud, tuvo que ser escoltado y llevado lejos por la policía, mientras la gente aún lo seguía, desesperada e intentando desahogar su ira.
“Nadie ha venido a nosotros, no tenemos nada. Sólo tenemos a Dios y al rey”, dijo un hombre de la multitud que no quiso dar su nombre.
Desde el terremoto vive al margen de la carretera principal del pueblo con sus cuatro hijos. Su casa sigue en pie, pero todas las paredes están muy agrietadas y tienen demasiado miedo para quedarse allí.
Han conseguido volver y coger algunas mantas, lo único que ahora tienen para dormir.
En un momento, un camión pasó entre la multitud. Algunas personas intentaron hacerle señas, esperando desesperadamente que les dejara suministros. Pero el camión siguió su camino, seguido de abucheos.
Algunos dicen que han recibido tiendas de campaña de las autoridades, pero no hay suficientes para todos.
Cerca de allí está Mbarka, otra persona que vive en una tienda de campaña. Nos guió por las calles laterales hasta su casa, en la que ya no puede vivir.
“No tengo medios para reconstruir la casa. De momento, sólo nos ayuda la gente de la zona”, nos contó.
Vivía allí con sus dos hijas, su yerno y tres nietos.
Cuando su casa empezó a temblar, salieron corriendo y casi fueron alcanzados por el derrumbe de una casa mucho más grande que empezó a deslizarse colina abajo.
“Creemos que el gobierno ayudará, pero hay 120 pueblos en la zona”, dijo su yerno Abdelhadi.
Con tanta gente necesitada de ayuda, un gran número de personas tendrá que esperar más tiempo para recibir asistencia.