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Nearshoring y la nueva política laboral
Técnico de Izquierda
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Sociólogo y politólogo por la UNAM, El Colegio de México, y King’s College London. Ha... Continuar Leyendo
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Nearshoring y la nueva política laboral

En lugar de ceder a la tentación de inversión extranjera a cualquier costo, México debe poner condiciones que protejan a la clase trabajadora. Es urgente demostrar que se puede crecer sin necesidad de sacrificar el salario y la dignidad de las personas trabajadoras.
20 de junio, 2023
Por: Raúl Zepeda Gil

Sin duda, uno de los avances más significativos del gobierno mexicano en los últimos años ha sido la política laboral. En especial, la recuperación del salario mínimo, las restricciones al outsoursing, y la democratización de la vida sindical. Estas son políticas positivas en favor de la clase trabajadora mexicana. Sin embargo, si no protegemos estos avances, la tendencia global del “nearshoring” puede ponerlos en riesgo. El nearshoring es la relocalización global de las empresas de manufactura a países más cercanos geográficamente a dónde está la demanda de su producción. En nuestro caso, la relocalización de empresas de China a México para acercarse a los Estados Unidos.

Como sabemos, la política de apertura comercial de México fue diseñada para ofrecer bajos costos a las empresas trasnacionales. En particular, a las norteamericanas después de la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esto implicó que los gobiernos mexicanos mantuvieron el salario mínimo congelado para mantener bajos los “costos laborales.” El salario mínimo permaneció congelado, incluso después de que bajó la inflación en el sexenio de Carlos Salinas, hasta inicios de la administración de López Obrador. Es decir, el salario mínimo creció en niveles muy bajos por tres décadas (ver la gráfica).

Porcentaje del cambio anual del salario mínimo nominal en México

El T-MEC, tratado que substituyó al TLCAN, contiene dos provisiones cruciales: aumentar el porcentaje de contenido nacional de México, Estados Unidos y Canadá en las exportaciones en la zona de libre comercio, y la protección de la democracia sindical. Esto implica que se podrían mantener salarios en rangos más altos en la región dado que habría más negociaciones con los sindicatos. Y que las empresas más competitivas en la zona podrán proveer más bienes al mercado en detrimento de aquellas que no son de América del Norte. No es una decisión casual: los negociadores norteamericanos del T-MEC buscaban incentivar el regreso de la producción industrial a los Estados Unidos.

Las restricciones comerciales surgidas de las medidas para combatir la pandemia de COVID-19 aceleraron un proceso en la producción global: la creación de amplios cuellos de botella. No sólo porque China tenía las restricciones más severas en la pandemia, desacelerando su productividad. También porque no había suficiente capacidad para el transporte de mercancías con el fin de atender la demanda creciente de productos cuando el resto de los países redujeron las restricciones sanitarias.

Lo anterior se combinó con una nueva lógica de competencia política entre Estados Unidos y China. Por ejemplo, el gobierno norteamericano impuso restricciones para la exportación de semiconductores a China para desacelerar su avance tecnológico. Paradójicamente, una consecuencia inesperada es que empresas de manufactura china buscan relocalizarse en México -que sigue siendo relativamente más barato en costos- para seguir vendiendo en el mercado de Estados Unidos, sin necesidad de pagar transporte interoceánico, y para llegar más rápido al mercado final. Un reciente reportaje del New York Times muestra que el nearshoring de empresas de capital chino en México ya está sucediendo con creciente intensidad.

Mi preocupación es que las empresas de capital chino que buscan relocalizarse en México pueden presionar al gobierno mexicano para alentar o incluso detener la política de incremento salarial. Este condicionamiento, a la par de la necesidad que tiene el gobierno mexicano de incrementar el crecimiento vía la inversión extranjera, puede provocar un revés en materia laboral. Un revés que también iría en detrimento de la lucha contra la pobreza en México. Como muestra Gerardo Esquivel, hay una reducción real de la pobreza laboral desde 2015, acelerada desde 2019. Ante ello, creo que hay diversos retos por delante para la clase trabajadora mexicana.

Primero, es urgente fortalecer al movimiento sindical mexicano.

Aunque el sindicalismo libre en México ha logrado muchos de estos triunfos, si no se organiza todavía más, podría perderlos fácilmente ante la presión del capital extranjero. En México, la tasa de afiliación a un sindicato ronda el 12% de la población económicamente activa. Por eso, es importante que haya cada vez más personas trabajadoras en sindicatos auténticos y democráticos que los protejan contra condiciones de trabajo abusivas, subcontratación, y sin protección social. En particular porque, como sabemos después del boom manufacturero en China, las empresas que han invertido en ese país son conocidas por sus abusos laborales, explotación, e incluso tratados inhumanos y degradantes. Necesitamos un sector sindical listo para enfrentar cualquier riesgo de que se traten de implementar dichas prácticas en nuestro país. Más en un país donde ya tenemos prácticas abusivas, en particular con las excesivas jornadas laborales.

Segundo, la austeridad en el gobierno mexicano ha dejado flaco al flanco regulatorio de la política laboral.

Cómo ha reportado la CONASAMI, hasta ahora sí ha habido un incremento del salario real de manera voluntaria por parte de las empresas después de los aumentos al salario mínimo base. Pero sin regulación efectiva e inspección, el nuevo capital extranjero podría ignorar dichos aumentos, e incluso implementar políticas para tener sindicatos blancos (o falsos). Por lo tanto, se requiere una robusta política de inspección laboral tanto para el salario mínimo, cuanto la democracia sindical y contra la subcontratación.

Aunque algunas medidas ya han sido implementadas con el T-MEC, es necesario tener una política más robusta de inspección. Necesitamos una burocracia regulatoria robusta en materia laboral. El Estado debe proteger a la clase trabajadora, y no podrá hacerlo si no tiene los recursos para hacerlo. La Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo debería tener un rol protagónico en la política laboral mexicana.

Tercero, es urgente que sectores progresistas del país en los partidos y fuera de ellos se orienten a crear un consenso social amplio en favor de la nueva política laboral, que haga electoralmente costoso que cualquier partido ceda ante el capital extranjero en materia laboral.

Aunque el discurso nacionalista puede ser útil en este propósito, lo que necesitamos es fortalecer la identidad de la clase trabajadora como tal. Al mismo tiempo, protegidas por un discurso más amplio de protección social, se necesita lanzar más políticas laborales: un sistema de cuidados, más reducciones de la jornada laboral, derecho al descanso, y la afiliación a la seguridad social sin necesidad de un contrato formal.

Por años, el modelo de la economía mexicana descansó en la desregulación de la protección laboral y la ausencia de política industrial. En lugar de ceder a la tentación de inversión extranjera a cualquier costo, México debe poner condiciones que protejan a la clase trabajadora. Es urgente demostrar que se puede crecer sin necesidad de sacrificar el salario y la dignidad de las personas trabajadoras. Los avances recientes son alentadores, pero nuevamente estamos ante una coyuntura global que nos pone un reto significativo. Debemos escoger y discutir democráticamente nuestro modelo de desarrollo en lugar de dejarnos llevar por la corriente global.

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Imagen BBC
Mamadou Safayou Barry, el ciclista que pedaleó 4 mil km entre zonas de guerra para ir a la universidad
3 minutos de lectura

Mamadou Safayou Barry, un guineano de 25 años, emprendió un viaje en bicicleta de más de 4.000 kilómetros para estudiar en la universidad de sus sueños.

23 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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La Universidad de sus sueños estaba a más de 4 mil kilómetros de su hogar y aún así Mamadou Safayou Barry decidió montarse en su bicicleta y atravesar 6 países para llegar hasta ella.

En mayo, partió de Guinea hacia el prestigioso centro Al-Azhar, situado en Egipto con la esperanza de ser aceptado.

En el camino de esta aventura, el joven de 25 años y padre de un niño, soportó un calor abrasador durante 4 meses y hasta fue detenido en uno de los países repletos de militantes islamistas o golpes de estado.

Pero valió la pena.

Cuando finalmente llegó a El Cairo recibió una beca por parte de la institución.

Estoy “muy, muy” feliz, le dijo a la BBC.

Agregó que pese a no poder pagar el curso de Estudios Islámicos en Al-Azhar, ni los vuelos a Egipto, la reputación de la universidad lo impulsó a arriesgarse en un viaje a través de Mali, Burkina Faso, Togo, Benin, Níger y Chad.

Al-Azhar es uno de los centros de aprendizaje islámico sunita más influyentes del mundo.

También es uno de los más antiguos. Fue fundado en el año 670 d.C.

Barry salió de su casa “en busca de conocimientos islámicos”, pero en Malí, Burkina Faso o Níger, los ataques de militantes islamistas contra civiles son frecuentes y los recientes golpes de estado han provocado inestabilidad política.

“Viajar por estos países es muy difícil porque no tienen seguridad en este momento”, dijo.

Mamadou Safayou Barry
Mamadou Safayou Barry
Nahla Elseidy, decana de estudios islámicos en la Universidad Al-Azhar, con Mamadou Safayou Barry.

“Tienen muchos problemas y la gente está muy asustada. En Mali y Burkina Faso la gente me miraba como si fuera una amenaza. Veía a los militares por todas partes portando armas grandes y coches“, dijo Barry.

Dijo que fue arrestado y detenido tres veces sin una buena razón: dos en Burkina Faso y una en Togo.

Un golpe de suerte

Sin embargo, la suerte de Barry cambió cuando llegó a Chad.

Un periodista lo entrevistó y publicó su historia en internet, lo que llevó a algunos buenos samaritanos a financiarle un vuelo a Egipto.

Esto le evitó andar en bicicleta por Sudán, dónde algunas áreas son actualmente zonas de guerra.

El 5 de septiembre llegó finalmente a El Cairo.

Su determinación le valió una reunión con la decana de estudios islámicos, Nahla Elseidy.

Después de hablar con él, Elseidy le ofreció una plaza en el curso de Estudios Islámicos de Al-Azhar, con una beca completa.

Mamadou Safayou Barry
Getty Images
La mezquita de al-Azhar, la más antigua de El Cairo, es la sede de una escuela de teología considerada una de las universidad más antiguas del mundo oriental.

La decana dijo en las redes sociales que la universidad estaba dispuesta a ofrecer sus conocimientos a estudiantes de todo el mundo

Y que esta filosofía “no sólo cubre a los estudiantes internacionales en Egipto sino que también se extiende más allá. Al-Azhar recibe estudiantes de todos los países, los cuida y les ofrece ayudas”.

Barry dijo que estaba “muy, muy feliz” de haber recibido la beca.

“No puedo expresar lo feliz que estoy. Le di gracias a Dios“, dijo.

Barry añadió que los problemas que se encontró durante su expedición quedaron olvidadas hace mucho tiempo y borrados por la alegría de poder convertirse en un becario de Al-Azhar.

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