El pasado agosto pude ir a uno de los cuatro conciertos que se llevaron a cabo en la Ciudad de México de la aclamada rubia Taylor Swift. He ido a conciertos desde que tenía 15 años y nunca había experimentado todo lo que viví para este evento. Me causó mucho interés reflexionar acerca de toda la experiencia que implicó.
Recuerdo el primer concierto al que fui, uno de rock en un salón que ya no existe en Polanco, en la Ciudad de México. Fui con mi mamá, las dos vestidas de negro con botas rockeras, igual que la mayoría de los asistentes. Recuerdo el ambiente hostil que se sentía, sobre todo entre nosotras con ese mito acerca de que entre mujeres nos tenemos envidia y no podemos crear vínculos honestos; nos veíamos las unas a las otras y uno que otro comentario acerca de la vestimenta que llevábamos que, como dije anteriormente, era igual al de la mayoría. En ese momento me parecía normal que nos viéramos las unas a las otras como enemigas, no lo cuestioné hasta muchos años después.
Así, fueron pasando otros eventos con casi la misma dinámica hasta que empezaron a surgir los ya famosos festivales de música, en donde admirábamos cada vez más la creatividad de nuestras vestimentas y, aunque aún escuchaba o decía comentarios al respecto de la apariencia de las y los demás que venían desde mis prejuicios, comencé a cuestionarme si era realmente relevante el tema de la ropa. Fue entonces que comenzaba a reflexionar sobre los roles de género y el papel que las personas desempeñamos dentro de los espacios públicos para que las demás personas se sientan parte o no del mismo.
Regresando al evento del año, me sorprendí mucho al ver todos los preparativos que el público empezó a organizar: noches de karaoke con las amigas, decidir qué vestimenta iban a utilizar y el juntarse para hacer los friendship bracelets para intercambiar con desconocidos durante el evento. Esa última actividad en la que la dinámica era hacer pulseras con letras de canciones o referencias de la artista, el tiempo y cuidado de los diseños y regalarlas a cualquier persona, me pareció un acto de acuerdo social en el que todas las personas desde nuestras diferencias de gustos o colores encontramos un punto de encuentro para llevar a cabo algo tan sencillo pero enternecedor como es el intercambiarnos experiencias.
En redes sociales leí muchos comentarios sobre cómo las personas se sintieron con su participación en el concierto: sin miedo a ser ridiculizadas por cómo iban vestidas, sin miedo a que alguien juzgara sus gustos o sus canciones favoritas, ocupando el espacio público como el transporte público sin la inseguridad de que alguien pudiera aventarles un comentario negativo porque todas y todos íbamos hacia un mismo punto de encuentro.
Una pequeña utopía. Un fin de semana en el que el espacio se convirtió en un mar de diversidad sin prejuicios. La ocupación del espacio público como un lugar seguro en el que había más esperanza que miedo. Esto me recordó mucho a una de las sesiones a las que he tenido el privilegio de asistir de mis colegas de ADIL: las personas somos quienes creamos espacios seguros.
Hagamos entonces del mundo un concierto, en el que cada mujer pueda, desde su propia diversidad, habitar y transitar el espacio sin miedo. En el que podamos sabernos seguras de nuestra existencia dejando a un lado los prejuicios que también nos atraviesan. Encontremos acuerdos desde nuestras diferencias, seamos amables la unas con las otras, con nuestras madres, hermanas, amigas y las que nos rodean, dejando de lado los mitos patriarcales de que no podemos crear vínculos afectivos desde el respeto, el diálogo y la escucha, porque estamos viendo gracias a estos sucesos, que juntas si podemos.
* Fernanda Saldivar (@_ferss_) es Coordinadora de Proyectos en @ADILdiversidad. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad del Valle de México (UVM). Ha colaborado con distintas organizaciones de la sociedad civil en proyectos culturales, educativos y de incidencia pública, tales como subastas de arte y ferias de salud sexual, específicamente en materia de respuesta al VIH.
Una investigación en Reino Unido reveló niveles alarmantes de acoso y agresión sexual en el ámbito quirúrgico, en medio de una cultura de silencio que ha permitido que se perpetúe este patrón de conducta.
Cirujanas en Reino Unido dicen que están siendo acosadas y agredidas sexualmente, y en algunos casos violadas por sus colegas, según reveló un análisis sobre el personal del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).
La BBC conversó con mujeres que fueron agredidas sexualmente en el quirófano durante una cirugía.
Los autores del estudio señalan que hay un patrón de comportamiento en el que mujeres que están haciendo prácticas son abusadas por cirujanos de más experiencia, y esto está ocurriendo actualmente en hospitales del NHS.
El Colegio Real de Cirujanos dijo que los hallazgos de la investigación son “realmente impactantes”.
El acoso sexual, la agresión sexual y la violación son considerados un secreto a voces dentro del ámbito quirúrgico británico.
Existe una historia no contada de mujeres a las que toquetean bajo sus batas, cirujanos que secan el sudor de su frente en el pecho de mujeres y hombres con una erección que se frotan contra el personal femenino.
A algunas cirujanas les han ofrecido oportunidades laborales a cambio de sexo.
El análisis -de la Universidad de Exeter, la Universidad de Surrey y el Grupo de Trabajo sobre Conducta Sexual Inapropiada en el marco de la Cirugía- fue compartido en exclusiva con la BBC.
Cerca de dos tercios de las cirujanas que proporcionaron información a los investigadores dijeron que fueron blanco de acoso sexual, y un tercio reveló que fueron agredidas sexualmente por colegas en los últimos cinco años.
Las mujeres dicen que temen reportar estos incidentes por el impacto negativo que esto pueda tener en su carrera y no confían en que el NHS tome medidas.
Hay nerviosismo al hablar abiertamente sobre esto. Judith nos pidió que no incluyéramos su apellido. Ahora, ella es una cirujana talentosa y experimentada.
Judith fue agredida sexualmente al comienzo de su carrera cuando era la persona con menos poder en el quirófano y el cirujano más experimentado estaba transpirando.
“Él simplemente se dio vuelta y hundió su cabeza en mis senos, y yo me di cuenta de que se estaba secando la frente sobre mí”, explica.
“Te quedas helada, ¿sabes?, ‘¿qué hace su cara en mi escote?’”.
Cuando lo volvió a hacer, Judith le ofreció una toalla. “No, esto es mucho más divertido”, le respondió con una “expresión burlona”, dice Judith, que recuerda haberse sentido “sucia y humillada”.
Peor aún para ella fue el silencio total de sus compañeros.
“Incluso él no era la persona de más rango en el quirófano, pero sabía que ese comportamiento estaba bien y eso es simplemente terrible”.
Esto le sucedió a Judith en medio del quirófano, pero el acoso y abuso sexual ocurre también más allá del hospital.
Anne –no podemos revelar su nombre real por razones legales- quiso hablar con la BBC porque cree que solo se producirá un cambio cuando la gente empiece a hablar.
Ella elige no llamar violación a lo que le pasó, pero está claro que las relaciones sexuales que tuvieron lugar no fueron consentidas.
El incidente ocurrió durante un evento social vinculado a una conferencia médica (un encuentro de médicos de la misma especialidad).
En un patrón que ya es familiar, ella era una pasante y él un cirujano experimentado.
“Yo confiaba en él, lo admiraba”, dice.
Él aprovechó esa confianza y le dijo que ella no conocía a la otra gente que estaba allí y que podía confiar en él.
“Así que caminó conmigo hacia el lugar donde me estaba quedando. Yo pensé que quería conversar y luego, de repente, se giró hacia mí y tuvo sexo conmigo”.
Anne dice que en ese momento su cuerpo se congeló y “no podía frenarlo”.
“Eso no era lo que yo quería, nunca fue lo que quise, fue totalmente inesperado”.
Cuando Anne lo vio al día siguiente, dice que “apenas podía mantener la compostura”.
“Sentí que no podía armar un escándalo, sentí que había una cultura muy fuerte de simplemente aguantar lo que te hicieran”.
El incidente tuvo un impacto duradero en Anne.
Primero la dejó emocionalmente paralizada, y años más tarde “el recuerdo volvía a inundar mi mente como un horror, una pesadilla”, incluso cuando se estaba preparando para operar a un paciente.
Es ampliamente aceptado que hay una cultura de silencio en torno a este tipo de comportamientos.
La formación quirúrgica se basa en el aprendizaje de colegas de mayor nivel en el quirófano, y las mujeres nos han dicho que es riesgoso hablar sobre aquellos que tienen poder e influencia sobre el futuro de sus carreras.
La investigación, publicada por la Revista Británica de Cirugía, es el primer intento para tener una idea de la escala del problema.
Los cirujanos registrados –hombres y mujeres- fueron invitados a participar y responder de forma anónima, y 1.434 respondieron. La mitad fueron mujeres:
Si bien el informe muestra que los hombres también son víctimas de algunos de estos comportamientos (un 24% fue acosado sexualmente), concluye que cirujanos y cirujanas “viven realidades diferentes”.
“Es probable que nuestros hallazgos tengan un impacto en la confianza del público en la profesión”, señaló el doctor Christopher Begeny, de la Universidad de Exeter.
Entre tanto, un segundo reporte –llamado “Rompiendo el silencio: abordaje de la conducta sexual inapropiada en la atención médica”- hace recomendaciones sobre lo que tiene que cambiar.
Ambos informes indican que la proporción relativamente más baja de mujeres cirujanas (cerca del 28%), combinada con el hecho de que el ámbito de la cirugía es profundamente jerárquico, les da a algunos hombres un poder significativo, y esto se combina mal con el ambiente de gran presión que se vive en el quirófano.
“Esto hace que la gente puede comportarse con impunidad y no se controla mucho lo que pasa”, dice la profesora Carrie Newlands, cirujana de la Universidad de Surrey.
Newlands decidió abordar este comportamiento después de escuchar las experiencias de sus colegas con menos experiencia.
“El escenario más común es que una aprendiz de menos experiencia sea abusada por un perpetrador hombre de más experiencia, que por lo general es su supervisor”, le dijo a la BBC.
“Y esto da como resultado una cultura de silencio en donde las personas tienen miedo por su futuro y su carrera si deciden hablar”.
Otro tema que surgió del análisis fue la falta de confianza en organismos como el NHS Trust, el Consejo Médico General (que gestiona el registro de médicos en Reino Unido autorizados a ejercer) y los Colegios Reales (que representan a las especialidades en medicina) para tratar el problema.
“Necesitamos un cambio profundo en los procesos de investigación para que sean externos, independientes y confiables para que la atención sanitaria se convierta en un lugar seguro para trabajar”, señala Newlands.
Tim Mitchell, presidente del Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra, le dijo a la BBC que los hallazgos de la investigación son “profundamente impactantes y serán una fuente de mucha vergüenza para la profesión de cirujano”.
En conversación con el programa Today de BBC Radio 4, reconoció que “queda claro que se trata de un problema común” que no ha sido abordado.
“Necesitamos implementar una cultura de tolerancia cero para garantizar que existen mecanismos que permitan a las personas afectadas sentirse seguras de que pueden acercarse, denunciar estos incidentes, y que serán tomadas en serio”, dijo.
La doctora Binta Sultan, de NHS Inglaterra, dijo que el informe es “increíblemente difícil de leer” y presenta “evidencia clara” de la necesidad de tomar más medidas para hacer que los hospitales sean “seguros para todos”.
“Ya estamos tomando medidas importantes para hacer esto, incluso a través de compromisos para brindar más apoyo y mecanismos claros de denuncia para aquellos que han sufrido acoso o han sido víctimas de comportamientos inapropiados”.
El Consejo Médico General actualizó el mes pasado sus estándares profesionales para los médicos.
Su direcctor ejecutivo, Charlie Massey, dice que “actuar de forma sexual con los pacientes o colegas es inaceptable” y que la “conducta inapropiada grave es incompatible” con seguir ejerciendo la medicina en el país.
¿Pero es el ámbito quirúrgico un lugar de trabajo seguro para las mujeres hoy día?
“No siempre. Y es terrible tener que admitirlo”, dice Judith.
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