Para nadie es un secreto que en México estamos experimentando una crisis de violencia y seguramente la mayoría de nosotros estamos hartos de esta situación. De escuchar reportes sobre desapariciones, feminicidios, ejecuciones, masacres, tiroteos, secuestros, etc. Pero, sin importar el delito, algo que resulta sumamente extraño es que, de algún modo, siempre encontramos la forma de responsabilizar al narco. Que una niña está desaparecida, seguramente es porque su papá le debía dinero al narco. Que mataron a un adolescente, seguro es porque vendía droga. Que desapareció un maestro, es porque se metió con el narco. Es innegable que en nuestro país la violencia extrema se ha vuelto algo cotidiano, pero ¿es todo culpa del crimen organizado?
Hay trabajos de investigación que argumentan que la crisis de violencia que se vive hoy en el país es, en gran parte, el resultado de la famosa “Guerra contra el narco”, pues es a partir de 2007, poco después de implementar esta estrategia de seguridad, las cifras de delitos de alto impacto (secuestros, asesinatos, masacres, etc.) se dispararon. Uno de los más interesantes es quizá la investigación publicada por Robles, Calderón y Magaloni en 2013,”Las consecuencias económicas de la violencia del narcotráfico en México”, publicación que explica cómo es que la militarización de la seguridad pública sólo terminó por transformar a los grupos criminales, pasando de ser vendedores de droga a secuestradores, extorsionadores y sicarios. Esto debido a que la eliminación de sus cabecillas y el incremento en las incautaciones de drogas creó grupos criminales más competitivos, dispuestos a recurrir a cualquier estrategia para mantener sus operaciones.
No obstante, para asegurar el respeto y protección de los derechos de las personas, nuestras autoridades no pueden caer en narrativas simplificadas, pues la realidad es que no todo es culpa del narco. Definitivamente algunos procesos de justicia serían mucho más fáciles si todos los delitos de nuestro país fueran atribuibles a los cárteles de droga. Pero culpar a estas organizaciones de todos los feminicidios, secuestros, ejecuciones y masacres es una falta de respeto a las víctimas y una violación a su derecho a la justicia.
En México diferentes actores han convertido al narco en el villano perfecto. Por un lado, a este criminal oscuro e imposible de encontrar se le responsabiliza de cualquier cantidad de delitos de alto impacto, dándonos una explicación simple y satisfactoria para la crisis de violencia. Por otro, esta misma acción deslinda a las autoridades de sus responsabilidades y de los crímenes que incluso ellas mismas han cometido. Incrementando así, la impunidad y la desconfianza en nuestro propio sistema de justicia.
Pero ¿cómo no culpar al narco? ¿Cómo no volverlo el villano de esta historia cuando resulta tan conveniente? Como menciona Valencia Triana en su texto Capitalismo Gore y necropolítica en México contemporáneo, “el estado se beneficia del temor infundido en la población civil por las organizaciones criminales, aprovechando la efectividad del miedo para declarar al país en estado de excepción justificando de esta manera la vulneración de los derechos humanos y la implantación de medidas autoritarias…”. Sin embargo, más allá de volver a simplificar el fenómeno de la violencia y responsabilizar solo al Estado, este texto también busca hacernos reflexionar sobre cómo el resto de nosotros hemos abonado a la crisis de violencia actual.
Aunque parte de las historias de desapariciones, asesinatos y crímenes violentos tienen como causa la falta de un gobierno que garantice la salvaguarda de la vida y bienes de la población, también hay que contemplar que grandes sectores de la sociedad aún se mantienen ajenos a los procesos de construcción de paz y seguridad. Ejemplo de ello también son los productos culturales que replican la narcocultura y prácticas de violencia. Todos, productos que alimentan la idea del villano perfecto, la idea de que el común denominador de este abanico de historias trágicas y llenas de violencia es el crimen organizado.
Esto es particularmente peligroso porque relatos que nos permitan culpar a alguien de toda la violencia, poco a poco nos impiden reconocer nuestras violencias. Hoy, buena parte de las atrocidades que ocurren en el país son cometidas por personas sin vínculos con organizaciones criminales. Aunque la impunidad y la ausencia de mecanismos de investigación que permitan combatir las violencias de “menor impacto” dificultan el entendimiento de las mismas, sabemos, gracias a investigaciones como “Violencia familiar, un paso al feminicidio”, que, por ejemplo, una porción significativa de estos delitos tiene sus orígenes en el fenómeno de la violencia doméstica y no en el de la violencia del crimen organizado.
Así, se vuelve fundamental ser más críticos con la información que recibimos y consumimos.Y sobre todo resistir y combatir estas narrativas que nada harán para reducir la violencia en México. Para dejar de abonar a esta crisis, se vuelve indispensable que comencemos a apoyar y visibilizar los procesos de construcción de paz que existen en nuestro país. Aunque el problema de la violencia en nuestro país no vaya a desaparecer de la noche a la mañana, el estudio de este conflicto nos ha confirmado que la narrativa actual, solo nos ha alejado de su resolución. Para vivir en un México en paz tendremos que aceptar que el fin del narco no significará el fin de la violencia.
Una investigación en Reino Unido reveló niveles alarmantes de acoso y agresión sexual en el ámbito quirúrgico, en medio de una cultura de silencio que ha permitido que se perpetúe este patrón de conducta.
Cirujanas en Reino Unido dicen que están siendo acosadas y agredidas sexualmente, y en algunos casos violadas por sus colegas, según reveló un análisis sobre el personal del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).
La BBC conversó con mujeres que fueron agredidas sexualmente en el quirófano durante una cirugía.
Los autores del estudio señalan que hay un patrón de comportamiento en el que mujeres que están haciendo prácticas son abusadas por cirujanos de más experiencia, y esto está ocurriendo actualmente en hospitales del NHS.
El Colegio Real de Cirujanos dijo que los hallazgos de la investigación son “realmente impactantes”.
El acoso sexual, la agresión sexual y la violación son considerados un secreto a voces dentro del ámbito quirúrgico británico.
Existe una historia no contada de mujeres a las que toquetean bajo sus batas, cirujanos que secan el sudor de su frente en el pecho de mujeres y hombres con una erección que se frotan contra el personal femenino.
A algunas cirujanas les han ofrecido oportunidades laborales a cambio de sexo.
El análisis -de la Universidad de Exeter, la Universidad de Surrey y el Grupo de Trabajo sobre Conducta Sexual Inapropiada en el marco de la Cirugía- fue compartido en exclusiva con la BBC.
Cerca de dos tercios de las cirujanas que proporcionaron información a los investigadores dijeron que fueron blanco de acoso sexual, y un tercio reveló que fueron agredidas sexualmente por colegas en los últimos cinco años.
Las mujeres dicen que temen reportar estos incidentes por el impacto negativo que esto pueda tener en su carrera y no confían en que el NHS tome medidas.
Hay nerviosismo al hablar abiertamente sobre esto. Judith nos pidió que no incluyéramos su apellido. Ahora, ella es una cirujana talentosa y experimentada.
Judith fue agredida sexualmente al comienzo de su carrera cuando era la persona con menos poder en el quirófano y el cirujano más experimentado estaba transpirando.
“Él simplemente se dio vuelta y hundió su cabeza en mis senos, y yo me di cuenta de que se estaba secando la frente sobre mí”, explica.
“Te quedas helada, ¿sabes?, ‘¿qué hace su cara en mi escote?’”.
Cuando lo volvió a hacer, Judith le ofreció una toalla. “No, esto es mucho más divertido”, le respondió con una “expresión burlona”, dice Judith, que recuerda haberse sentido “sucia y humillada”.
Peor aún para ella fue el silencio total de sus compañeros.
“Incluso él no era la persona de más rango en el quirófano, pero sabía que ese comportamiento estaba bien y eso es simplemente terrible”.
Esto le sucedió a Judith en medio del quirófano, pero el acoso y abuso sexual ocurre también más allá del hospital.
Anne –no podemos revelar su nombre real por razones legales- quiso hablar con la BBC porque cree que solo se producirá un cambio cuando la gente empiece a hablar.
Ella elige no llamar violación a lo que le pasó, pero está claro que las relaciones sexuales que tuvieron lugar no fueron consentidas.
El incidente ocurrió durante un evento social vinculado a una conferencia médica (un encuentro de médicos de la misma especialidad).
En un patrón que ya es familiar, ella era una pasante y él un cirujano experimentado.
“Yo confiaba en él, lo admiraba”, dice.
Él aprovechó esa confianza y le dijo que ella no conocía a la otra gente que estaba allí y que podía confiar en él.
“Así que caminó conmigo hacia el lugar donde me estaba quedando. Yo pensé que quería conversar y luego, de repente, se giró hacia mí y tuvo sexo conmigo”.
Anne dice que en ese momento su cuerpo se congeló y “no podía frenarlo”.
“Eso no era lo que yo quería, nunca fue lo que quise, fue totalmente inesperado”.
Cuando Anne lo vio al día siguiente, dice que “apenas podía mantener la compostura”.
“Sentí que no podía armar un escándalo, sentí que había una cultura muy fuerte de simplemente aguantar lo que te hicieran”.
El incidente tuvo un impacto duradero en Anne.
Primero la dejó emocionalmente paralizada, y años más tarde “el recuerdo volvía a inundar mi mente como un horror, una pesadilla”, incluso cuando se estaba preparando para operar a un paciente.
Es ampliamente aceptado que hay una cultura de silencio en torno a este tipo de comportamientos.
La formación quirúrgica se basa en el aprendizaje de colegas de mayor nivel en el quirófano, y las mujeres nos han dicho que es riesgoso hablar sobre aquellos que tienen poder e influencia sobre el futuro de sus carreras.
La investigación, publicada por la Revista Británica de Cirugía, es el primer intento para tener una idea de la escala del problema.
Los cirujanos registrados –hombres y mujeres- fueron invitados a participar y responder de forma anónima, y 1.434 respondieron. La mitad fueron mujeres:
Si bien el informe muestra que los hombres también son víctimas de algunos de estos comportamientos (un 24% fue acosado sexualmente), concluye que cirujanos y cirujanas “viven realidades diferentes”.
“Es probable que nuestros hallazgos tengan un impacto en la confianza del público en la profesión”, señaló el doctor Christopher Begeny, de la Universidad de Exeter.
Entre tanto, un segundo reporte –llamado “Rompiendo el silencio: abordaje de la conducta sexual inapropiada en la atención médica”- hace recomendaciones sobre lo que tiene que cambiar.
Ambos informes indican que la proporción relativamente más baja de mujeres cirujanas (cerca del 28%), combinada con el hecho de que el ámbito de la cirugía es profundamente jerárquico, les da a algunos hombres un poder significativo, y esto se combina mal con el ambiente de gran presión que se vive en el quirófano.
“Esto hace que la gente puede comportarse con impunidad y no se controla mucho lo que pasa”, dice la profesora Carrie Newlands, cirujana de la Universidad de Surrey.
Newlands decidió abordar este comportamiento después de escuchar las experiencias de sus colegas con menos experiencia.
“El escenario más común es que una aprendiz de menos experiencia sea abusada por un perpetrador hombre de más experiencia, que por lo general es su supervisor”, le dijo a la BBC.
“Y esto da como resultado una cultura de silencio en donde las personas tienen miedo por su futuro y su carrera si deciden hablar”.
Otro tema que surgió del análisis fue la falta de confianza en organismos como el NHS Trust, el Consejo Médico General (que gestiona el registro de médicos en Reino Unido autorizados a ejercer) y los Colegios Reales (que representan a las especialidades en medicina) para tratar el problema.
“Necesitamos un cambio profundo en los procesos de investigación para que sean externos, independientes y confiables para que la atención sanitaria se convierta en un lugar seguro para trabajar”, señala Newlands.
Tim Mitchell, presidente del Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra, le dijo a la BBC que los hallazgos de la investigación son “profundamente impactantes y serán una fuente de mucha vergüenza para la profesión de cirujano”.
En conversación con el programa Today de BBC Radio 4, reconoció que “queda claro que se trata de un problema común” que no ha sido abordado.
“Necesitamos implementar una cultura de tolerancia cero para garantizar que existen mecanismos que permitan a las personas afectadas sentirse seguras de que pueden acercarse, denunciar estos incidentes, y que serán tomadas en serio”, dijo.
La doctora Binta Sultan, de NHS Inglaterra, dijo que el informe es “increíblemente difícil de leer” y presenta “evidencia clara” de la necesidad de tomar más medidas para hacer que los hospitales sean “seguros para todos”.
“Ya estamos tomando medidas importantes para hacer esto, incluso a través de compromisos para brindar más apoyo y mecanismos claros de denuncia para aquellos que han sufrido acoso o han sido víctimas de comportamientos inapropiados”.
El Consejo Médico General actualizó el mes pasado sus estándares profesionales para los médicos.
Su direcctor ejecutivo, Charlie Massey, dice que “actuar de forma sexual con los pacientes o colegas es inaceptable” y que la “conducta inapropiada grave es incompatible” con seguir ejerciendo la medicina en el país.
¿Pero es el ámbito quirúrgico un lugar de trabajo seguro para las mujeres hoy día?
“No siempre. Y es terrible tener que admitirlo”, dice Judith.
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