Hace algunos años, en un centro penitenciario del Estado de México, comencé a platicar con una mujer de nombre Carmen. Supe que ya estaba sentenciada porque vestía de beige, color con el que por regla general se identifica a quienes ya han sido juzgadas. Carmen me pareció muy activa y alegre; conforme iba avanzando la plática me di cuenta que también era muy inteligente; me costaba mucho imaginar que alguien como ella pudiera cometer un delito.
Al final de nuestra conversación, cuando estábamos prácticamente despidiéndonos, no me pude contener y le pregunté por qué estaba ahí; ella me respondió: “estoy aquí por un homicidio que sí cometí y que volvería a cometer”.
Sus palabras me causaron intriga y le pedí que me contara por qué me decía eso con tanta seguridad, ella me platicó que fue sentenciada por haber asesinado a su esposo después de haber estado con él por más de 20 años en un matrimonio arreglado.
Carmen sufría todos los días de abusos, agresiones y violencia por parte de su marido. Escuché comentarios como: “me violaba por deporte”, “me iba mucho peor cuando estaba borracho”, “yo no valía nada para él”.
Continuó con la historia y me dijo que un día no aguantó más. No podía soportar que la violara una vez más, tampoco que la golpeara de nuevo. Lo escuchó entrar, estaba borracho, lo conocía perfecto; conocía qué iba a pasar. Ella estaba apanicada, escondida y pensando en lo que le esperaría. “Prefería morir que seguir viviendo así”, me dijo Carmen.
Su esposo la atacó; ella logró escapar y tomó un cuchillo de la cocina, no era la primera vez que lo amenazaba con clavárselo si se acercaba; en algunas ocasiones había funcionado y su esposo se alejaba, en otras parecía que no existía el cuchillo y ella no tenía el valor de encajárselo por miedo.
“Ese día no sé de dónde saqué valor, pero con toda la fuerza le clavé el cuchillo una y otra vez hasta que se desvaneció en el piso”.
Ella no pensó que lo hubiese matado porque era un hombre grande y fuerte.
Carmen salió huyendo de la casa y días después fue detenida por el delito de homicidio calificado; posteriormente fue reclasificado a homicidio cometido con exceso en legítima defensa; el juez determinó que con una puñalada hubiera bastado para defenderse.
En México, la legítima defensa, coloquialmente conocida como defensa propia, es una causa para justificar un delito, pues lo hace por defenderse, por lo tanto, se entenderá que hubo justificación y el Estado no lo perseguirá como tal.
Para que la legítima defensa exista, ésta debe ser proporcional al ataque, es decir, el que se defiende debe hacerlo de manera similar que el ataque que recibe, pues si se excede o es desproporcional, el Estado sí lo procesará, ya que habrá cometido el delito con exceso en la legítima defensa, pero imponiéndose una pena menor de la que hubiera correspondido.
El caso de Carmen fue un ejemplo de lo anterior. El juez que tuvo en sus manos el expediente, consideró que existió exceso en la legítima defensa pues “con una puñalada hubiera bastado”.
Ni el juez ni las autoridades encargadas de investigar tomaron en cuenta el contexto en el que ella vivía, en donde todos los días, por más de 20 años, fue víctima de violencia de género. Cuando Carmen quiso explicar este contexto al juez, éste cuestionó el por qué no había denunciado las agresiones antes. Parece absurdo, pero ninguna de las autoridades pensó que de haberlo realizado probablemente no estaría viva contando su historia.
El sistema de justicia continúa sin tomar en cuenta el contexto que viven las mujeres, pese a conocer que el 70% de ellas, mayores de 15 años, son víctimas de violencia de género y que se matan a 10 por día.
Por eso es necesario que como sociedad exijamos un cambio, en el que de verdad se juzgue con perspectiva de género, sobre todo en los casos de legítima defensa.
Existen algunos precedentes relevantes en los últimos años que si bien no son el ejemplo perfecto sirven para visibilizar que se logró hacer justicia. Uno de ellos es el de Yakiri Rubio (2013), una joven que mató a su violador.
Pasó 3 años en proceso acusada por homicidio calificado y posteriormente fue reclasificado a homicidio cometido con exceso en la legítima defensa; no fue sino hasta 2016 que fue absuelta por considerar que, efectivamente, actuó en legítima defensa.
Se escucha esperanzador que fue absuelta por considerar que actuó en legítima defensa, pero la pregunta que nos debemos seguir haciendo es ¿por qué tuvo que pisar la cárcel por luchar por su vida, por defenderse? ¿Por qué no analizaron el contexto de violencia que rodeaba los hechos? ¿por qué las autoridades que se encargan de la procuración de justicia no la dejaron en libertad desde un inicio?
Otro de los casos es el de Roxana Ruiz, una joven de 23 años originaria de Oaxaca acusada de matar a su violador. Primero estuvo nueve meses en prisión preventiva por considerar que existió exceso en la legítima defensa. Posteriormente pudo seguir su proceso en libertad y fue condenada a 6 años de cárcel.
Dejó inconsciente a su agresor por un golpe en la cabeza y posteriormente lo asfixió por estrangulación, la juez consideró que el golpe era suficiente para contener la agresión. Desde luego no pensó en qué iba a pasarle a Roxana una vez que el agresor recobrara la conciencia.
Tras la indignación de la población, la presión de las organizaciones y el ruido en medios de comunicación, su proceso dio un giro inesperado cuando la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, en mayo de 2023, se desistió de la acción penal y solicitó el sobreseimiento del caso al considerar que Roxana Ruiz efectivamente había actuado en legítima defensa.
En ambos casos se realizaron marchas y manifestaciones para pedir la liberación de ellas y resaltar la importancia de la legítima defensa en situaciones de violencia de género, protestas que generaron un efecto favorable al ejercer presión en el actuar de las autoridades y juzgadores.
Es sorprendente que, a pesar de existir varios años de diferencia entre estos dos últimos casos, las autoridades continúan sin estudiar el contexto que viven las mujeres frente a estas agresiones en las que, en la mayoría de los casos, es evidente que han sido víctimas de violencia de género.
¿Qué es lo que tiene que pasar para que quienes imparten justicia tomen en consideración el contexto que vivimos las mujeres?
Yakiri y Roxana tuvieron un desenlace favorable, en el que a pesar de la batalla están gozando de libertad, pero ¿qué pasa con Carmen?, quien tuvo que pagar una condena de más de seis años en prisión, cuando su único delito fue luchar por su vida y defenderse de su agresor.
Es fundamental que los juzgadores analicen el contexto en el que las mujeres viven y cómo esto puede afectar su percepción de peligro y sus respuestas defensivas. Esto implica considerar el historial de violencia de género, las amenazas previas, la relación de poder entre la víctima y el agresor, así como los efectos psicológicos y emocionales.
En Estados Unidos existe una doctrina para defender el “Síndrome de la Mujer Maltratada” o “Battered Woman Syndrome” que amplía el concepto de legítima defensa y que reconoce el contexto de violencia y abuso que mujeres han experimentado en relaciones de pareja.
Surge de reconocer que el sistema de justicia penal no protege a las mujeres del abuso, pues es probable que estas ni siquiera puedan obtener una orden de restricción, ni recibir apoyo una vez que se decide dejar al agresor.
Esta doctrina busca abordar la manera en que se defienden las mujeres que han sido víctimas de violencia doméstica y cómo esa violencia puede afectar su percepción del peligro y su reacción ante una agresión, pues generan estrategias de supervivencia como resultado de su experiencia de abuso continuo.
También explica de manera científica, a través de expertos en cada caso en particular, por qué la mujer víctima de violencia de género no terminó su relación con el agresor y por qué no denunció los abusos.
Son prácticas que en países como México, en los que la violencia de género se presenta todos los días, en cualquier edad, contexto social, religión y raza, deberían ser adoptadas por quienes imparten justicia, contemplando de manera obligatoria el contexto que viven las mujeres al momento de evaluar si existe legítima defensa y si hubo exceso en su respuesta.
2. Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
3. https://www.proceso.com.mx/libros/2017/7/1/yakiri-rubio-la-agredida-que-mato-su-violador-187051.html
4. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-65717549
5. https://www.animalpolitico.com/genero-y-diversidad/fiscalia-edomex-desiste-accion-penal-roxana-ruiz
6. https://www-ojp-gov.translate.goog/ncjrs/virtual-library/abstracts/battered-woman-syndrome-legitimate-defense-violence-opposing?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=sc
A pesar de la negociación, dos de las jugadoras han abandonado la concentración, pero no serán sancionadas.
El acuerdo se ha alcanzado prácticamente en el tiempo de descuento. Cuando apenas quedan dos días para que España tenga que enfrentarse a Suecia en la Liga de las Naciones, la mayor parte de la selección femenina de futbol ha aceptado poner fin al boicot, según ha anunciado el secretario de Estado de Deportes, Víctor Francos.
Tras siete horas de reuniones, el acuerdo por fin se alcanzó a las 05:00 hora local del miércoles.
Francos aseguró que la Federación Española de Fútbol (RFEF) se había comprometido a realizar “cambios inmediatos y profundos”.
Las jugadoras iniciaron el boicot después de que el entonces presidente de la RFEF, Luis Rubiales, besó a la delantera Jenni Hermoso tras el triunfo de España sobre Inglaterra en la final del Mundial femenil el mes pasado.
El beso, que Hermoso asegura no fue consensuado, provocó la dimisión de Rubiales, mientras que el técnico español Jorge Vilda fue despedido.
Dos de las 23 jugadoras convocadas para los partidos de la Liga de Naciones de este mes, Mapi León y Patri Guijarro, han optado por retirarse de la plantilla.
Francos agregó que las jugadoras que han decidido no jugar no se enfrentarán a sanciones, y que su decisión era “absolutamente respetable”.
Las jugadoras podrían haber recibido multas o una sanción por parte de la selección nacional por no presentarse a la convocatoria internacional.
España jugará contra Suecia el viernes y contra Suiza el martes en la Liga de las Naciones.
“Es una buena noticia poder decir que el equipo jugará los dos próximos partidos con garantías”, afirmó Francos, presidente del Consejo Nacional de Deportes (CSD).
El acuerdo se alcanzó, aseguró, tras mantener conversaciones “amistosas” en Valencia en las que participaron las jugadoras, dirigentes de la RFEF, el CSD y el sindicato de jugadoras Futpro.
“Se creará una comisión mixta entre la RFEF, el CSD y las jugadoras para hacer el seguimiento de los acuerdos, que se firmarán mañana”, afirmó Francos. “Las jugadoras han manifestado su preocupación por la necesidad de llevar a cabo cambios profundos en la RFEF, que se ha comprometido a realizar estos cambios de forma inmediata”.
El lunes, la nueva entrenadora, Montse Tomé, seleccionó a 15 jugadoras que ya formaron parte del equipo de la Copa del Mundo para el combinado que jugará la Liga de Naciones.
Tras el anuncio de la convocatoria el lunes, las jugadoras publicaron un comunicado diciendo que el boicot seguía vigente, y que habían sido puestas “en una posición en la que nunca quisimos estar”.
Aseguraron, asimismo, que tenían la intención de explorar las posibles implicaciones legales de ser convocadas en contra de sus deseos.
Tome dejó fuera de la plantilla a Hermoso para, según ella, “protegerla”.
Pero Jenni Hermoso aseguró que el hecho de seleccionar a jugadoras que estaban haciendo el boicot al equipo demostraba que “nada ha cambiado” en la RFEF.
Según ha explicado ahora el CSD, se va a establecer una comisión para monitorear los cambios acordados, que se centrará en políticas de igualdad, avances en la equiparación salarial y la mejora de la infraestructura del deporte femenino.
“Las jugadoras lo ven como un acercamiento de posiciones. La gran mayoría ha decidido quedarse por el bien de este acuerdo”, afirmó la presidenta de Futpro, Amanda Gutiérrez. “Es el comienzo de un largo camino por delante”.
Las jugadoras españolas viajaron el martes a la concentración en Valencia.
Cuando los periodistas en el aeropuerto de Barcelona le preguntaron cómo se sentía acerca de la situación, la centrocampista y dos veces ganadora del Balón de Oro, Alexia Putellas, fue tajante: “Bueno, mal”.
A Rubiales se le ha prohibido acercarse a menos de 200 metros de Hermoso después de que ella presentara una demanda judicial.
Al comparecer ante el tribunal por primera vez el viernes, Rubiales negó haber agredido sexualmente a Hermoso.
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