El 30 de agosto pasado, familiares de personas desaparecidas —sobre todo mujeres: abuelas, madres, hijas, hermanas, cónyuges— salieron a las calles de al menos 12 estados de la República a visibilizar la crisis humanitaria que México sigue enfrentando en esta materia, exigiendo al Estado justicia, verdad, memoria, reparaciones, asistencia victimal y, sobre todo, la búsqueda de sus seres queridos a los que anhelan. En algunas entidades, donde la violencia y la inseguridad no permiten protestar en la calle, los colectivos emitieron comunicaciones y boletines.
Este Día Internacional por las Víctimas de Desaparición Forzada se conmemoró en un contexto enrarecido por la renuncia de la Comisionada Nacional de Búsqueda y el anuncio de que el Gobierno Federal realizará una revisión del Registro Nacional de Personas Desaparecidas.
Fue el pasado 9 de junio de 2023 cuando el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció en su conferencia de prensa matutina que su administración realizaría una revisión sobre este registro. Según dijo el primer mandatario: “Se está haciendo ahora un censo nuevo para tener plena certeza de cuántos desaparecidos hay realmente”. Esta revisión fue confirmada el 31 de julio cuando López Obrador informó que además colaborarían en esta tarea los “servidores de la Nación” de la Secretaría de Bienestar.
Así, familiares de personas desaparecidas han empezado a recibir en sus casas estas visitas, que no siempre se realizan de una manera que respete su dignidad como víctimas y que, dado que en contextos peligrosos se hacen con acompañamiento de la Guardia Nacional, les exponen a represalias de los grupos criminales que detentan el control territorial.
El registro, cabe recordar, es una herramienta prevista en la Ley General que se adoptó en 2017 en Materia de Desaparición Forzada de Personas. Su existencia es relevante: censar adecuadamente los casos de desapariciones ayuda a reconocer la magnitud de la crisis e idealmente permite identificar los estados donde este flagelo es más generalizado.
El registro no es intocable. No sería extraño que las entradas presenten deficiencias, que haya duplicidad algunas de ellas y, desde luego, que exista un considerable subregistro. Para una tarea tan delicada, lo pertinente habría sido realizar esta labor con la máxima transparencia posible, permitiendo la asistencia técnica y la veeduría civil de instancias académicas, internacionales y no gubernamentales que por años han trabajo con solidez el tema.
La participación de familiares de las víctimas habría sido deseable también para que este trabajo desembocara en una versión que ayudara a la búsqueda, como en su momento propusieron varios activistas. Lamentablemente, no se optó por este esquema y hoy están a la vista las consecuencias.
El anuncio de que el registro será revisado en tiempos electorales y en lo oscuro despierta alarma justificada, y no es expresión de mala fe señalarlo. Los familiares de las personas desaparecidas ya han vivido intentos previos similares. En las administraciones de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, al término de los respectivos sexenios, se ensayaron revisiones del padrón de víctimas de desaparición dirigidas a sostener que el fenómeno estaba descendiendo. Estos intentos fueron criticados y denunciados; inclusive, al inicio de la administración actual, la aceptación de que se había manipulado el registro en la anterior administración fue una señal con la que se pretendía mostrar un cambio de rumbo.
Que la actual administración termine sucumbiendo a la tentación de manipular los datos sería una tragedia. Una revisión a puerta cerrada del registro en tiempos electorales augura este desenlace; sobre todo porque las aseveraciones del propio presidente evidencian que el gobierno, en su más alto nivel, encuentra difícil aceptar que se dirige a concluir el sexenio con más personas desaparecidas que las administraciones pasadas, realidad que no por dolorosa debería ocultarse.
Ojalá que esta manipulación no se materialice y que prive racionalidad entre las personas honestas que continúan relacionados con estas labores en la Secretaría de Gobernación; en todo caso, es justificado alzar la alarma y la salida de la comisionada debe entenderse en ese marco.
En suma, la renuncia de la Comisionada Nacional de Búsqueda, que con el determinante apoyo de la Subsecretaría de Derechos Humanos de Gobernación venía haciendo un trabajo relevante para poner de pie una comisión que no era más que un cascarón vacío, debe lamentarse. Asimismo, el anuncio de la revisión del Registro Nacional de Personas Desaparecidas debe generar alarma.
No deja de ser triste, también, que con tantos temas pendientes —como el Banco Nacional de Datos Forenses, aún sin implementarse, o como la continuidad de las atrocidades evidenciadas en los hechos de Lagos de Moreno o Poza Rica— la energía se invierta en una revisión así, cuando lo fundamental es encontrar a las personas desaparecidas, no sólo contarlas.
Al margen de esta coyuntura, para todas las personas que en múltiples entidades de la República se movilizaron este pasado 30 de agosto, la búsqueda de sus seres queridos continuará siendo la exigencia central, al margen de coyunturas políticas, censos y nombramientos. La ausencia que dejan tras de sí las personas desaparecidas abre un hueco demasiado doloroso como para tolerar que el tema se utilice políticamente.
Por ello, no hay que dudar que, con su dignidad a cuestas, estas madres y estos padres que son parte de la reserva moral del país, seguirán interpelando a la sociedad y al Estado hasta que contemos con una verdadera política nacional para prevenir y erradicar las desapariciones, como recomendó la ONU. Hasta encontrarles a todas, hasta encontrarles a todos.
El fuerte terremoto, ocurrido este viernes, dejó escombros en las calles y la población está huyendo alarmada, por temor a posibles réplicas.
La noche del viernes, a las 11:11, se registró un terremoto en Marruecos con consecuencias devastadoras.
Un terremoto de magnitud 6,8 sacudió el centro del país y por ahora se cuentan alrededor de 2.500 personas fallecidas en una decena de provincias, y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420.
El epicentro se situó 71 kilómetros al sur de Marrakech, una ciudad muy turística y uno de los centros económicos de Marruecos, a una profundidad de 18,5 kilómetros, según informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Se trata de uno de los mayores terremotos de la historia de Marruecos, al menos desde 1.900, según registra el USGS. El anterior con dimensiones similares fue el 24 de febrero de 2004, de magnitud 6,4.
El más mortífero se registró el 29 de febrero de 1960 en la ciduad de Agadir y aunque su magnitud fue de 5,8, dejó más de 12.000 víctimas.
El epicentro del terremoto estuvo en las montañas del Atlas, una zona escasamente poblada. Pueblos enteros de la zona quedaron arrasados y familias enteras atrapadas bajo los escombros.
Podrían pasar muchos días antes de que sepamos exactamente la magnitud de esta gran catástrofe.
Se han reportado grandes dificultades para llegar a esas aldeas remotas de las montañas del Atlas, señala Mohamed Taha, periodista del servicio árabe de la BBC.
“Podrían pasar días antes de que los rescatistas puedan acceder a esas comunidades, compuestas principalmente de edificaciones antiguas”.
A lo largo del fin de semana el ejército marroquí ha despejado una de las carreteras principales que conducen a las zonas más afectadas, lo que permite que llegue ayuda vital a la población.
Los hospitales de Marrakech han visto una afluencia de heridos y las autoridades han pedido a los residentes que donen sangre.
El rey de Marruecos Mohamed VI suspendió sus vacaciones en Francia y regresó a Rabat para presidir una reunión de emergencia del Gobierno y las fuerzas de seguridad.
El monarca fue informado de las medidas extraordinarias que se tomaron para hacer frente la emergencia, como “el reforzamiento de los medios y los equipos para acelerar las operaciones de salvamento y de evacuación de heridos”, el “aprovisionamiento en agua potable” y la distribución de “kits alimentarios, tiendas y mantas” a los siniestrados”.
Se decretaron 3 días de luto nacional.
Muchas de las víctimas se encontraban en las provincias y municipios de Al Haouz, Marrakech, Ouarzazate, Azilal, Chichaoua y Taroudant, en el centro y sur del país, dijeron previamente las autoridades.
Pero el terremoto no solo se ha sentido en Marruecos.
Tanto en el país vecino, Argelia, en la frontera este, como en las Islas Canarias, al frente de la costa de Marruecos, sintieron el temblor. También en algunas partes de Andalucía, concretamente en la zona occidental de la región del sur de España.
“Sentimos un violento temblor y me di cuenta de que era un terremoto. Vi los edificios moverse”, contó Abdelhak El Amranim, de 33 años y que vive en Marrakech, a la agencia AFP.
“Luego salí y había mucha gente allí. La gente estaba en estado de shock y pánico. Los niños lloraban y los padres estaban angustiados”.
Michael Bizet , un ciudadano francés con varias propiedades en el casco antiguo de Marrakech, le dijo a la agencia de noticias: “Pensé que mi cama se iba a volar. Salí a la calle medio desnudo e inmediatamente fui a ver mis riads (casas tradicionales marroquíes)”.
“Fue un caos total, una verdadera catástrofe, una locura”.
La periodista marroquí Aida Alami, quien creció en Marrakech y ha estado en contacto con sus padres, que se encuentran en esa ciudad, dice que el terremoto fue totalmente inesperado.
“No es un país donde la gente sabe qué hacer en caso de terremotos y simplemente salieron. Estaban realmente preocupados por las réplicas y no sabían qué hacer y nadie les decía qué hacer”, dijo a la BBC.
“Algunas de las imágenes impactantes que vimos esta mañana (son de) las antiguas murallas que rodean la ciudad vieja por las que han caminado todos los que han estado en Marrakech”.
“Y estamos viendo escombros y mucha destrucción en el interior. Estos son edificios muy antiguos, probablemente no estén construidos con la solidez suficiente”.
También hay informes de familias atrapadas bajo los escombros de sus casas y daños en partes de la Medina de Marrakech, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los hospitales de la ciudad están atendiendo a los heridos y las autoridades han pedido a los residentes que donen sangre.
Los videos que llegan desde las zonas afectadas por el sismo muestran edificios colapsados y calles cubiertas de escombros.
Tras el terremoto los lugareños decidieron quedarse fuera de sus casas en la noche del sábado por si había réplicas.
El gobierno de la vecina Argelia, que rompió lazos con Marruecos hace dos años, informó que abriría su espacio aéreo para vuelos humanitarios a Marruecos,
España, por su parte, se ha ofrecido a enviar rescatistas, según dijo el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en delcaraciones a periodistas durante la cumbre del G20 en India.
“España ha ofrecido a Marruecos, si lo considera necesario, tanto sus capacidades de rescate, que en estos momentos son las más importantes, como su capacidad de reconstrucción una vez pasado este momento. Lo importante ahora mismo es salvar el mayor número de vidas posibles”, apuntó.
El presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su solidaridad con las víctimas del terremoto y afirmó que Estados Unidos estaba “dispuesto a proporcionar toda la ayuda necesaria”.
Por su parte, el primer ministro Rishi Sunak dijo que “el Reino Unido está dispuesto a apoyar a nuestros amigos marroquíes”, según escribió en la red social X.
“Mis pensamientos están con todos los afectados por el terrible terremoto que azotó anoche Marruecos”, añadió.
Y en China, el presidente Xi Jinping envió un “mensaje de condolencia” a Marruecos, según dicen los medios estatales.
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