No es ningún secreto que las expectativas económicas de México, incluyendo la capacidad del país para beneficiarse del fenómeno de relocalización de inversiones y la posibilidad de aumentar su oferta exportable en el contexto del reordenamiento de las cadenas de suministro a nivel mundial, dependen en gran medida de la capacidad mexicana de asegurar su lugar preferencial como proveedor de Estados Unidos.
Afortunadamente para nosotros, el Tratado México–Estados Unidos–Canadá (T-MEC), que entró en vigor en julio del 2020, ha ayudado enormemente a estos objetivos: el país recibió más de 18 mil millones de dólares de inversión extranjera directa en el primer trimestre del 2023, a la vez que México se consolidó como el primer socio comercial de Estados Unidos, proveyendo alrededor del 15 % de todas las importaciones que hace dicho país. Es por ello que resulta confusa –por decir lo menos– la manera en la cual diversas decisiones de México han tensado de manera notoria la relación comercial con nuestros socios del T-MEC.
En el caso de la política energética, Estados Unidos y Canadá iniciaron consultas hace más de un año respecto de las acciones que el gobierno de México ha tratado de implementar, con el objetivo aparente de regresar al Estado como el actor preponderante en dicha industria, a costa de desplazar los derechos de las empresas privadas. Aunque no se ha establecido formalmente el panel de solución de controversias, diversos trascendidos han señalado que esto es inminente.
En donde sí se solicitó avanzar hacia la etapa litigiosa es en el caso de las restricciones de México en la importación de maíz genéticamente modificado. El argumento que México ha utilizado es que el consumo de dichos productos representa un riesgo para la salud y, por lo tanto, debe restringirse; por su parte, Estados Unidos y Canadá consideran que independientemente del riesgo (que a su parecer no está demostrado), existen procedimientos claros dentro del T-MEC para implementar barreras técnicas al comercio, las cuales fueron simplemente ignoradas por México.
Hay otros rubros en los que, si bien no se ha llegado a un procedimiento de solución de controversias, sí han generado mucha inquietud entre la comunidad empresarial de América del Norte. Por ejemplo, las modificaciones a la Ley de Minería, las decisiones en materia de adquisición de medicamentos, respeto a los derechos de la propiedad intelectual, temas relativos a las prácticas pesqueras y hasta la construcción del Tren Maya recientemente han provocado preguntas sobre el compromiso real de México con las obligaciones del T-MEC.
Si un panel concluye que México está en falta de sus compromisos del T-MEC, y nuestro país se negara a acatar el fallo, las consecuencias serían una serie de represalias comerciales a través del incremento de aranceles a nuestras exportaciones, por montos equivalentes al daño que ese hipotético incumplimiento hubiera generado.
Ante este tipo de cuestionamientos es frecuente ver como respuesta que el gobierno de México está facultado para tomar decisiones en materia de política pública, de acuerdo con el mandato de la Constitución, y que ningún tratado internacional está por encima de nuestra Carta Magna.
Personalmente, creo que esto es un falso debate. Claramente, no hay nada en ningún tratado internacional que impida a México tomar las decisiones que considere que son las mejores para el país, así como también es correcto decir que ningún tratado internacional puede estar encima de la Constitución. Pero lo que no está permitido es que se tomen decisiones que sean inconsistentes con los compromisos que nuestro país voluntariamente decidió adoptar, y menos aún, hacerlo a través de leyes secundarias o incluso de actos administrativos.
Adicionalmente, este tipo de defensa parece hacer a un lado el hecho de que todos los países podrían argumentar exactamente lo mismo. En el peor escenario imaginable, ningún país se comprometería a nada con otros países precisamente para poder tener la mayor flexibilidad posible al momento de ejercer la política que considere conveniente.
Pero en ese mundo, los países como el nuestro son los que saldrían más perjudicados. Los tratados internacionales –no solamente comerciales, sino de cualquier tipo– sirven precisamente para que los países con las economías o ejércitos más fuertes no impongan su voluntad en los países más pequeños. De hecho, ya hay paneles que han concluido que tanto Estados Unidos como Canadá han violado algunos de los compromisos del T-MEC. Pero eso no puede ser ni una carta de negociación, ni mucho menos una justificación para que México tome decisiones cuestionables.
Podemos estar o no de acuerdo con el Tratado en su conjunto o con algunos de sus contenidos en lo individual. Pero lo que definitivamente no podemos hacer es pretender beneficiarnos de sus disposiciones, y al mismo tiempo negarnos a cumplir aquello que no nos guste o que no nos convenga ideológicamente. La ambigüedad tiene un costo, y en este caso podría ser dramático, ya que además de las represalias comerciales que ya se mencionaron podríamos estar comprometiendo la viabilidad futura de nuestro país como destino de inversión.
México debe de ser el primer país en exigir que el T-MEC sea respetado a cabalidad. Ese respeto a la integridad del Tratado no solamente nos beneficia por un tema de certidumbre jurídica, sino porque además nos permite estar en igualdad de circunstancias ante nuestros socios comerciales.
El cambio de reglas y condiciones a nivel mundial puede ser muy benéfico en términos de comercio e inversión para el país. Pero si nosotros mismos hacemos agujeros en el bote, a través de la aplicación selectiva del Tratado, no importa si esos hoyos son pequeños, el bote terminará hundiéndose en algún momento.
* Juan Carlos Baker Pineda (@JCBakerMX) es socio fundador de Ansley Consultores, profesor de Comercio y Economía en la Universidad Panamericana y Experto México, ¿cómo vamos?
Sabemos que estar sentados durante muchas horas afecta la salud, pero ¿y estar parados?
En la vida moderna, muchos de nosotros nos pasamos la mayoría de las horas en las que estamos despiertos, sentados. Una revisión de las investigaciones existentes reiteran el impacto dañino de periodos prolongados de estar sentado sin pausa.
Muchos sitios de trabajo han adoptado escritorios ajustables, que te permiten sentarte o pararte al presionar un botón o una palanca, con el fin de evitar los efectos nocivos de estar sentados por tiempos prolongados.
Pero ¿es mejor estar parado?, ¿existen riesgos al estar demasiado tiempo de pie?
Aquí lo que dicen las investigaciones sobre los riesgos de permanecer demasiado tiempo de pie o sentado, y si realmente vale la pena invertir en -o deshacerse de- un escritorio ajustable.
Estudios reciente sugieren limitar los periodos de pie a 40 minutos sin descanso. Esto reduciría las posibilidades de desarrollar los dolores musculares y de articulaciones asociados a estar de pie. Aplica a las personas que hayan tenido síntomas anteriormente y a las que no.
No todos los que permanecen de pie por periodos extendidos van a experimentar síntomas musculoesqueléticos, y habrá personas que son más resistentes a los efectos de permanecer de pie que otras.
Sin embargo, así te tomes un periodo de pausa de estar de pie, si has desarrollado problemas relacionados a estar parado, es probable que los vuelvas a experimentar cuando te vuelvas a parar.
El reducir o interrumpir el tiempo sentado parándote o moviéndote puede mejorar tu circulación sanguínea, metabolismo, salud cardíaca, salud mental y expectativa de vida.
Estudios modelo muestran que solo cambiar una hora de estar sentado al día por una hora parado lleva a mejoras en circunferencia de la cintura, niveles de grasa y colesterol.
Los beneficios son incluso más grandes cuando el sentarse se reemplaza con caminar o actividad moderada o vigorosa.
El interrumpir los periodos de tiempo prolongados en los que se permanece sentado con sesiones de 2 minutos cada 20 minutos, o 5 minutos cada 30, puede mejorar los niveles de glucosa, grasa y colesterol.
Otros estudios muestran que dividir los periodos de tiempo con tres minutos de caminar ligero o ejercicios simples de resistencia como las sentadillas cada 30 minutos también son efectivos.
Los escritorios ajustables pueden reducir de manera efectiva el tiempo en el que los empleados de mesa permanecen sentados en el día.
Los usuarios de escritorios ajustables tienden a alternar entre posiciones de pie y sentados, en vez de permanecer de pie por periodos extendidos.
Sin embargo, no todos forman un nuevo hábito de trabajar mientras se está de pie, y muchos de los empleados vuelven a su manera anterior de permanecer sentados.
Los escritorios ajustables por sí solos no son suficiente para reducir el tiempo que los trabajadores permanecen sentados.
Los empleados y organizaciones deben tener en cuenta esto a la hora de formular políticas laborales, ambientales y culturales, para asegurar que iniciativas de “siéntense menos y muévanse más” se implementan y se mantienen.
Si eres de los que ya tiene un escritorio ajustable, dependerá de varios factores si te lo deberías quedar o no.
Piensa en tus factores de uso. ¿Usas el escritorio mayoritariamente en una posición de pie, o más bien lo usas cuando estás sentado?
Si tienes una condición existente o síntomas músculo esqueléticos, busca consejos de un profesional de la salud o pregúntale a tu empleador sobre organizar una asesoría con un ergonomista. La guía de un experto puede ayudarte a tomar una decisión informada sobre tu escritorio.
Finalmente, considera el costo y los requerimientos de espacio para tu escritorio ajustable. Si no estás usándolo mucho parado, ¿a lo mejor te está quitando espacio y no te está devolviendo la inversión?
Al final, la decisión de si te quedas o te deshaces de tu escritorio ajustable dependerá de un balance de todas estas consideraciones.
Gobiernos como el de Australia o agencias de la salud como la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan que los adultos limiten la cantidad de horas que pasan sentados. Interrumpir y reemplazar el tiempo sentado con actividad física de cualquier intensidad, incluso leve, tiene beneficios para la salud.
La OMS además, sugiere que los adultos “busquen hacer más allá de los niveles recomendados de actividad moderada a vigorosa”, para reducir los efectos dañinos del estar sentado.
En otras palabras, el solo pararse no es suficiente para reducir los daños de estar sentado por periodos prolongados. Tenemos que sentarnos menos y movernos más.
* Josephine Chau es catedrática de Salud Pública en la Universidad de Macquarie, Australia. Esta nota se publicó en The Conversation y fue reproducida aquí bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versión original en inglés.
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