“La esperanza sigue y es grande. Mucha gente piensa que porque ya es mucho tiempo tenemos que dejarlos de buscar, o que el dolor tiene caducidad y el amor hacia un hijo tiene determinado tiempo y acaba. No. Nosotros vamos a seguir. El amor hacia un hijo nunca va a terminar, la esperanza nunca va a terminar, la tenemos a flor de piel”.
Don Mario, padre de César Manuel González, estudiante normalista desaparecido. Conferencia de prensa 25 de julio de 2023.
A dos meses de cumplirse el noveno año de aquella noche trágica donde fueron desaparecidos forzadamente 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, y pese a ser el caso paradigmático que el presidente López Obrador se comprometió a esclarecer, a la fecha esto no solo no ha sucedido, sino que parece haber topado con pared: el pacto de silencio cómplice de las fuerzas armadas para no acceder a la verdad.
Estamos ante lo que Ángela Buitrago y Carlos Beristain, integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), señalaron durante la presentación de su sexto y último informe como la “institucionalización de la mentira”. Y es que para lograr el objetivo de su mandato, acceder a la verdad sobre lo ocurrido, dar con el paradero de los jóvenes y alcanzar la anhelada justicia el grupo de expertos quedó varado en un escenario de absoluto hermetismo institucional para proporcionar la información solicitada en miras de avanzar en el proceso de investigación. Con el ocultamiento y la negativa sistemática se apunta a la protección de una red macrocriminal configurada por la colusión de agentes de seguridad estatal de todos los niveles que, a su vez, devela el poder y la impunidad que gozan los más altos ordenes institucionales de las Fuerzas Armadas.
El informe final del GIEI presenta mucha información reveladora sobre la forma de actuación de las fuerzas de seguridad en casos de graves violaciones a los derechos humanos. El GIEI ha documentado de manera contundente la forma en que todas las instituciones obstruyen el desarrollo de las investigaciones de este tipo de casos y cómo sólo van proporcionando información en la medida que son presionadas por la movilización de las víctimas o por instancias de investigación independientes.
En este sentido, el informe del GIEI relata cómo las Fuerzas Armadas han mentido desde el primer momento en que ocurrió la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Hoy sabemos, por ejemplo, que la desaparición de los estudiantes se ejecutó como parte de un operativo conjunto de gran magnitud, donde toda la evidencia apunta a que las Fuerzas Armadas jugaron un rol protagónico y, quizá, hasta de coordinación de todas las demás corporaciones. Justo la información que el Ejército se niega a entregar puede ser la pieza faltante del rompecabezas que podría ayudar a dilucidar el paradero de los estudiantes y el funcionamiento de las responsabilidades de las corporaciones federales en la ejecución de su desaparición forzada.
Los hallazgos del GIEI también están poniendo a prueba el andamiaje constitucional e institucional mexicano. Durante su presentación, tanto Carlos Beristain como Ángela Buitrago enfatizaron el hecho de que el presidente Andrés Manuel López Obrador está al tanto de la obstrucción por parte de la Secretaría de la Defensa a la investigación del GIEI, y que, incluso, giró instrucciones precisas al general secretario para entregar la información solicitada por el GIEI y, no obstante, la SEDENA persiste en responder que no cuenta con dicha información. Este hecho deja a nuestra democracia en una encrucijada: ¿el presidente no quiere o no puede hacer obedecer sus órdenes frente a las fuerzas armadas?
Cada uno de los obstáculos, las versiones contradictorias, las mentiras y el ocultamiento de información que han impedido la localización de los estudiantes, se traducen en la profundización de diversos daños en los cuerpos y subjetividades de las madres, los padres y sus núcleos familiares. 1 Con la desaparición y la incertidumbre prolongada a lo largo del tiempo, el deterioro a la salud en algunas y algunos de los familiares se ha cronificado, las afectaciones psicoemocionales como son la frustración, la tristeza, el dolor, la impotencia y el desconcierto se han instalado en sus vidas a modo de impasse.
La desaparición de un ser querido es una experiencia límite que trastoca los ámbitos de la vida individual, comunitaria y cotidiana. La necesidad de un modelo de atención integral, sustancial, de calidad y sostenido permanentemente es urgente. Dicha atención es imprescindible para el camino de la justicia, ya que son recursos necesarios para llegar a ella. Por ello, enfatizamos que la atención victimal, así como los mecanismos de reparación, no sustituyen la búsqueda de verdad y de justicia.
Tras casi 9 años de recorrer las calles del país, las madres y los padres de Ayotzinapa, hombres y mujeres humildes pertenecientes a los sectores más precarios y de exclusión social derivada de violencias estructurales históricas, como son la población indígena y la campesina, portan la dignidad y la rabia para enfrentar a los poderes criminales enquistados en las más altas estructuras político-económicas.
El esclarecimiento del caso Ayotzinapa representa una grieta para que otros casos de desaparición forzada en el país vean la luz de la justicia; sin embargo, de seguir en esta línea, en un contexto con tendencia latente a la militarización y en una continuada impunidad, los crímenes atroces y las graves violaciones a los derechos humanos cometidos por agentes de seguridad de todos los niveles de gobierno y el Ejército, continuarán siendo los verdugos de la ignominia en nuestro México contemporáneo.
* Alejandra Ramírez (@AllejandraRam ) y Humberto Guerrero son parte del Programa de Derechos Humanos y Lucha contra la Impunidad de @FundarMexico.
1 Para conocer más sobre los impactos psicosociales del caso, recomendamos revisar el documento: “Yo sólo quería que amaneciera, impactos psicosociales del caso Ayotzinapa”.
Una investigación en Reino Unido reveló niveles alarmantes de acoso y agresión sexual en el ámbito quirúrgico, en medio de una cultura de silencio que ha permitido que se perpetúe este patrón de conducta.
Cirujanas en Reino Unido dicen que están siendo acosadas y agredidas sexualmente, y en algunos casos violadas por sus colegas, según reveló un análisis sobre el personal del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).
La BBC conversó con mujeres que fueron agredidas sexualmente en el quirófano durante una cirugía.
Los autores del estudio señalan que hay un patrón de comportamiento en el que mujeres que están haciendo prácticas son abusadas por cirujanos de más experiencia, y esto está ocurriendo actualmente en hospitales del NHS.
El Colegio Real de Cirujanos dijo que los hallazgos de la investigación son “realmente impactantes”.
El acoso sexual, la agresión sexual y la violación son considerados un secreto a voces dentro del ámbito quirúrgico británico.
Existe una historia no contada de mujeres a las que toquetean bajo sus batas, cirujanos que secan el sudor de su frente en el pecho de mujeres y hombres con una erección que se frotan contra el personal femenino.
A algunas cirujanas les han ofrecido oportunidades laborales a cambio de sexo.
El análisis -de la Universidad de Exeter, la Universidad de Surrey y el Grupo de Trabajo sobre Conducta Sexual Inapropiada en el marco de la Cirugía- fue compartido en exclusiva con la BBC.
Cerca de dos tercios de las cirujanas que proporcionaron información a los investigadores dijeron que fueron blanco de acoso sexual, y un tercio reveló que fueron agredidas sexualmente por colegas en los últimos cinco años.
Las mujeres dicen que temen reportar estos incidentes por el impacto negativo que esto pueda tener en su carrera y no confían en que el NHS tome medidas.
Hay nerviosismo al hablar abiertamente sobre esto. Judith nos pidió que no incluyéramos su apellido. Ahora, ella es una cirujana talentosa y experimentada.
Judith fue agredida sexualmente al comienzo de su carrera cuando era la persona con menos poder en el quirófano y el cirujano más experimentado estaba transpirando.
“Él simplemente se dio vuelta y hundió su cabeza en mis senos, y yo me di cuenta de que se estaba secando la frente sobre mí”, explica.
“Te quedas helada, ¿sabes?, ‘¿qué hace su cara en mi escote?’”.
Cuando lo volvió a hacer, Judith le ofreció una toalla. “No, esto es mucho más divertido”, le respondió con una “expresión burlona”, dice Judith, que recuerda haberse sentido “sucia y humillada”.
Peor aún para ella fue el silencio total de sus compañeros.
“Incluso él no era la persona de más rango en el quirófano, pero sabía que ese comportamiento estaba bien y eso es simplemente terrible”.
Esto le sucedió a Judith en medio del quirófano, pero el acoso y abuso sexual ocurre también más allá del hospital.
Anne –no podemos revelar su nombre real por razones legales- quiso hablar con la BBC porque cree que solo se producirá un cambio cuando la gente empiece a hablar.
Ella elige no llamar violación a lo que le pasó, pero está claro que las relaciones sexuales que tuvieron lugar no fueron consentidas.
El incidente ocurrió durante un evento social vinculado a una conferencia médica (un encuentro de médicos de la misma especialidad).
En un patrón que ya es familiar, ella era una pasante y él un cirujano experimentado.
“Yo confiaba en él, lo admiraba”, dice.
Él aprovechó esa confianza y le dijo que ella no conocía a la otra gente que estaba allí y que podía confiar en él.
“Así que caminó conmigo hacia el lugar donde me estaba quedando. Yo pensé que quería conversar y luego, de repente, se giró hacia mí y tuvo sexo conmigo”.
Anne dice que en ese momento su cuerpo se congeló y “no podía frenarlo”.
“Eso no era lo que yo quería, nunca fue lo que quise, fue totalmente inesperado”.
Cuando Anne lo vio al día siguiente, dice que “apenas podía mantener la compostura”.
“Sentí que no podía armar un escándalo, sentí que había una cultura muy fuerte de simplemente aguantar lo que te hicieran”.
El incidente tuvo un impacto duradero en Anne.
Primero la dejó emocionalmente paralizada, y años más tarde “el recuerdo volvía a inundar mi mente como un horror, una pesadilla”, incluso cuando se estaba preparando para operar a un paciente.
Es ampliamente aceptado que hay una cultura de silencio en torno a este tipo de comportamientos.
La formación quirúrgica se basa en el aprendizaje de colegas de mayor nivel en el quirófano, y las mujeres nos han dicho que es riesgoso hablar sobre aquellos que tienen poder e influencia sobre el futuro de sus carreras.
La investigación, publicada por la Revista Británica de Cirugía, es el primer intento para tener una idea de la escala del problema.
Los cirujanos registrados –hombres y mujeres- fueron invitados a participar y responder de forma anónima, y 1.434 respondieron. La mitad fueron mujeres:
Si bien el informe muestra que los hombres también son víctimas de algunos de estos comportamientos (un 24% fue acosado sexualmente), concluye que cirujanos y cirujanas “viven realidades diferentes”.
“Es probable que nuestros hallazgos tengan un impacto en la confianza del público en la profesión”, señaló el doctor Christopher Begeny, de la Universidad de Exeter.
Entre tanto, un segundo reporte –llamado “Rompiendo el silencio: abordaje de la conducta sexual inapropiada en la atención médica”- hace recomendaciones sobre lo que tiene que cambiar.
Ambos informes indican que la proporción relativamente más baja de mujeres cirujanas (cerca del 28%), combinada con el hecho de que el ámbito de la cirugía es profundamente jerárquico, les da a algunos hombres un poder significativo, y esto se combina mal con el ambiente de gran presión que se vive en el quirófano.
“Esto hace que la gente puede comportarse con impunidad y no se controla mucho lo que pasa”, dice la profesora Carrie Newlands, cirujana de la Universidad de Surrey.
Newlands decidió abordar este comportamiento después de escuchar las experiencias de sus colegas con menos experiencia.
“El escenario más común es que una aprendiz de menos experiencia sea abusada por un perpetrador hombre de más experiencia, que por lo general es su supervisor”, le dijo a la BBC.
“Y esto da como resultado una cultura de silencio en donde las personas tienen miedo por su futuro y su carrera si deciden hablar”.
Otro tema que surgió del análisis fue la falta de confianza en organismos como el NHS Trust, el Consejo Médico General (que gestiona el registro de médicos en Reino Unido autorizados a ejercer) y los Colegios Reales (que representan a las especialidades en medicina) para tratar el problema.
“Necesitamos un cambio profundo en los procesos de investigación para que sean externos, independientes y confiables para que la atención sanitaria se convierta en un lugar seguro para trabajar”, señala Newlands.
Tim Mitchell, presidente del Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra, le dijo a la BBC que los hallazgos de la investigación son “profundamente impactantes y serán una fuente de mucha vergüenza para la profesión de cirujano”.
En conversación con el programa Today de BBC Radio 4, reconoció que “queda claro que se trata de un problema común” que no ha sido abordado.
“Necesitamos implementar una cultura de tolerancia cero para garantizar que existen mecanismos que permitan a las personas afectadas sentirse seguras de que pueden acercarse, denunciar estos incidentes, y que serán tomadas en serio”, dijo.
La doctora Binta Sultan, de NHS Inglaterra, dijo que el informe es “increíblemente difícil de leer” y presenta “evidencia clara” de la necesidad de tomar más medidas para hacer que los hospitales sean “seguros para todos”.
“Ya estamos tomando medidas importantes para hacer esto, incluso a través de compromisos para brindar más apoyo y mecanismos claros de denuncia para aquellos que han sufrido acoso o han sido víctimas de comportamientos inapropiados”.
El Consejo Médico General actualizó el mes pasado sus estándares profesionales para los médicos.
Su direcctor ejecutivo, Charlie Massey, dice que “actuar de forma sexual con los pacientes o colegas es inaceptable” y que la “conducta inapropiada grave es incompatible” con seguir ejerciendo la medicina en el país.
¿Pero es el ámbito quirúrgico un lugar de trabajo seguro para las mujeres hoy día?
“No siempre. Y es terrible tener que admitirlo”, dice Judith.
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