Yevgueni Prigozhin, jefe del GrupoWagner, que en junio lideró una rebelión contra el ejército ruso, aparece en la lista de pasajeros de un avión que se estrelló en Rusia.
De acuerdo con reportes de medios internacionales, los hechos ocurrieron en la región de Moscú.
“La lista de pasajeros del avión que se estrelló en Tver incluye a Yevgueni Prigozhin”, indicó el servicio de aeronáutica Rosaviatsia, citado por las agencias TASS, Ria Novosti e Interfax, después de que los socorristas señalaran que las 10 personas a bordo fallecieron.
Según Rosaviatsia, el avión privado Embraer Legacy, de fabricación brasileña, se estrelló cerca del pueblo de Kujenkino, en la región de Tver, al noroeste de Moscú.
“El ministerio ruso de Situaciones de Emergencia lleva a cabo las operaciones de búsqueda” de las víctimas del avión estrellado, se indicó.
En Telegram circulaban videos, cuya autenticidad no pudo ser confirmada por AFP, en que se veía a un avión impactando contra el suelo o restos del aparato en llamas.
Después de convertirse en una figura de primer plano en Rusia por la participación de Wagner en la guerra de Ucrania, Prigozhin lideró el 24 junio un motín contra el ministerio de Defensa y el Estado Mayor del ejército regular.
Pero esa rebelión se interrumpió ese mismo día, tras un acuerdo en que se preveía que Prigozhin se fuera a Bielorrusia y que los soldados de Wagner se incorporaran al ejército regular ruso.
El lunes por la noche, Prigozhin apareció en un video difundido por grupos cercanos a Wagner en que decía estar en África.
El líder del grupo paramilitar ruso Wagner, Yevgueni Prigozhin, afirmó que se hallaba en África, junto a varios de sus combatientes, para hacer que el continente sea “más libre”.
Prigozhin, un antiguo aliado del Kremlin, hizo pocas apariciones desde el fallido motín de su grupo contra la cúpula del ejército ruso el pasado junio.
Wagner mantiene una presencia militar en África, donde se alió con los gobiernos de varias naciones, incluidas Malí y la República Centroafricana.
“El grupo Wagner realiza una misión de reconocimiento, haciendo a Rusia aún más grande en todos los continentes y a África aún más libre”, declaró en su video, compartido por cadenas de Telegram próximas al grupo paramilitar.
Prigozhin se presenta en el video como la “pesadilla” de los yihadistas del grupo Estado Islámico y Al Qaida y solicita la ayuda de voluntarios que quieran unirse al grupo para “ejecutar las tareas establecidas y que prometimos cumplir”, proporcionando un número de teléfono y una dirección de correo electrónico para su contratación.
Hay una ira creciente por la poca ayuda que llega a las ciudades y pueblos de las montañas del Atlas.
El bebé de Khadija aún no tiene nombre y su primer hogar es una tienda de campaña junto a la carretera.
Nació minutos antes de que se produjera el mortífero terremoto del viernes por la noche en Marruecos.
Aunque Khadija y su hija salieron ilesas, el hospital de Marrakech donde se encontraban fue evacuado. Tras una rápida revisión, les pidieron que se marcharan apenas tres horas después del nacimiento.
“Nos dijeron que teníamos que irnos por miedo a las réplicas”, explicó.
El sismo de magnitud 6,8 sacudió el centro del país, con epicentro a 71 kilómetros de la turística Marrakech. Por ahora se cuentan más de 2.100 personas fallecidas en una decena de provincias y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420. Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Con su recién nacida en brazos, Khadija y su marido intentaron tomar un taxi a primera hora del sábado para ir a su casa de Taddart, en la cordillera del Atlas, a unos 65 kilómetros de Marrakech.
Pero de camino se encontraron con que las carreteras estaban bloqueadas por corrimientos de tierra y sólo llegaron hasta el pueblo de Asni, a unos 15 kilómetros de su destino final.
Desde entonces, la familia vive en una tienda de campaña básica que han logrado construir junto a la carretera principal.
“No he recibido ninguna ayuda ni asistencia de las autoridades”, nos dijo, sosteniendo a su bebé mientras se protegía del sol bajo un endeble trozo de lona.
“Pedimos mantas a algunas personas de este pueblo para tener algo con lo que taparnos. Sólo tenemos a Dios”.
Khadija nos contó que sólo tiene un conjunto de ropa para el bebé.
Amigos de su ciudad natal les han contado que su casa está muy dañada y no saben cuándo podrán tener un lugar adecuado donde alojarse.
Cerca del lugar donde Khadija acampa, la frustración crece a medida que pasan los días y apenas llega ayuda a los pueblos y aldeas de las zonas montañosas al sur de Marrakech.
En Asni, a solo 50 kilómetros de Marrakech, la gente dice que necesita ayuda urgente.
Un grupo de gente enfadada rodeó a un reportero local y le arrojaron sus frustraciones: “No tenemos comida, no tenemos pan ni verduras. No tenemos nada”.
El reportero, en el centro de la multitud, tuvo que ser escoltado y llevado lejos por la policía, mientras la gente aún lo seguía, desesperada e intentando desahogar su ira.
“Nadie ha venido a nosotros, no tenemos nada. Sólo tenemos a Dios y al rey”, dijo un hombre de la multitud que no quiso dar su nombre.
Desde el terremoto vive al margen de la carretera principal del pueblo con sus cuatro hijos. Su casa sigue en pie, pero todas las paredes están muy agrietadas y tienen demasiado miedo para quedarse allí.
Han conseguido volver y coger algunas mantas, lo único que ahora tienen para dormir.
En un momento, un camión pasó entre la multitud. Algunas personas intentaron hacerle señas, esperando desesperadamente que les dejara suministros. Pero el camión siguió su camino, seguido de abucheos.
Algunos dicen que han recibido tiendas de campaña de las autoridades, pero no hay suficientes para todos.
Cerca de allí está Mbarka, otra persona que vive en una tienda de campaña. Nos guió por las calles laterales hasta su casa, en la que ya no puede vivir.
“No tengo medios para reconstruir la casa. De momento, sólo nos ayuda la gente de la zona”, nos contó.
Vivía allí con sus dos hijas, su yerno y tres nietos.
Cuando su casa empezó a temblar, salieron corriendo y casi fueron alcanzados por el derrumbe de una casa mucho más grande que empezó a deslizarse colina abajo.
“Creemos que el gobierno ayudará, pero hay 120 pueblos en la zona”, dijo su yerno Abdelhadi.
Con tanta gente necesitada de ayuda, un gran número de personas tendrá que esperar más tiempo para recibir asistencia.