Para entender mejor
El presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo que ya tiene pruebas para asegurar que el fentanilo llega a México desde China, esto, luego de que hace unas semanas fue asegurado un cargamento de la droga en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán.
El pasado 6 de abril, el gobierno de China negó que existiera tráfico ilegal de fentanilo entre su país y México, después de que López Obrador le mandó una carta a su homólogo chino, Xi Jinping, para pedir su apoyo para controlar el envío de dicha droga.
De esta manera, México solicitó al gobierno chino información sobre quiénes son los que importan el fentanilo, en qué cantidad, en qué embarcaciones, cuándo salen de los puertos chinos y a qué puertos mexicanos llega para poder tener un mayor control.
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Sin embargo, la vocera de Asuntos Exteriores, Mao Ning respondió: “La causa raíz de la sobredosis (de fentanilo) se encuentra en los propios Estados Unidos. El problema es completamente ‘made in USA’”.
Este viernes, López Obrador dijo que China le solicitó evidencia y que, al contar con las pruebas, mandará otra carta con el expediente de lo que encontraron.
“Ya tenemos las pruebas. Un cargamento llegó de un puerto de China en contenedor al puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán”, dijo desde Puebla.
“Entonces, se hizo todo el análisis de laboratorio y, muy respetuosamente, vamos a enviar esta información, con la misma solicitud de que nos ayuden a informarnos cuando salgan estos químicos, y si es posible que ellos impidan que estos químicos salgan de sus puertos, que solo se permita que salgan sustancias o fentanilo utilizado para fines médicos, que no es el caso que se detectó”.
“Ya tenemos las pruebas”: .@lopezobrador_ asegura que un cargamento con fentanilo llegó de China al puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán, por lo que se enviará nuevamente al gobierno de ese país la solicitud para que "nos ayuden a informarnos cuando salgan estos químicos”. pic.twitter.com/i9fLIsjJiM
— Animal Político (@Pajaropolitico) May 5, 2023
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El secretario de la Marina, José Rafael Ojeda Durán, detalló que el contenedor se cargó en Qingdao, China, se trasladó a Busán, Corea del Sur y de ahí se dirigió a Lázaro Cárdenas, Michoacán, en México.
“Es uno de los procedimientos que utiliza la delincuencia para tratar de enmascarar de dónde o por dónde vienen los contenedores”, comentó en conferencia.
“Hace unos días detectamos un contenedor en Lázaro Cárdenas que trae alrededor de 600 bultos de una cosa que llaman resina de combustibles, de aproximadamente cada bulto 34, 35 kilos, son unas bolitas”, dijo.
El funcionario explicó que, tras realizarles pruebas por laboratorios de la Semar, Aduana y Cofepris, se detectó que el producto está contaminado con fentanilo y metanfetamina.
Asimismo, pidió a los gobiernos de China y Corea del Sur colaborar para aclarar cómo es que salió este contenedor y de dónde.
Cuando el terremoto destruyó su casa, Tayeb ait Ighenbaz tuvo que elegir a quién salvar. La decisión de rescatar a su hijo de los escombros y dejar morir a sus padres aún lo atormenta.
Tayeb ait Ighenbaz se vio obligado a elegir entre salvar a su hijo de 11 años o a sus padres cuando estos quedaron atrapados bajo los escombros tras el devastador terremoto en Marruecos del pasado viernes.
El pastor de cabras de una pequeña comunidad en las montañas del Atlas dice que está atormentado por la decisión que tuvo que tomar.
Tayeb estaba con su esposa, sus dos hijos y sus padres el viernes por la noche en su pequeña casa de piedra cuando esta fue sacudida por el mayor terremoto que ha sufrido el país en 60 años.
Acompaño a Tayeb a su antigua casa que ahora está en ruinas.
Todavía se puede ver parcialmente el interior de la construcción. Él señala los escombros mientras me dice: “Allí es donde estaban”.
“Todo pasó muy rápido. Cuando sucedió el terremoto, todos corrimos hacia la puerta. Mi padre estaba durmiendo y yo le grité a mi madre que saliera, pero ella se quedó a esperarlo”, dice.
Del otro lado, él solo podía ver a su esposa y a su hija.
Cuando regresó a la casa derrumbada, Tayeb encontró a su hijo y a sus padres atrapados entre los escombros. La mano de su hijo se asomaba entre los cascotes.
Sabía que tenía que actuar rápidamente, y se dirigió hacia donde estaba su hijo Adam, y comenzó a cavar deseperadamente para sacarlo.
Cuando fue a buscar a sus padres, atrapados bajo una gran losa de piedra, dice que ya era demasiado tarde.
“Tuve que escoger entre mis padres y mi hijo”, dice con lágrimas en los ojos.
“No pude ayudar a mis padres porque una pared cayó sobre sus cuerpos. Es muy triste. Vi como morían mis padres”.
Tayeb señala las manchas sobre su pantalón, y me dice que es la sangre de sus padres. Toda su ropa está dentro de su casa. No ha podido cambiarse desde que se produjo el sismo.
La familia vive ahora junto a sus parientes en carpas improvisadas cerca de su antigua casa. Tayeb cuenta que todo su dinero está en la casa, y que la mayoría de sus cabras han muerto.
“Es como haber nacido otra vez en una nueva vida. Sin padres, sin casa, sin comida, sin ropa. Tengo 50 años y tengo que empezar de nuevo”, dice.
Él no puede ahora pensar en cómo continuar, pero se acuerda de las lecciones que le enseñaron sus padres.
“Siempre me decían ‘sé paciente, trabaja duro, nunca te rindas’”.
Mientras conversamos, su hijo Adam se acerca vestido con una camiseta del club de fútbol Juventus con el nombre de Ronaldo en la espalda, y abraza a su padre.
“Mi papá me salvó de la muerte”, dice sonriendo.
Unos metros más lejos, camino a la ciudad de Amizmiz, otro hijo abraza a su padre.
Abdulmajid ait Jaefer dice que estaba en su casa con su esposa y sus tres hijos cuando comenzó el terremoto y “el piso se cayó”.
Su hijo Mohamed, de 12 años, salió del edificio, pero el resto de la familia quedó atrapada.
Abdulmajid cuenta que sus piernas quedaron atrapadas bajo los escombros, pero que un vecino lo ayudó a salir.
Luego pasó dos horas tratando de rescatar a su esposa y a una de sus hijas.
Las dos estaban muertas cuando logró sacarlas de entre los escombros.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de otra de sus hijas fue rescatado.
Abdulmajid, de 47 años, duerme ahora bajo un toldo frente a lo que quedó de su casa.
Puede ver la cocina, con la nevera aún de pie y ropa colgada puesta a secar.
Dice que no puede abandonar la zona porque necesita “hacer guardia” para proteger sus posesiones, y el recuerdo de su vida allí.
“Esa es mi cocina y mi nevera. Todos estábamos allí. Ahora solo puedo mirar hacia allí”, dice.
Antes del viernes, Abdulmajid dice que nunca jamás pensó en un terremoto. “Incluso ahora, no lo puedo creer”.
Mientras conversamos, un auto para cerca de nosotros y un grupo de gente baja para ofrecer sus condolencias. Otros que caminan por la calle se detienen para darle un abrazo al padre y esposo.
“Éramos cinco en mi familia. Ahora somos dos”, me dice con tristeza.
“Por el momento, solo puedo pensar en una cosa: mi hijo”.
Reporteo adicional: Wahid El Moutanna.
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