Hay un espejo de cuerpo completo en la puerta de mi recámara que, por cierto, acaba de romper Nicolás. No le mencioné nada sobre la mala suerte, porque su mala suerte sería mi mala suerte y mejor cancelé el hechizo.
Hay otro espejo, de medio cuerpo, en mi baño. Frente a él están acomodados todos los productos de belleza que me ayudan a sentir que me trato lo mejor que puedo. Hay días que, mientras me observo, descubro algo nuevo: una peca, menos cejas, la cara más redonda, los párpados distintos.
En el baño de mi mamá hay un espejo igualito, pero a ese baño no entro: supongo que ese es el límite de nuestra intimidad, aunque dudo que a ella le importe si uso su baño. A mí no me gusta compartir el mío, salvo con Nicolás (hasta que pueda mandarlo al suyo). ¿Será una secuela de ser hija única?
El baño de arriba también tiene un espejo. A ese baño solo entro a lavarme las manos antes de comer, es raro que me vea detenidamente ahí. Cuando uno quiere comer, se lava las manos y come, no ve su vida pasar frente al espejo.
En la pared frente a la sala hay otro espejo de cuerpo completo que, a diferencia del que está en mi recámara, este se encuentra colgado de manera horizontal y a una altura que cualquier cosa en vertical (como una persona) no puede ser el reflejo principal. Mis plantas son protagonistas en ese enorme reflejo que atraviesa la estancia del departamento.
Mis plantas son excelentes reveladoras del descuido: cuando me descuido a mí, las descuido a ellas también, solo que ellas se saben expresar mejor que yo y me animan a regarlas y reanimarlas.
Hay un espejo más —casi el último— en la pared que está detrás de la sala. Tiene forma de sol y de luna, pero está en una esquina de difícil acceso: debajo de él hay un futón que impide el paso. Pero, si te paras de puntitas, apenas alcanzarás a ver el reflejo de la mitad de tu cabeza. Eso si eres una mujer de estatura promedio, como yo.
Por último (menos mal), hay un pequeño espejo en la pared de un pasillo, que refleja un helecho: pareciera que ese espejo nació así, no me lo imagino reflejando otra cosa. Pero tengo un problema: mientras que el helecho ha hallado su sitio, el espejo no está en su lugar definitivo. A veces yo también me siento así.
Son muchos espejos para lo poco que me gustan, son muchas oportunidades para decirme algo, de frente, cada vez que paso por ahí. La mayoría de las veces no tengo palabras cálidas y gentiles, sino reclamos que no me atrevo a decir en voz alta: que tengo 37 años, que mi piel lo nota, que mi pelo lo nota; que tengo kilos de más; que debería de hacer más ejercicio, que tengo cicatrices, que pasé por un embarazo, una cesárea, una lactancia.
Me miro y me imagino de vieja. Siento miedo y sigo mi camino. Hasta que me encuentro con el siguiente espejo. No entiendo de dónde vienen estos pensamientos, si lo único que he hecho los últimos dos años ha sido recuperarme, volver a sentir que mi cuerpo es mío y valorarlo.
No me malentiendan, todos los días agradezco cada parte de mi cuerpo: su funcionalidad y generosidad se encuentran en un lugar que honro en mi mente. Mis reclamos parecen superficiales, tal vez por eso me molestan más. Esas “nimiedades”, que crecen entre reflejo y reflejo, se traducen en un diálogo permanente conmigo en el que me cuestiono mi tono, mi agresión, mis expectativas, mis temores, mi inseguridad, mis defectos, mis fallas, mis excesos y mis omisiones.
Hasta que llego, de nuevo, ciclo tras ciclo, al espejo de mi baño y, mientras me unto la crema hidratante con ácido hialurónico y me enchino las pestañas, también me recuerdo que me trato lo mejor que puedo y que no me puedo reclamar, además, reclamarme tanto.
El fuerte terremoto, ocurrido este viernes, dejó escombros en las calles y la población está huyendo alarmada, por temor a posibles réplicas.
La noche del viernes, a las 11:11, se registró un terremoto en Marruecos con consecuencias devastadoras.
Un terremoto de magnitud 6,8 sacudió el centro del país y por ahora se cuentan alrededor de 2.500 personas fallecidas en una decena de provincias, y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420.
El epicentro se situó 71 kilómetros al sur de Marrakech, una ciudad muy turística y uno de los centros económicos de Marruecos, a una profundidad de 18,5 kilómetros, según informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Se trata de uno de los mayores terremotos de la historia de Marruecos, al menos desde 1.900, según registra el USGS. El anterior con dimensiones similares fue el 24 de febrero de 2004, de magnitud 6,4.
El más mortífero se registró el 29 de febrero de 1960 en la ciduad de Agadir y aunque su magnitud fue de 5,8, dejó más de 12.000 víctimas.
El epicentro del terremoto estuvo en las montañas del Atlas, una zona escasamente poblada. Pueblos enteros de la zona quedaron arrasados y familias enteras atrapadas bajo los escombros.
Podrían pasar muchos días antes de que sepamos exactamente la magnitud de esta gran catástrofe.
Se han reportado grandes dificultades para llegar a esas aldeas remotas de las montañas del Atlas, señala Mohamed Taha, periodista del servicio árabe de la BBC.
“Podrían pasar días antes de que los rescatistas puedan acceder a esas comunidades, compuestas principalmente de edificaciones antiguas”.
A lo largo del fin de semana el ejército marroquí ha despejado una de las carreteras principales que conducen a las zonas más afectadas, lo que permite que llegue ayuda vital a la población.
Los hospitales de Marrakech han visto una afluencia de heridos y las autoridades han pedido a los residentes que donen sangre.
El rey de Marruecos Mohamed VI suspendió sus vacaciones en Francia y regresó a Rabat para presidir una reunión de emergencia del Gobierno y las fuerzas de seguridad.
El monarca fue informado de las medidas extraordinarias que se tomaron para hacer frente la emergencia, como “el reforzamiento de los medios y los equipos para acelerar las operaciones de salvamento y de evacuación de heridos”, el “aprovisionamiento en agua potable” y la distribución de “kits alimentarios, tiendas y mantas” a los siniestrados”.
Se decretaron 3 días de luto nacional.
Muchas de las víctimas se encontraban en las provincias y municipios de Al Haouz, Marrakech, Ouarzazate, Azilal, Chichaoua y Taroudant, en el centro y sur del país, dijeron previamente las autoridades.
Pero el terremoto no solo se ha sentido en Marruecos.
Tanto en el país vecino, Argelia, en la frontera este, como en las Islas Canarias, al frente de la costa de Marruecos, sintieron el temblor. También en algunas partes de Andalucía, concretamente en la zona occidental de la región del sur de España.
“Sentimos un violento temblor y me di cuenta de que era un terremoto. Vi los edificios moverse”, contó Abdelhak El Amranim, de 33 años y que vive en Marrakech, a la agencia AFP.
“Luego salí y había mucha gente allí. La gente estaba en estado de shock y pánico. Los niños lloraban y los padres estaban angustiados”.
Michael Bizet , un ciudadano francés con varias propiedades en el casco antiguo de Marrakech, le dijo a la agencia de noticias: “Pensé que mi cama se iba a volar. Salí a la calle medio desnudo e inmediatamente fui a ver mis riads (casas tradicionales marroquíes)”.
“Fue un caos total, una verdadera catástrofe, una locura”.
La periodista marroquí Aida Alami, quien creció en Marrakech y ha estado en contacto con sus padres, que se encuentran en esa ciudad, dice que el terremoto fue totalmente inesperado.
“No es un país donde la gente sabe qué hacer en caso de terremotos y simplemente salieron. Estaban realmente preocupados por las réplicas y no sabían qué hacer y nadie les decía qué hacer”, dijo a la BBC.
“Algunas de las imágenes impactantes que vimos esta mañana (son de) las antiguas murallas que rodean la ciudad vieja por las que han caminado todos los que han estado en Marrakech”.
“Y estamos viendo escombros y mucha destrucción en el interior. Estos son edificios muy antiguos, probablemente no estén construidos con la solidez suficiente”.
También hay informes de familias atrapadas bajo los escombros de sus casas y daños en partes de la Medina de Marrakech, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los hospitales de la ciudad están atendiendo a los heridos y las autoridades han pedido a los residentes que donen sangre.
Los videos que llegan desde las zonas afectadas por el sismo muestran edificios colapsados y calles cubiertas de escombros.
Tras el terremoto los lugareños decidieron quedarse fuera de sus casas en la noche del sábado por si había réplicas.
El gobierno de la vecina Argelia, que rompió lazos con Marruecos hace dos años, informó que abriría su espacio aéreo para vuelos humanitarios a Marruecos,
España, por su parte, se ha ofrecido a enviar rescatistas, según dijo el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en delcaraciones a periodistas durante la cumbre del G20 en India.
“España ha ofrecido a Marruecos, si lo considera necesario, tanto sus capacidades de rescate, que en estos momentos son las más importantes, como su capacidad de reconstrucción una vez pasado este momento. Lo importante ahora mismo es salvar el mayor número de vidas posibles”, apuntó.
El presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su solidaridad con las víctimas del terremoto y afirmó que Estados Unidos estaba “dispuesto a proporcionar toda la ayuda necesaria”.
Por su parte, el primer ministro Rishi Sunak dijo que “el Reino Unido está dispuesto a apoyar a nuestros amigos marroquíes”, según escribió en la red social X.
“Mis pensamientos están con todos los afectados por el terrible terremoto que azotó anoche Marruecos”, añadió.
Y en China, el presidente Xi Jinping envió un “mensaje de condolencia” a Marruecos, según dicen los medios estatales.
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