El miércoles de la semana pasada Claudia Sheinbaum ganó las encuestas para ser la candidata presidencial de Morena y aliados en las elecciones de 2024. Aún así, ese ejercicio de selección sigue dando de qué hablar. El fin de semana la secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, habló sobre los resultados y provocó una polémica. En su explicación mencionó que en el ejercicio los votos no valían lo mismo: “si la boleta la llenó un joven de la sierra de Guerrero valdría distinto a una mujer empresaria de las Lomas”. En su explicación utiliza el concepto de ponderación, con el cual da a entender de manera errónea que la opinión de una persona es más relevante que la de otra. Hay toda una teoría y muchos estudios que avalan y explican la ponderación en encuestas, pero aquí daré una explicación sencilla del concepto y de su uso en ejercicios demoscópicos.
Un ponderador es un número que se utiliza para cambiar el peso o relevancia de otra cantidad. En estadística, especialmente en muestreo, la ponderación es una herramienta que se aplica para que los resultados o estimaciones sean más confiables, ya que permite tener una muestra más sólida en aspectos de representatividad, características y de respuesta.
La ponderación sirve para corregir y ajustar los resultados de una encuesta, según diferentes tipos de ponderación requerida. Algunos de ellos son por diseño muestral, por ajuste poblacional, por el fenómeno de la no respuesta, por cobertura, etcétera.
Para explicarlo más claro, consideremos el siguiente ejemplo: si eligiéramos aleatoriamente a 100 personas mexicanas de cada estado de la república y nos dijeran su color favorito, podríamos identificar a nivel nacional qué color es el de mayor preferencia. Pero para ello debemos considerar algunos detalles que surgen en nuestro diseño de muestra.
Hay dos tipos de ponderación que son los más utilizados.
Este ponderador corresponde básicamente a cuántas personas de la población representa cada persona de la muestra; depende del diseño y sus características. En nuestro ejemplo, nuestra muestra está tomada de forma equitativa entre todos los estados (100 personas por estado). La realidad, sin embargo, es que cada estado tiene un tamaño diferente de población, por lo que hay que ajustar el “peso” que tienen las personas de Aguascalientes comparado con el “peso” que tienen las del Estado de México. Cada persona representa un número diferente de personas entre estados por lo que entre la muestra hay que ajustar mediante ponderación estas proporciones de la población.
Hay algunas características de la población que son conocidas, o al menos identificadas y cuantificadas en cierto momento. Por ejemplo: la proporción de hombres y mujeres, la proporción de grupos de edad, el nivel máximo de escolaridad, entre otros. Todos estos los obtienen instituciones como el INE o el INEGI. La post-estratificación se utiliza para “asegurar” o replicar que las características de la muestra sean lo más parecidas a las de la población objetivo.
Si volvemos a nuestro ejemplo, hemos ponderado ya conforme al tamaño de cada estado, pero ahora identificamos por ejemplo que la proporción entre mujeres y hombres es del 54 % y 46 % respectivamente en nuestra muestra. Dado que a nivel nacional sabemos que la distribución de sexo es 51 % y 49 % para mujeres y hombres respectivamente, entonces requerimos otra intervención de ponderación. Además, deberíamos considerar también esta distribución vista desde cada estado y con ello tenemos un mejor ponderador. Otras variables comúnmente utilizadas son grupos de edad, nivel de escolaridad, nivel socioeconómico, acceso a internet, por ejemplo, entre otros.
Entendido así, queda claro entonces que, en un caso como el de nuestro ejemplo, no es que la opinión de una mujer en Aguascalientes valga menos que la de un hombre del Estado de México. Más bien se trata de que dadas las características de la muestra necesitamos ajustar los pesos que cada una de estas personas tienen respecto a la población estudiada.
La ponderación en una muestra siempre es considerada de diversas maneras como hemos mencionado. En algunos casos es utilizada debido a ciertas complicaciones durante el levantamiento de la encuesta y en otras solo por el diseño propio de la muestra que se utiliza, pero su propósito siempre es (o debería ser) la mejora de los resultados obtenidos.
Como he insistido en muchos casos anteriores, la transparencia metodológica es una necesidad clara en este tipo de ejercicios. Muchos de los malentendidos, de las cuestiones de incertidumbre y de las dudas que genera el uso de términos o las explicaciones posteriores se eliminan gracias a la transparencia. Si se hubiese explicado claramente cuáles eran los ponderadores que se emplearían así como el modo en el que se aplicarían, esta polémica se habría podido evitar.
El documento fechado en diciembre de 1942 se refiere específicamente a tres campos de concentración y contradice la versión que ha mantenido la Santa Sede.
Una carta recientemente descubierta sugiere que el papa Pío XII, durante la Segunda Guerra Mundial, recibió información detallada por parte de un jesuita alemán de confianza, según la cual hasta 6.000 judíos y polacos eran asesinados en cámaras de gas cada día en la Polonia ocupada por los alemanes.
Eso es significativo porque entra en conflicto con la posición oficial que ha mantenido la Santa Sede de que en ese momento la información con la que contaba la Iglesia sobre las atrocidades que estaban cometiendo los nazis era vaga y no estaba verificada.
La carta fue descubierta por el archivista del Vaticano Giovanni Coco y fue publicada el domingo en en el periódico italiano Corriere della Sera con la aprobación de funcionarios de la Santa Sede y con el título “Pío XII lo sabía”.
Fechada el 14 de diciembre de 1942, la epístola fue escrita por el padre Lother Koenig, un jesuita que formaba parte de la resistencia antinazi en Alemania, y estaba dirigida al secretario personal del Papa en el Vaticano, el padre Robert Leiber.
La carta hace referencia a tres campos nazis —Belzec, Auschwitz y Dachau— y sugiere que hay otras cartas entre Koenig y Leiber que o bien han desaparecido o aún no se han encontrado.
Para Coco, “la novedad e importancia de este documento deriva de que ahora tenemos la certeza de que la Iglesia católica en Alemania envió a Pío XII noticias exactas y detalladas sobre los crímenes que se estaban perpetrando contra los judíos”. Y por tanto el Vaticano “tenía información de que los campos de trabajo eran realmente fábricas de muerte”.
El historiador David Kertzer, autor de varios libros sobre el papa Pío XII y su papel en la guerra, le dijo a la BBC que lo novedoso de la carta es que “habla específicamente de los crematorios, de miles de judíos que eran arrojados a los hornos cada día”.
Y por otro lado, que fue presentada por un archivista del Vaticano.
“Me parece que muestra un esfuerzo en el Vaticano o al menos en partes del Vaticano por comenzar a aceptar esta historia”, agregó.
La carta se encontraba entre los documentos que hasta hace poco se guardaban de forma desordenada en la Secretaría de Estado del Vaticano, según Coco.
Para Suzanne Brown-Fleming, directora de Programas Académicos Internacionales en el Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos en Washington, que estos archivos se den a conocer muestra que el Vaticano se estaba tomando en serio la declaración del papa Francisco de que “la Iglesia no tiene miedo de la historia”.
Francisco ordenó que los archivos de guerra se abrieran en 2019.
“Hay tanto un deseo como un apoyo a que se evalúen cuidadosamente los documentos desde una perspectiva científica, ya sea favorable o desfavorable (para el Vaticano) lo que los documentos revelan”, añadió Brown-Fleming.
“Con la apertura de los archivos vaticanos de este periodo hace tres años, hemos desenterrado una variedad de documentos que muestran lo bien informado que estaba el Papa sobre los intentos nazis de exterminar a los judíos de Europa desde el momento en que se pusieron en marcha”, le dijo Kertzer a la BBC.
“Esta es sólo una pieza más”, concluye.
Kertzer añade que, más que lo que han revelado esos documentos, “lo que ha dañado la reputación del Vaticano es su negativa a enfrentar esta historia con ojos claros”.
El documento que se acaba de conocer probablemente alimentará el debate sobre el legado de Pío XII y su controversial campaña de beatificación, que actualmente se encuentra estancada.
Sus partidarios siempre han insistido en que el pontífice trabajó de maneras concretas detrás de escena para ayudar a los judíos y que no habló para evitar que empeorara la situación de los católicos en la Europa ocupada por los nazis.
Sus detractores afirman que por lo menos le faltó valor para dar a conocer la información que tenía a pesar de las peticiones directas de las potencias aliadas que luchaban contra Alemania.
Uno de los libros de Kertzer, además, reveló una larga y secreta negociación entre Hitler y Pío XII para alcanzar un acuerdo de no agresión.
Al final, la evidencia indica que el papel de Pío XII en la Segunda Guerra Mundial es ambiguo. Aunque consideraba que el nazismo era un movimiento político pagano que maltrataba a los católicos, no fue un Papa particularmente incómodo para el Tercer Reich.
Y tampoco denunció con claridad el exterminio judío, aunque quizás tenía conocimiento de la barbarie que estaba ocurriendo.
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