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“Información” que mata
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Guido Lara es Presidente Fundador de LEXIA. Doctor en Teoría de la Comunicación y Métodos... Continuar Leyendo
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“Información” que mata

Desde las alturas del poder, en EUA, Brasil y México se ha hablado de hidrocloriquina, de cloro blanqueador, de estampitas religiosas y del recién descubierto poder terapéutico del mole de guajalote. La demagogia mata.
19 de agosto, 2020
Por: Guido Lara

No estamos solo combatiendo una pandemia; estamos también combatiendo una infodemia”.

Tedros Adhanom Ghebre, director general de la Organización Mundial de la Salud

 

No solo el virus se está cobrando vidas, también lo está haciendo la información incorrecta, falsa, confusa y tardía.

El caos informativo no sólo se debe al activismo de cibernautas amantes de las teorías de la conspiración y las fabulaciones paranoicas, lamentablemente la confusión ha sido sembrada también desde la cabeza de jefaturas de Estado.

Los demagogos de Estados Unidos, Brasil y México encabezan la nada prestigiosa lista de muertes por COVID 19 en todo el planeta.

Con orígenes, trayectorias y objetivos muy diferentes entre sí, los tres tienen mucho en común: encumbrarse al capitalizar el resentimiento y frustración de grandes sectores de sus poblaciones; el deseo de venganza contra las élites políticas y económicas; la descalificación de la ciencia y los expertos; la erosión abierta y sistemática de los medios de comunicación críticos a su gestión; la obsesión en dominar la atención pública. Son maestros de la distracción al mismo tiempo que “padres ausentes e incompetentes” en la gestión gubernamental.

Su idea de gobernar es básica y limitada a atraer la atención y dominar la agenda de la conversación pública sin importar las realidades materiales de sus gobernados, las situaciones concretas que enfrentan, la calidad de los servicios públicos, las vivencias de las personas en las escuelas, las fábricas, las oficinas, los hospitales, las calles y los ministerios públicos.

Ese método los ha llevado al poder -que siguen acumulando- sin que esto se refleje en mejores condiciones de vida para sus pueblos; de hecho, los debilitan y los ponen en situación de vulnerabilidad no solo en el presente sino también en el futuro.

De la misma manera que la gran mayoría de los muertos por COVID 19 sufrían condiciones subyacentes en su salud (obesidad, cáncer, afecciones cardiacas, diabetes, etc.), las sociedades pueden encontrar factores estructurales que facilitan la transmisión y reproducción viral de rumores, falsos remedios, paranoias delirantes, etc.

Los factores subyacentes en la mente social mexicana son las siguientes:

  • Desconfianza generalizada
  • Supersticiones y pensamiento mágico
  • Polarización política y social
  • Crisis de las figuras de autoridad
  • Descrédito de la ciencia
  • Religiosidad resignada
  • Dominio de las redes sociales sobre fuentes confiables de información
  • Debilitamiento de medios de comunicación establecidos
  • Tendencia a minimizar riesgos y a normalizar peligros y tragedias
  • Carencias económicas agudas que nublan las conductas de precaución

Al escribir estas líneas en nuestro país se cuentan oficialmente 57,023 muertes por COVID 19 (las cuales lamentablemente son muchas más atendiendo al número de exceso de muertes registrado). Triste final de personas con rostro, con biografías, con sueños, con ilusiones, con seres queridos que no los verán nunca más.

Definitivamente, gran parte del problema está en la cabeza. Tanto en esas cabezas donde cada una es un mundo, como también en las cabezas de los gobiernos responsables de proteger a su gente de la pandemia.

Desde las alturas del poder, en los tres países mencionados se ha hablado de hidrocloriquina, de cloro blanqueador, de estampitas religiosas y del recién descubierto poder terapéutico del mole de guajalote. La demagogia mata.

Es tiempo de que cada uno de nosotros asuma sus responsabilidades para combatir la pandemia y la infodemia asociada. Hay que empezar con acciones y comportamientos. Por ejemplo, es hora de ponernos TODOS el tapabocas, la mascarilla o como le queramos llamar a ese pequeño pedazo de tela que ha salvado tantas vidas en todo el mundo.

Es hora también de quitarles la máscara a quienes sólo buscan proteger su posición de poder, minimizar la tragedia y administrar burocrática e insensiblemente el dolor ajeno.

Menos palabras y más hechos. La realidad existe y, por cierto, ya vienen las elecciones del 2021.

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Imagen BBC