En México necesitamos orden y progreso.
Respiremos hondo y evitemos reacciones automáticas.
Adentrémonos en la hondura de lo que implican estas ideas y trascendamos verlas como un lema donde se proyecten filias o fobias ideologizadas.
Lo sé, el concepto de Augusto Comte está manchado en nuestra mente social porque solemos asociarlo al régimen porfirista donde sirvió de fachada para el control y la dictadura. Es por esto que podemos rechazarlo instintivamente sin detenernos a pensar en todo su potencial positivo.
El propósito de este texto es sacarlo del basurero, darle una buena lavada y permitir verlo con otros ojos. Para ello propongo enriquecerlo con adjetivos y finalidades.
La conjunción de orden y progreso es compleja como compleja es la vida y su evolución.
La equilibrada danza entre la estabilidad y el movimiento es la que mejor sirve para construir sociedades, industrias, organizaciones, familias.
El orden, por el orden mismo, solo sirve al statu quo. El progreso, por el progreso mismo, no se detiene en lo que destruye.
El orden, a como dé lugar, es el sueño húmedo de todo autoritario, de la misma manera que el cambio permanente lo es para el subversivo.
No es bueno conservar por conservar ni lo es transformar por transformar.
Tampoco lo es contentarse con destruir el orden establecido y/o negar la aspiración al progreso.
Casi nada positivo podemos esperar de quienes pugnan por el desorden y el regreso, hoy tan de moda en México y el mundo.
Orden y progreso. Aquí es muy importante la “y”, la letra que vincula y une dos conceptos que pudieran verse como contradictorios. Aquí la “y” nos ayuda a concebirlos como complementarios y en convivencia.
Propongo un adjetivo: justo, y una finalidad: para todos.
Aboguemos por la construcción de un orden justo. Nada equilibra más a una sociedad que un verdadero estado de derecho donde todos seamos iguales ante la ley, donde el acceso a la justicia y sus veredictos no se determinen por el poder, las palancas o la riqueza.
Un orden justo que además debe nutrirse de la empatía y la solidaridad, de la entereza para proteger al débil y al diferente, de nuestra capacidad de inclusión y respeto.
Solo con orden se pueden crear las condiciones de estabilidad para detener el auge de los protagonistas del desorden (saboteadores, delincuentes y criminales de todo color de cuellos). Solo con orden las autoridades legítimas pueden ser respetadas y así generar seguridad, confianza, tranquilidad.
Solo con orden se pueden crear las condiciones de certidumbre económica que permitan el crecimiento de las empresas, la creación de más y mejores fuentes de trabajo, la atracción de inversiones y talentos.
En suma, no el orden que defienden las derechas que se atrincheran en privilegios y ventajas inmerecidas, sino un orden en beneficio de todos, que establezca reglas claras y parejas, sin dados cargados hacia “la suerte” de los ganadores de siempre.
Sí al progreso. Pocas, muy pocas son las personas que no quieren mejorar, los científicos que no quieren descubrir, los artistas que no quieren crear, los empresarios que no quieren ganar dinero, los países que no quieren brindar mejores condiciones de vida a sus nacionales.
El progreso no es el problema, puede ser la solución.
Lo será si incluye una finalidad inclusiva. Progreso para todas / todos / todes.
El progreso para todos no es el de la empresa petrolera que contamina cínicamente el medio ambiente o el laboratorio que lucra con el dolor o el especulador financiero que se embolsa millones sin vincularse a la economía real o el vendedor de armas que se enriquece a costa de multiplicar las tragedias en sus calles.
El progreso para todos es el de las grandes construcciones de bienes públicos: salud, educación, seguridad, transporte, agua, cultura, electrificación, alimentación, acceso a internet, carreteras, etc.
El progreso para todos incluye el apoyo e incentivos a las empresas y emprendedores del sector privado, sean del tamaño que sean, lo mismo que el apoyo a la ciencia, el deporte y la cultura.
El progreso para todos no idealiza la pobreza ni menos se contenta con ella.
El progreso para todos no solo acepta, sino que estimula, el deseo de movilidad social, la aspiración profundamente humana para tener cada día mejores condiciones materiales y espirituales.
Entiende que el dinero no es malo y lo que es malo es no tener dinero. Entiende también que no tener sueños, ilusiones, aspiraciones envilece a las personas.
El progreso valioso es el que incorpora esta finalidad incluyente, porque de lo contrario se vengará de sus creadores de la misma manera que un Frankenstein tamaño Godzila.
La cara negativa del progreso existe y la podemos ver en el calentamiento global, la contaminación del agua y el aire, la amenaza nuclear, la adicción a fármacos, la ruptura del tejido social, el resentimiento comprensible y la amarga frustración de millones de olvidados y ninguneados que hoy encienden la hoguera de populismos a diestra y siniestra.
El progreso para todos no excluye. No excluye a la naturaleza, no excluye a ninguna persona, ocupación, género, nivel socioeconómico, raza, cultura o nación; no excluye a las generaciones pasadas (las respeta) ni a las generaciones futuras (protege su hábitat); no excluye a los que piensan y aman diferente, ni a los que tienen otros intereses y puntos de vista.
Ni puro orden -receta para la injusticia-, ni puro progreso -receta para el caos-, lo que necesitamos en México y el mundo es entender que las verdaderas soluciones pasan por admitir y convivir con la complejidad y a partir de ahí realizar el mejor coctel que mezcle orden y progreso.
Orden justo y progreso para todas / todos / todes.
Postdata: La despenalización del aborto traerá consigo orden a los procesos necesarios y progreso para que todas las mujeres puedan decidir con libertad y sin penalizaciones sobre su cuerpo y su futuro.