Estar en radio por fin está palomeado en mi bucket list.
Yo pertenezco a una generación que no veía con buenos ojos no “enforcarse” y elegir SÓLO UNA COSA que hacer en términos profesionales, porque la banda cree que de lo contrario “te mueres de hambre” y yo de hambre sí he estado catatónica, pero porque me gusta hacer muchísimas cosas y afortunadamente, la gran mayoría han sido extremadamente rentables; sola y en equipo, además. Me atormentan todavía muy de vez en cuando las voces de los sabelotodo, diciéndome que o escribes, o eres actriz, o eres modelo, o te pones a escribir/dirigir cortos que nadie va a ver, o pintas y ¿poeta? nememes, todos los adolescentes cursis lo hacen. En eso estábamos cuando me toca otro cambio de 180 grados y me da por hacer un pódcast de experiencias personales y de lo que yo consideraba en 2019 la verdadera pandemia que -para mí- era {y es} un tema grave de salud mental. Nadie hablaba de “eso” porque no conviene que te etiqueten de la loca cuando en realidad yo ya era poseedora de esa magna etiqueta, por pertenecer a un segmento estigmatizado entre la gente “bien”, con la que me tocó convivir por ser nieta de mi abuelo y por Puebla y el pedigrí y todas esas cosas irrelevantes, hasta que rompes la foto de lo que pensaban que eras y ahí sí #VALV.
Y pues ‘ora sí mi loveada raza, que yo soy más de “sólo sé que no sé nada” y termino haciendo lo que me paga y pega la gana.
Diez años de querer hacer radio.
Diez.
Pero el “tú no eres ni conductora de radio ni periodista” como en su momento “¿tú, modelo? Pero ¿por? O ¿actriz? ¿De dónde?
Estaba fácil entrarle si y sólo si hacía un programa de revista dando recetas de mascarillas de aguacate, chismes de la banda famosa (de preferencia perseguida en las redes), publicando tips para estar flaca, o recomendando harto libro de autoayuda. Obvio también tener la habilidad -y el estómago- de caer en lugares comunes con especialistas de ovarios poliquísticos y esas cosas que a nadie le importan, le divierten o le retan el intelecto.
Hablo por mí.
Después de tener el -mega fun– honor de escribir para Animal Político y publicar papers de buyllying en varios periódicos de circulación nacional, yo quería un programa de opinión. No se me antojaba un espacio para marujear, lo cual no sólo me parece loable sino divertido para las personas que gozan del chismecito medio shallow que no suma y los expertos en nutrición, tips de baberos, recetas de felicidad en un segundo o secretitos fuchi de famosos #yougetdapoint.
Porque como decía Margarita Youcenar –lo mejor para las turbulencias del espíritu es aprender– y ESO me importa un chingo; aprender de todo y de todos y para poder dar una opinón de lo que sea debes por lo menos remangarte un poquito y tener idea de lo que hablas. Una postura no se copia ni se imposta ni se inventa. Una opinión se construye a partir de muchas lecturas y también de varios putazos. Es lo único que jamás se malogra. Puedes comenzar a envejecer, tener el 70 % de la cabeza llena de canas (y obvi pintártelas) y morir de la impaciencia para seguir cubriéndolas, puedes echarte unos miligramos de botox en el entrecejo para que parezca que gozas de buen humor 24/7, hacer recomendaciones de cómo emprender el viaje del autoconocimiento, pero tus venas por las noches las escuchas tú, el tic tac del corazón también y depende del día, te da ansiedad o emoción, de que la válvula de titanio va viento en popa. Esta forma de vivir hace que te puedes quedar cada vez con menos amigos y tú hacerle menos acompañamiento a los conocidos, para gozar más de tu espacio privado y tus construcciones espirituales a modo. El dinero entre menos te va preocupando va cayendo más seguido del cielo (y por los aprendizajes de barras de ACCESS cada vez con más Y con total facilidad, gozo y Gloria).
TAMBIÉN PUEDES caer en las garras de monstruos peligrosos e invisibles para la banda -y no hablar de lo que VERDADERAMENTE importa- pero que en realidad es lo único que sí y ver a diario entrar hasta por las coladeras una bola de gente que se dedica a tratar de joderte la calma y ver pisoteado el honor de la Patria y sus convenencieros, esos que siempre te sonríen y te abrazan, te someten a tres o cuatro minutos de small talk, tragándose el cuento de que eres menos inteligente de lo que parece y que los tienen o trepando la larga escalera social descalzos y/o bien aburridos con pláticas efímeras en viajecitos (con farmacia completa incluída). Como si una no supiera a lo que huele el lavado de dinero y la traición en México. Como si los amigos y los vecinos y los familiares jamás hubieran traicionado a los hermanos del alma. Como si las políticas públicas funcionaran como reloj y el estado de derecho fuera un refugio a prueba de balas en el que los muertos y los desaparecidos estuvieran presentes en alguna joya arquitectónica gozando de una elipsis perfecta con vinos y charla que los tienen divertidos y ocupados y todos los “casualties of war” fueran construcciones y mentiras del imaginario colectivo. Como si todo el tejido social no oliera a vómitos y excremento.
Cuando puedes ver la realidad exactamente como es, sólo queda seguir aprendiendo a sobrevivir y opinar de la mano de los que pueden cambiar las cosas -tanto a nivel micro como macro- con su libros y sus quehaceres y sus dudas y sus cuestionamientos que nos dejan reflexiones de las que ya ni Netflix nos puede llegar a distraer. Hay que opinar desde la información para que el algoritmo mental deje de conformarse con tips y nos den ganas de hacer más, de ser mejores, de apalabrarnos con los inteligentes que nos meten en camisa de once varas. Por esto y mucho más Martha Cristiana Al Aire es -en esta nueva etapa- un espacio de opinión y no un programa de revista, en el que no tenemos partido ni bandera política que no sea la construcción de una conversación abierta y un espacio de inclusión para abrir conversaciones que nos sumen a todos y construyamos narrativas más inteligentes que nos acerquen cada día más con el único objetivo de sumar y de aprender de la mano de Manuelón Flores, biólogo, florista y hermanos de vida y de nuestro director, curador y productor de nuestra plataforma de información y contenido transversal y multimedia que incluyen conferencias, cenas petit con personajes y eclecticismos sabrosos, venues con eventos brutales. Contenido en YouTube de un proyecto que se está cocinando a fuego lento en ollas de cobre por los mejores de la industria y un pódcast con gente elegida en la verdulería más variada y exótica de la vida.
Estamos en el 105.3 de la FM en streaming por lanuevaradio.com.mx, donde tendremos de fijo a gente que admiramos y respetamos por ser agentes de cambio y locos de la guerra que se la siguen rifando del mismo modo que lo seguiremos haciendo nosotros.
Nos escuchamos pues de lunes a viernes de 10.30 a 11.30 en vivo por lo pronto, en lo que parimos al resto de los chamacos.
Fue concebida como parte de un programa del gobierno para construir nuevas prisiones entre 1968 y 1978.
Ovidio Guzmán, uno de los hijos del narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue extraditado el 18 de septiembre a Estados Unidos y desde entonces está arrestado en una cárcel de Chicago.
Apodado el “Triángulo de Hierro”, el Centro Correccional Metropolitano es un rascacielos de 28 pisos ubicado en el centro de la ciudad estadounidense, un imponente edificio triangular de hormigón diseñado por el arquitecto Harry Weese e inaugurado en 1975.
El edificio tiene pequeñas rendijas verticales de 13 de ancho por 2,30 metros de alto que funcionan como ventanas irregulares hacia el exterior y que conforman una especie de monolito perforado.
Las ventanas, así diseñadas para evitar fugas, no tienen rejas, como es habitual en las cárceles.
En su momento costó US$10,2 millones, según el periódico local Chicago Tribune, cifra que hoy equivaldría a casi US$60 millones.
Esta cárcel fue concebida como parte de un programa del gobierno para construir nuevas prisiones entre 1968 y 1978, y suponía un modelo de centro de detención diferente para aquellos que están aguardando su juicio o que han recibido una condena breve.
Cuando se inauguró, William Nelson, su primer director, dijo: “Este edificio es completamente seguro, pero fue construido de manera eficiente y teniendo en cuenta la dignidad humana“.
El entonces juez James B. Parsons del Tribunal de Distrito de Estados Unidos lo describió como “lujoso”.
“No hay rejas”, dijo. “Las puertas se abren y cierran libremente. Los pisos están alfombrados. La comida es muy buena y las instalaciones recreativas son excelentes”, afirmó, según recogió el Chicago Tribune en un artículo publicado en 1995.
Al menos en aquel momento, los presos podían ir al patio -ubicado en la azotea- solo dos veces a la semana porque permitían estar 20 personas al mismo tiempo como máximo.
El patio está totalmente cubierto por un alambrado, para evitar que lleguen helicópteros a llevarse a alguno de los presos.
Allí se puede jugar al baloncesto, vóleibol o hacer ejercicio.
También podían visitar la biblioteca, la videoteca y la capilla tres veces por semana.
Algunas medidas de seguridad se han añadido después de su inauguración, ya que hubo episodios de fuga.
Por ejemplo, en diciembre de 2012 dos presos se escaparon desde el piso 17 haciendo un boquete en la pared y arrojando una cuerda tejida a partir de sábanas e hilo dental y sujetada de las literas de la celda.
De acuerdo al registro público de la Oficina Federal de Prisiones, que administra este centro, Ovidio Guzmán López, de 33 años, es uno de los 486 hombres y mujeres allí recluidos.
Originalmente había sido construido para albergar a 400 presos.
Desde el arresto de “El Chapo” Guzmán en 2016 y su posterior extradición a Estados Unidos, cuatro de sus hijos, conocidos como Los Chapitos, supuestamente asumieron roles protagónicos en el cartel.
Los agentes de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) dicen que el cártel de Sinaloa es la fuente de gran parte del fentanilo ilícito que se introduce de contrabando en Estados Unidos.
Según la jefa de la DEA, Anne Milgram, “Los Chapitos fueron pioneros en la fabricación y el tráfico de la droga más mortífera que nuestro país haya enfrentado jamás”.
Después de que su padre fuera condenado en EE.UU. a cadena perpetua en 2019, Ovidio Guzmán, alias el Ratón, era considerado uno de los líderes del cartel de Sinaloa y fue acusado por Washington de conspiración para distribuir drogas para ser importadas a EE.UU.
En su primera comparecencia ante un juez en Chicago el 5 de septiembre, Guzmán se declaró no culpable de los cargos que enfrenta por narcotráfico.
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