Es el 14 de abril de 1976 y dentro de la agencia Gayosso de Félix Cuevas se está llevando a cabo el funeral de José Revueltas. Hacia el atardecer, el entonces presidente José López Portillo se aparece con su comitiva en la agencia. No es el velorio de Revueltas lo que lo lleva por aquellos rumbos de la ciudad, sino dar el pésame a los familiares de Sara Ornelas — lideresa del sindicato de vendedores de billetes de lotería y además candidata a diputada por el PRI, asesinada esa misma mañana—, quienes se encuentran justo en otra capilla del mismo lugar. Al salir, alguien informa al presidente sobre el velatorio del escritor y para allá arranca la comitiva presidencial que al llegar se topa con que no hay en el lugar ni Pepe Revueltas ni ataúd. “Se lo llevaron los muchachos para hacerle un homenaje en Ciudad Universitaria”, dijo un empleado. “Pues ah, qué pinches muchachos”, dicen que dijo alguien antes de emprender la marcha de regreso.
A la tarde siguiente, planeado ahora sí con toda anticipación, se inicia el proceso del entierro. Empleados meten la caja a la carroza cuando un grupo de estudiantes se dirige a Emma Barrón, viuda del autor de “Los muros de agua” y “El apando” (entre las más célebres), para pedirle autorización de llevar el ataúd sobre los hombros: “El panteón no está lejos. Podemos”. Emma duda, pero al cabo accede. Seis jóvenes tiran del féretro “y cuando todo el peso estuvo en sus manos, se les vino abajo. Inclinados, ayudándose con muslos y rodillas, lograron apenas evitar la caída. Ya veíamos los espectadores el ataúd golpeando el piso, abriéndose y dejando salir el cuerpo afiladito que rodaba y rodaba por el concreto del estacionamiento. Quedó el asunto en visión imaginativa porque los muchachos lograron soportar la caja y devolverla a la carroza”.
La cita y el testimonio pertenecen a Gerardo de la Torre, obrero empeñoso, escritor destacado y figura singularísima de nuestra cultura que entre su abundante legado (falleció recién el año pasado) dejó “Instantes”, un estupendo libro de traza autobiográfica en que el autor recrea momentos destacados, compartidos a lo largo de su existencia con figuras igual de imprescindibles que él para la historia cultural del país.
De la sabrosísima anécdota con que abre el volumen —que no para ahí, pues posterior a lo narrado el entierro de Revueltas dio para más instantáneas memorables— a viñetas perdurables vividas en el taller literario de Juan José Arreola, pasando por referencias a Carlos Islas (notable escritor fallecido prematuramente debido al cáncer que le hizo merecedor de la “beca del Seguro Social” que el libro refiere), a Monsiváis, el actor Claudio Obregón, la China Mendoza, Elena Poniatowska y hasta Fantomas, el libro constituye un retrato colorido del país que fuimos durante la segunda mitad del siglo XX.
Argamasa testimonial construida a base, sobre todo, de buen humor y fe en la sencilla trascendencia de los minutos vividos, “Instantes” es una de esas lecturas a las que agradecer su vocación por convertirse en cápsulas atemporales, testigos del mundo.
Gerardo de la Torre. “Instantes”. 2022, Colección Popular, Fondo de Cultura Económica.
La supuesta red de trata de personas reclutaba gente en Cuba para que lucharan junto a las tropas rusas en la guerra de Ucrania.
La desarticulación de una red que traficaba con cubanos para que lucharan con el ejército ruso en Ucrania se ha saldado, por el momento, con la detención de 17 personas en la isla, según han informado medios oficiales.
La red prometía empleo y un sueldo sustancial en Rusia a los reclutados.
Dos jóvenes denunciaron la semana pasada haber viajado engañados, pensando que iban a trabajar en la construcción.
De los arrestados, hasta el momento, tres eran miembros del esquema de reclutamiento dentro de la isla, que era dirigido desde el exterior, según señalaron especialistas de la Dirección General de Investigación Criminal del Ministerio del Interior al diario digital “Cuba Debate”.
Los otros 14 aseguraron haberse sumado de forma voluntaria a la operación, a cambio de obtener la residencia en Rusia y de una importante remuneración económica.
Sus confesiones, además de la intervención de las comunicaciones de la cabecilla del grupo a nivel interno con el resto de implicados, han permitido a los investigadores conocer cómo operaba el grupo y recabar, según el medio oficial, las pruebas penales contra los detenidos.
Al parecer, los reclutadores buscaban especialmente personas que tuvieran antecedentes penales o que pertenecieran a familias disfuncionales.
La red también buscaba mercenarios entre los cubanos radicados en Rusia, donde existe una creciente comunidad. Debido a que Moscú no exige visado a los nacionales de Cuba, se calcula que, solo en 2019, 28.000 cubanos ingresaron en Rusia, aunque no está claro cuántos decidieron quedarse.
Por el momento se desconoce los delitos de los que se acusa a los 17 detenidos, aunque según “Cuba Debate”, el marco legislativo cubano establece sanciones severas para delitos como la trata, el tráfico y el mercenarismo.
Cuba, aliada de Moscú, no ha ocultado su apoyo político a Rusia en su guerra en Ucrania, según analiza Pascal Fletcher, de BBC Monitoring. Rusia es un importante socio comercial para la isla y, desde el inicio de la invasión, los medios oficialistas y el ejecutivo han defendido el relato ruso del conflicto.
Varios medios en Miami, donde se encuentra gran parte del exilio cubano, habían informado de la presencia de mercenarios cubanos que luchaban en Ucrania en las filas rusas, y el pasado mayo se conoció que varios cubanos residentes en Rusia se habían inscrito en el ejército de ese país, según desveló el portal de noticias ruso “Ryazan Gazette”.
De acuerdo con el medio ruso, los cubanos iban a recibir un pago único de cerca de US$5.000.
Según explica Fletcher, el gobierno de Cuba prefiere utilizar el término “mercenarios” para condenar a los disidentes internos y a los activistas antigubernamentales que, según afirma, están financiados por el gobierno de Estados Unidos, “por lo que escuchar a los medios cubanos en el exilio acusar a Rusia de utilizar a los cubanos como ‘mercenarios’ y ‘carne de cañón’ en Ucrania es un anatema para las autoridades cubanas”.
En un comunicado, el gobierno de La Habana ha querido dejar claro que “Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania”, y que “está actuando y actuará de manera enérgica contra quien, desde el territorio nacional, participe en cualquier forma de trata de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos hagan uso de las armas contra cualquier país”.
El pasado 1 de septiembre, dos jóvenes cubanos, Andorf Velázquez García y Alex Vegas Díaz, denunciaron en redes sociales que fueron llevados a Rusia mediante engaños.
Ambos jóvenes aseguraron que habían sido llevados desde Cuba hasta Rusia con la promesa de trabajar como albañiles de construcción, pero una vez allá fueron llevados a las zonas de reclutamiento militar.
“Nos hicieron firmar unos documentos y nos prometieron un sueldo y comida a cambio de un trabajo, pero la verdad es que nos están llevando a trabajar en la zona de guerra”, dijo Velázquez a la cadena de televisión América TeVe.
Apenas cuatro días después, el gobierno de Cuba anunciaba la desmantelación de una banda de tráfico de personas “que opera desde Rusia para incorporar a ciudadanos cubanos allí radicados, e incluso algunos procedentes de Cuba, a las fuerzas militares que participan en operaciones bélicas en Ucrania”, según comunicó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
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