“—Díganos, mujer-serpiente, ¿por qué se encuentra en tan lamentable condición?— (…) Y la respuesta que nos hacía temblar:
—Por desobedecer a mis padres”.
Antes que el Vampiro de la colonia Roma, antes del final que con un beso sella “Chin Chin el Teporocho”, antes incluso que los “Ojos que da pánico soñar” de José Joaquín Blanco o de sus “Púberes canéforas” estuvo Darío Galicia, Poeta con mayúsculas, precursor del discurso de amor y libertad que hoy es parte de todas las agendas y de la vida del país y ciudadano brillante, llamado a recibir las glorias y el aplauso del gran público y a quien un destino muy triste y oscuro sacó del camino del éxito literario para llevarlo hacia el de la desgracia.
nuestro amor es una fábula
una película que nadie quiere
filmar
dos muchachos
dos cuerpos desnudos en la hierba:
y aire haciendo vibrar
ondas de colores
nuestro amor es una historia
prohibida
y aún así tú y yo
nos besamos en reforma
y en la universidad
ocultos en las sombras
y también cuando
no resistimos
el brillo y la atracción
de nuestros labios
la fuerza de cuatro piernas
y esta honda ternura
y la necesidad de
amarnos
frente a la luz del día
simplemente como dos hombres
que se aman
(“Fábula de amor”, Darío Galicia).
Nada sabía de Galicia hasta que Ana Clavel me contó sobre él y sobre el libro que preparaba acerca del poeta. Ahora el libro existe y se llama “Por desobedecer a sus padres”, recuento y testimonio del desastrado paso por la vida de un personaje genial. La escena de su época (principios de los setenta, cuando el movimiento poético de los infrarrealistas, rebautizados por Carlos Monsiváis como “los inframentales”) se enriqueció con su presencia, más allá de que Galicia se mostrara receloso hacia ella. Dos libros dejó el poeta y luego, el humo, la desaparición… “Por desobedecer a sus padres” es también la investigación de Ana Clavel, quien muestra al lector una serie de caminos que, al final, alejaron para siempre a Darío Galicia de la creación: ya sea porque efectivamente le haya sido practicada la lobotomía a la que sus padres lo sometieron, se dice, para quitarle “lo puto y lo poeta”, ya sea porque en realidad lo que le pasó fueron un par de aneurismas que estallaron dentro de su cerebro dañándolo irremisiblemente o quizá incluso, alguna otra cosa que también la autora deja entrever dentro de la novela, el hecho es que “luego de lo que le sucedió” el poeta nunca volvió a ser el mismo y se fue apagando, tal como el foco fundido que alguna vez, ya inmerso en una terrible condición de indigencia, trató de vender a un librero Darío Galicia, quien cuando joven pintaba para convertirse en célebre poeta.
Una capa más reserva al lector el libro de Ana y esa es la que concierne al azar y a una especie de delirio a lo Lewis Carroll que impregna la trama: a lo largo del tiempo que le llevó construir la novela, la autora se encontró en repetidas ocasiones con el rastro de Galicia, o con guiños de la fortuna que indefectiblemente la llevaron frente a él y frente a las pistas mediante las cuales fue posible reconstruir algo del pasado brillante de su personaje. Una suerte de espejo desde el que brinca enloquecida una liebre de marzo es también materia que sustenta el trabajo y lo convierte en un relato fascinante.
Nunca sabremos qué hubiera sido de Darío Galicia si la trepanación, la lobotomía, un par de aneurismas o un extraño ribete del destino no se hubieran cruzado con él. Lo que sí tenemos como un hecho tangible es que “Por desobedecer a sus padres” representa el más digno homenaje que rendirle a su memoria, hoy que la libertad que el ejerció contra todos los dictámenes sociales y religiosos gana terreno cada día, haciendo victoriosa su vida y más brillante aún su poesía.
La supuesta red de trata de personas reclutaba gente en Cuba para que lucharan junto a las tropas rusas en la guerra de Ucrania.
La desarticulación de una red que traficaba con cubanos para que lucharan con el ejército ruso en Ucrania se ha saldado, por el momento, con la detención de 17 personas en la isla, según han informado medios oficiales.
La red prometía empleo y un sueldo sustancial en Rusia a los reclutados.
Dos jóvenes denunciaron la semana pasada haber viajado engañados, pensando que iban a trabajar en la construcción.
De los arrestados, hasta el momento, tres eran miembros del esquema de reclutamiento dentro de la isla, que era dirigido desde el exterior, según señalaron especialistas de la Dirección General de Investigación Criminal del Ministerio del Interior al diario digital “Cuba Debate”.
Los otros 14 aseguraron haberse sumado de forma voluntaria a la operación, a cambio de obtener la residencia en Rusia y de una importante remuneración económica.
Sus confesiones, además de la intervención de las comunicaciones de la cabecilla del grupo a nivel interno con el resto de implicados, han permitido a los investigadores conocer cómo operaba el grupo y recabar, según el medio oficial, las pruebas penales contra los detenidos.
Al parecer, los reclutadores buscaban especialmente personas que tuvieran antecedentes penales o que pertenecieran a familias disfuncionales.
La red también buscaba mercenarios entre los cubanos radicados en Rusia, donde existe una creciente comunidad. Debido a que Moscú no exige visado a los nacionales de Cuba, se calcula que, solo en 2019, 28.000 cubanos ingresaron en Rusia, aunque no está claro cuántos decidieron quedarse.
Por el momento se desconoce los delitos de los que se acusa a los 17 detenidos, aunque según “Cuba Debate”, el marco legislativo cubano establece sanciones severas para delitos como la trata, el tráfico y el mercenarismo.
Cuba, aliada de Moscú, no ha ocultado su apoyo político a Rusia en su guerra en Ucrania, según analiza Pascal Fletcher, de BBC Monitoring. Rusia es un importante socio comercial para la isla y, desde el inicio de la invasión, los medios oficialistas y el ejecutivo han defendido el relato ruso del conflicto.
Varios medios en Miami, donde se encuentra gran parte del exilio cubano, habían informado de la presencia de mercenarios cubanos que luchaban en Ucrania en las filas rusas, y el pasado mayo se conoció que varios cubanos residentes en Rusia se habían inscrito en el ejército de ese país, según desveló el portal de noticias ruso “Ryazan Gazette”.
De acuerdo con el medio ruso, los cubanos iban a recibir un pago único de cerca de US$5.000.
Según explica Fletcher, el gobierno de Cuba prefiere utilizar el término “mercenarios” para condenar a los disidentes internos y a los activistas antigubernamentales que, según afirma, están financiados por el gobierno de Estados Unidos, “por lo que escuchar a los medios cubanos en el exilio acusar a Rusia de utilizar a los cubanos como ‘mercenarios’ y ‘carne de cañón’ en Ucrania es un anatema para las autoridades cubanas”.
En un comunicado, el gobierno de La Habana ha querido dejar claro que “Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania”, y que “está actuando y actuará de manera enérgica contra quien, desde el territorio nacional, participe en cualquier forma de trata de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos hagan uso de las armas contra cualquier país”.
El pasado 1 de septiembre, dos jóvenes cubanos, Andorf Velázquez García y Alex Vegas Díaz, denunciaron en redes sociales que fueron llevados a Rusia mediante engaños.
Ambos jóvenes aseguraron que habían sido llevados desde Cuba hasta Rusia con la promesa de trabajar como albañiles de construcción, pero una vez allá fueron llevados a las zonas de reclutamiento militar.
“Nos hicieron firmar unos documentos y nos prometieron un sueldo y comida a cambio de un trabajo, pero la verdad es que nos están llevando a trabajar en la zona de guerra”, dijo Velázquez a la cadena de televisión América TeVe.
Apenas cuatro días después, el gobierno de Cuba anunciaba la desmantelación de una banda de tráfico de personas “que opera desde Rusia para incorporar a ciudadanos cubanos allí radicados, e incluso algunos procedentes de Cuba, a las fuerzas militares que participan en operaciones bélicas en Ucrania”, según comunicó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
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