Después de 20 años de negociaciones entre más de cien países, finalmente se adoptó el Tratado de Alta Mar. Este pacto busca la conservación y el uso sustentable de la diversidad biológica en alta mar. Sin duda es un gran avance para el cuidado de los océanos, pero su implementación justa e incluyente es un reto que no podremos ignorar.
Un aspecto fundamental de este Tratado es que establece la posibilidad de crear Áreas Marinas Protegidas en alta mar u otras figuras que abonen a la protección y conservación de esta zona que no es de nadie, pero nos interesa a todas y todos.
En alta mar se llevan a cabo actividades como el transporte de mercancías y la pesca, por lo que cualquier decisión que se tome sobre esta área tendrá efectos sobre comunidades que dependen del mar y sus recursos en distintas naciones.
La creación de Áreas Marinas Protegidas en alta mar tendrá grandes retos, uno de ellos será la participación de las comunidades que viven o dependen de los océanos ya sea para obtener alimento, por ser su territorio, fuente de empleo y forma de vida.
Será fundamental que existan mecanismos para que las personas que dependen del mar participen en la creación e implementación de cualquier medida de protección en alta mar. Actualmente, solo el 8.2 % del territorio marino a nivel mundial se encuentra protegido, según Marine Protection Atlas. Con este nuevo acuerdo podremos sumar a la alta mar al objetivo global de proteger el 30 % de los océanos para el año 2030.
La alta mar representa casi dos terceras partes de la superficie del océano, es el hogar de un gran número de especies marinas, algunas de las cuales migran hacia aguas donde los países tienen jurisdicción. Es importante tomar en cuenta que los ecosistemas se encuentran interconectados y lo que suceda en una porción del mar puede tener efectos en otra zona.
Aunque el Tratado de Alta Mar contempla la colaboración y consulta a actores interesados para la creación de Áreas Marinas Protegidas, esto no es suficiente. Debemos asegurarnos de que las posturas, recomendaciones y posiciones de las personas que viven del mar sean tomadas en cuenta e incorporadas en la toma de decisiones.
El periodo para que los países ratifiquen este Tratado pronto empezará. Esperamos que México confirme su adhesión, pero sobre todo asegure que las comunidades costeras que dependen del mar tengan un rol primordial en la toma de decisiones y garantizar que actividades como la pesca perduren.
* Mariana Aziz es directora de Transparencia de Oceana (@OceanaMexico).
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La supuesta red de trata de personas reclutaba gente en Cuba para que lucharan junto a las tropas rusas en la guerra de Ucrania.
La desarticulación de una red que traficaba con cubanos para que lucharan con el ejército ruso en Ucrania se ha saldado, por el momento, con la detención de 17 personas en la isla, según han informado medios oficiales.
La red prometía empleo y un sueldo sustancial en Rusia a los reclutados.
Dos jóvenes denunciaron la semana pasada haber viajado engañados, pensando que iban a trabajar en la construcción.
De los arrestados, hasta el momento, tres eran miembros del esquema de reclutamiento dentro de la isla, que era dirigido desde el exterior, según señalaron especialistas de la Dirección General de Investigación Criminal del Ministerio del Interior al diario digital “Cuba Debate”.
Los otros 14 aseguraron haberse sumado de forma voluntaria a la operación, a cambio de obtener la residencia en Rusia y de una importante remuneración económica.
Sus confesiones, además de la intervención de las comunicaciones de la cabecilla del grupo a nivel interno con el resto de implicados, han permitido a los investigadores conocer cómo operaba el grupo y recabar, según el medio oficial, las pruebas penales contra los detenidos.
Al parecer, los reclutadores buscaban especialmente personas que tuvieran antecedentes penales o que pertenecieran a familias disfuncionales.
La red también buscaba mercenarios entre los cubanos radicados en Rusia, donde existe una creciente comunidad. Debido a que Moscú no exige visado a los nacionales de Cuba, se calcula que, solo en 2019, 28.000 cubanos ingresaron en Rusia, aunque no está claro cuántos decidieron quedarse.
Por el momento se desconoce los delitos de los que se acusa a los 17 detenidos, aunque según “Cuba Debate”, el marco legislativo cubano establece sanciones severas para delitos como la trata, el tráfico y el mercenarismo.
Cuba, aliada de Moscú, no ha ocultado su apoyo político a Rusia en su guerra en Ucrania, según analiza Pascal Fletcher, de BBC Monitoring. Rusia es un importante socio comercial para la isla y, desde el inicio de la invasión, los medios oficialistas y el ejecutivo han defendido el relato ruso del conflicto.
Varios medios en Miami, donde se encuentra gran parte del exilio cubano, habían informado de la presencia de mercenarios cubanos que luchaban en Ucrania en las filas rusas, y el pasado mayo se conoció que varios cubanos residentes en Rusia se habían inscrito en el ejército de ese país, según desveló el portal de noticias ruso “Ryazan Gazette”.
De acuerdo con el medio ruso, los cubanos iban a recibir un pago único de cerca de US$5.000.
Según explica Fletcher, el gobierno de Cuba prefiere utilizar el término “mercenarios” para condenar a los disidentes internos y a los activistas antigubernamentales que, según afirma, están financiados por el gobierno de Estados Unidos, “por lo que escuchar a los medios cubanos en el exilio acusar a Rusia de utilizar a los cubanos como ‘mercenarios’ y ‘carne de cañón’ en Ucrania es un anatema para las autoridades cubanas”.
En un comunicado, el gobierno de La Habana ha querido dejar claro que “Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania”, y que “está actuando y actuará de manera enérgica contra quien, desde el territorio nacional, participe en cualquier forma de trata de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos hagan uso de las armas contra cualquier país”.
El pasado 1 de septiembre, dos jóvenes cubanos, Andorf Velázquez García y Alex Vegas Díaz, denunciaron en redes sociales que fueron llevados a Rusia mediante engaños.
Ambos jóvenes aseguraron que habían sido llevados desde Cuba hasta Rusia con la promesa de trabajar como albañiles de construcción, pero una vez allá fueron llevados a las zonas de reclutamiento militar.
“Nos hicieron firmar unos documentos y nos prometieron un sueldo y comida a cambio de un trabajo, pero la verdad es que nos están llevando a trabajar en la zona de guerra”, dijo Velázquez a la cadena de televisión América TeVe.
Apenas cuatro días después, el gobierno de Cuba anunciaba la desmantelación de una banda de tráfico de personas “que opera desde Rusia para incorporar a ciudadanos cubanos allí radicados, e incluso algunos procedentes de Cuba, a las fuerzas militares que participan en operaciones bélicas en Ucrania”, según comunicó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
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