El 7 de septiembre dio inicio el Proceso Electoral Federal en México; para ello el Consejo General del INE se reunió en pleno para la apertura oficial de los trabajos para las elecciones de 2024. La conducción de la elección estará a cargo de la nueva presidenta, designada en abril de este año; de su perfil destaca experiencia en elecciones locales como consejera presidenta del Instituto Estatal Electoral de Sonora. Sin embargo, las elecciones del siguiente año pueden representar un reto.
La nueva conformación del Consejo General ha cambiado los equilibrios que se habían observador durante los últimos años. Esto se vio claramente en la sesión de arranque del proceso electoral en la que la discusión se tornó álgida e incluso subida de tono al abordar la conformación de las comisiones de trabajo por parte de consejeros y consejeras del INE. La controversia fue especialmente respecto de las presidencias de las comisiones, pues no había acuerdo de todas y todos los integrantes respecto a quienes debían presidir las comisiones.
Gran parte del trabajo en el INE se procesa primero a través de las comisiones, lo que las convierte en el escalón previo al Consejo General. Para los trabajos permanentes del Instituto existen comisiones permanentes, pero para los procesos electorales se integran comisiones temporales.
Las comisiones permanentes existentes son: Capacitación Electoral y Educación Cívica; Organización Electoral; Prerrogativas y Partidos Políticos, y Comité de Radio y Televisión; Servicio Profesional Electoral Nacional; Registro Federal de Electores; Igualdad de Género y No Discriminación; Quejas y Denuncias; Fiscalización, y Vinculación con Organismos Públicos Locales (OPLE). Las comisiones temporales para este proceso son: Capacitación y Organización Electoral; Debates; y Voto de las y los Mexicanos Residentes en el Extranjero.
La importancia de las comisiones radica en que muchas decisiones trascendentes para los partidos políticos y sus candidaturas se toman en estos espacios, por lo que de ahí se busca que consejeros y consejeros adopten medidas en un sentido u otro. Además, muchos criterios adoptados no solo por el INE sino para otras autoridades derivan de criterios adoptados en dichas comisiones.
Como resultado de horas de discusión, así quedó la integración de algunas de las comisiones más relevantes: Prerrogativas y partidos: Uuc-kib Espadas (consejero presidente), Dania Ravel, Norma de la Cruz, Carla Humphrey, Arturo Castillo. Quejas y denuncias: Claudia Zavala (consejera presidenta), Rita Bell López, Arturo Castillo. Fiscalización: Jorge Montaño (consejero presidente), Jaime Rivera, Uuc-kib Espadas, Carla Humphrey, Dania Ravel. Vinculación con OPLE: Dania Ravel (consejera presidenta), Norma de la Cruz, Martin Faz, Jorge Montaño.
Las divisiones dentro del INE no son nuevas. Durante los últimos meses se han dado diversos desacuerdos; lograr votaciones calificadas ha sido complejo con esta nueva conformación del Consejo General. Es por ello que preocupa el modo en que se generó la discusión en torno a las comisiones y la actitud mostrada por algunos de los integrantes del Consejo General, pues especialmente en una elección en la que todos los días quienes aspiran a una candidatura retan a la autoridad y en la que el arbitraje de esta será determinante en los resultados de la elección, necesitamos que el INE muestre no solo unidad y cohesión entre sus integrantes, sino también fortaleza y firmeza en sus decisiones.
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Las muestras del asteroide Bennu que recolectó la sonda Osiris-Rex podrían dar indicios sobre cómo se inició la vida en la Tierra.
Este domingo, la cápsula Osiris-Rex de la Nasa atravesó la atmósfera de la Tierra a unas 15 veces la velocidad de la bala de un rifle.
A esas velocidades, se convirtió en una bola de fuego en el cielo, pero un escudo contra el calor y un paracaídas frenaron el descenso, convirtiéndolo en un suave aterrizaje en el desierto de Utah, en EE.UU.
La cápsula trae un cargamento precioso: un puñado de polvo recolectado del asteroide Bennu, una roca espacial del tamaño de una montaña que puede darnos información clave para responder a una de las preguntas más profundas para los humanos: ¿de dónde venimos?
“Cuando tengamos los 250 g del asteroide Bennu, estaremos viendo material que existía antes que existiera nuestro planeta, incluso algunos granos podrían ser más viejos que nuestro sistema solar”, dice el profesor Dante Lauretta, investigador principal de la misión.
“Estamos tratando de rastrear nuestros inicios. ¿Cómo se formó la Tierra y por qué es un lugar habitable? ¿De dónde viene toda el agua de nuestros océanos? ¿de dónde viene todo el aire que existe en nuestra atmósfera? Y de manera más importante, ¿cuál es la fuente de todas las moléculas orgánicas que componen la vida en la Tierra?”.
La creencia que prevalece es que muchos de los componentes clave para la vida llegaron a nuestro planeta durante una época muy temprana de la historia de la Tierra en una lluvia de meteoritos, muchos de ellos a lo mejor parecidos a Bennu.
La travesía para conseguir los fragmentos de Bennu comenzó en 2016, cuando la NASA lanzó la nave Osiris Rex hacia el objeto de 500 metros de diámetro.
Le tomaría dos años en llegar al cuerpo rocoso y otros dos años más se dedicaron a cartografiarlo, antes de que el equipo de la misión pudiera identificar con confianza un lugar en la superficie de la piedra espacial en el que recoger una muestra de “tierra”.
Alguien clave a la hora de tomar esa decisión fue la leyenda británica del rock y astrofísico Brian May. El guitarrista de Queen es un experto en mapeo de imágenes estéreo.
Tiene la habilidad de alinear dos imágenes con diferentes ángulos de un mismo objeto para dar un sentido de perspectiva, formando una escena 3D. Él y su colaboradora Claudia Manzoni hicieron esto para elaborar la lista final de lugares en Bennu en los que recoger muestras. Ellos definieron los lugares más seguros para el acercamiento.
El momento de la captura de la muestra, el 20 de octubre de 2020, fue increíble.
Osiris Rex descendió hasta el asteroide, sosteniendo su mecanismo de agarre al final de un palo de 3 metros de longitud.
La idea era darle un golpe a la superficie de la roca y, al mismo tiempo, soltar un soplido de gas de nitrógeno para levantar polvo. Pero lo que ocurrió después fue un shock.
Cuando el mecanismo hizo contacto, la superficie se partió como un fluido. Para cuando el gas se disparó, el disco ya estaba 10 cm por debajo. La presión del nitrógeno abrió un agujero de 8 mts de diámetro. El material voló por todos lados, pero lo importante es que parte cayó en la cámara de recolección.
Así que aquí estamos. Osiris-Rex entregó la muestra del asteroide Bennu al final de lo que ha sido un viaje de ida y vuelta de siete años y de 7 mil millones de kilómetros.
La cámara será llevada al Centro Espacial Johnson, en Texas, donde se ha construido un cuarto especial dedicado al análisis de las muestras.
El doctor Ashley King del Museo de Historia Natural (NHM) de Londres, será uno de los primeros en poner sus guantes sobre el material. Forma parte del equipo “mirada rápida”, que será el que haga el análisis inicial.
“Traer muestras de un asteroide no es algo que hagamos muy a menudo. Así que quieres hacer esas mediciones iniciales y quieres hacerlas muy bien”, dice. “Es muy emocionante”.
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La Nasa ve al asteroide Bennu como la roca más peligrosa del sistema solar. Su trayectoria en el espacio hace que sea el asteroide con mayores probabilidades de impactar a la Tierra del que se tenga conocimiento.
Pero no hay que asustarse, las probabilidades son muy bajas, parecidas a que lances una moneda al aire y te salga cara once veces seguidas. Y un impacto no ocurriría el próximo siglo.
Bennu seguramente tenga agua, y bastante: al menos el 10% de su peso, y toda en sus minerales. Los científicos intentarán ver si las proporciones de los distintos tipos de átomos de hidrógeno en esta agua es parecida a la de los océanos de la Tierra.
Si, como creen algunos expertos, la Tierra temprana estaba tan caliente que perdió gran parte de su agua, el encontrar una coincidencia de H2O en Bennu podría impulsar la idea de que un bombardeo posterior de asteroides tuvo gran relevancia en darles volumen a nuestros océanos.
También es posible que Bennu contenga entre 5% y 10% de su peso en carbono. Aquí radica gran parte del interés. Como sabemos, nuestro planeta se basa en la química orgánica. Al igual que el agua, ¿habrán llegado las moléculas desde el espacio para que empezara la biología en la joven Tierra?
“Uno de los primeros análisis que se les harán a las muestras incluirá hacer un inventario de todas las moléculas basadas en carbono que contenga”, dice la profesora Sara Russell.
“Sabemos, a través de estudiar meteoritos, que los asteroides probablemente contienen distintas moléculas orgánicas. Pero en los meteoritos, muchas veces están bastante contaminadas, así que estas muestras nos dan una oportunidad de descubrir realmente cuáles son los componentes orgánicos prístinos de Bennu”.
El profesor Lauretta agrega: “De hecho, nunca hemos buscado en los meteoritos los aminoácidos de las proteínas por este problema de la contaminación. Así que creemos que realmente vamos a avanzar en nuestro entendimiento de lo que llamamos la ‘hipótesis de entrega exógena’, la idea que estos asteroides fueron la fuente de los bloques fundacionales de la vida”.
Reportería adicional de Rebecca Morelle, Alison Francis y Kevin Church
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