Desde el discurso gubernamental escuchamos continuamente que se está pacificando el país, que se están atendiendo las causas de la violencia, que ya no existen violaciones a los derechos humanos y que las Fuerzas Armadas cumplen su labor de salvaguardar a la población. Desafortunadamente nada de esto parece que está ocurriendo, o bien, aparentemente las autoridades viven en un multiverso alterno.
Hace algunos días, el Instituto para la Economía y la Paz (IEP) publicó el informe “Índice de Paz México 2023” (IPM), en el cual se identificaron y midieron algunos factores que pueden impulsar la paz en un territorio. Los indicadores que fueron utilizados para medir la paz son: homicidio, delitos con violencia, delitos cometidos con arma de fuego, crímenes de la delincuencia organizada y cárcel sin sentencia. Si bien el enfoque cuantitativo y el uso de estadísticas son valiosos para investigaciones y análisis de la violencia, también puede traer algunos riesgos y desaciertos que son importantes considerar.
El primero de ellos es la falta de representatividad en los registros de delitos, esto se debe a la carencia de un verdadero registro de incidencia delictiva, el cual supondría que debería de considerar la totalidad de eventos ocurridos sobre delitos en un espacio y un período de tiempo específico. Sin embargo, en México tenemos una grave situación de falta de denuncia, lo cual provoca que tengamos una cifra negra del 93 % de los delitos, es decir, los registros que presentan las fiscalías y el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública solo representan el 7 % de la incidencia y en delitos como secuestro o extorsión son de aproximadamente 3 %. 1 Esta situación por ende ya genera un gran sesgo para conocer la realidad de las violencias que se presentan en el país.
Aunado a lo anterior, existe un sesgo en el registro y análisis de datos sobre delitos. Se supondría que las autoridades deberían de presentar de manera objetiva y sin interpretación los datos. Lo que desde Causa en Común hemos podido detectar son algunas anomalías y supuestas manipulaciones en algunos datos a través del subregistro y/o reclasificación de delitos. Si bien existe una definición sobre las características que deben de cumplir los delitos para ser debidamente clasificados, los criterios utilizados desde las fiscalías a veces no son homogéneos como en el caso de la tipificación de feminicidios, o bien se utilizan clasificaciones como “otros delitos que atentan contra la vida”, “otros delitos que atentan contra la libertad personal” y “otros delitos contra la sociedad”, en donde se ha observado incrementos “peculiares” en los últimos años. 2 De igual forma, estos cambios pueden dificultar la comparación de cifras entre diferentes períodos y afectar la consistencia de los datos.
Pese a ello, el Índice para la Paz en México ha informado que la tasa nacional de homicidios registró un aumento del 63 %, de 15.1 a 24.5 muertes por cada 100,000 habitantes entre 2015 y 2022, y tan solo 9 entidades del país registraron mejoras en sus tasas de homicidio; los 23 restantes se deterioraron. Lo anterior ha demostrado que muchos indicadores sobre la delincuencia siguen siendo mucho más altos hoy que en 2015, por lo cual se puede destacar que en la última década México se ha convertido en un lugar mucho más peligroso en el cual se han diversificado los tipos de violencias que aquejan a las personas.
Otro de los riesgos sobre el uso de registros delictivos es una simplificación excesiva, en la cual a menudo se tiende a generalizar una realidad que es compleja, lo que lleva a una pérdida de matices y detalles que son capturados o medidos mediante datos numéricos. A lo anterior se añade el riesgo de la falta de contexto en el análisis de las estadísticas, ya que a menudo carecen de una comprensión completa de los factores subyacentes. Por ejemplo, el IPM concluyó que algunas de las entidades más pacificas son Yucatán, Tlaxcala, Chiapas, Tamaulipas y Nayarit, lo cual bajo sus indicadores de homicidios o crímenes de la delincuencia organizada puede ser real, pero eso no implica que la entidad se encuentre en paz, ya que dentro del contexto socio cultural existen otros tipos de violencia como lo son violaciones agravadas, violencia en el hogar, desplazamientos forzados, desapariciones, trata de personas, agresiones contra autoridades y asesinatos de activistas y miembros de la comunidad LGBTIQ, los cuales a veces se invisibilizan y por ende, deberían de ser cruciales para medir e interpretar el grado de paz de una entidad. 3
Por último, el uso político que se le da a los datos de delitos es probablemente el riesgo más grave, ya que éstos se ocupan para vanagloriar “éxitos” gubernamentales bajo el criterio de mostrar una disminución en los índices delictivos y con ello intentar mejorar la percepción de seguridad. Pero lo que hemos observado es solo una reducción artificial y, dada la complejidad y limitaciones mencionadas, es importante analizar las cifras con precaución y considerar otros indicadores y fuentes de información que permitan obtener una imagen más completa de la situación de seguridad y criminalidad en el país.
Como hemos señalado, la calidad y precisión de las cifras de delitos pueden variar de una región a otra en México, por lo cual es indispensable poner el énfasis en la comprensión profunda de las violencias no solo a través de los datos, sino por medio de un enfoque cualitativo que permita capturar cualidades humanas complejas como emociones, valores o experiencias subjetivas. Será en la combinación de enfoques en donde podremos obtener una comprensión más completa del fenómeno de violencia y con ello mejorar estrategias de seguridad y paz que sean alcanzable y tangibles para el bienestar de la sociedad.
Bibliografía: Instituto para la Economía y la Paz. Índice de Paz México 2023: identificación y medición de los factores que impulsan la paz, Sídney, mayo de 2023. Disponible aquí (consultado 30/05/2023).
1 INEGI, Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), 2022.
Una investigación en Reino Unido reveló niveles alarmantes de acoso y agresión sexual en el ámbito quirúrgico, en medio de una cultura de silencio que ha permitido que se perpetúe este patrón de conducta.
Cirujanas en Reino Unido dicen que están siendo acosadas y agredidas sexualmente, y en algunos casos violadas por sus colegas, según reveló un análisis sobre el personal del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).
La BBC conversó con mujeres que fueron agredidas sexualmente en el quirófano durante una cirugía.
Los autores del estudio señalan que hay un patrón de comportamiento en el que mujeres que están haciendo prácticas son abusadas por cirujanos de más experiencia, y esto está ocurriendo actualmente en hospitales del NHS.
El Colegio Real de Cirujanos dijo que los hallazgos de la investigación son “realmente impactantes”.
El acoso sexual, la agresión sexual y la violación son considerados un secreto a voces dentro del ámbito quirúrgico británico.
Existe una historia no contada de mujeres a las que toquetean bajo sus batas, cirujanos que secan el sudor de su frente en el pecho de mujeres y hombres con una erección que se frotan contra el personal femenino.
A algunas cirujanas les han ofrecido oportunidades laborales a cambio de sexo.
El análisis -de la Universidad de Exeter, la Universidad de Surrey y el Grupo de Trabajo sobre Conducta Sexual Inapropiada en el marco de la Cirugía- fue compartido en exclusiva con la BBC.
Cerca de dos tercios de las cirujanas que proporcionaron información a los investigadores dijeron que fueron blanco de acoso sexual, y un tercio reveló que fueron agredidas sexualmente por colegas en los últimos cinco años.
Las mujeres dicen que temen reportar estos incidentes por el impacto negativo que esto pueda tener en su carrera y no confían en que el NHS tome medidas.
Hay nerviosismo al hablar abiertamente sobre esto. Judith nos pidió que no incluyéramos su apellido. Ahora, ella es una cirujana talentosa y experimentada.
Judith fue agredida sexualmente al comienzo de su carrera cuando era la persona con menos poder en el quirófano y el cirujano más experimentado estaba transpirando.
“Él simplemente se dio vuelta y hundió su cabeza en mis senos, y yo me di cuenta de que se estaba secando la frente sobre mí”, explica.
“Te quedas helada, ¿sabes?, ‘¿qué hace su cara en mi escote?’”.
Cuando lo volvió a hacer, Judith le ofreció una toalla. “No, esto es mucho más divertido”, le respondió con una “expresión burlona”, dice Judith, que recuerda haberse sentido “sucia y humillada”.
Peor aún para ella fue el silencio total de sus compañeros.
“Incluso él no era la persona de más rango en el quirófano, pero sabía que ese comportamiento estaba bien y eso es simplemente terrible”.
Esto le sucedió a Judith en medio del quirófano, pero el acoso y abuso sexual ocurre también más allá del hospital.
Anne –no podemos revelar su nombre real por razones legales- quiso hablar con la BBC porque cree que solo se producirá un cambio cuando la gente empiece a hablar.
Ella elige no llamar violación a lo que le pasó, pero está claro que las relaciones sexuales que tuvieron lugar no fueron consentidas.
El incidente ocurrió durante un evento social vinculado a una conferencia médica (un encuentro de médicos de la misma especialidad).
En un patrón que ya es familiar, ella era una pasante y él un cirujano experimentado.
“Yo confiaba en él, lo admiraba”, dice.
Él aprovechó esa confianza y le dijo que ella no conocía a la otra gente que estaba allí y que podía confiar en él.
“Así que caminó conmigo hacia el lugar donde me estaba quedando. Yo pensé que quería conversar y luego, de repente, se giró hacia mí y tuvo sexo conmigo”.
Anne dice que en ese momento su cuerpo se congeló y “no podía frenarlo”.
“Eso no era lo que yo quería, nunca fue lo que quise, fue totalmente inesperado”.
Cuando Anne lo vio al día siguiente, dice que “apenas podía mantener la compostura”.
“Sentí que no podía armar un escándalo, sentí que había una cultura muy fuerte de simplemente aguantar lo que te hicieran”.
El incidente tuvo un impacto duradero en Anne.
Primero la dejó emocionalmente paralizada, y años más tarde “el recuerdo volvía a inundar mi mente como un horror, una pesadilla”, incluso cuando se estaba preparando para operar a un paciente.
Es ampliamente aceptado que hay una cultura de silencio en torno a este tipo de comportamientos.
La formación quirúrgica se basa en el aprendizaje de colegas de mayor nivel en el quirófano, y las mujeres nos han dicho que es riesgoso hablar sobre aquellos que tienen poder e influencia sobre el futuro de sus carreras.
La investigación, publicada por la Revista Británica de Cirugía, es el primer intento para tener una idea de la escala del problema.
Los cirujanos registrados –hombres y mujeres- fueron invitados a participar y responder de forma anónima, y 1.434 respondieron. La mitad fueron mujeres:
Si bien el informe muestra que los hombres también son víctimas de algunos de estos comportamientos (un 24% fue acosado sexualmente), concluye que cirujanos y cirujanas “viven realidades diferentes”.
“Es probable que nuestros hallazgos tengan un impacto en la confianza del público en la profesión”, señaló el doctor Christopher Begeny, de la Universidad de Exeter.
Entre tanto, un segundo reporte –llamado “Rompiendo el silencio: abordaje de la conducta sexual inapropiada en la atención médica”- hace recomendaciones sobre lo que tiene que cambiar.
Ambos informes indican que la proporción relativamente más baja de mujeres cirujanas (cerca del 28%), combinada con el hecho de que el ámbito de la cirugía es profundamente jerárquico, les da a algunos hombres un poder significativo, y esto se combina mal con el ambiente de gran presión que se vive en el quirófano.
“Esto hace que la gente puede comportarse con impunidad y no se controla mucho lo que pasa”, dice la profesora Carrie Newlands, cirujana de la Universidad de Surrey.
Newlands decidió abordar este comportamiento después de escuchar las experiencias de sus colegas con menos experiencia.
“El escenario más común es que una aprendiz de menos experiencia sea abusada por un perpetrador hombre de más experiencia, que por lo general es su supervisor”, le dijo a la BBC.
“Y esto da como resultado una cultura de silencio en donde las personas tienen miedo por su futuro y su carrera si deciden hablar”.
Otro tema que surgió del análisis fue la falta de confianza en organismos como el NHS Trust, el Consejo Médico General (que gestiona el registro de médicos en Reino Unido autorizados a ejercer) y los Colegios Reales (que representan a las especialidades en medicina) para tratar el problema.
“Necesitamos un cambio profundo en los procesos de investigación para que sean externos, independientes y confiables para que la atención sanitaria se convierta en un lugar seguro para trabajar”, señala Newlands.
Tim Mitchell, presidente del Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra, le dijo a la BBC que los hallazgos de la investigación son “profundamente impactantes y serán una fuente de mucha vergüenza para la profesión de cirujano”.
En conversación con el programa Today de BBC Radio 4, reconoció que “queda claro que se trata de un problema común” que no ha sido abordado.
“Necesitamos implementar una cultura de tolerancia cero para garantizar que existen mecanismos que permitan a las personas afectadas sentirse seguras de que pueden acercarse, denunciar estos incidentes, y que serán tomadas en serio”, dijo.
La doctora Binta Sultan, de NHS Inglaterra, dijo que el informe es “increíblemente difícil de leer” y presenta “evidencia clara” de la necesidad de tomar más medidas para hacer que los hospitales sean “seguros para todos”.
“Ya estamos tomando medidas importantes para hacer esto, incluso a través de compromisos para brindar más apoyo y mecanismos claros de denuncia para aquellos que han sufrido acoso o han sido víctimas de comportamientos inapropiados”.
El Consejo Médico General actualizó el mes pasado sus estándares profesionales para los médicos.
Su direcctor ejecutivo, Charlie Massey, dice que “actuar de forma sexual con los pacientes o colegas es inaceptable” y que la “conducta inapropiada grave es incompatible” con seguir ejerciendo la medicina en el país.
¿Pero es el ámbito quirúrgico un lugar de trabajo seguro para las mujeres hoy día?
“No siempre. Y es terrible tener que admitirlo”, dice Judith.
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