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Construyendo un futuro: el empleo digno como clave para una reinserción exitosa
Historias tras las rejas
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5 minutos de lectura

Construyendo un futuro: el empleo digno como clave para una reinserción exitosa

Aunque el objetivo principal de los centros penitenciarios es lograr la reinserción social, una vez que las mujeres egresan de ellos se enfrentan a diversas barreras sociales, psicológicas y económicas.
07 de julio, 2023
Por: Andrea Innes

Después de pasar 4 años y 6 meses en el reclusorio de Ecatepec, los familiares de Vania temían que al salir regresara a la vida delictiva. Araceli estuvo 6 años y 8 meses en la cárcel de Tepozanes, en Nezahualcóyotl, con familiares distanciados y sin tener a dónde ir ni en qué trabajar. Ambas anhelaban salir de prisión, pero ninguna imaginaba lo difícil que esto sería.

La mayoría de las personas privadas de su libertad en un reclusorio, sin importar su delito o culpabilidad, tienen un deseo en común: recuperar su libertad. Después de visitar varias cárceles femeniles en distintos estados de la república, es evidente que las mujeres en prisión anhelan volver a la vida que tenían antes de ingresar al sistema penitenciario. Sin embargo, lo que puede no resultar tan evidente es que, muchas veces, al salir se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad que cuando estaban tras las rejas.

En La Cana buscamos crear oportunidades para las mujeres en prisión. Tenemos un programa dedicado a brindar herramientas psico-socio-ocupacionales a las mujeres que han salido de un centro de reinserción social. Este programa fomenta su empoderamiento y el desarrollo de un proyecto de vida independiente. También responde a una serie de necesidades específicas que hemos observado que se repiten una y otra vez.

Aunque el objetivo principal de los centros penitenciarios es lograr la reinserción social, una vez que las mujeres egresan de ellos se enfrentan a diversas barreras sociales, psicológicas y económicas para lograr una reintegración exitosa. Ante esta problemática, surge la necesidad de generar mecanismos para alcanzar este objetivo.

Uno de los problemas más urgentes es que las personas que han vivido una situación de reclusión logren tener acceso a un empleo una vez fuera de prisión. El empleo brinda autonomía económica, restaura su sentido de pertenencia y, sobre todo, pone de manifiesto su contribución a la sociedad.

En el 2020, salieron de los centros penitenciarios 7,607 mujeres en todo el país. 1 Un año después, el INEGI realizó la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 2 con el fin de recopilar información sobre algunos procesos que experimentan las personas en situación de privación de su libertad. El estudio arroja cifras interesantes.

El 60.9 % de las mujeres privadas de la libertad considera que haber estado en un centro penitenciario afectará sus posibilidades para reintegrarse al ámbito laboral una vez que cumplan su condena. Además, el 67.8 % de estas mujeres tiene hijos menores de edad, y más del 50 % de ellas tienen de dos a tres hijos. La mayoría de las mujeres son originarias de entornos socioeconómicos desfavorecidos, y el 62.8 % de la población penitenciaria femenil cuenta con estudios de educación básica.

Resulta sumamente preocupante la información proporcionada por el Instituto de Reinserción Social de la Ciudad de México, que revela que solo el 5 % de las personas liberadas de prisión logran obtener un empleo, mientras que el 20 % se dedica al comercio informal y el 75 % restante no consigue encontrar trabajo. Es importante destacar que no existen datos actualizados desde el año 2018 que representen la situación laboral específica de las mujeres que salen de prisión.

Pero, ¿qué nos indican estas cifras? Es probable que una mujer que sale de un centro penitenciario no tenga acceso a un empleo formal, y si lo encuentra probablemente sea en condiciones precarias.

A pesar de esto, se han generado estrategias para resolver las condiciones laborales de las personas exprivadas de su libertad, como la eliminación de las barreras legales que permitían a las empresas solicitar certificados de no antecedentes penales a las y los posibles empleados. También se ha observado un aumento en el interés de las empresas por desarrollar estrategias con impacto social.

No obstante, es necesario ir más allá de la buena voluntad y abordar los problemas sistémicos y estructurales que enfrentan las mujeres exprivadas de su libertad. La desigualdad de género es una de las barreras más significativas en México, donde las mujeres se ven desfavorecidas en el acceso a oportunidades debido a la brecha económica y los roles de género asignados.

Además, las mujeres liberadas enfrentan desafíos adicionales, como la falta de experiencia laboral, la carencia de documentos oficiales, la exclusión geográfica y otros obstáculos que dificultan su incorporación o reincorporación al mercado laboral. Estas circunstancias se suman a las inseguridades personales que acompañan a las mujeres tras obtener su libertad, generando un ciclo que puede desencadenar en la reincidencia delictiva.

En La Cana, a través del Programa de Seguimiento en Libertad, hemos desarrollado propuestas integrales para facilitar la inclusión laboral de las mujeres que han vivido una situación de reclusión. A través de diversas actividades de capacitación, fortalecemos sus habilidades y competencias, estableciendo alianzas con empresas comprometidas en ofrecer condiciones laborales dignas.

Hoy en día, Araceli y Vania son ejemplos de éxito. Han logrado empleos en sectores como la gastronomía y la hotelería, y se sienten orgullosas de sus logros. Sin embargo, aún hay mucho por hacer. Existen grandes desafíos que complican la situación para las mujeres en su camino hacia una efectiva reinserción social. Nuestro objetivo es que mujeres como ellas recuperen la confianza en sí mismas y se conviertan en protagonistas de un México que anhela vivir y construir la paz.

Aún queda un largo camino por recorrer, ya que la reintegración laboral desempeña un papel fundamental en asegurar una reinserción exitosa de las personas que han sido liberadas de prisión. Es necesario superar las barreras y desigualdades que enfrentan las mujeres exprivadas de su libertad, y promover oportunidades laborales dignas que les permitan reconstruir sus vidas con esperanza y dignidad. Solo así podremos construir un país más inclusivo y justo para todas y todos.

 

1 INEGI. Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2020. Disponible aquí.

2 INEGI. Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2021. Disponible aquí.

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Imagen BBC
“Tuve que escoger entre salvar a mis padres o a mi hijo”: las historias que deja el devastador terremoto de Marruecos
4 minutos de lectura

Cuando el terremoto destruyó su casa, Tayeb ait Ighenbaz tuvo que elegir a quién salvar. La decisión de rescatar a su hijo de los escombros y dejar morir a sus padres aún lo atormenta.

12 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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Tayeb ait Ighenbaz se vio obligado a elegir entre salvar a su hijo de 11 años o a sus padres cuando estos quedaron atrapados bajo los escombros tras el devastador terremoto en Marruecos del pasado viernes.

El pastor de cabras de una pequeña comunidad en las montañas del Atlas dice que está atormentado por la decisión que tuvo que tomar.

Tayeb estaba con su esposa, sus dos hijos y sus padres el viernes por la noche en su pequeña casa de piedra cuando esta fue sacudida por el mayor terremoto que ha sufrido el país en 60 años.

Acompaño a Tayeb a su antigua casa que ahora está en ruinas.

Todavía se puede ver parcialmente el interior de la construcción. Él señala los escombros mientras me dice: “Allí es donde estaban”.

“Todo pasó muy rápido. Cuando sucedió el terremoto, todos corrimos hacia la puerta. Mi padre estaba durmiendo y yo le grité a mi madre que saliera, pero ella se quedó a esperarlo”, dice.

Del otro lado, él solo podía ver a su esposa y a su hija.

Cuando regresó a la casa derrumbada, Tayeb encontró a su hijo y a sus padres atrapados entre los escombros. La mano de su hijo se asomaba entre los cascotes.

Sabía que tenía que actuar rápidamente, y se dirigió hacia donde estaba su hijo Adam, y comenzó a cavar deseperadamente para sacarlo.

Cuando fue a buscar a sus padres, atrapados bajo una gran losa de piedra, dice que ya era demasiado tarde.

“Tuve que escoger entre mis padres y mi hijo”, dice con lágrimas en los ojos.

“No pude ayudar a mis padres porque una pared cayó sobre sus cuerpos. Es muy triste. Vi como morían mis padres”.

Tayeb señala las manchas sobre su pantalón, y me dice que es la sangre de sus padres. Toda su ropa está dentro de su casa. No ha podido cambiarse desde que se produjo el sismo.

La familia vive ahora junto a sus parientes en carpas improvisadas cerca de su antigua casa. Tayeb cuenta que todo su dinero está en la casa, y que la mayoría de sus cabras han muerto.

“Es como haber nacido otra vez en una nueva vida. Sin padres, sin casa, sin comida, sin ropa. Tengo 50 años y tengo que empezar de nuevo”, dice.

Él no puede ahora pensar en cómo continuar, pero se acuerda de las lecciones que le enseñaron sus padres.

“Siempre me decían ‘sé paciente, trabaja duro, nunca te rindas’”.

Mientras conversamos, su hijo Adam se acerca vestido con una camiseta del club de fútbol Juventus con el nombre de Ronaldo en la espalda, y abraza a su padre.

“Mi papá me salvó de la muerte”, dice sonriendo.

“Éramos cinco en mi familia. Ahora somos dos”

Unos metros más lejos, camino a la ciudad de Amizmiz, otro hijo abraza a su padre.

Abdulmajid ait Jaefer dice que estaba en su casa con su esposa y sus tres hijos cuando comenzó el terremoto y “el piso se cayó”.

Su hijo Mohamed, de 12 años, salió del edificio, pero el resto de la familia quedó atrapada.

Abdulmajid cuenta que sus piernas quedaron atrapadas bajo los escombros, pero que un vecino lo ayudó a salir.

Luego pasó dos horas tratando de rescatar a su esposa y a una de sus hijas.

Las dos estaban muertas cuando logró sacarlas de entre los escombros.

Al día siguiente, el cuerpo sin vida de otra de sus hijas fue rescatado.

Abdulmajid, de 47 años, duerme ahora bajo un toldo frente a lo que quedó de su casa.

Puede ver la cocina, con la nevera aún de pie y ropa colgada puesta a secar.

Dice que no puede abandonar la zona porque necesita “hacer guardia” para proteger sus posesiones, y el recuerdo de su vida allí.

“Esa es mi cocina y mi nevera. Todos estábamos allí. Ahora solo puedo mirar hacia allí”, dice.

Antes del viernes, Abdulmajid dice que nunca jamás pensó en un terremoto. “Incluso ahora, no lo puedo creer”.

Mientras conversamos, un auto para cerca de nosotros y un grupo de gente baja para ofrecer sus condolencias. Otros que caminan por la calle se detienen para darle un abrazo al padre y esposo.

“Éramos cinco en mi familia. Ahora somos dos”, me dice con tristeza.

“Por el momento, solo puedo pensar en una cosa: mi hijo”.

Reporteo adicional: Wahid El Moutanna.

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BBC

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