El Instituto Nacional de Estadística y Geografía publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2023, uno de los instrumentos más completos y confiables para conocer las percepciones y experiencias sobre seguridad y justicia en México.
Entre los datos que han avivado la conversación está la relativa reducción del porcentaje de hogares que contaron con al menos un integrante víctima del delito, que pasa de 29 % en 2021 a 27.4 % en 2022. Sin duda, ésta es una buena noticia y una motivación para seguir trabajando con miras a mantener esta tendencia a la baja. Pero subyace un reto: la prevalencia de una cifra negra por arriba del 90 % desde el inicio de la serie de Envipe, en 2011.
Más allá de estos contrastes, hay un elemento adicional que queremos destacar entre los resultados de la Envipe 2023, a la luz del cúmulo de datos de los levantamientos anteriores: visos de un descenso en la confianza en las Fuerzas Armadas, y el sugerente inicio de la recuperación de la confianza en las policías estatales y municipales.
Como resultado de un contexto permeado por la violencia y la impunidad, las percepciones ciudadanas en torno a la efectividad de las instituciones de seguridad y justicia locales, y la confianza que inspiran, han sido consistentemente bajas. En contraste, frente al combate militarizado contra el crimen organizado en México, las percepciones positivas sobre las Fuerzas Armadas han permanecido al alza. Sin embargo, una revisión de la Envipe desde su primer levantamiento (2011) a la fecha revela que si bien el personal militar sigue gozando de un lugar muy privilegiado en la opinión pública mexicana, se comienza a mostrar un proceso de desgaste, particularmente en las categorías de ‘mucha’ confianza y ‘muy’ efectivo, en las cuales se solía cosechar un apoyo mayoritario.
Como mostramos en la Figura 1, el porcentaje de personas que expresan ‘mucha’ confianza en el Ejército y la Marina ha ido a la baja. En particular se identifica una reducción sostenida desde 2019, con caídas de cinco y seis puntos porcentuales respectivamente. De hecho, la disminución es mayor que la observada en el inicio del Gobierno de Peña Nieto, cuando ambas instituciones gozaban de ‘mucha’ confianza entre más de la mitad de la población mexicana.
Si bien la serie para el caso de la Guardia Nacional es más corta, igualmente se revela una ligera disminución del porcentaje de quienes confían ‘mucho’ en esta fuerza del orden: de 33.9 % en 2020 a 30 % en 2023. Estas tendencias van de la mano de reducciones en la percepción de un desempeño ‘muy’ efectivo (Figura 2). En realidad, desde hace una década, las Fuerzas Armadas no han logrado posicionarse como instituciones ‘muy’ efectivas entre la mayoría de la población mexicana, y eso tampoco sucede con la Guardia Nacional, institución relativamente nueva que se debate entre un ‘alma’ militar y civil y que aún no se destaca por un desempeño ‘muy’ efectivo, dado que sólo el 28 % de la población así la percibe.
¿Se está erosionando tanto la confianza institucional en México que incluso sufre el bastión militar, considerado inconmovible hasta hace poco? La construcción de percepciones positivas sobre el desempeño de las instituciones de seguridad en el país es un reto mayúsculo frente al crecimiento de desapariciones, numerosos ataques criminales a autoridades y personas candidatas, escándalos de corrupción y encubrimiento a grupos criminales. Sin embargo, de manera casi contraintuitiva, ahí están los destellos de recuperación que comienzan a mostrar las percepciones ciudadanas sobre la efectividad de las policías municipales y estatales.
Las corporaciones policiales subnacionales registran ‘algo’ de confianza sostenida desde 2016, a la vez que el porcentaje de quienes expresan ‘poca’ confianza se ha mantenido constante también. Adicionalmente, se registra un aumento paralelo en las percepciones de efectividad en el desempeño de las policías estatales y municipales. En el caso de la policía estatal, tras ser considerada como ‘algo’ efectiva por apenas un tercio de la población (34.3 %) en 2011, actualmente, casi la mitad (47.1 %) comparte tal percepción. La opinión sobre el desempeño de la policía municipal muestra un patrón similar, con un aumento de 13 puntos porcentuales en su percepción como institución ‘muy’ o ‘algo’ efectiva. Siguiendo con el nivel local, incluso la policía de tránsito ha registrado ligeras mejoras en cuanto a confianza y desempeño efectivo.
El comportamiento de las percepciones de desempeño de las instituciones de seguridad tiene implicaciones relevantes. Primero, el conjunto de levantamientos de Envipe, desde 2011 a la fecha, nos sugiere que la expansión de funciones y responsabilidades de las Fuerzas Armadas, abusos y falta de transparencia y violaciones de derechos humanos por integrantes de estas instituciones han permeado en la opinión pública mexicana. Si bien preocupan las actitudes a favor de políticas de mano dura y el apoyo a la permanencia del Ejército en las calles, estos datos abren la posibilidad de trabajar, desde el electorado, en la demanda por políticas de seguridad que no expandan más las funciones de los militares y su resonancia para las personas candidatas en el próximo año electoral.
Segundo, la recuperación de manera consistente de las percepciones en torno a las policías subnacionales, tanto en confianza como en efectividad, sugieren la posibilidad de construir más acuerdos para el fortalecimiento de las instituciones de seguridad desde lo local. Esto requiere de un trabajo conjunto, no sólo de autoridades, sino también de la sociedad civil, para encabezar ejercicios de rendición de cuentas claros y abiertos. En particular, el trabajo para el fortalecimiento de las policías municipales es crucial, ya que son las primeras en responder ante cualquier conflicto a nivel local. Tal es la apuesta del Programa de Seguridad de México Evalúa. Buscaremos multiplicar las vías para la construcción de capacidades desde las policías locales y abonar así a que su confianza y efectividad crezca.
* Sandra Ley (@sjleyg) es Coordinadora del Programa de Seguridad de @mexevalua. Céline González (@celinefa) es investigadora del mismo programa.
Hay una ira creciente por la poca ayuda que llega a las ciudades y pueblos de las montañas del Atlas.
El bebé de Khadija aún no tiene nombre y su primer hogar es una tienda de campaña junto a la carretera.
Nació minutos antes de que se produjera el mortífero terremoto del viernes por la noche en Marruecos.
Aunque Khadija y su hija salieron ilesas, el hospital de Marrakech donde se encontraban fue evacuado. Tras una rápida revisión, les pidieron que se marcharan apenas tres horas después del nacimiento.
“Nos dijeron que teníamos que irnos por miedo a las réplicas”, explicó.
El sismo de magnitud 6,8 sacudió el centro del país, con epicentro a 71 kilómetros de la turística Marrakech. Por ahora se cuentan más de 2.100 personas fallecidas en una decena de provincias y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420. Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Con su recién nacida en brazos, Khadija y su marido intentaron tomar un taxi a primera hora del sábado para ir a su casa de Taddart, en la cordillera del Atlas, a unos 65 kilómetros de Marrakech.
Pero de camino se encontraron con que las carreteras estaban bloqueadas por corrimientos de tierra y sólo llegaron hasta el pueblo de Asni, a unos 15 kilómetros de su destino final.
Desde entonces, la familia vive en una tienda de campaña básica que han logrado construir junto a la carretera principal.
“No he recibido ninguna ayuda ni asistencia de las autoridades”, nos dijo, sosteniendo a su bebé mientras se protegía del sol bajo un endeble trozo de lona.
“Pedimos mantas a algunas personas de este pueblo para tener algo con lo que taparnos. Sólo tenemos a Dios”.
Khadija nos contó que sólo tiene un conjunto de ropa para el bebé.
Amigos de su ciudad natal les han contado que su casa está muy dañada y no saben cuándo podrán tener un lugar adecuado donde alojarse.
Cerca del lugar donde Khadija acampa, la frustración crece a medida que pasan los días y apenas llega ayuda a los pueblos y aldeas de las zonas montañosas al sur de Marrakech.
En Asni, a solo 50 kilómetros de Marrakech, la gente dice que necesita ayuda urgente.
Un grupo de gente enfadada rodeó a un reportero local y le arrojaron sus frustraciones: “No tenemos comida, no tenemos pan ni verduras. No tenemos nada”.
El reportero, en el centro de la multitud, tuvo que ser escoltado y llevado lejos por la policía, mientras la gente aún lo seguía, desesperada e intentando desahogar su ira.
“Nadie ha venido a nosotros, no tenemos nada. Sólo tenemos a Dios y al rey”, dijo un hombre de la multitud que no quiso dar su nombre.
Desde el terremoto vive al margen de la carretera principal del pueblo con sus cuatro hijos. Su casa sigue en pie, pero todas las paredes están muy agrietadas y tienen demasiado miedo para quedarse allí.
Han conseguido volver y coger algunas mantas, lo único que ahora tienen para dormir.
En un momento, un camión pasó entre la multitud. Algunas personas intentaron hacerle señas, esperando desesperadamente que les dejara suministros. Pero el camión siguió su camino, seguido de abucheos.
Algunos dicen que han recibido tiendas de campaña de las autoridades, pero no hay suficientes para todos.
Cerca de allí está Mbarka, otra persona que vive en una tienda de campaña. Nos guió por las calles laterales hasta su casa, en la que ya no puede vivir.
“No tengo medios para reconstruir la casa. De momento, sólo nos ayuda la gente de la zona”, nos contó.
Vivía allí con sus dos hijas, su yerno y tres nietos.
Cuando su casa empezó a temblar, salieron corriendo y casi fueron alcanzados por el derrumbe de una casa mucho más grande que empezó a deslizarse colina abajo.
“Creemos que el gobierno ayudará, pero hay 120 pueblos en la zona”, dijo su yerno Abdelhadi.
Con tanta gente necesitada de ayuda, un gran número de personas tendrá que esperar más tiempo para recibir asistencia.