El abandono de nuestro sistema de salud por parte de las últimas administraciones federales, incluida la actual, es algo verdaderamente alarmante y vergonzoso. Las consecuencias las padecemos todos los mexicanos y algunas de ellas durante la pandemia de COVID19 resultaron funestas. Este tema, urgente para analizarlo, pero sobre todo para resolverlo fue abordado en un seminario académico que se llevó a cabo hace un par de semanas en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Resulta imposible abordar todos los problemas y los retos que presenta nuestro sistema de salud expuestos por los participantes en el seminario. Procedo entonces a exponer aquí un apretado resumen de lo planteado, 1 seguramente incompleto, limitándome a aquellos puntos que recogen preocupaciones comunes 2 y propuestas coincidentes. Escogí tres problemas:
En cuanto a las propuestas, también seleccioné tres:
Con una población en nuestro país que en cuatro décadas casi se duplicó, el gasto total en salud (público y privado) en cambio viene decreciendo, resultando claramente insuficiente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un mínimo de 9 % como porcentaje del PIB, mientras que en México a 2022 se destina un 5.5 %, habiendo caído desde el 6.2 % de 2021. La tendencia de este indicador durante los últimos 16 años (2007-2022) ha sido a la baja, contrastando con otros países de América Latina como Cuba, Brasil, Argentina y Chile por sólo nombrar algunos.
Por su parte, el presupuesto público dedicado a la salud alcanzó su pico en 2012 (2.89 % del PIB), pero desde ahí ha declinado. No representó una prioridad ni en el gobierno anterior ni en el actual. Aparece una recuperación en 2021 y 2022 (2.66 % y 2.91 % respectivamente), pero se debe exclusivamente a la adquisición de vacunas para el COVID-19, que fue un gasto extraordinario. También nos encontramos muy por debajo de la recomendación de la OMS, que es de un mínimo de 6 % del PIB.
El servicio de salud mexicano moderno nació en 1943 con el IMSS y posteriormente con el ISSTE creado en 1960, pero la asignación de recursos se basó en la condición laboral de las personas, con lo que quedó sin cubrirse un amplio sector de la población mexicana. Hasta 2005 se intentó subsanar esta carencia al menos parcialmente con el Seguro Popular. Aún con todas sus deficiencias, este logró cubrir en 2018 a más de 50 millones de personas, pero -por razones que no fueron técnicas sino políticas- se canceló en 2019 sustituyéndolo por el INASABI, cuyo fracaso fue rotundo y terminó incorporado a la infraestructura, por supuesto insuficiente, del IMSS.
El resultado es un servicio de salud fragmentado y mal distribuido. Existen enormes diferencias entre cada una de las instituciones que componen el sistema en cuanto a su gasto per cápita: en los extremos, mientras en 2021 PEMEX gastó $ 29,803.00, el IMSS Bienestar gastó $ 1,171.00, una diferencia enorme e injustificada.
De tal forma los usuarios del sistema han tendido cada vez más, especialmente a raíz de la pandemia de COVID-19, a acudir a los consultorios privados o los consultorios anexos a las farmacias, estos últimos sin ninguna regulación oficial, con todos los problemas que conlleva en cuanto a calidad profesional. En 2018 existían un 51 % de unidades del sector público en operación frente a un 49 % de unidades del sector privado, pero cuatro años después, en 2022, esta proporción había cambiado a 37 % y 63 % respectivamente. Seis de cada 10 personas se mudaron a la atención privada. Esta atención fuera del sistema público representa un incremento sustancial en lo que se denomina “gastos de bolsillo” de los usuarios, que se calcula que en 2022 se acercó al 40 % del gasto en salud.
La prueba más terrible que tuvo que pasar nuestro país por las carencias, la falta de presupuesto y varias decisiones equivocadas, fue durante la pandemia de COVID-19 que derivó en que fuimos el quinto país con más fallecidos y el primer país en muertes de trabajadores de la salud.
Por todas estas razones, y otras más que no se han expuesto aquí, lo que se requiere comenzar a construir es un sistema de salud de cobertura universal, financiado por el sector público, en donde los acuerdos de colaboración con los hospitales y clínicas privadas es posible y conveniente.
El sistema debe además priorizar la prevención, que reduciría los costos de salud por hospitalización, a la que se llega cuando se atienden los síntomas de cualquier enfermedad demasiado tarde. Para lograr esto debe instrumentarse un sistema de atención primaria, lo que implica desde la adecuación de planes de estudio en las universidades y la capacitación médica hasta un cambio en la cultura de salud de los mexicanos. En esto último también se hizo énfasis, sobre todo en cuanto a los malos hábitos alimenticios de los mexicanos que conducen entre otras enfermedades a la diabetes y la hipertensión.
Se insistió en que un nuevo sistema de salud es posible, pero nos llevará varias décadas construirlo y no se logrará con austeridad. Se requieren más recursos públicos. Como mínimo pasar del 2.9 % del PIB al 3.9 % en el primer año y avanzar desde ahí. Debe tomarse en consideración la gran dispersión de localidades pequeñas en un territorio nacional de casi dos millones de km2 y la deficiente disponibilidad de agua, que según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) que lleva a cabo el Centro de Investigación, Evaluación y Encuestas del Instituto Nacional de Salud Pública, solo el 31.5 % de los hogares en México tienen disponibilidad permanente (el 14.1 % de estos con intermitencia).
Para concluir, reproduzco aquí la que me parece la mejor frase que resume esta breve reseña y es uno de los lemas del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) representado en el seminario por su directora ejecutiva, la Dra. Alejandra Macías: “Una política pública sin presupuesto NO es política pública”.
* Jorge Basave Kunhardt es doctor en Economía y miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1995. Actualmente se desempeña como profesor/tutor en los Posgrados de Economía y de Administración de la UNAM y como investigador titular en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Asimismo, es miembro del grupo de Expertos México, ¿cómo vamos?
1 Por cuestión de espacio, me referiré exclusivamente a algunos planteamientos de solo cinco de los participantes: las doctoras Teresa Shamah (Directora de Evaluación y Encuestas del Instituto Nacional de Salud Pública) y Alejandra Macías (Directora Ejecutiva del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria) y los doctores José Narro (ex Secretario de Salud), Francisco Moreno Sánchez (Director de Medicina Interna del Centro Médico ABC) y Leonardo Lomelí (Secretario General de la UNAM).
2 La versión completa del evento se encuentra grabada en la página oficial del Seminario. En fecha próxima será publicado por la UNAM un libro colectivo con los textos de todos los participantes.
El fuerte terremoto, ocurrido este viernes, dejó escombros en las calles y la población está huyendo alarmada, por temor a posibles réplicas.
La noche del viernes, a las 11:11, se registró un terremoto en Marruecos con consecuencias devastadoras.
Un terremoto de magnitud 6,8 sacudió el centro del país y por ahora se cuentan alrededor de 2.500 personas fallecidas en una decena de provincias, y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420.
El epicentro se situó 71 kilómetros al sur de Marrakech, una ciudad muy turística y uno de los centros económicos de Marruecos, a una profundidad de 18,5 kilómetros, según informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Se trata de uno de los mayores terremotos de la historia de Marruecos, al menos desde 1.900, según registra el USGS. El anterior con dimensiones similares fue el 24 de febrero de 2004, de magnitud 6,4.
El más mortífero se registró el 29 de febrero de 1960 en la ciduad de Agadir y aunque su magnitud fue de 5,8, dejó más de 12.000 víctimas.
El epicentro del terremoto estuvo en las montañas del Atlas, una zona escasamente poblada. Pueblos enteros de la zona quedaron arrasados y familias enteras atrapadas bajo los escombros.
Podrían pasar muchos días antes de que sepamos exactamente la magnitud de esta gran catástrofe.
Se han reportado grandes dificultades para llegar a esas aldeas remotas de las montañas del Atlas, señala Mohamed Taha, periodista del servicio árabe de la BBC.
“Podrían pasar días antes de que los rescatistas puedan acceder a esas comunidades, compuestas principalmente de edificaciones antiguas”.
A lo largo del fin de semana el ejército marroquí ha despejado una de las carreteras principales que conducen a las zonas más afectadas, lo que permite que llegue ayuda vital a la población.
Los hospitales de Marrakech han visto una afluencia de heridos y las autoridades han pedido a los residentes que donen sangre.
El rey de Marruecos Mohamed VI suspendió sus vacaciones en Francia y regresó a Rabat para presidir una reunión de emergencia del Gobierno y las fuerzas de seguridad.
El monarca fue informado de las medidas extraordinarias que se tomaron para hacer frente la emergencia, como “el reforzamiento de los medios y los equipos para acelerar las operaciones de salvamento y de evacuación de heridos”, el “aprovisionamiento en agua potable” y la distribución de “kits alimentarios, tiendas y mantas” a los siniestrados”.
Se decretaron 3 días de luto nacional.
Muchas de las víctimas se encontraban en las provincias y municipios de Al Haouz, Marrakech, Ouarzazate, Azilal, Chichaoua y Taroudant, en el centro y sur del país, dijeron previamente las autoridades.
Pero el terremoto no solo se ha sentido en Marruecos.
Tanto en el país vecino, Argelia, en la frontera este, como en las Islas Canarias, al frente de la costa de Marruecos, sintieron el temblor. También en algunas partes de Andalucía, concretamente en la zona occidental de la región del sur de España.
“Sentimos un violento temblor y me di cuenta de que era un terremoto. Vi los edificios moverse”, contó Abdelhak El Amranim, de 33 años y que vive en Marrakech, a la agencia AFP.
“Luego salí y había mucha gente allí. La gente estaba en estado de shock y pánico. Los niños lloraban y los padres estaban angustiados”.
Michael Bizet , un ciudadano francés con varias propiedades en el casco antiguo de Marrakech, le dijo a la agencia de noticias: “Pensé que mi cama se iba a volar. Salí a la calle medio desnudo e inmediatamente fui a ver mis riads (casas tradicionales marroquíes)”.
“Fue un caos total, una verdadera catástrofe, una locura”.
La periodista marroquí Aida Alami, quien creció en Marrakech y ha estado en contacto con sus padres, que se encuentran en esa ciudad, dice que el terremoto fue totalmente inesperado.
“No es un país donde la gente sabe qué hacer en caso de terremotos y simplemente salieron. Estaban realmente preocupados por las réplicas y no sabían qué hacer y nadie les decía qué hacer”, dijo a la BBC.
“Algunas de las imágenes impactantes que vimos esta mañana (son de) las antiguas murallas que rodean la ciudad vieja por las que han caminado todos los que han estado en Marrakech”.
“Y estamos viendo escombros y mucha destrucción en el interior. Estos son edificios muy antiguos, probablemente no estén construidos con la solidez suficiente”.
También hay informes de familias atrapadas bajo los escombros de sus casas y daños en partes de la Medina de Marrakech, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Los hospitales de la ciudad están atendiendo a los heridos y las autoridades han pedido a los residentes que donen sangre.
Los videos que llegan desde las zonas afectadas por el sismo muestran edificios colapsados y calles cubiertas de escombros.
Tras el terremoto los lugareños decidieron quedarse fuera de sus casas en la noche del sábado por si había réplicas.
El gobierno de la vecina Argelia, que rompió lazos con Marruecos hace dos años, informó que abriría su espacio aéreo para vuelos humanitarios a Marruecos,
España, por su parte, se ha ofrecido a enviar rescatistas, según dijo el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en delcaraciones a periodistas durante la cumbre del G20 en India.
“España ha ofrecido a Marruecos, si lo considera necesario, tanto sus capacidades de rescate, que en estos momentos son las más importantes, como su capacidad de reconstrucción una vez pasado este momento. Lo importante ahora mismo es salvar el mayor número de vidas posibles”, apuntó.
El presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su solidaridad con las víctimas del terremoto y afirmó que Estados Unidos estaba “dispuesto a proporcionar toda la ayuda necesaria”.
Por su parte, el primer ministro Rishi Sunak dijo que “el Reino Unido está dispuesto a apoyar a nuestros amigos marroquíes”, según escribió en la red social X.
“Mis pensamientos están con todos los afectados por el terrible terremoto que azotó anoche Marruecos”, añadió.
Y en China, el presidente Xi Jinping envió un “mensaje de condolencia” a Marruecos, según dicen los medios estatales.
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