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Ballenas: su aporte para combatir el cambio climático y conservar los océanos
Una vida examinada: reflexiones bioéticas
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El Programa Universitario de Bioética (UNAM) desarrolla investigaciones interdisciplinarias, docencia y difusión que promuevan la... Continuar Leyendo
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Ballenas: su aporte para combatir el cambio climático y conservar los océanos

Los servicios ecosistémicos de las ballenas han sido calculados por el FMI en dos millones de dólares. Al cazarlas y comercializarlas se pierde su enorme aportación al control y mitigación del cambio climático y la conservación de los océanos.
16 de agosto, 2023
Por: Yolanda Alaniz Pasini

El cambio climático es la amenaza más importante para la vida en el planeta; enfrentarlo requiere voltear hacia el mar. El océano es la fuente del ciclo hidrológico que hace posible la vida en el planeta y es esencial para regular el clima, absorber el dióxido de carbono y generar oxígeno. El mar captura 55 % del carbono en el planeta, lo que significa que es el mayor sumidero de carbono a largo plazo.

El cambio climático causa efectos adversos complejos que incluyen el aumento de la temperatura; derretimiento del hielo polar ártico; cambios en la circulación y en la temperatura marina; aumento en la frecuencia y severidad de fenómenos meteorológicos, y de las zonas muertas; florecimiento de algas perniciosas, y acidificación, hasta el blanqueamiento de los arrecifes coralinos, además de todas las consecuencias en pérdida de productividad primaria, y de vida marina por cambios en la química oceánica.

La vegetación de las zonas costeras, como los manglares, los humedales y las praderas de pastos marinos constituyen verdaderos centros de biodiversidad, con gran producción primaria a partir de la fotosíntesis o quimiosíntesis. Dichos ecosistemas costeros en conjunto cubren poco más de 13 millones de hectáreas en el mundo, y almacenan y secuestran más carbón por unidad que los ecosistemas terrestres. De ahí su importancia crítica en la mitigación del cambio climático. Este ciclo de carbono se conoce como carbón azul costero.

El océano es un sistema vivo en el que todos los animales, plantas y elementos desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio. En ecosistemas marinos saludables, los virus, las bacterias y el fitoplancton absorben carbono, al igual que los peces que capturan carbón atmosférico, el cual transportan de la superficie marina hacia las aguas profundas y los sedimentos. Lo anterior se conoce como secuestro de carbono, el cual proporciona así un proceso vital, regulado por la cadena trófica en el secuestro de carbono a largo plazo. Esto significa que el carbono es extraído de la atmósfera y llevado a las profundidades del lecho marino donde puede permanecer por cientos o miles de años. Este es el carbón azul oceánico.

Recientemente se describió el enorme papel que juegan las ballenas en el control y mitigación del cambio climático. Con su enorme masa corporal y longevidad, acumulan carbono en su cuerpo durante toda su vida y cuando mueren naturalmente y se hunden en el fondo del océano, el carbono es depositado en el lecho marino. Cada gran ballena secuestra, en promedio, 33 toneladas de Co2.

Muchas especies de ballenas, como las barbadas, consumen grandes cantidades de presas en las profundidades y al subir a la superficie a respirar, liberan plumas fecales ricas en nutrientes, como nitrógeno y hierro, elementos que el fitoplancton utiliza para crecer. Esto lo realizan a lo largo de sus migraciones, como en el caso de la ballena gris, que nace en las lagunas de Baja California Sur en México y migra a los mares de Bering y Chuckchy en el Polo Norte, donde se alimenta de krill en los lechos marinos, llevando a cabo una migración que abarca toda la costa norte del Océano Pacífico. El mecanismo por el cual las ballenas transportan nutrientes de un lado a otro; es decir horizontal y de forma vertical, cayendo de la superficie al lecho marino, se conoce como la Bomba de ballenas.

A pesar de su importancia, la tasa de pérdida de ecosistemas marinos es más alta que la de cualquier otro ecosistema, incluso es cuatro veces mayor que la pérdida de selvas tropicales. Hoy sabemos que en pocos años de actividades humanas directas o indirectas sobre el océano han llevado a un empobrecimiento biológico de todos los mares, con pérdida de biodiversidad, extractivismo, destrucción del hábitat y contaminación de todo tipo, que modifica los procesos ecológicos.

Los manglares se pierden a una tasa de 2 % anual; los humedales y marismas ya han perdido 50 % de su cobertura histórica; las praderas de pastos marinos han perdido 30 %. Además, la profusa cacería de ballenas ha alterado la capacidad del ecosistema para secuestrar carbón. Un estudio publicado en 2021 establece que tan sólo en el siglo xx fueron cazadas al menos dos millones de ballenas, y reconoce el impacto que esto tuvo sobre las funciones ecosistémicas, que su recuperación implicará un periodo largo y enfatiza la importancia de recuperar las poblaciones de ballenas a niveles precacería.

Detener la degradación de los ecosistemas oceánicos y costeros reduciría la vulnerabilidad de las comunidades costeras e incluso podría ser una fuente de generación de ingresos económicos para estas comunidades.

Contrario a lo que se pensaba hace unos años, en el sentido de que la conservación de la naturaleza implicaba una pérdida económica, y era contraria al desarrollo, hoy se ha demostrado que la conservación de las ballenas y del ecosistema marino es impostergable, aun desde el punto de vista puramente económico. Es decir, las aportaciones en servicios ambientales de las ballenas en secuestro de carbono, transporte de nutrientes y fertilizadores en la productividad primaria puede generar ingresos para las comunidades costeras. El Fondo Monetario Internacional ha reconocido que el valor promedio de una ballena viva, por sus servicios ecosistémicos, es de dos millones de dólares. El valor de una ballena cazada y vendida su carne aporta unos 40 mil dólares.

La ciencia moderna nos demuestra que la conservación de los ecosistemas marinos es el camino por seguir. Cada vez más se habla de soluciones basadas en la naturaleza. Aquí exponemos un ejemplo de ello. El océano es un sistema donde todo se encuentra inextricablemente entrelazado y del que dependemos.

La destrucción de la vida marina de la que somos responsables debe llevarnos a una reflexión profunda acerca de la relación que hemos establecido con la naturaleza y con los otros animales. El cambio de paradigma es inaplazable. Reconocer el valor inherente de los océanos y de su vida marina como postura ética es el camino que puede conducirnos a establecer una tregua en lo que aparece como una guerra contra la naturaleza, para poder aprender a vivir como parte de ella.

* Yolanda Alaniz Pasini es médica cirujana. Cursó las maestrías en Salud Pública y en Antropología Social, así como los posgrados en Bioética y en Desarrollo Sustentable. Fue profesora de las asignaturas de Epidemiología y Antropología Médica en la UNAM, y de Bioética y Ética Ambiental en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Se desempeñó como secretaria técnica de las comisiones de Medio Ambiente y Recursos Naturales tanto en el Senado de la República como en la Cámara de Diputados, y ha sido observadora y parte de la delegación mexicana ante la Comisión Ballenera Internacional y en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. Actualmente es consultora para Conservación de Mamíferos Marinos de México.

Las opiniones publicadas en este blog son responsabilidad exclusiva de sus autores. No expresan una opinión de consenso de los seminarios ni tampoco una posición institucional del pub-unam. Todo comentario, réplica o crítica son bienvenidos.

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Imagen BBC
Imágenes del antes y el después de las catastróficas inundaciones en Libia que han dejado al menos 11 mil muertos
2 minutos de lectura

Los daños hasta el momento son incalculables.

15 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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Las imágenes satelitales muestran la escala de la destrucción en la ciudad portuaria de Derna, en Libia, después de que aguas torrenciales arrasaran puentes, calles y comunidades enteras, dejando miles de fallecidos y desaparecidos en el camino.

Las fuertes lluvias que trajo consigo la tormenta Daniel durante el fin de semana ocasionaron el colapso de dos represas sobre el río Wadi Derna, que recorre la ciudad y que, por lo general, tiene un caudal muy reducido. Los torrentes de agua y escombros dejaron una estela de devastación.

Una serie de puentes cruzaban el Wadi, conectando un área del puerto con la parte occidental de la ciudad.

Las aguas – descritas por un oficial como “un tsunami”- arrasaron los puentes al igual que bloques de edificios residenciales enteros (incluyendo complejos de varios pisos), edificios gubernamentales y una mezquita de gran tamaño.

Barrios en la ciudad portuaria de Derna afectados por las aguas
BBC

En el barrio de Al-Eilwa, se reportaron inundaciones en el 96% de las casas.

Muchas de las propiedades construidas en las cercanías al río desaparecieron, solamente dejando visibles los cimientos de las construcciones.

Ilustración muestra como el río divide la ciudad en dos
BBC

Una carretera costera cercana al puerto cayó al mar.

El gráfico muestra la carretera que el agua destruyó en Derna
BBC

La población de Derna contaba con una población de 200.000 personas antes de la tormenta.

El alcalde de la ciudad dijo que dado el número de barrios que resultaron completamente destruidos, pudieron haber muerto entre 18.000 y 20.000 personas.

Miles más están heridas o desaparecidas, mientras muchas quedaron sin dónde vivir.

Un análisis de Naciones Unidas muestra que más de 2.200 estructuras fueron expuestas a las aguas y que al menos seis puentes y el área del puerto habían sufrido graves daños.

Barrios afectados severamente como Al-Bilad y Al-Maghar a ambos lados del río, también albergaban los centros de salud que la gente de la ciudad usaba, según los analistas de desastres de Reach.

Los hogares que fueron construidos sobre el lecho seco del río en el lado de la represa que daba hacia el mar fueron los que recibieron la mayor fuerza del impacto del agua.

Imágenes de las zonas afectadas|
BBC

Hamad Shalawi, miembro del comité de desastres local, dijo que la ciudad había sido destruida en segundos y que familias enteras habían muerto.

“La geografía de la ciudad cambió completamente con la mitad de la ciudad barrida hacia el mar”, le dijo al servicio árabe de la BBC.

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BBC

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