La despenalización del aborto en América Latina está marcada por los contrastes: mientras Colombia logró este año la legislación más avanzada, que legaliza el aborto a nivel nacional hasta la semana 24, Centroamérica aún se enfrenta a rezagos que se traducen en batallas legales para lograr que las mujeres accedan al aborto aun en casos de emergencias obstétricas.
La sentencia C-055 de Colombia, publicada el 21 de febrero, incluso va más allá: establece que el Congreso y el gobierno nacional, además de cumplirla de manera inmediata, están obligados a implementar una política pública integral que, como mínimo, debe contener la divulgación clara de las opciones disponibles durante y después del embarazo, y la eliminación de cualquier obstáculo para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos.
Además, se mandata la existencia de instrumentos de prevención del embarazo y planificación, el desarrollo de programas en materia de educación sexual y reproductiva, medidas de acompañamiento a las mujeres gestantes y medidas que garanticen los derechos de los nacidos en circunstancias donde se deseaba el aborto.
En contraste, en la misma región siguen existiendo retrocesos o leyes que penalizan absolutamente el aborto, como ocurre en El Salvador, que no solo prohíbe cualquier tipo de aborto, sino que ejerce una persecución penal en un contexto de criminalización generalizada, donde incluso las mujeres que enfrentan emergencias obstétricas —abortos espontáneos o partos extrahospitalarios— pueden vivir esta situación, explica en entrevista Carmen Cecilia Martínez, directora asociada de estrategias legales del Centro de Derechos Reproductivos para América Latina y el Caribe.
De acuerdo con la OMS, en los países donde hay más restricciones en torno al aborto, solo uno de cada cuatro que se realizan es seguro. En cambio, casi nueve de 10 resultan seguros en aquellos países donde este procedimiento es ampliamente legal.
Si bien los contrastes hablan de una dualidad en la región, acota Martínez, al mismo tiempo el balance de los últimos dos o tres años puede considerarse positivo. La mayoría de los países de la región sigue penalizando el aborto de una u otra forma, cuando ya está comprobado que las restricciones no reducen la posibilidad de que las mujeres y personas gestantes busquen este servicio, sino que las orillan a que pueda resultar inseguro.
“Colombia hoy está al más avanzado nivel en la región, porque lo que queda allí es un delito que sigue existiendo, porque todavía permea el estereotipo de que las mujeres o las personas con capacidad de gestar tienen como último fin la reproducción, y de alguna forma se perpetúa ese rol con la prevalencia del delito en el sistema penal, pero lo cierto es que despenalizar el aborto hasta la semana 24, y que además se pueda acceder a partir de las causales que ya existían —sin límite de tiempo en caso de peligro para la salud o la vida de la madre, malformaciones del feto o violación y fecundación no consentida—, pone a Colombia alineada no solamente con los estándares internacionales de derechos humanos, sino con las últimas directrices que sacó la OMS sobre la atención para el aborto”, señala Martínez.
En sus nuevas directrices publicadas este año, además de las recomendaciones médicas respecto al aborto, la OMS recomienda eliminar todos los obstáculos normativos innecesarios para el aborto seguro, como la penalización, los tiempos de espera obligatorios, los requisitos relativos a que personas o instituciones den su aprobación, así como los límites respecto del momento del embarazo en que puede realizarse un aborto. Todas esas barreras, señala la organización, pueden provocar retrasos críticos.
“La recomendación es justamente la abolición de la regulación penal del aborto; se recomienda eliminarlo de todas las leyes penales y garantizar así que no haya sanciones por tener, asistir, proporcionar información sobre aborto o el servicio per se. Lo que se ha comprobado es que la existencia del delito no persuade a las mujeres de que no lo vayan a buscar, sino que además puede ser regulado por otras vías, como el sistema de salud; así es en Canadá y Nueva York”, explica Martínez.
En la región no logra distinguirse, añade, cómo es que el aborto es un derecho y un servicio esencial de salud, que según la OMS debe estar disponible todo el tiempo —incluso en época de COVID-19—, y al mismo tiempo es un delito. Esta dualidad no permite diferenciar las formas de prestación entre lo que es legal y aquello que la ley dice que no lo es, por lo que estas normas terminan dificultando el acceso a información, confidencialidad, al secreto profesional y a otros servicios.
En una región que sigue conservando uno de los índices más altos de muertes maternas en el mundo —67 por cada 100 mil nacidos vivos—, ha crecido una conciencia colectiva y regional para liberalizar las leyes de aborto y alinearlas con las obligaciones internacionales. Antes de Colombia, en 2012 Uruguay despenalizó hasta las 12 semanas y Argentina en 2020 hasta las 14. En Cuba, ha estado despenalizado hasta la doceava semana desde los 60.
En México, solo ha ocurrido por entidades desde 2007, cuando fue despenalizado en la capital para las primeras 12 semanas de gestación. Hasta ahora, la despenalización del aborto voluntario bajo ciertas condiciones ha alcanzado a 11 estados: CDMX, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz, Baja California, Colima, Coahuila, Sinaloa, Guerrero, Baja California Sur y Quintana Roo. A esto se suma la determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) del 7 de septiembre de 2021, mediante la cual resolvió que es inconstitucional criminalizar el aborto de manera absoluta.
En contraste, el 24 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la histórica sentencia conocida como Roe vs. Wade, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto en el país. Esa decisión —con votación dividida— abrió el camino para que el aborto pueda ser penalizado en los estados que lo consideren.
Para Martínez, es innegable que existen discursos, narrativas e incluso movimientos muy organizados y con capacidad de responder e intentar poner sobre la mesa una agenda que no es la de derechos humanos, con información que no está ajustada a la investigación científica y no está libre de sesgos ni discriminación. Por ello, el movimiento feminista latinoamericano ha sido muy fuerte en desmitificar esos discursos.
“Frente a la penalización del aborto, no estamos diciendo que no tenga que estar regulado, sino que debería estarlo en el sistema de salud, ¿qué otro servicio se encuentra regulado por fuera y en el sistema penal, en particular? Es un delito que nace a partir de los estereotipos, y con evidencia se ha demostrado que en los países que han apostado a la despenalización, como Canadá, sus índices fueron descendiendo”, señala.
Del mismo modo, la educación sexual ha sido también un factor clave. Ante la insistencia de grupos antiderechos, Martínez subraya la importancia de recordar que no se trata de si estamos de acuerdo o no con el aborto, ni mucho menos de la obligatoriedad de acceder a él, sino de que esté disponible para quien lo necesite.
El movimiento latinoamericano, desde su perspectiva, ha acertado en esa concientización que se conoce como despenalización social. En ese terreno, basta con la conciencia de que tiene que estar disponible para las mujeres que lo necesitan, y sobre todo para aquellas que viven otras vulnerabilidades, porque la criminalización no le ocurre a las mujeres que cuentan con los recursos económicos suficientes.
Manuela era una mujer que en febrero de 2008 transitaba su tercer embarazo. Además, padecía cáncer linfático que no había sido diagnosticado. A pesar de que acudió varias veces a los servicios médicos de El Salvador, nunca la derivaron a atención especializada para identificar qué causaba sus tumoraciones en el cuello.
Era una mujer cabeza de familia, tenía dos hijos y vivía en un contexto rural. Un día tuvo una emergencia obstétrica: un parto extrahospitalario le provocó un desmayó y le sobrevino una hemorragia. La trasladaron al hospital, que se encontraba a unas cuantas horas, en una hamaca. Cuando finalmente llegó, en lugar de brindarle atención médica —porque ya tenía síntomas de preeclampsia grave—, el personal de salud le hizo un interrogatorio y activó el sistema penal.
La doctora, además, sostenía que estaba escondiendo el producto de una infidelidad y había cometido un delito. A partir de ahí, se rompió el secreto profesional y se desencadenaron violaciones a sus garantías judiciales, sin que se le otorgara su derecho a una defensa. Manuela fue condenada a 30 años de prisión por homicidio agravado. En la cárcel, su estado de salud se deterioró por el cáncer y falleció.
Este caso llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2010 y la sentencia fue notificada apenas en noviembre de 2021. En ella, se establecen reparaciones estructurales: el diseño de una regulación clara sobre los alcances del servicio profesional médico, la protección de la historia clínica, estándares para una regulación que establezca expresamente que el personal médico y sanitario no tiene una obligación de denunciar a mujeres que hayan recibido atención médica por posibles abortos, entre otros.
Además, ordenó que se creara un protocolo de atención a mujeres que experimentan eventos obstétricos, subraya Martínez, quien fue litigante en el caso, con criterios claros para que accedan a información y servicios de salud. Para ella, se trata de una gran medida de no repetición para que el personal de salud no pueda ser criminalizado por proteger el secreto profesional y para que las mujeres que viven emergencias no sean perseguidas. Pero a un año de esta sentencia, las mujeres siguen enfrentando la penalización en ese país y otros de Centroamérica.
La sentencia Manuela y otros vs. El Salvador debería ser un referente para reabrir la discusión pública en las instituciones de poder respecto de los efectos desproporcionados de la criminalización del aborto, y tendría que ser cumplida íntegra y prontamente por los poderes de ese país, pero también tener un impacto en América Latina, o al menos los Estados que forman parte de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, sostiene Martínez.
“Los estándares que crea la sentencia son importantísimos y, desde el Centro, pero también con muchas organizaciones de la región que hacen parte de la ola verde, estamos trabajando, porque uno pensaría que solo en El Salvador pasan estas cosas, pero lo cierto es que, en países como Honduras, Ecuador, incluso en Colombia, hay todavía casos de criminalización de personas por el supuesto delito de aborto, y muchos de estos casos se activan justamente a partir de una notificación por parte de los operadores de salud, a los que no les corresponde de ninguna forma perseguir penal o criminalmente a las personas que buscan un servicio de salud”, subraya.
Gran parte del hemisferio norte ha sido golpeado ese verano por condiciones climáticas extremas. ¿Cómo se conecta lo que ocurrió con el calentamiento global generado por los seres humanos?
Calor. Incendios forestales. Lluvias torrenciales. Tifones y huracanes. Gran parte del hemisferio norte fue golpeado por condiciones climáticas extremas este verano.
Los científicos pueden tardar un tiempo en descifrar qué es lo que está ocurriendo exactamente.
No todos estos fenómenos pueden relacionarse de manera directa con el cambio climático; los sistemas meteorológicos y climáticos naturales del planeta son potentes y también afectan al clima.
Pero en las últimas semanas se alcanzaron importantes récords meteorológicos en poco tiempo, lo que preocupa a los expertos.
Estos son algunos de los datos que reflejan la magnitud de lo que sucedió en la Tierra este verano boreal. Veamos cómo se conecta con el cambio climático.
En Reino Unido, los días agradables de principios de verano pueden parecer un recuerdo lejano después de semanas de clima inestable, pero este año los británicos registraron el junio más caluroso de la historia.
La temperatura media -contando tanto los días como las noches más frescas- fue 15,8 °C. Esta marca superó el récord anterior en 0,9 °C, lo que supone un salto significativo en términos climáticos.
En 72 de las 97 áreas de Reino Unido donde se recopilan datos de temperatura se alcanzaron cifras récord.
Los científicos de la Met Office afirmaron que el cambio climático hace que la posibilidad de superar el récord anterior sea al menos el doble de probable.
En la primera semana de julio el planeta vivió el día más caluroso registrado, el día que la temperatura media global alcanzó los 17,23 °C, lo que rompió el récord anterior de 2016 de 16,92 °C.
En el Mediterráneo, millones de personas vieron de cerca cómo se siente el calor extremo cuando dos abrasadoras olas de calor, llamadas Cerberus y Caronte, en honor a las amenazantes figuras de la antigua mitología griega, azotaron los países de toda la región.
En Italia, en todas las ciudades se declaró alerta roja. En Roma, los turistas se desmayaron con temperaturas superiores a los 40 °C.
La Acrópolis de Atenas, la atracción turística más popular de Grecia, debió cerrar para proteger a los visitantes del calor que podía llegar a ser mortal.
En Argelia y Túnez las temperaturas llegaron a los 48 °C.
A su vez, el calor creó las condiciones de sequía necesarias para los incendios forestales que arrasaron el Mediterráneo.
En el caso de Grecia, los grandes incendios que se dieron del 1 al 25 de julio emitieron un millón de toneladas de dióxido de carbono, la mayor cantidad registrada para cualquier incendio forestal de julio en el país.
* CO2e es un cálculo de emisiones de carbono que incluye gases de efecto invernadero como el metano.
Los científicos del grupo World Weather Attribution, que analizan el papel del calentamiento global en los eventos climáticos extremos, después de estudiar los datos concluyeron que las olas de calor habrían sido “prácticamente imposibles” sin el cambio climático inducido por el hombre.
El calentamiento de la atmósfera, a causa de la quema de combustibles fósiles, hizo que la ola de calor en el sur de Europa fuera 2,5 °C más caliente que en el pasado.
Los científicos creen que El Niño que empezó en junio podría hacer que este año sea el más caluroso de la historia.
Este poderoso fenómeno natural, que está relacionado con temperaturas más altas, ocurre entre cada dos a siete años cuando agua cálida sube a la superficie en el Pacífico frente a las costas de América del Sur.
Mientras millones de personas estaban desesperadas por aliviarse del calor, el 26 de julio China y Filipinas fueron golpeadas por lluvias torrenciales y vientos feroces que alcanzaron récords.
El tifón Doksuri azotó ciudades y litorales de Asia oriental durante una semana.
Más de un millón de personas fueron evacuadas cuando los vientos alcanzaron los 240 km/hr. En Pekín, la capital de China, la cantidad de lluvia que cayó batió el récord de los últimos 140 años.
Las inundaciones dañaron carreteras y puentes, sumergieron automóviles y destruyeron obras en construcción.
En Filipinas, al menos 26 pasajeros de un ferry murieron cerca de Manila cuando se amontonaron hacia un lado del barco que se inclinaba debido al viento, lo que hizo que volcara.
Las temperaturas más cálidas proporcionan condiciones más favorables para este tipo de tormentas.
En los meses previos al tifón, China, Corea del Sur y otras partes del este de Asia habían experimentado un calor récord.
Los científicos del grupo World Weather Attribution dijeron que el cambio climático hizo que la ola de calor de julio en China fuera 50 veces más probable que sucediera.
La isla de Maui, en Hawái, se enfrentó el 8 de agosto a un incendio que se convirtió en una trampa mortal.
En la ciudad costera de Lahaina, los habitantes del lugar dijeron que las sirenas de advertencia no sonaron. Algunos huyeron al océano para intentar salvarse de las llamas que avanzaban rápidamente.
Gran parte de la isla atravesaba una sequía que hacía que la vegetación seca proporcionara el combustible ideal para que las llamas se propagaran, avivadas por los fuertes vientos de un huracán que pasó prácticamente al mismo tiempo.
La compleja combinación de estructuras humanas y de gestión del territorio en Hawái hace que, aunque el cambio climático puede haber contribuido al incendio, no esté claro hasta qué punto tuvo un papel fundamental, según los científicos del clima y los expertos en incendios.
Unos días después, el 19 de agosto, la temporada de incendios que había comenzado inusualmente pronto en el este de Canadá arrasó la provincia occidental de Columbia Británica.
Por ese motivo, las autoridades ordenaron evacuar unos 15.000 hogares, mientras que cientos de kilómetros al norte, un enorme incendio amenazaba la ciudad de Yellowknife, en los Territorios del Noroeste.
Hasta ahora en Canadá ardieron unos 15,6 millones de hectáreas, una superficie mayor que la del estado de Nueva York o Inglaterra.
En este momento, al menos 1.000 incendios continúan activos mientras Canadá vive su peor temporada de incendios forestales.
La manera en que los humanos gestionamos los bosques contribuye en gran medida a los incendios, pero el cambio climático también alimenta las condiciones para que las llamas se afiancen: seca la vegetación, causa un deshielo más temprano de la nieve y calienta el suelo que antes era demasiado frío para los incendios.
Los científicos prevén que, a medida que se intensifique el calentamiento global, los incendios forestales serán más potentes.
Un estudio realizado por el grupo World Weather Attribution encontró que el cambio climático hizo que las condiciones cálidas, secas y ventosas que causaron los incendios forestales en Quebec fueran al menos dos veces más probables y entre un 20% y un 50% más intensas.
El 21 de agosto, California, un estado de EE.UU. que suele estar preparado para los incendios forestales, sufrió su primera tormenta tropical en 84 años.
La tormenta Hilary, que venía de ser huracán, tocó tierra en el norte de México y mató al menos a una persona cuando una familia de cinco miembros fue arrastrada al mar, antes de subir hacia California.
Unos 26 millones de personas en el estado estuvieron en riesgo de sufrir inundaciones y 25.000 hogares en Los Ángeles se quedaron sin electricidad con el avance de la tormenta.
Palm Springs tuvo la hora de lluvia más intensa jamás registrada en la ciudad, según el gobernador de California, Gavin Newsom. En el Valle de la Muerte, las inundaciones llenaron de agua el icónico paisaje seco, convirtiendo sus valles en ríos rápidos.
Es demasiado pronto para decir si el cambio climático aumentó las posibilidades de que sucediera esta tormenta, pero los científicos anticipan que las temperaturas más altas causarán huracanes más fuertes en el futuro, ya que más calor en los océanos crea más energía para las tormentas.
Las aguas del planeta estuvieron más calientes que nunca este verano boreal: una poderosa ola de calor marina rompió el récord de temperatura global promedio.
El calor acumulado en la superficie de los océanos puede haber contribuido a impulsar fuertes huracanes en el Atlántico a finales de agosto.
La tormenta Hilary es un recordatorio de que el año aún no ha terminado: la temporada de huracanes en el Atlántico apenas ha comenzado y se proyecta que será más fuerte de lo habitual.
El impacto del clima extremo en diferentes países es un recordatorio de que la respuesta de los humanos es vital.
La ONU y destacados científicos del clima instaron nuevamente a los gobiernos a cumplir sus promesas de abordar urgentemente la crisis climática.
Los científicos dicen que lo sucedido estos meses es una señal de lo que vendrá a medida que el cambio climático empeore.
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga la última versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.