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El asesinato de Garza Sada en los nuevos libros de texto, un episodio que confronta visiones de la historia
El asesinato de Garza Sada en los nuevos libros de texto, un episodio que confronta visiones de la historia
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El asesinato de Garza Sada en los nuevos libros de texto, un episodio que confronta visiones de la historia

Especialistas analizan el tratamiento del texto “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro” de nivel secundaria en torno al asesinato del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada.
22 de agosto, 2023
Por: Frasua Esquerra
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La Liga Comunista 23 de Septiembre —grupo clandestino revolucionario— incurrió en “el primero de sus descalabros… al intentar retener en Monterrey a Eugenio Garza, ícono y leyenda del empresariado mexicano, en cuya acción perdieron la vida el empresario, su chofer y dos elementos del comando guerrillero”.

Este uso del lenguaje en uno de los nuevos libros de texto de la SEP para maestros ha sido criticado por grupos empresariales y organizaciones como el Centro Eugenio Garza Sada, al señalar que hablar de una “pérdida de vida” o intento de “retención” solo “busca suavizar el hecho de que Eugenio Garza Sada fue asesinado por quienes intentaban secuestrarlo”.

El párrafo sobre el secuestro del precursor de grupo FEMSA y del TEC de Monterrey forma parte de un capítulo del texto “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro” de nivel secundaria, donde se menciona el surgimiento y operación de distintos grupos disidentes y guerrilleros que encararon la represión gubernamental durante el siglo XX en México.

En un fragmento previo se indica que “el secuestro como arma político-militar no fue una estrategia en donde la LC23S lograra alguna victoria”, aunque en otro se refiere que “más allá de las bajas y las acciones desafortunadas”, los grupos que habían optado por la vía radical seguirían “manteniendo su vigencia”.

Consultado por El Sabueso de Animal Político, el investigador de El Colegio de México, Dr. Ariel Rodríguez Kuri, especialista en temas de violencia política y guerrillas de 1960 a 1980, consideró que el vocabulario que se empleó para narrar en específico lo ocurrido con Garza Sada es “eufemístico” y “desafortunado”.

Aunque, por otro lado, a su parecer estos materiales de la SEP incluso se quedan cortos en narrar cómo luego del asesinato de Garza Sada el Estado respondió de una forma “ilegal, contraria a los derechos humanos” y “fundada en la venganza”, contra grupos disidentes.

En ese sentido Elías Orozco, un sobreviviente de la Liga Comunista 23 de Septiembre, opinó en entrevista que más allá de las palabras utilizadas para narrar este hecho histórico, lo importante es entender por qué y en qué momento ocurrió, en un contexto en el que agrupaciones disidentes como la Liga eran reprimidas por el gobierno, con desapariciones forzadas, también secuestros y asesinatos. 

“Ellos utilizan su punto de vista de clase. Su lenguaje no es igual al de nosotros. El lenguaje de los trabajadores, de los estudiantes, de los guerrilleros de aquellos años, nosotros no hablábamos así. El idioma va evolucionando con las costumbres y los procesos de la civilización. Es un prejuicio y una manera de estar poniendo obstáculos. Lo que nos debería interesar es el conocimiento”, refirió sobre las críticas de grupos empresariales al libro de texto de la SEP.

En aquel momento, relató Orozco, la Liga Comunista recurrió a distintas tácticas para encarar la represión estatal, y sí, reconoce que hubo errores que resultaron en violencia y muertes, como la de Garza Sada, pero también de jóvenes guerrilleros.

“Sostuvimos el enfrentamiento y a fuerza queríamos llevar a esa persona (Garza Sada) a donde la necesitábamos tener, no se pudo y por eso empezaron las muertes, como consecuencia del enfrentamiento… por todos los errores y toda la inexperiencia”, recordó. 

Sobre este debate el historiador Camilo Vicente Ovalle, colaborador de la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las Violaciones Graves a los Derechos Humanos cometidas durante la Guerra Sucia, consideró que el tratamiento del tema de la operación de grupos guerrilleros en general es adecuado en los libros.

Aunque también refiere la importancia de dar más contexto sobre la represión estatal, y el papel del poder empresarial y político ante la operación de movimientos insurgentes y de resistencia no sólo en México, sino también en otras naciones. 

“Lo que hace falta es situar a estos grupos guerrilleros en el contexto en el que estaban, es decir, en un contexto de insurgencia social mucho más amplio”, relató.

¿Cómo se relata el asesinato del empresario en los libros de texto gratuitos?

En el libro para el docente fase 6, destinado a los maestros de secundaria, se incluye el capítulo  “Soñaron con asaltar el cielo”, en el que se hace una revisión histórica de personajes y grupos insurgentes ante el Estado. 

Se lee, por ejemplo, sobre Rubén Jaramillo en el México posrevolucionario al inicio del mismo y hacia el final del capítulo se escribe sobre la conformación de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S).

Al comienzo del mismo párrafo en el que se menciona el asesinato de Garza Sada sí se habla de un “secuestro”. Esto, al afirmar que “el secuestro como arma político-militar no fue una estrategia en donde la LC23S lograra alguna victoria”.

Luego el párrafo continúa diciendo que “el primero de sus descalabros” ocurrió, justamente, “al intentar retener en Monterrey a Eugenio Garza Sada”. “En cuya acción” —señala el libro— “perdieron la vida el empresario, su chofer y dos elementos del comando guerrillero”. 

Inmediatamente después el capítulo se refiere también al secuestro del empresario Fernando Aranguren y del cónsul británico, Anthony Duncan, “operativos que se realizan sin contratiempos”, indica el texto. 

Sin embargo, también se señala que ante la negativa del gobierno de Echeverría por negociar con la LC23S, ésta liberó a Duncan pero “ajustició” al empresario “como medida radical”. 

En el libro se menciona a los maestros la importancia de tener “conciencia de clase” y memoria histórica, “sin censuras, sin quiebres, sin mezquindades”.

Tanto el Dr. Ariel Rodríguez Kuri como el historiador Vicente Ovalle consideran acertado que se intente narrar estos episodios en los libros, ya que finalmente son parte de la historia mexicana, aunque cada uno señaló carencias o puntos de mejora.

“Creo que el intento que se hace por recuperar estas experiencias de la insurgencia en México, que quedan plasmados en este libro de apoyo para los profesores, me parece que está bien. ¿Se pueden mejorar? Sí, se puede mejorar. ¿Se puede hacer más pedagógico? También se puede hacer más pedagógico, pero me parece que está bien”, dice Ovalle.

El asesinato del empresario, según libro publicado por el Centro Eugenio Garza Sada y el Tec de Monterrey

La mañana del 17 de septiembre de 1973 —describe la doctora Gabriela Recio Cavazos en el libro biográfico “Eugenio Garza Sada. Ideas, acción, legado”— Eugenio Garza Sada, junto con su chofer y su guardia, se dirigía “en su ruta acostumbrada” a las oficinas de la Cervecería Cuauhtémoc cuando el auto en el que viajaban fue interceptado “por seis individuos que portaban pistolas automáticas y una metralleta, y cuyo plan consistía en secuestrarlo y exigir un rescate multimillonario”.

“Don Eugenio ya había recibido amenazas y había dado instrucciones a su familia de que si llegaba a ser secuestrado, no deberían pagar ni un solo centavo por él. Además, cargaba una pequeña pistola en la guantera del automóvil para protegerse en caso de que se viera sorprendido por una situación de ese tipo. En la refriega que se suscitó, el empresario más importante de Monterrey —y uno de los hombres de negocios de mayor peso e influencia en el país—, su chofer y guardia fueron abatidos a tiros en un intento de secuestro por miembros de la Liga Comunista 23 de septiembre”.

El libro —escrito a petición del Centro Eugenio Garza Sada y bajo el sello editorial de la misma asociación civil y del Tecnológico de Monterrey— señala que cuando Eugenio Garza Sada fue asesinado “el empresariado y la sociedad regiomontana responsabilizaron inmediatamente al presidente Luis Echeverría de lo sucedido, culpándolo por haber permitido que florecieran grupos guerrilleros y de fomentar un sentimiento hostil contra el sector privado”.

La Guerra Sucia y la Liga Comunista 23 de Septiembre

De acuerdo con el libro México en los setenta, ¿Guerra Sucia o terrorismo de Estado? Hacia una política de la memoria la denominación de “guerra sucia” se refiere a la “aplicación soterrada de una política antisubversiva en la que se violó el Estado de derecho, la cual además se caracterizó por la impunidad extendida a las instituciones estatales”. 

El historiador Ovalle indicó que entre los años cuarenta y setenta “el ejercicio del gobierno se llevó a cabo con prácticas de violencia sistemática contra todos los sectores sociales, con el objetivo de mantenerlos bajo control y bajo la sombra de las estructuras del régimen”. Un régimen que calificó como “autoritario”, y que “hizo ejercicio de la violencia sistemática durante prácticamente sesenta años para mantener bajo control a amplios sectores sociales”.

Dentro de este contexto político se crearon grupos como la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S). Francisco Ávila Coronel describe en La Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y el Partido de los Pobres a la Liga Comunista 23 de septiembre como un “grupo armado que proponía de manera ortodoxa la organización de la revolución, a partir de la idea de que los obreros son la vanguardia, mientras que los campesinos deberían de subordinarse a la dirección proletaria”.

“La Liga probablemente sea el último grupo que surgió entre 1969 y 1973 y sin duda es el más importante”, afirma el Dr. Rodríguez Kuri, tanto en términos de militantes, como por su implantación territorial. “Es el grupo más importante porque es el grupo más radical en términos políticos, en términos ideológicos y por el uso de la violencia”.

Su objetivo era “desanimar, desmoralizar a las policías y al ejército mexicano a partir de enfrentamientos directos”, y se “financiaba a partir de dos fuentes fundamentales: el secuestro de personajes con recursos y los asaltos a los bancos, y a otro tipo de establecimientos, pero sobre todo a los bancos”.

Camilo Vicente Ovalle indica que “la Liga es el resultado de un proceso de desarticulación de distintos grupos en un proceso de radicalización en distintas partes del país”, que “ante el conflicto y la respuesta autoritaria del gobierno y de los empresarios… van a tomar la decisión de encaminar la insurgencia social por la opción armada”.

Kuri, investigador de El Colegio de México, señala que la LC23S “no es un hecho aislado” en la historia de la violencia política en México, como no es aislada la violencia política de extrema izquierda en el contexto latinoamericano, o “incluso en el contexto europeo del momento”. 

“La Liga es más o menos contemporánea de otros experimentos de militancia armada clandestina, como Brigadas Rojas en Italia, Baader-Meinhof en Alemania, ETA en España o el ERI en Irlanda”, refiere el investigador.

El principal objetivo de la LC23S “era construir las estructuras de la insurgencia armada”, afirma Vicente Ovalle, así como “lograr la integración de los sectores obreros a esta insurgencia social armada”. Sin embargo también refiere que el “objetivo real” del grupo era “construir una sociedad de tipo socialista en México”.

“El argumento fundamental de la Liga y de otros grupos, pero sobre todo en este caso de la Liga Comunista, es que no había otro camino más que la insurrección armada”. Un argumento que Rodríguez Kuri considera “empíricamente falso” porque, según su punto de vista, siempre existió la vía pacífica para el cambio social.

Las “acciones violentas de la guerrilla en realidad llevaron a un muy rápido desprestigio”, refirió el investigador de El Colegio de México. “La gente no quería eso, la gente quería un cambio, pero no en esos términos y no por esos términos”.

Contar la historia de La Liga Comunista y el caso de Garza Sada puede ser muy importante para niños y jóvenes, continuó, “siempre y cuando se use un enfoque donde no se quiera rescartar arrajatabla una estrategia que fue a todas luces equivocada, y que en realidad se tradujo en muerte, en desaparición, en torturas de parte de los mismos militantes”. 

Rodríguez Kuri se mostró positivo frente a la discusión de los libros de texto gratuitos, “es lo mínimo que se espera de la esfera pública democrática”, dijo. “Si estamos discutiéndolo bien o mal ese es otro asunto. Pero qué bueno que estemos en eso, porque muchas cosas se van a aclarar en el camino”.

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Imagen BBC
La extraordinaria historia de Tony Osornio, la primera mujer paracaidista de México
12 minutos de lectura

Mi pasión por el paracaidismo me llevó al límite, pero un accidente que me alejó de él para siempre me reveló mi verdadera misión en la vida.

17 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
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La mexicana Tony Osornio ha sido una apasionada del paracaidismo. Su amor por este deporte de riesgo la llevó a ganar varios campeonatos e, incluso, a alcanzar el grado de subteniente en el ejército de su país, cuando no había mujeres soldados.

Pero en 1984, sufrió un accidente que cambió su vida para siempre.

Esta nota es una adaptación de la entrevista que le dio Tony al programa de radio BBC Outlook sobre su increíble historia.

Nací y crecí en un hogar muy tradicional en San Juan del Río, Querétaro, a unas dos horas de Ciudad de México.

Soy la más joven y la única mujer de cuatro hermanos. Siempre fui tan inquieta que mi papá decía que tenía la energía de mis tres hermanos juntos.

Con mi mamá tuve problemas porque ella decía que las mujeres pertenecíamos a la casa y que los hombres eran los que tenían que salir a la calle. Nunca me dejó ir a estudiar en la ciudad de Querétaro.

Yo sentía que, en vez de acercarme, me alejaba con tantas exigencias. Incluso me golpeaba por desobedecer. Pero, aun así, yo me escondía de ella para hacer el trabajo de mis hermanos, jugar futbol con ellos y mojarme en la lluvia, todo lo que se suponía que no debía hacer.

Me sentía como en una prisión. Llegó un punto en el que no podía soportarlo más. Si mi mamá no me dejaba salir, entonces tendría que encontrar la forma de escapar.

Resolví que me iría con el primer hombre que se quisiera casar conmigo.

Antes de que cumpliera 17, mi primer y único novio me propuso matrimonio. Yo le dije que sí, si me permitía estudiar y salir y tener más libertad.

Mi papá intentó convencerme de que no lo hiciera. Incluso me dijo que me compraría un carro si me quedaba hasta terminar la secundaria.

Pero yo estaba decidida. Quería casarme para salir de allí.

Me casé realmente emocionada de tener esa libertad, de tener una aventura.

Mi marido estaba en el ejército, así que sentía que estaba entrando en un mundo nuevo. Le encantaban los pasatiempos llenos de adrenalina, como conducir carros rápidos y motos y también el paracaidismo.

La verdad es que al principio mi matrimonio fue muy divertido. Nos gustaban las mismas cosas y aprendí mucho de él porque era 11 años mayor que yo. El día que me casé no estaba enamorada, pero con el tiempo me enamoré y los dos nos queríamos mucho.

Luego llegó mi primera hija, Mariela. Fue algo hermoso y maravilloso, pero también muy difícil para mí. Mi marido seguía en el ejército y viajaba mucho, a veces por meses.

Fue abrumador sentir que yo tenía que estar ahí con ella y cuidarla. Sentí que esa bebé se interponía en mi camino.

El día que encontré mi pasión

Tony Osornio
(Foto: Tony Osornio) Tony escribió su historia en el libro Salto de amor por la vida, que fue adaptado al cine.

Mi marido dirigía una escuela de paracaidismo.

Yo sentía que era mi obligación ayudarlo. Pero en realidad estaba harta de viajar todos los fines de semana para acompañarlo.

Hasta que un día un amigo de mi marido le dijo: “Deberías involucrarla más para que no se aburra y se canse tanto de venir aquí. Déjala dar un salto con nosotros”.

Entonces mi marido me preguntó: “¿Quieres saltar?”.

“Por supuesto que no. No voy a hacer eso”, le respondí.

“Tienes miedo”, me retó. Él sabía que yo era orgullosa.

Entonces dije: “No, no, no. Apúntame para el próximo salto”.

No era un salto cualquiera. Era parte de una competencia de paracaidismo.

Y llegó el día. Me subí al avión, fui viendo cómo uno por uno los demás saltaban y llegó mi turno. Me acerqué sigilosamente a la puerta abierta. Y salté.

Sentí el aire en la cara y sentí que flotaba. Fue una maravilla sentirme conectada con el cielo, con el aire, con una libertad que no puedo describir con palabras. Una sensación tan profunda como la de ser uno con el todo.

Y supe que ese era el lugar al que pertenecía.

Fue un shock total para mí. Fue un placer que no puedo describir completamente. Fue maravilloso, maravilloso, maravilloso. Y lo único que vino a mi cabeza fue que tenía que hacerlo de nuevo.

Gané el segundo puesto en ese concurso. Fue toda una sorpresa porque descubrí que tenía esas habilidades.

Me resultaba muy fácil enfrentar la altura, mantener el equilibrio y encontrar la distancia exacta al punto de aterrizaje. Se me daba bien.

El trofeo fue lo de menos en comparación con las sensaciones que sentí y que me acompañaron durante toda la semana. Mientras lavaba los platos o conducía o cocinaba, revivía lo que había experimentado.

Una mujer en el Ejército

Tony Osornio
(Foto: Tony Osornio) Como paracaidista militar, Tony logró el grado de subteniente.

Seguir saltando no fue fácil porque no es un deporte barato.

Pero mi marido era comandante de la brigada paracaidista, así que solía hacer saltos militares con el ejército.

Le pregunté si podía saltar con él del avión militar cada vez que él saltara. Podría ponerme un uniforme. Nadie se daría cuenta y no costaría nada.

Me dijo que estaba loca. Luego de un mes de insistencia, cedió.

Yo escondía mi cara debajo del casco y no miraba a nadie. Hasta que un día hubo una exhibición ante el Secretario General y el Presidente del Ejército.

Pensamos que como estábamos lejos nadie se daría cuenta, así que salté y todo fue perfecto. Fui la primera en aterrizar, quitarme el overol y ponerme en formación saludando a la bandera.

¿Por qué hay una mujer aquí? No hay ninguna mujer en el ejército”, preguntó el Secretario General.

Fue una situación rara. Mi marido podía terminar fusilado por haber roto las reglas.

Así que aproveché la oportunidad y pedí enlistarme en el ejército. Todo el mundo me miraba como si estuviera loca.

“Con tu apoyo, te prometo que seremos un grupo de paracaidistas que llevará en alto el nombre de México”, le dije al Secretario.

Para convertirme en soldado y recibir el mismo trato que los demás, iba a tener que superar unas duras pruebas físicas. Una de ellas consistía en correr 20 kilómetros, llevando una gran mochila.

La primera vez que lo intenté, solo logré correr cinco y me vomité. Los demás reclutas me ridiculizaron y me enfurecí.

Pero no me rendí. Entonces, antes de llevar a mi hija al colegio, corría por todo el barrio. Pasaron meses antes de que pudiera demostrar que las mujeres también podíamos hacerlo.

Empecé a ver la belleza de estar en el ejército y defender a tu país. Por otro lado, era doloroso porque muchos hombres se burlaban de mí y hablaban de mí a mis espaldas.

Había noches en las que llegaba a casa y me pasaba la noche llorando y pensando que no iba a poder con todos esos hombres.

Un día me enfadé muchísimo y les grité: “Cuando puedan hacer los saltos que yo hago y tengan todos los trofeos que tengo, entonces aceptaré su juicio, pero no antes”. Me gané su respeto.

El salto que cambió mi vida

Recuerdo que mi papá me decía: “Chiquita, ya viviste campeonatos, saltos militares, saltos libres. Por favor, cuídate. No puedo dormir de la preocupación”.

Pero yo le decía que sin el paracaidismo me moriría.

Incluso cuando estaba embarazada de mi hijo Paco, seguí saltando. Iba a competir en un campeonato en París, así que no quería divulgarlo.

Pero luego casi lo pierdo en un salto. Esta pasión me llevó al límite de ser irresponsable. Lo fui. Lo único que quería era tener un avión en frente y poder saltar y saltar y sentir esa sensación, esa adrenalina.

Ahora que han pasado los años, me cuestiono cómo me atreví a todo eso.

En ese momento, sentía que estaba en la mejor faceta de mi vida, más enamorada de mi marido que nunca, con dos hijos preciosos, un buen sueldo y haciendo el deporte que me apasionaba.

Un día, en febrero de 1984, todo cambió.

Llegó la oportunidad de hacer un salto frente al entonces Presidente de México, Miguel de la Madrid.

La noche antes de ese salto, sentí algo que nunca había sentido antes. Me sentí rara, como si no quisiera saltar.

Había mucho viento. Y el viento para los paracaidistas es lo más peligroso, así que pidieron que participáramos solo los más experimentados.

Una vez abordé el helicóptero, le dije a mi esposo: “No quiero hacerlo”.

Él me respondió: “¿Tú? ¿Que siempre quieres saltar y hoy no? ¿Hoy, cuando el presidente está mirando? No podemos fallarle. Ya estamos en el aire. Es demasiado tarde”.

Le pedí un beso, y saltamos.

Teníamos que engancharnos para crear una bandera mexicana en el aire, y luego desengancharnos.

Creamos la bandera perfectamente, pero el viento empezó a halarnos. Sentí que iba a estrellarme encima del Presidente y que me iba a llevar a todo el público por delante.

Como era la más liviana, el viento me halaba con más fuerza. Halé el freno con toda la fuerza que pude.

Pero en ese entonces, si frenabas así de fuerte, se rompía el paracaídas. Y así fue.

Aterricé tras una caída libre de 25 metros. No tuve tiempo para abrir el paracaídas de emergencia.

Tony Osornio
(Foto: Tony Osornio) El paracaidismo deportivo tuvo un gran apogeo en la década de 1970 gracias a la invención de un sistema de liberación rápida del paracaídas.

Un dolor de otro mundo

Sentí el crujido de todos mis huesos. Luego, una sensación muy extraña: no sentía mi cuerpo en absoluto, solo mi cabeza.

Durante unos instantes, vi todo en cámara lenta e iluminado por una luz blanca brillante, algo muy bello.

Pero de repente un intenso dolor en mi cuello me trajo de nuevo a mi realidad. Estaba tendida en el suelo y todo mi cuerpo, flácido como un trapo. No podía mover aboslutamente nada.

La primera reacción de la gente a mi alrededor fue sacarme del lugar, porque la ceremonia debía continuar. Pero el presidente, a cuyos pies caí, dijo: “no, no, no, llévenla en mi helicóptero directamente al hospital militar”.

Fue la primera vez que reconocí la importancia de la respiración, porque sentía que no podía respirar. Trataba de tomar aire, pero no lo sentía.

Paco, mi hijo, tenía cuatro años y me vio saltar esa vez. Recuerdo que lo vi y pensé: “Tienes que aguantar porque él está aquí”. Verlo me dio las fuerzas para continuar. Estaba al borde de la muerte. Mientras me llevaban, logré hacerle un guiño.

Ese fue el momento exacto en el que mi vida dio un drástico giro de tenerlo todo a no tener nada.

Pasé tres años mirando al techo. Me taladraron tres clavos en el cráneo para sujetarme a algo llamado halo ortopédico. Tuve que soportar un peso de más de 18 kilos en la cabeza para tratar de alinear mi cuello con la columna vertebral.

Reconstruyeron mi cuello con un trozo de hueso de mi cadera porque se había desmoronado totalmente. Tuve que soportar mucho dolor, mucha desesperación, hasta el punto de la locura.

Durante las primeras semanas, estuve casi inconsciente. Los médicos no creían que fuera a sobrevivir.

Mi diagnóstico fue cuadraplejia. Dijeron que nunca más iba a poder mover del cuello para abajo.

Tampoco controlaba mis funciones corporales. Tenía que usar un catéter y pañales.

Mentalmente, me fui a un lugar muy oscuro. Estaba atrapada sin poderme mover ni sentir. Tenía llagas en todo el cuerpo por tanto estar quieta que se infectaban y apestaban. Me sentía como un trapo inútil.

Y entonces mi marido me dejó por una enfermera.

Tony Osornio
(Foto: Tony Osornio) Tony sufrió su accidente a los 29 años. Hoy tiene 69.

El infierno

Yo digo que, si existe el infierno, yo lo viví y mis hijos lo vivieron conmigo. Pero también eso nos fortaleció. Mis hijos fueron el motor que me impulsó a seguir. Eso, y la rabia que le tenía a mi ex.

Estaba devastada. Sentía que estaba en lo más profundo de la oscuridad y que me estaba perdiendo en mis pensamientos de que sería más fácil si estuviera muerta.

Cuando volví a casa, mis hijos saltaban de alegría, pero yo estaba destrozada por la depresión.

Fue tan triste para mis hijos descubrir que tenían una mamá tan enojada y demandante; estaba fuera de mí. A veces hay tanto dolor interno que no sabes dónde ponerlo. Me desquité con ellos.

Mariela dejó de hablar. Sus profesores me dijeron que se quedaba en un rincón durante el recreo completamente muda.

Paco se metía en peleas con otros niños siempre que tenía el chance. Lo expulsaron de siete colegios. Así que sí, nuestras vidas cambiaron mucho cuando salí del hospital.

Yo realmente creía que iba a salir caminando del hospital, así que no poder hacerlo me enfadó y me deprimió muchísimo.

Pensaba: “¿De qué les sirvo a mis hijos si al volver del colegio se encuentran con una madre tumbada sin control de esfínteres y sin comida en la mesa para ellos?”

Yo no quería limosnas de nadie. Era demasiado orgullosa para recibir ayuda.

Empecé a vender cosas por teléfono. Luché por mi pensión y por encontrar la manera de sobrevivir. Pero seguía hundiéndome en la oscuridad y la depresión.

Llegué a un punto en el que pensé que era mejor dejar a mis hijos sin madre que tener que soportar esto. Ya ni quería abrir los ojos. Había decidido suicidarme. Llevaba varios días sin comer. Me estaba desvaneciendo.

El milagro

Tony Osornio
(Foto: Tony Osornio) Contra los pronósticos de sus doctores, Tony pudo volver a ponerse de pie.

Fue ahí cuando conocí a Martha, mi terapeuta. Cuando hablé con ella, sentí algo muy especial en sus ojos, sentí que me hablaba desde el corazón. Y recuerdo perfectamente que me dijo: “He visto personas que mueven su cuerpo, pero no se mueven interiormente. Tú tienes un volcán dentro”.

Creo que, tan pronto como empiezas a sanar tu alma internamente y empiezas realmente a creer que es posible, entonces puede mejorar tu salud.

Mi cuerpo era lo de menos para mi curación real.

No fue sino hasta que enfrenté con toda esa desesperación, esos celos, esa intolerancia, que mi cuerpo empezó a moverse. Muy poquito al principio. Pero luego más y más.

Fue un milagro. Los doctores que vieron mis radiografías no podían creer lo que estaban viendo. Con mi diagnóstico, se suponía que solo podía mover los ojos y nada más. Pero he ido recuperando más y más movimientos.

Lo que más me cuesta es mover las manos. Pero puedo sentir mi cuerpo. Lo siento incluso más intensamente que cuando caminaba.

En ese camino, llegó un día que estaba meditando en mi jardín y sentí una iluminación, una sensación de dicha que nunca había sentido en mi vida, ni siquiera durante mis mejores saltos. Me sentí abrumada por tanta energía y tanto placer. Incluso pensé que la silla de ruedas, que tanto odiaba usar todos los días, había sido mi mejor maestra.

Entonces fui a buscar a Martha, mi terapeuta, y le dije que quería compartir lo que había aprendido en mi proceso con otras personas en condición de discapacidad. Y así fue como encontré la misión de mi vida.

Con su ayuda, creé la Fundación Humanista de Ayuda a Discapacitados, o Fhadi, para ayudar a otros mexicanos con discapacidad motriz.

En estos más de 25 años, hemos encontrado personas en estado de abandono muy graves: No tenían una silla de ruedas. Los dejaban en el suelo, indefensos, con solo 23 o 28 años. Fue muy triste descubrir que todo esto existe.

Pero ahora uno de los mayores tesoros de mi vida es ver a estas personas crecer y prosperar, como yo lo hice. Me da mucho placer y satisfacción.

Ahora soy más libre que nunca. Y lo logré estando presente en mi propia vida, en cada momento de la manera más sencilla y natural.

Aún necesito fisioterapia y ayuda porque no puedo mover las manos. Pero saboreo la vida más profundamente y me siento incluso mejor que cuando caminaba. Me siento feliz.

Tony Osornio
(Foto: Tony Osornio) Desde 1997, Tony ayuda a personas en condición de discapacidad en su fundación Fhadi.
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