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Innovaciones en políticas de drogas
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El Instituto RIA genera investigación de alto nivel, resaltando y proponiendo soluciones innovadoras para incidir... Continuar Leyendo
5 minutos de lectura

Y pasarla bien: una reflexión desde el consumo, la diversidad y el conocimiento

Mientras el Estado siga en condición de adicción al punitivismo, la posibilidad de ir trazando un camino para imaginar otro tipo de relación con las drogas seguirá estando en nuestra capacidad para organizarnos comunitariamente, tanto personas consumidoras como no consumidoras, sin importar nuestras identidades.
27 de junio, 2023
Por: Pablo Caisero

Yo no estoy contra la vida.

Yo no quiero morirme cuando me drogo,

ni hacerme daño.

Quiero pasarla bien.

Yo también.

Yo también.

Yo también.

Y yo.

Fragmento del círculo de escucha realizado

durante el cierre de la exposición Circo Crico en enero del 2023

 

Escribo este texto desde la ciudad de Querétaro. He venido aquí respondiendo a una invitación para participar en una charla sobre la experiencia del consumo de cristal, la cual forma parte de las actividades del 13 Encuentro de diversidades, festival internacional LGBTIQ+. En dicha charla participarán también el artista Valerio Gámez y Tomás Floréz, un activista y trabajador social colombiano asentado en Ciudad Juárez.

Este espacio para hablar de una droga en específico y de la manera en que se consume en una comunidad específica (hombres que tenemos sexo con hombres que consumimos cristal para intensificar y/o alargar nuestras prácticas sexuales) no sería relevante si el impacto de este consumo no estuviera tan presente en la cotidianeidad de las personas que formamos parte de la diversidad sexual.

“Todos conocemos al menos a una persona que está teniendo algún tipo de problema debido a su consumo de cristal”, me dijo un periodista hace un par de semanas mientras conversábamos sobre un podcast que prepara sobre el tema. “Incluyendo a los heterosexuales”, agregué yo. A veces, por costumbre obligada, olvidamos que la heterosexualidad –además de ser el eje del mal también es parte de la diversidad sexual. Y la están pasando muy mal.

“¿También en ellos el consumo es tan como el de nosotros?”, me preguntó Tomás ayer en la noche mientras doblaba parte del material de reducción de daños que obsequiará durante la charla. “No necesariamente. Sí puede estar ligado a la experiencia sexual, pero es importante reconocer y hablar de las otras experiencias de consumo”, le contesté. Tomás forma parte de un colectivo llamado Somos Una Vergüenza Para Toda La Sociedad, el cual, desde mi perspectiva, hace un trabajo muy importante y necesario para la comunidad LGBTIQ+ de esa ciudad fronteriza.

Hace un año estuve internado en una clínica de rehabilitación durante tres meses, ahí conocí de cerca la experiencia de algunas personas heterosexuales y las relaciones que establecen con el cristal. Si bien es cierto que las condiciones de explotación y despojo ligadas al consumo de cristal y usadas bajo el capitalismo gore pueden no sernos ajenas, el mayor obstáculo –quizá– al que se enfrentan las y los heterosexuales es a la falta de espacios para hablar de su consumo, a la ausencia de una comunidad que esté dispuesta a escuchar y acompañar sin prejuicios. Y no, no me refiero a AA o a espacios como una clínica o anexos (desafortunadamente la mayoría de estos lugares solo contemplan la sobriedad como camino y olvidan atender las necesidades reales de las personas). Me refiero a foros públicos y abiertos como el que organiza el Encuentro de diversidades o espacios como este, un medio abierto y con un alcance considerable, pero en ninguno de los dos casos es suficiente.

Hace casi dos años, junto con tres amigos, lanzamos una convocatoria a la comunidad de hombres que tenemos sexo con hombres para participar en una exposición sobre la experiencia del consumo de cristal a la que llamamos Circo Crico. Para nuestra sorpresa recibimos las propuestas de dos mujeres, mismas que fueron incluidas en la exposición final la cual se realizó a finales del año pasado. “Mi participación se debió a que leí mal la convocatoria. Me salté esa parte de que tenía que ser pitohabiente para poder participar”, confesó una de las chicas durante el círculo de escucha organizado como parte del cierre de la exposición.

México está inundado de cristal. En el 2021 la Secretaría de Salud colocó a esta sustancia como la principal droga de impacto y tal parece que fue tal impacto no solo en la Secretaría sino en todo el gobierno, que lo único que se les ocurrió fue idear campañas que perpetúan los estigmas o que desinforman, o diseñar estrategias de prevención (y no te atención y cuidados) que responden a los miedos infundados de la fracasada guerra contra las drogas.

“Necesitamos drogas buenas”, afirmó el académico queer León A. Damián hace tiempo en un foro donde nos tocó compartir espacio. No puedo estar más de acuerdo. Y lo digo como una persona que ha sido diagnosticada clínicamente como adicta, como hombre que tiene sexo con otros hombres y como persona que vive con VIH, necesitamos drogas buenas. Las merecemos.

“No estoy muy seguro si quiero que el Estado regule el crico 1 u otras sustancias que consumo, eso significaría ceder más control y vigilancia de mis decisiones”, respondió un chico de no más de treinta años ante una pregunta que lanzó la periodista Cat Donohue durante uno de los foros que acompañaron la exposición Circo Crico. Y es que mientras el Estado siga en condición de adicción al punitivismo, 2 la posibilidad de ir trazando un camino –el que sea– para imaginar otro tipo de relación con las drogas seguirá estando en nuestra capacidad para organizarnos comunitariamente, tanto personas consumidoras como no consumidoras, sin importar nuestras identidades.

“Me parece necesario que se hable sin prejuicios y desde la experiencia de cada quien sobre el consumo de cristal”, me dijo hace unas semanas Valerio Gámez cuando me invitó a participar en el 13 Encuentro de diversidades, y al mismo tiempo recibía la invitación del Instituto RIA para escribir este texto. Si algo he aprendido no solo en mi propio proceso de consumo problemático, sino también en el trabajo que desde hace tiempo comencé a hacer alrededor del consumo de cristal, es que el camino hacia la regulación de las sustancias requiere de escuchar y elaborar, de escucharnos entre las personas consumidoras para elaborarnos en estrategias de acompañamientos y cuidados.

Para vivir con dignidad y morir con dignidad. Vivir bien, morir bien.

Todas las identidades.

Todas las personas.

Y pasarla bien.

* Pablo Caisero es activista por los derechos humanos de las personas usuarias de sustancias con especial atención a usuarios con consumos problemáticos. Es adicto a las metanfetaminas, vive con VIH. Comunicólogo con estudios de Maestría en Teoría crítica.

Este texto se escribió en el marco del Día del Orgullo LGBTIQ+ y el Día de acción mundial Apoye. No Castigue.

 

1 Se refiere a la metanfetamina en cristal.

2 Concepto que Rodrigo Uprimny, Diana Esther Guzmán y Jorge Parra utilizan en su ensayo “La adicción punitiva: la desproporción de leyes de drogas en América Latina” la ironía legislativa en la que incurren los Estados Latinoamericanos influenciados influenciados por el marco prohibicionista internacional.

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Imagen BBC
Cómo opera el temido Tren de Aragua, la sangrienta megabanda de Venezuela que se ha expandido por América Latina
8 minutos de lectura

Nació como un pequeño grupo en un estado venezolano que hoy se dedica a varias actividades criminales y opera en casi toda Sudamérica, según los expertos.

21 de septiembre, 2023
Por: BBC News Mundo
0

Miles de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, policías y soldados participaron este miércoles en un operativo para tomar control de la cárcel de Tocorón y “desarticular y poner fin a las bandas de delincuencia organizada y demás redes criminales” que operaban en esa penitenciaría en el norteño estado Aragua.

Desde años se sospechaba que la cárcel era el centro de operaciones de la temida organización delictiva conocida como el Tren de Aragua, aunque las autoridades no la mencionaron como objetivo directo de su operativo.

En Tocorón estaba recluido Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, líder de este grupo de crimen organizado, el mayor de Venezuela y uno de los más importantes de América Latina.

A pesar del allanamiento de la penitenciaría, los analistas no creen que signifique la desaparición del Tren de Aragua, cuya compleja estructura de criminalidad se extiende por toda América Latina.

La periodista e investigadora venezolana Ronna Rísquez, autora del libro “El Tren de Aragua. La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina”, opina que otros cabecillas de la organización y las células que están fuera de Venezuela pueden seguir operando.

Se sabe que la megabanda nació en el estado Aragua, en el norte de Venezuela, hace más de una década, pero no hay consenso entre los expertos de cómo dirigía las actividades de sus afiliados desde la cárcel ni exactamente la magnitud de los mismos.

Autoridades venezolanas vigilando a presos de la cárcel de Tocorón, que presuntamente funciona como la
Getty Images
Desde años se sospechaba que la cárcel era el centro de operaciones del Tren de Aragua.

Orígenes

Según Luis Izquiel, profesor de Criminología de la Universidad Central de Venezuela, la banda nació hace “unos 12 o 14 años” en un sindicato que controlaba un tramo de tren que atravesaría el estado Aragua.

Los miembros del sindicato extorsionaban a los contratistas, vendían puestos de trabajo en las obras y se les empezó a conocer como ‘los del tren de Aragua'”. asegura el experto en crimen organizado en entrevista con BBC Mundo.

“Algunos de estos individuos terminaron presos en una prisión local conocida como la cárcel de Tocorón y desde allí comenzaron a tomar fuerza como organización criminal”, prosigue.

Izquiel explica que, desde la prisión, Héctor Rusthenford Guerrero comenzó a agrupar a exmiembros del sindicato y a otros presos comunes y armó poco a poco la organización que conocemos actualmente.

Primero se expandieron afuera de la cárcel hacia otros sectores del estado Aragua.

“Hoy controlan el barrio de San Vicente en el estado Aragua, que ha pasado a ser su epicentro de control fuera de la cárcel de Tocorón”, agrega.

Luego se expandieron al resto del país: “Se sabe que están en el estado Sucre, controlando rutas de narcotráfico, y participan en la minería ilegal en el estado Bolívar”.

Liderazgo

De acuerdo a la experta en crimen organizado Ronna Rísquez, la primera vez que se empezó a escuchar del Tren de Aragua como una banda criminal ya establecida fue a partir de 2013, meses después de la fuga de la prisión de Tocorón del “Niño Guerrero”, quien fue recapturado casi un año después.

“Antes de eso había varias organizaciones, algunas asociadas a la prisión de Tocorón y otras que operaban afuera de la prisión en el estado Aragua y a quienes se les vincula con el ferrocarril que estaba en construcción en esa zona”, le dijo la investigadora a BBC Mundo.

“De allí viene el nombre Tren de Aragua”.

 Penitenciaría Comunitaria Fénix en el estado Aragua
Getty Images
Las cárceles venezolanas son controladas por los “pranes”, un grupo de presos que tiene más poder que los directores de los centros o los militares que los controlan, según Luis Izquiel.

Rísquez asegura que Guerrero Flores es el líder oficialmente, pero añade que el grupo podría tener al menos dos líderes más, y que se sospecha que uno podría estar en un estado minero venezolano y el otro en el extranjero.

El profesor de criminología Luis Izquiel explica que el “Niño Guerrero” era capaz de controlar el Tren de Aragua desde prisión porque desde hace varios años algunos presos se habían “adueñado” del control de algunas cárceles de Venezuela a través del liderazgo de pandillas carcelarias.

“Todo lo que ocurre dentro de estas penitenciarias es manejado por estos criminales, que tienen más poder que los directores de las cárceles o los militares que las custodian”, asegura.

A los líderes delictivos en Venezuela se les conoce como los “pranes” y Héctor Guerrero Flores es quizá el más importante de todo el país.

Según Izquiel, esto ocurre con la complicidad de muchos funcionarios del Estado, sea por “acción u omisión”.

Expansión internacional

Ronna Rísquez afirma que ha identificado la presencia del Tren de Aragua en once estados de Venezuela, pero su actividad actualmente no se limita a las fronteras del país caribeño.

Apunta que si bien la primera evidencia pública de una expansión extranjera del grupo se registró en Perú en 2018, puede que sus operaciones internacionales hayan comenzado antes.

El 3 de agosto de 2022, la División de Investigación de Robos de la policía peruana detuvo a cinco integrantes de una banda que identificaron como “Los Malditos del Tren de Aragua”. Les incautaron tres armas de fuego, una camioneta, una granada tipo piña y pasamontañas.

Uno de los detenidos, el venezolano Edison Agustín Barrera, alias “Catire”, admitió haber cometido seis homicidios en Perú bajo la modalidad de sicariato.

Desde entonces la banda se ha expandido en ese país. El 19 de julio de ese año, la policía local detuvo a cuatro implicados de nacionalidad venezolana en el décimo piso de un edificio en Lima, la capital del país.

En el vecino Brasil, las autoridades han identificado vínculos entre el Tren de Aragua y el El Primer Comando de la Capital (PCC), la organización criminal más importante del país -y que también nació en una penitenciería- en el estado de Roraima, que comparte frontera con Venezuela.

También se han registrado actividades del grupo en Colombia.

Migrantes venezolanos son asediados por manifestantes en Chile, en 2021
Getty Images
Según Ronna Rísquez, los migrantes venezolanos se han convertido en víctimas de la organización criminal.

“En Colombia, empezó operando en la zona fronteriza con Venezuela, entre Táchira y el Norte de Santander, donde ahora controlan el paso fronterizo del lado colombiano. Luego se expandió a otras regiones colombianas incluida Bogotá, más recientemente”, asegura Rísquez.

A principios de julio de 2022, un video en el que se puede ver a dos sujetos golpeando, torturando y asfixiando a un migrante hasta quitarle la vida sirvió de prueba para que la policía de Bogotá capturara en la localidad de Kennedy a alias Alfredito y el Capi, dos presuntos miembros del Tren de Aragua.

Según las autoridades colombianas, el grupo delincuencial lucha desde 2021 con otras bandas colombianas por el control del negocio de la droga en la capital colombiana.

“Su sello es causar temor”

Tres semanas antes del operativo policial en Bogotá, mucho más al sur del continente, el jefe de la Prefectura Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado Norte de la policía chilena, Rodrigo Fuentes, ofreció detalles de cómo opera la megabanda en Chile.

“Obedecen a un líder, tienen personas vinculadas al manejo del armamento, otros que se preocupan de la recolección de dinero, conocida como vacunas, como extorsión, y sicarios”, detalló el funcionario a medios chilenos.

Agentes de ls policía de Colombia en la localidad de Kennedy, en Bogotá
Getty Images
La policía colombiana detuvo a principios de julio a dos presuntos integrantes del Tren de Aragua en la localidad de Kennedy, en Bogotá.

“Matan conforme a una orden, aquí no se produce la figura del sicariato normal que nosotros conocemos, donde hay un premio o una promesa remuneratoria. Acá hay una orden de un líder que ordena matar a una persona que no paga la vacuna, cuando es extorsionada”, añadió.

Según Fuentes, gran parte del dinero obtenido de manera ilícita es enviado a Venezuela.

“La organización en sí tiene liderazgos que están en Venezuela y estos liderazgos se transforman en brazos operativos en distintos países”.

Mario Carrera, quien es fiscal regional de Arica y Parinacota, una región cerca de las fronteras de Chile con Perú y Bolivia, la calificó como “una organización bastante brutal en su forma de actuar”.

“Normalmente una organización criminal buscar actuar con sigilo para no despertar mayores sospechas. Esta gente no, su sello es causar temor y para ello ocupan las técnicas que hemos visto, los homicidios y las torturas”, dijo la semana pasada durante una intervención en la Radio Cooperativa de Chile.

El Tren de Aragua también ha sido acusado en Chile y en otros países de trata de mujeres con fines de explotación sexual y de tráfico de migrantes.

Miles de integrantes

Ronna Rísquez explica que si bien su presencia se ha comprobado en países como Colombia y Perú, se presume que el Tren de Aragua opera en muchos otros países.

Al operar en la frontera entre Chile y Bolivia, se presume que están en Bolivia. Al operar en la frontera de Chile y Argentina, también se presume que operan en Argentina. También se cree que están en Costa Rica y Panamá”, prosigue la experta en crimen organizado.

Por su parte, Luis Izquiel asegura que la banda tiene presencia en Ecuador, controlando a veces el paso fronterizo con Colombia.

Según el sitio especializado Insight Crime, el Tren de Aragua se ha convertido en una “amenaza criminal transnacional”.

“Ha seguido la trayectoria del éxodo de migrantes venezolanos y ha encontrado la manera de establecer operaciones permanentes en varios países”, apunta.

Una fila de viajante hace cola en el paso fronterizo entre Colombia y Ecuador
Getty Images
La banda tiene presencia en Ecuador, controlando a veces el paso fronterizo con Colombia.

Calcular el número de integrantes del Tren de Aragua es complicado, pero Izquiel calcula que podrían ser entre 2.500 y 3.000 individuos, mientras que la estimación de Ronna Risquez va hasta los 5.000.

Rísquez considera importante destacar que se trata de un grupo que no se dedica a una sola actividad delictiva, lo cual le da una “ventaja” frente a otras bandas.

“El Tren de Aragua tiene una gran capacidad para adaptarse. No es un grupo que se dedica exclusivamente al narcotráfico ni al contrabando ni al secuestro. Busca nichos y brechas donde meterse y justamente uno de los nichos que ha aprovechado es la migración venezolana“, señala.

“Puede que los migrantes venezolanos se hayan convertido en las principales víctimas del Tren. Los extorsionan, los utilizan para el tráfico de migrantes o de personas, para la trata y explotación sexual”.

“No tienen las armas de los carteles mexicanos ni el conocimiento del manejo de negocios ilegales que tienen las disidencias de las FARC o su experiencia, pero saben moverse y adaptarse”.

*Esta es una actualización del artículo de Norberto Paredes publicado en BBC News Mundo el 1 de agosto de 2022.

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