¿Puede el gobierno gastar más dinero del que tiene? La respuesta es sí, pero como cualquier persona, tendría que endeudarse a través de algún producto financiero, como una tarjeta de crédito o un préstamo. Por supuesto, con un costo adicional asociado. De una manera similar, el Gobierno Federal prevé que para 2024 necesitará un endeudamiento de 1.74 billones de pesos para poder cubrir la totalidad de sus gastos. ¿Qué implica la adquisición de deuda?
Primero, es importante realizar un análisis sobre sus ingresos. La estimación y composición de los ingresos que el Gobierno Federal espera recaudar en 2024 por medio de impuestos y el petróleo nos permite ver qué tan saludables son las finanzas públicas. Al restar el gasto estimado de 9.07 billones de pesos en 2024 y los ingresos de 7.33 billones de pesos, resulta que hay 1.74 billones de pesos faltantes. A esta situación la conocemos como déficit presupuestario. Para hacer frente a un déficit, los gobiernos suelen ajustar la recaudación -aumentarla-, o “apretarse el cinturón” para gastar menos. Sin embargo, el gobierno optó por endeudarse, presionando la sostenibilidad de las finanzas públicas del país.
Aunado a ello, la actual administración ha recurrido a los ahorros que tenía para hacer frente a sus gastos. Durante años, los ingresos petroleros ayudaron a aliviar la presión de las finanzas públicas y a generar ahorros. Pero desde 2018, los ahorros provenientes del petróleo han disminuido considerablemente. Las dos grandes bolsas de ahorro que se nutren de los ingresos petroleros – los fondos de estabilización FEIP y FEIEF- tenían más de 350 mil millones de pesos. A finales de 2022, los fondos no sumaban ni 50 mil millones de pesos.
Para 2024 se estima una caída de 41 % en los ingresos petroleros recaudados por el Gobierno Federal, lo que significa que la recuperación de ahorros tendrá que esperar. Junto con esa caída de ingresos petroleros, también está una disminución de los ahorros y reservas de dinero que estaban concentrados en fideicomisos públicos que fueron creados para mantener recursos disponibles en temas como ciencia y tecnología.
Así, el manejo de las finanzas públicas se ha enfocado en mantener un gasto elevado y dejar el ahorro a un lado. El endeudamiento, la caída de los ingresos petroleros y los ahorros agotados apuntan directamente a la salud de las finanzas públicas. Entonces, ¿es sostenible esta estrategia?
La respuesta es no. Al menos no bajo estas condiciones. Para que las finanzas públicas sean sostenibles se requiere hacer ajustes al gasto o al ingreso. De continuar con el mismo ritmo de gasto se tendrían que buscar nuevas fuentes de ingresos. Actualmente los estados dependen, en gran medida, de un arreglo de coordinación fiscal que fomenta dependencia al presupuesto federal, observamos un gasto histórico en pensiones que solo continuará creciendo, y no se ha parado de gastar en proyectos de inversión de dudosa rentabilidad.
Mientras el Gobierno piensa en finanzas electorales, de brinco en brinco la deuda representará casi una quinta parte de los recursos disponibles en 2024. De continuar con el mismo incremento en el gasto, sin buscar nuevas fuentes de ingresos, la siguiente administración estaría en aprietos. Con ello, podría poner en riesgo su capacidad crediticia. Sobre todo en un momento en el que “pedir prestado” es más costoso que antes. Falta ver la discusión de los legisladores, pero la responsabilidad en el manejo de las finanzas públicas queda en sus manos.
Conoce más sobre el Paquete Económico 2024 aquí.
* Manuel Guadarrama (@ManuGuadarrama) es Coordinador de Finanzas Públicas. Manuel Sobral (@manuelsobral4) es investigador del @imcomx.
Las muestras del asteroide Bennu que recolectó la sonda Osiris-Rex podrían dar indicios sobre cómo se inició la vida en la Tierra.
Este domingo, la cápsula Osiris-Rex de la Nasa atravesó la atmósfera de la Tierra a unas 15 veces la velocidad de la bala de un rifle.
A esas velocidades, se convirtió en una bola de fuego en el cielo, pero un escudo contra el calor y un paracaídas frenaron el descenso, convirtiéndolo en un suave aterrizaje en el desierto de Utah, en EE.UU.
La cápsula trae un cargamento precioso: un puñado de polvo recolectado del asteroide Bennu, una roca espacial del tamaño de una montaña que puede darnos información clave para responder a una de las preguntas más profundas para los humanos: ¿de dónde venimos?
“Cuando tengamos los 250 g del asteroide Bennu, estaremos viendo material que existía antes que existiera nuestro planeta, incluso algunos granos podrían ser más viejos que nuestro sistema solar”, dice el profesor Dante Lauretta, investigador principal de la misión.
“Estamos tratando de rastrear nuestros inicios. ¿Cómo se formó la Tierra y por qué es un lugar habitable? ¿De dónde viene toda el agua de nuestros océanos? ¿de dónde viene todo el aire que existe en nuestra atmósfera? Y de manera más importante, ¿cuál es la fuente de todas las moléculas orgánicas que componen la vida en la Tierra?”.
La creencia que prevalece es que muchos de los componentes clave para la vida llegaron a nuestro planeta durante una época muy temprana de la historia de la Tierra en una lluvia de meteoritos, muchos de ellos a lo mejor parecidos a Bennu.
La travesía para conseguir los fragmentos de Bennu comenzó en 2016, cuando la NASA lanzó la nave Osiris Rex hacia el objeto de 500 metros de diámetro.
Le tomaría dos años en llegar al cuerpo rocoso y otros dos años más se dedicaron a cartografiarlo, antes de que el equipo de la misión pudiera identificar con confianza un lugar en la superficie de la piedra espacial en el que recoger una muestra de “tierra”.
Alguien clave a la hora de tomar esa decisión fue la leyenda británica del rock y astrofísico Brian May. El guitarrista de Queen es un experto en mapeo de imágenes estéreo.
Tiene la habilidad de alinear dos imágenes con diferentes ángulos de un mismo objeto para dar un sentido de perspectiva, formando una escena 3D. Él y su colaboradora Claudia Manzoni hicieron esto para elaborar la lista final de lugares en Bennu en los que recoger muestras. Ellos definieron los lugares más seguros para el acercamiento.
El momento de la captura de la muestra, el 20 de octubre de 2020, fue increíble.
Osiris Rex descendió hasta el asteroide, sosteniendo su mecanismo de agarre al final de un palo de 3 metros de longitud.
La idea era darle un golpe a la superficie de la roca y, al mismo tiempo, soltar un soplido de gas de nitrógeno para levantar polvo. Pero lo que ocurrió después fue un shock.
Cuando el mecanismo hizo contacto, la superficie se partió como un fluido. Para cuando el gas se disparó, el disco ya estaba 10 cm por debajo. La presión del nitrógeno abrió un agujero de 8 mts de diámetro. El material voló por todos lados, pero lo importante es que parte cayó en la cámara de recolección.
Así que aquí estamos. Osiris-Rex entregó la muestra del asteroide Bennu al final de lo que ha sido un viaje de ida y vuelta de siete años y de 7 mil millones de kilómetros.
La cámara será llevada al Centro Espacial Johnson, en Texas, donde se ha construido un cuarto especial dedicado al análisis de las muestras.
El doctor Ashley King del Museo de Historia Natural (NHM) de Londres, será uno de los primeros en poner sus guantes sobre el material. Forma parte del equipo “mirada rápida”, que será el que haga el análisis inicial.
“Traer muestras de un asteroide no es algo que hagamos muy a menudo. Así que quieres hacer esas mediciones iniciales y quieres hacerlas muy bien”, dice. “Es muy emocionante”.
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La Nasa ve al asteroide Bennu como la roca más peligrosa del sistema solar. Su trayectoria en el espacio hace que sea el asteroide con mayores probabilidades de impactar a la Tierra del que se tenga conocimiento.
Pero no hay que asustarse, las probabilidades son muy bajas, parecidas a que lances una moneda al aire y te salga cara once veces seguidas. Y un impacto no ocurriría el próximo siglo.
Bennu seguramente tenga agua, y bastante: al menos el 10% de su peso, y toda en sus minerales. Los científicos intentarán ver si las proporciones de los distintos tipos de átomos de hidrógeno en esta agua es parecida a la de los océanos de la Tierra.
Si, como creen algunos expertos, la Tierra temprana estaba tan caliente que perdió gran parte de su agua, el encontrar una coincidencia de H2O en Bennu podría impulsar la idea de que un bombardeo posterior de asteroides tuvo gran relevancia en darles volumen a nuestros océanos.
También es posible que Bennu contenga entre 5% y 10% de su peso en carbono. Aquí radica gran parte del interés. Como sabemos, nuestro planeta se basa en la química orgánica. Al igual que el agua, ¿habrán llegado las moléculas desde el espacio para que empezara la biología en la joven Tierra?
“Uno de los primeros análisis que se les harán a las muestras incluirá hacer un inventario de todas las moléculas basadas en carbono que contenga”, dice la profesora Sara Russell.
“Sabemos, a través de estudiar meteoritos, que los asteroides probablemente contienen distintas moléculas orgánicas. Pero en los meteoritos, muchas veces están bastante contaminadas, así que estas muestras nos dan una oportunidad de descubrir realmente cuáles son los componentes orgánicos prístinos de Bennu”.
El profesor Lauretta agrega: “De hecho, nunca hemos buscado en los meteoritos los aminoácidos de las proteínas por este problema de la contaminación. Así que creemos que realmente vamos a avanzar en nuestro entendimiento de lo que llamamos la ‘hipótesis de entrega exógena’, la idea que estos asteroides fueron la fuente de los bloques fundacionales de la vida”.
Reportería adicional de Rebecca Morelle, Alison Francis y Kevin Church
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