En 2022, el Metro de la Ciudad de México tuvo registro del robo de 4 mil 707 metros de cable en toda la red del sistema, lo que significó un impacto económico de 50 millones de pesos.
En conferencia de prensa, el director del Metro, Guillermo Calderón, dijo que esta problemática ha ido incrementando de forma exponencial y aunque los recursos son recuperados por parte del seguro, las afectaciones al servicio y a la población son las más importantes e incuantificables.
“Esto no puede ser solo una persona indigente que se meta al registro, son grandes volúmenes (de cable que roban) y habla de un grupo del crimen organizado para decirlo con todas sus palabras”, dijo Calderón.
Cuestionado sobre si en estos hechos delictivos estarían participando personas que trabajan en el Metro, y que conocen el sistema, Calderón dijo que no es así y que se trata de personas que están bien organizadas y que cuentan con los medios -herramienta y vehículos- para movilizar las toneladas de cable que roban.
“Sí hay robo de indigentes en tramos pequeños, pero 50 metros de ese cable de tracción pesan media tonelada, eso no se lo puede llevar un indigente, eso es una banda organizada”, insistió el director del Metro.
En compañía de exdirectores del organismo, Calderón recalcó que el robo de cable en el sistema no es una novedad, pues se trata de una problemática a la que se ha enfrentado desde hace años pero que, reconoció, no solo no ha sido erradicada, sino que en los últimos años se agravó.
Calderón aseguró que entre 2019 y 2023 el total de cable robado asciende a 14 mil 500 metros, una cantidad que resulta exponencialmente mayor a los mil 713 metros que el propio Metro informó -a través de una solicitud de información pública- fueron robados entre 2015 y 2019.
Durante 2022 y enero de 2023, el Metro ha presentado 57 denuncias ante la Fiscalía General de Justicia (FGJ) por el robo de cable, una por cada hecho registrado; sin embargo, no se tiene notificación de si hay personas detenidas o qué ha pasado con estas denuncias, pues el director del Metro dijo que se trata de información que tiene la Fiscalía.
Según el funcionario, la sustracción del cable ocurre cuando personas ajenas al sistema ingresan a uno de los 186 registros del Metro que se ubican en la vía pública y que han servido como puntos de acceso, específicamente para robar cable en las líneas 1, 2 y 3.
Los puntos en donde se tiene detectado que es más recurrente el robo de cable son en la Línea 2, en el tramo de Cuatro Caminos y Panteones, así como entre Xola y Tasqueña.
En la Línea 3 entre Indios Verdes y La Raza; en la Línea 5 entre Instituto del Petróleo, Valle Gómez, Aragón y Oceanía; en la Línea A entre Pantitlán y Guelatao; y en la Línea B entre Ciudad Azteca y Bosque de Aragón.
“Tienen un rasgo en común, son las zonas en donde el Metro corre superficialmente y hay también corte de la malla ciclónica para el ingreso a robar cantidades importantes de cable”, señaló el director del Metro.
Para evitar que estos espacios sigan siendo usados para delinquir, Calderón aseguró que se trabaja para sellar los registros y los espacios en donde se ha detectado que la malla ciclónica ha sido cortada.
El exdirector del Metro y actual diputado local, Jorge Gaviño, anticipó que presentará ante el Congreso capitalino una iniciativa para legislar en materia del robo de cable y este tipo de hechos que afectan al Metro y a la población no queden impunes.
“(También hacemos) el llamado a las autoridades para resolver estos delitos que por años han quedado impunes”, subrayó Gaviño.
Según dio cuenta el Metro, con la presencia de la Guardia Nacional en las instalaciones, el robo de cable ha tenido una disminución del 61% si se comparan los 530 metros que fueron sustraídos en enero de 2022, con los 209 metros reportados en enero de 2023.
Además, para este año se contempla una inversión de 70 millones de pesos en la compra e instalación de 3 mil 500 nuevas cámaras de vigilancia con las cuales, dijo el director del Metro, también se podrá dar seguimiento y reforzar las labores de vigilancia para evitar el robo de cable en el sistema.
Mamadou Safayou Barry, un guineano de 25 años, emprendió un viaje en bicicleta de más de 4.000 kilómetros para estudiar en la universidad de sus sueños.
La Universidad de sus sueños estaba a más de 4 mil kilómetros de su hogar y aún así Mamadou Safayou Barry decidió montarse en su bicicleta y atravesar 6 países para llegar hasta ella.
En mayo, partió de Guinea hacia el prestigioso centro Al-Azhar, situado en Egipto con la esperanza de ser aceptado.
En el camino de esta aventura, el joven de 25 años y padre de un niño, soportó un calor abrasador durante 4 meses y hasta fue detenido en uno de los países repletos de militantes islamistas o golpes de estado.
Pero valió la pena.
Cuando finalmente llegó a El Cairo recibió una beca por parte de la institución.
Estoy “muy, muy” feliz, le dijo a la BBC.
Agregó que pese a no poder pagar el curso de Estudios Islámicos en Al-Azhar, ni los vuelos a Egipto, la reputación de la universidad lo impulsó a arriesgarse en un viaje a través de Mali, Burkina Faso, Togo, Benin, Níger y Chad.
Al-Azhar es uno de los centros de aprendizaje islámico sunita más influyentes del mundo.
También es uno de los más antiguos. Fue fundado en el año 670 d.C.
Barry salió de su casa “en busca de conocimientos islámicos”, pero en Malí, Burkina Faso o Níger, los ataques de militantes islamistas contra civiles son frecuentes y los recientes golpes de estado han provocado inestabilidad política.
“Viajar por estos países es muy difícil porque no tienen seguridad en este momento”, dijo.
“Tienen muchos problemas y la gente está muy asustada. En Mali y Burkina Faso la gente me miraba como si fuera una amenaza. Veía a los militares por todas partes portando armas grandes y coches“, dijo Barry.
Dijo que fue arrestado y detenido tres veces sin una buena razón: dos en Burkina Faso y una en Togo.
Sin embargo, la suerte de Barry cambió cuando llegó a Chad.
Un periodista lo entrevistó y publicó su historia en internet, lo que llevó a algunos buenos samaritanos a financiarle un vuelo a Egipto.
Esto le evitó andar en bicicleta por Sudán, dónde algunas áreas son actualmente zonas de guerra.
El 5 de septiembre llegó finalmente a El Cairo.
Su determinación le valió una reunión con la decana de estudios islámicos, Nahla Elseidy.
Después de hablar con él, Elseidy le ofreció una plaza en el curso de Estudios Islámicos de Al-Azhar, con una beca completa.
La decana dijo en las redes sociales que la universidad estaba dispuesta a ofrecer sus conocimientos a estudiantes de todo el mundo
Y que esta filosofía “no sólo cubre a los estudiantes internacionales en Egipto sino que también se extiende más allá. Al-Azhar recibe estudiantes de todos los países, los cuida y les ofrece ayudas”.
Barry dijo que estaba “muy, muy feliz” de haber recibido la beca.
“No puedo expresar lo feliz que estoy. Le di gracias a Dios“, dijo.
Barry añadió que los problemas que se encontró durante su expedición quedaron olvidadas hace mucho tiempo y borrados por la alegría de poder convertirse en un becario de Al-Azhar.
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