Un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos dijo que México “no ha dedicado los recursos suficientes” en la lucha contra el fentanilo y que hay “falta de voluntad” del gobierno mexicano.
Todd Robinson, subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcotráfico de EU, asistió a una comparecencia en el subcomité de relaciones exteriores del Senado estadounidense, donde criticó los esfuerzos mexicanos para atender la crisis de fentanilo.
“Para ser honesto, el reto que tenemos con México es su falta de voluntad para dedicar los recursos, los recursos suficientes, en esta lucha. Estamos presionándolos para que lo hagan”, dijo.
El funcionario señaló que los recursos aportados por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no han sido suficientes pero que EU seguirá colaborando a nivel diplomático y operativo “para ver si podemos convencerlos de que necesitamos poner más en esto”.
Lo anterior no es la primera vez que este funcionario de EU critica la actuación de México en la lucha contra el fentanilo pues hace algunas semanas sostuvo que este opioide sí se fabrica en territorio mexicano y que aunque la cooperación bilateral para frenar su tráfico es “muy buena”, puede mejorar.
“Todo lo que hemos visto muestra que, de hecho, el fentanilo sí se está fabricando en México y sabemos que sus precursores químicos vienen de China”, afirmó Todd Robinson.
De acuerdo con declaraciones de Robinson, EU ha buscado que “México haga más para perseguir a los narcotraficantes”, pero también admite su “responsabilidad” para frenar la demanda de drogas y desmantelar las redes de narcotráfico dentro de su territorio.
Según el gobierno de Joe Biden, los grupos del crimen organizado como el cártel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) producen el fentanilo en laboratorios clandestinos con productos de China que trafican y distribuyen en territorio estadounidense.
El fentanilo es un potente opioide sintético cincuenta veces más fuerte que la morfina y causante de la peor crisis de drogas en la historia de Estados Unidos, donde el año pasado murieron más de 70 mil personas por sobredosis de esta sustancia.
En mayo pasado, congresistas republicanos de Estados Unidos sugirieron que México debe aceptar una intervención militar de ese país para combatir la elaboración y tráfico de fentanilo.
En una sesión con la directora de la Administración de Control de Drogas (DEA), Anee Milgram, y el director del Buró de Federal de Investigaciones (FBI), Christopher Wray, legisladores republicanos aseguraron que la intervención militar en México esta es la mejor opción para proteger la seguridad y salud de los ciudadanos de EU.
El senador John Kennedy aseguró que “es un hecho” que si el presidente López Obrador invita a los militares a entrar a México con su personal, se puede “trabajar juntos” contra el narcotráfico de fentanilo y “acabar con los carteles”.
Además, el senador Kennedy aseveró que debido a la inversión mayor en el combate al narcotráfico, México estaría “comiendo comida para gatos” sin el apoyo estadounidense en temas de seguridad y tráfico de drogas.
Cuando el terremoto destruyó su casa, Tayeb ait Ighenbaz tuvo que elegir a quién salvar. La decisión de rescatar a su hijo de los escombros y dejar morir a sus padres aún lo atormenta.
Tayeb ait Ighenbaz se vio obligado a elegir entre salvar a su hijo de 11 años o a sus padres cuando estos quedaron atrapados bajo los escombros tras el devastador terremoto en Marruecos del pasado viernes.
El pastor de cabras de una pequeña comunidad en las montañas del Atlas dice que está atormentado por la decisión que tuvo que tomar.
Tayeb estaba con su esposa, sus dos hijos y sus padres el viernes por la noche en su pequeña casa de piedra cuando esta fue sacudida por el mayor terremoto que ha sufrido el país en 60 años.
Acompaño a Tayeb a su antigua casa que ahora está en ruinas.
Todavía se puede ver parcialmente el interior de la construcción. Él señala los escombros mientras me dice: “Allí es donde estaban”.
“Todo pasó muy rápido. Cuando sucedió el terremoto, todos corrimos hacia la puerta. Mi padre estaba durmiendo y yo le grité a mi madre que saliera, pero ella se quedó a esperarlo”, dice.
Del otro lado, él solo podía ver a su esposa y a su hija.
Cuando regresó a la casa derrumbada, Tayeb encontró a su hijo y a sus padres atrapados entre los escombros. La mano de su hijo se asomaba entre los cascotes.
Sabía que tenía que actuar rápidamente, y se dirigió hacia donde estaba su hijo Adam, y comenzó a cavar deseperadamente para sacarlo.
Cuando fue a buscar a sus padres, atrapados bajo una gran losa de piedra, dice que ya era demasiado tarde.
“Tuve que escoger entre mis padres y mi hijo”, dice con lágrimas en los ojos.
“No pude ayudar a mis padres porque una pared cayó sobre sus cuerpos. Es muy triste. Vi como morían mis padres”.
Tayeb señala las manchas sobre su pantalón, y me dice que es la sangre de sus padres. Toda su ropa está dentro de su casa. No ha podido cambiarse desde que se produjo el sismo.
La familia vive ahora junto a sus parientes en carpas improvisadas cerca de su antigua casa. Tayeb cuenta que todo su dinero está en la casa, y que la mayoría de sus cabras han muerto.
“Es como haber nacido otra vez en una nueva vida. Sin padres, sin casa, sin comida, sin ropa. Tengo 50 años y tengo que empezar de nuevo”, dice.
Él no puede ahora pensar en cómo continuar, pero se acuerda de las lecciones que le enseñaron sus padres.
“Siempre me decían ‘sé paciente, trabaja duro, nunca te rindas’”.
Mientras conversamos, su hijo Adam se acerca vestido con una camiseta del club de fútbol Juventus con el nombre de Ronaldo en la espalda, y abraza a su padre.
“Mi papá me salvó de la muerte”, dice sonriendo.
Unos metros más lejos, camino a la ciudad de Amizmiz, otro hijo abraza a su padre.
Abdulmajid ait Jaefer dice que estaba en su casa con su esposa y sus tres hijos cuando comenzó el terremoto y “el piso se cayó”.
Su hijo Mohamed, de 12 años, salió del edificio, pero el resto de la familia quedó atrapada.
Abdulmajid cuenta que sus piernas quedaron atrapadas bajo los escombros, pero que un vecino lo ayudó a salir.
Luego pasó dos horas tratando de rescatar a su esposa y a una de sus hijas.
Las dos estaban muertas cuando logró sacarlas de entre los escombros.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de otra de sus hijas fue rescatado.
Abdulmajid, de 47 años, duerme ahora bajo un toldo frente a lo que quedó de su casa.
Puede ver la cocina, con la nevera aún de pie y ropa colgada puesta a secar.
Dice que no puede abandonar la zona porque necesita “hacer guardia” para proteger sus posesiones, y el recuerdo de su vida allí.
“Esa es mi cocina y mi nevera. Todos estábamos allí. Ahora solo puedo mirar hacia allí”, dice.
Antes del viernes, Abdulmajid dice que nunca jamás pensó en un terremoto. “Incluso ahora, no lo puedo creer”.
Mientras conversamos, un auto para cerca de nosotros y un grupo de gente baja para ofrecer sus condolencias. Otros que caminan por la calle se detienen para darle un abrazo al padre y esposo.
“Éramos cinco en mi familia. Ahora somos dos”, me dice con tristeza.
“Por el momento, solo puedo pensar en una cosa: mi hijo”.
Reporteo adicional: Wahid El Moutanna.
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.