Elena prepara su segunda dosis de heroína diaria. Hace 20 años que se inyecta, pero desde la sobredosis que casi la mata el año pasado tiene miedo porque la droga en Mexicali viene ahora mezclada con fentanilo, sin que los consumidores lo sepan.
La muestra “es positiva a fentanilo”, le confirman tras un test en La Sala, donde usuarios de esta ciudad fronteriza con Estados Unidos, pueden consumir de manera segura la droga que compran en la calle y evitar crisis.
La prueba revela en minutos si está contaminada con este opioide sintético que acecha como amenaza global.
Desde 2019 “no hay ni una sola prueba a heroína que no salga positiva a fentanilo”, comenta Said Slim, coordinador de Verter, la ONG que creó La Sala en 2018 para proteger a consumidores de Mexicali en situación vulnerable.
Registros de 2022 de la organización indican que en un año se duplicaron las sobredosis. Peor aún, diariamente hay muertes en Mexicali, de un millón de habitantes, según las autoridades.
De gesto risueño en un rostro lacerado por la adicción, Elena explica que su crisis ocurrió pese a que se había inyectado su dosis habitual de heroína.
“Me pusieron esa ampolleta pa’traerme p’atrás porque estaba muy fuerte”. Habla de la naloxona, medicamento capaz de revertir la intoxicación por opioides y restringido en México.
Elena, quien trabaja haciendo limpieza, redujo su dosis a la mitad y casi siempre se inyecta en La Sala, iniciativa pionera en Latinoamérica, donde al igual que en Europa suenan alarmas por las mezclas letales y más adictivas de fentanilo.
Elena, de 50 años, se inyecta en el costado derecho. “Lo hice intramuscular”, comenta, al explicar que por las venas el efecto “se siente bonito, pero acaba más pronto”.
La oenegé les proporciona a los usuarios kits para consumo que previenen contagios de hepatitis o VIH y monitorea su salud.
Personas sin hogar o trabajadores sexuales acuden al local, donde los saludan por su nombre, reciben consejos de salud y orientación ante abusos de autoridad.
“Me hacen sentir todavía que soy un ser humano”, afirma Ricardo, de aspecto cansado pero sereno, quien consume heroína desde hace 26 años. A él también casi lo mata el fentanilo.
“Cuando se suscitó el cambio de heroína a (la mezcla con) fentanilo sufrí una sobredosis de la cual nada más por la gracia de Dios estoy aquí”, recuerda.
Adaptarse fue “muy difícil” para Ricardo, de 59 años, quien bajó la dosis a medio gramo diario.
El fentanilo “te anestesia” y deja “prácticamente dormido”, describe el hombre, que vende golosinas en la calle. “La gente no es tonta y (…) se da cuenta cuando uno anda bajo el influjo”.
Mexicali sufre el coletazo de la crisis de opioides sintéticos de Estados Unidos, donde más de 70.000 personas murieron desde agosto pasado intoxicadas con esas sustancias, principalmente fentanilo.
Washington señala a los cárteles mexicanos como preponderantes en producción y tráfico del opioide, y el tema domina la agenda binacional.
Pero el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, niega que se produzca en México y asegura que es importado desde China, tras lo cual los cárteles elaboran pastillas fáciles de traficar por su tamaño.
Los criminales suelen mezclar fentanilo también con metanfetamina y cocaína.
Carlos Romero, subdirector de Policía y Tránsito de Mexicali, cuenta que diariamente esa unidad atiende entre tres y seis muertes de personas adictas, que usualmente ignoraban la mezcla.
“Muchas son sobredosis (…), la presencia de fentanilo ha crecido bastante en la ciudad”, anota.
Algunas ocurren en la calle, otras en “picaderos”, como se conoce a los sitios clandestinos de consumo. Pero también en hogares, añade Romero, descartando que el problema sea exclusivo de sectores marginales.
Julio Buenrostro, coordinador de la Cruz Roja, indica que las sobredosis representan hasta 25% de las emergencias que atienden. Sin embargo, con naloxona “logramos salvar un chorro de vidas”.
Sin acceso regular al medicamento, paramédicos, bomberos y hasta policías recurren a Verter, que lo consigue donado en Estados Unidos.
“Si no tuviéramos naloxona, tarda más en salir un paciente” de la crisis, explica Gloria Puente, técnica de urgencias de la Cruz Roja, quien pide apoyo al gobierno.
Pero López Obrador critica que Estados Unidos autorizara su venta libre para frenar la mortandad, aduciendo que no va “al fondo del problema”, y analiza prohibir el fentanilo como analgésico.
Ricardo, por su parte, advierte del peligro. “Lo viví en carne propia”, dice este hombre que recorre las calles apoyado en un andador donde carga sus pertenencias, mientras dos perros lo siguen fielmente.
Las muestras del asteroide Bennu que recolectó la sonda Osiris-Rex podrían dar indicios sobre cómo se inició la vida en la Tierra.
Este domingo, la cápsula Osiris-Rex de la Nasa atravesó la atmósfera de la Tierra a unas 15 veces la velocidad de la bala de un rifle.
A esas velocidades, se convirtió en una bola de fuego en el cielo, pero un escudo contra el calor y un paracaídas frenaron el descenso, convirtiéndolo en un suave aterrizaje en el desierto de Utah, en EE.UU.
La cápsula trae un cargamento precioso: un puñado de polvo recolectado del asteroide Bennu, una roca espacial del tamaño de una montaña que puede darnos información clave para responder a una de las preguntas más profundas para los humanos: ¿de dónde venimos?
“Cuando tengamos los 250 g del asteroide Bennu, estaremos viendo material que existía antes que existiera nuestro planeta, incluso algunos granos podrían ser más viejos que nuestro sistema solar”, dice el profesor Dante Lauretta, investigador principal de la misión.
“Estamos tratando de rastrear nuestros inicios. ¿Cómo se formó la Tierra y por qué es un lugar habitable? ¿De dónde viene toda el agua de nuestros océanos? ¿de dónde viene todo el aire que existe en nuestra atmósfera? Y de manera más importante, ¿cuál es la fuente de todas las moléculas orgánicas que componen la vida en la Tierra?”.
La creencia que prevalece es que muchos de los componentes clave para la vida llegaron a nuestro planeta durante una época muy temprana de la historia de la Tierra en una lluvia de meteoritos, muchos de ellos a lo mejor parecidos a Bennu.
La travesía para conseguir los fragmentos de Bennu comenzó en 2016, cuando la NASA lanzó la nave Osiris Rex hacia el objeto de 500 metros de diámetro.
Le tomaría dos años en llegar al cuerpo rocoso y otros dos años más se dedicaron a cartografiarlo, antes de que el equipo de la misión pudiera identificar con confianza un lugar en la superficie de la piedra espacial en el que recoger una muestra de “tierra”.
Alguien clave a la hora de tomar esa decisión fue la leyenda británica del rock y astrofísico Brian May. El guitarrista de Queen es un experto en mapeo de imágenes estéreo.
Tiene la habilidad de alinear dos imágenes con diferentes ángulos de un mismo objeto para dar un sentido de perspectiva, formando una escena 3D. Él y su colaboradora Claudia Manzoni hicieron esto para elaborar la lista final de lugares en Bennu en los que recoger muestras. Ellos definieron los lugares más seguros para el acercamiento.
El momento de la captura de la muestra, el 20 de octubre de 2020, fue increíble.
Osiris Rex descendió hasta el asteroide, sosteniendo su mecanismo de agarre al final de un palo de 3 metros de longitud.
La idea era darle un golpe a la superficie de la roca y, al mismo tiempo, soltar un soplido de gas de nitrógeno para levantar polvo. Pero lo que ocurrió después fue un shock.
Cuando el mecanismo hizo contacto, la superficie se partió como un fluido. Para cuando el gas se disparó, el disco ya estaba 10 cm por debajo. La presión del nitrógeno abrió un agujero de 8 mts de diámetro. El material voló por todos lados, pero lo importante es que parte cayó en la cámara de recolección.
Así que aquí estamos. Osiris-Rex entregó la muestra del asteroide Bennu al final de lo que ha sido un viaje de ida y vuelta de siete años y de 7 mil millones de kilómetros.
La cámara será llevada al Centro Espacial Johnson, en Texas, donde se ha construido un cuarto especial dedicado al análisis de las muestras.
El doctor Ashley King del Museo de Historia Natural (NHM) de Londres, será uno de los primeros en poner sus guantes sobre el material. Forma parte del equipo “mirada rápida”, que será el que haga el análisis inicial.
“Traer muestras de un asteroide no es algo que hagamos muy a menudo. Así que quieres hacer esas mediciones iniciales y quieres hacerlas muy bien”, dice. “Es muy emocionante”.
Te puede interesar: La carrera por llegar al polo sur de la Luna, la región más desconocida de nuestro satélite
La Nasa ve al asteroide Bennu como la roca más peligrosa del sistema solar. Su trayectoria en el espacio hace que sea el asteroide con mayores probabilidades de impactar a la Tierra del que se tenga conocimiento.
Pero no hay que asustarse, las probabilidades son muy bajas, parecidas a que lances una moneda al aire y te salga cara once veces seguidas. Y un impacto no ocurriría el próximo siglo.
Bennu seguramente tenga agua, y bastante: al menos el 10% de su peso, y toda en sus minerales. Los científicos intentarán ver si las proporciones de los distintos tipos de átomos de hidrógeno en esta agua es parecida a la de los océanos de la Tierra.
Si, como creen algunos expertos, la Tierra temprana estaba tan caliente que perdió gran parte de su agua, el encontrar una coincidencia de H2O en Bennu podría impulsar la idea de que un bombardeo posterior de asteroides tuvo gran relevancia en darles volumen a nuestros océanos.
También es posible que Bennu contenga entre 5% y 10% de su peso en carbono. Aquí radica gran parte del interés. Como sabemos, nuestro planeta se basa en la química orgánica. Al igual que el agua, ¿habrán llegado las moléculas desde el espacio para que empezara la biología en la joven Tierra?
“Uno de los primeros análisis que se les harán a las muestras incluirá hacer un inventario de todas las moléculas basadas en carbono que contenga”, dice la profesora Sara Russell.
“Sabemos, a través de estudiar meteoritos, que los asteroides probablemente contienen distintas moléculas orgánicas. Pero en los meteoritos, muchas veces están bastante contaminadas, así que estas muestras nos dan una oportunidad de descubrir realmente cuáles son los componentes orgánicos prístinos de Bennu”.
El profesor Lauretta agrega: “De hecho, nunca hemos buscado en los meteoritos los aminoácidos de las proteínas por este problema de la contaminación. Así que creemos que realmente vamos a avanzar en nuestro entendimiento de lo que llamamos la ‘hipótesis de entrega exógena’, la idea que estos asteroides fueron la fuente de los bloques fundacionales de la vida”.
Reportería adicional de Rebecca Morelle, Alison Francis y Kevin Church
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga la última versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.