Para entender mejor
El 40% de los 5 mil 433 usuarios activos en la Ciudad de México de tratamientos de profilaxis de preexposición (PrEP), para prevenir la transmisión del VIH, acceden a estos a través del trabajo comunitario de cinco organizaciones civiles, dos de ellas con sede en Jalisco —Guadalajara y Puerto Vallarta—, a donde también se envían tratamientos desde la capital.
Fundación México Vivo, Inspira Cambio, AC, y VIHve Libre logran el enrolamiento de cerca de entre 300 y 400 personas cada una. A ellas pronto se sumará Casa de las Muñecas Tiresias, pues aún persiste la necesidad de lograr un mayor alcance con la población de mujeres trans, que casi no se acercan a solicitar el tratamiento. Hasta ahora, son apenas poco más de 200 las que reciben PrEP en la capital.
“Es importante decir que quien opera el programa son personas de la comunidad, de la sociedad civil, con distintos perfiles. En el caso de la Casa de las Muñecas, serían mujeres trans dando PrEP a personas trans, y eso sería algo sumamente innovador y con mucha efectividad, porque es una población difícil de alcanzar, y entre más barreras les ponemos, es difícil el acceso”, explica en entrevista Mario Gómez Zepeda, coordinador médico en la Clínica Condesa.
El médico recuerda cómo empezó el trabajo con las organizaciones: el protocolo de estudio arrancó en 2018, ya con las organizaciones de Jalisco SETAC y Checcos, y con Fundación México Vivo en la capital. Cuando finalizó y se hizo la transición al servicio permanente de PrEP, los servicios de salud no previeron qué pasaría con los 2 mil usuarios que habían sido parte del protocolo.
Desde la Ciudad de México, entonces, se generó un modelo de coordinación con esas tres organizaciones para poder continuar sus tratamientos. Más tarde, se incorporó el servicio a la Clínica Condesa de Iztapalapa y, finalmente, se sumaron las organizaciones Inspira y VIHve Libre. Así, actualmente las clínicas les proveen insumos —pruebas rápidas—, capacitación, acompañamiento y el medicamento para dispersar a los usuarios.
“Hay un control con recetas, hay un sistema de información que sirve para el monitoreo pero también para auditar que el medicamento se administre adecuadamente, y hay una interacción para poder prestar apoyo o consultas presenciales o virtuales a las personas que lo requieran”, explica Gómez Zepeda.
En el caso de las organizaciones de la capital, también se destinan recursos a la contratación de personal de apoyo en los centros comunitarios. El especialista aclara que esto depende de recursos federales que no siempre se reciben de manera constante. Por ejemplo, en el arranque de este año aún están pendientes, por lo que la continuidad puede verse comprometida.
Actualmente, el número de personas que atiende cada organización para proveerles el tratamiento que previene la transmisión del VIH depende de su capacidad, pero ronda entre los 300 y 400 usuarios, excepto por Checcos, que ha alcanzado los 900.
En la distribución de tratamientos PrEP a otras entidades aún falta participación de los gobiernos estatales, de acuerdo con Gómez Zepeda. En todo el país, señala, muchas más organizaciones estarían interesadas en participar en el suministro del tratamiento; sin embargo, muchas entidades siguen sin implementar o atienden a muy pocas personas porque dependen del personal de salud que atiende a quienes ya viven con VIH y, como parte de sus consultas, deben destinar espacio a PrEP.
“No es tan efectivo y plantea que el acceso sea muy restrictivo. Tampoco hay un sistema de información como el de la Ciudad de México implementado a nivel nacional, ni siquiera en el propio IMSS”, asegura el médico. Animal Político publicó que en nueve entidades ninguna persona recibió tratamiento PrEP en 2021 y 2022, mientras que en 15 menos de 50 tuvieron acceso al medicamento; en otras, únicamente de 50 a 100 personas. La cifra más alta corresponde a la capital, donde más de 5 mil personas lo han recibido en esos dos años.
“Haría falta mucho más participación estatal. Es un tema que debe competer a todos los niveles de gobierno, no solamente al nivel federal; también cada estado debería estar preocupado por garantizar el acceso a estrategias efectivas como PrEP para la prevención del VIH, e incluso los gobiernos municipales apoyar”, señala Gómez Zepeda.
Esto, porque si bien existen casos de VIH en todo el país, hay áreas muy específicas, como los destinos turísticos, donde hay más alta prevalencia y nuevos casos. El trabajo para llegar a estas zonas es muy importante, porque si el PrEP únicamente se pone a disposición, lo solicitan las personas más informadas o que cuentan con mayores recursos. En cambio, la población que más beneficios obtendría del tratamiento es la que enfrenta más situaciones de vulnerabilidad.
Lee más: La prevención del VIH relega a las mujeres: acceso a tratamientos PrEP es prácticamente nulo
“PrEP puede ser una herramienta incluso de justicia social, que vaya a las poblaciones más vulnerables; son las que más se pueden beneficiar pero son las más difíciles de alcanzar, porque en los sistemas de salud no contamos con recursos para ir a las calles, a los lugares de encuentro o a altas horas de la noche a buscar a las personas trabajadoras sexuales. Eso es lo que hace la sociedad civil, y por eso el trabajo comunitario es tan valioso para este proyecto”, añade.
Por lo tanto, ahora se está trabajando un modelo de PrEP remoto para tratar de llegar a lugares más alejados y usar toda la enseñanza que dejó la pandemia en materia de telemedicina. “Si concentramos solo en las grandes ciudades, alguien que lo requiera y que viva en una zona donde desafortunadamente no hay un hospital, como en el caso del IMSS que da PrEP solo en hospitales, o alguna unidad de salud, o incluso un centro comunitario que le quede cerca, que pueda haber un mecanismo por el cual la persona pueda acceder al servicio. Esto ya ocurre en otros países y funciona”, subraya Gómez Zepeda.
De los tratamientos PrEP que proveen las clínicas Condesa, los destinados a Jalisco representan cerca del 20%, mientras que los usuarios del resto de los entidades —entre los que viajan a la capital o se han alcanzado mediante telemedicina— suman un 10%. Del total de personas usuarias, hasta ahora son trans apenas poco más de 200, 57 mujeres cisgénero y 80 personas no binarias. El 90% se destina a hombres que tienen sexo con hombres.
Como parte de los esfuerzos para focalizar la distribución de tratamientos PrEP cada vez más en las poblaciones mayormente expuestas a riesgos, desde octubre del año pasado inició un programa piloto para que la prevención empiece a llegar también a la población privada de la libertad en el Reclusorio Norte.
Mediante una colaboración con la Unidad de Salud Integral para Personas Trans de la Ciudad de México, y tras una petición de la organización Almas Cautivas, que tiene cerca de 10 años trabajando con personas trans en centros penitenciarios, el piloto arrancó el año pasado con cerca de 30 personas, que incluyen también hombres que tienen sexo con hombres, explicó en entrevista Nathalie Gras Allain, subdirectora de atención a poblaciones clave y programas específicos del Centro para la Prevención y Atención Integral del VIH Sida de la capital.
Desde 2009, el programa de detección y atención de VIH en centros penitenciarios ha permitido conocer las necesidades de esta población, de donde derivó en el programa piloto de PrEP. Hasta ahora, su aplicación solo se está llevando a cabo en un reclusorio varonil, y durará seis meses para cerrarse en este mes. La ventaja con las poblaciones cautivas, explica Gras Allain, es que es muy fácil poder hacer seguimiento y monitoreo, así como verlas de manera ordenada y periódica.
“En este caso ha sido muy importante la participación del sistema penitenciario: tienen una área específica para poblaciones vulnerables en cada reclusorio, y el área del Reclusorio Norte ha sido muy importante para ayudarnos justo en este seguimiento de los y las participantes, pero también la cárcel tiene contextos muy específicos y muy diferentes a los que tenemos con las personas en libertad que vienen a las clínicas Condesa”, señala la especialista.
Uno de ellos, que representa una desventaja, es el tema de los castigos en los centros penitenciarios. Cuando una persona es aislada, se dificulta el seguimiento, lo cual es uno de los retos más importantes. El otro es lograr, una vez que salen en libertad, que se enlacen a los servicios de las clínicas para continuar con su atención. La subdirectora del centro prevé que este año el programa piloto pudiera ampliarse a algún otro reclusorio.
Sin embargo, una de las mayores dificultades es la falta de personal: quienes atienden los programas ordinarios de PrEP en clínicas Condesa, la vinculación con las organizaciones civiles o el piloto en centros penitenciarios son las mismas personas. El programa de atención a VIH está concentrado, por ejemplo, en la penitenciaría, donde se encuentra la mayor parte de esta población.
“El PrEP nos confronta con la falta de personal, y con que hay mujeres trans y hombres que tienen sexo con hombres en todos los reclusorios… Siempre hemos hablado del principio de equivalencia, esa ha sido la piedra angular del trabajo con personas privadas de la libertad: lo que existe disponible afuera tiene que estar disponible dentro. No hemos logrado esto en su totalidad, pero es justo el tema del acceso. ¿Cómo desde los servicios de salud públicos el trabajo de alcance a poblaciones, y el trabajo focalizado, permite poder ofrecer todo lo que tienes en las Condesas y, en muchas organizaciones, en los centros penitenciarios?”, concluye Gras Allain.
Una investigación en Reino Unido reveló niveles alarmantes de acoso y agresión sexual en el ámbito quirúrgico, en medio de una cultura de silencio que ha permitido que se perpetúe este patrón de conducta.
Cirujanas en Reino Unido dicen que están siendo acosadas y agredidas sexualmente, y en algunos casos violadas por sus colegas, según reveló un análisis sobre el personal del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).
La BBC conversó con mujeres que fueron agredidas sexualmente en el quirófano durante una cirugía.
Los autores del estudio señalan que hay un patrón de comportamiento en el que mujeres que están haciendo prácticas son abusadas por cirujanos de más experiencia, y esto está ocurriendo actualmente en hospitales del NHS.
El Colegio Real de Cirujanos dijo que los hallazgos de la investigación son “realmente impactantes”.
El acoso sexual, la agresión sexual y la violación son considerados un secreto a voces dentro del ámbito quirúrgico británico.
Existe una historia no contada de mujeres a las que toquetean bajo sus batas, cirujanos que secan el sudor de su frente en el pecho de mujeres y hombres con una erección que se frotan contra el personal femenino.
A algunas cirujanas les han ofrecido oportunidades laborales a cambio de sexo.
El análisis -de la Universidad de Exeter, la Universidad de Surrey y el Grupo de Trabajo sobre Conducta Sexual Inapropiada en el marco de la Cirugía- fue compartido en exclusiva con la BBC.
Cerca de dos tercios de las cirujanas que proporcionaron información a los investigadores dijeron que fueron blanco de acoso sexual, y un tercio reveló que fueron agredidas sexualmente por colegas en los últimos cinco años.
Las mujeres dicen que temen reportar estos incidentes por el impacto negativo que esto pueda tener en su carrera y no confían en que el NHS tome medidas.
Hay nerviosismo al hablar abiertamente sobre esto. Judith nos pidió que no incluyéramos su apellido. Ahora, ella es una cirujana talentosa y experimentada.
Judith fue agredida sexualmente al comienzo de su carrera cuando era la persona con menos poder en el quirófano y el cirujano más experimentado estaba transpirando.
“Él simplemente se dio vuelta y hundió su cabeza en mis senos, y yo me di cuenta de que se estaba secando la frente sobre mí”, explica.
“Te quedas helada, ¿sabes?, ‘¿qué hace su cara en mi escote?’”.
Cuando lo volvió a hacer, Judith le ofreció una toalla. “No, esto es mucho más divertido”, le respondió con una “expresión burlona”, dice Judith, que recuerda haberse sentido “sucia y humillada”.
Peor aún para ella fue el silencio total de sus compañeros.
“Incluso él no era la persona de más rango en el quirófano, pero sabía que ese comportamiento estaba bien y eso es simplemente terrible”.
Esto le sucedió a Judith en medio del quirófano, pero el acoso y abuso sexual ocurre también más allá del hospital.
Anne –no podemos revelar su nombre real por razones legales- quiso hablar con la BBC porque cree que solo se producirá un cambio cuando la gente empiece a hablar.
Ella elige no llamar violación a lo que le pasó, pero está claro que las relaciones sexuales que tuvieron lugar no fueron consentidas.
El incidente ocurrió durante un evento social vinculado a una conferencia médica (un encuentro de médicos de la misma especialidad).
En un patrón que ya es familiar, ella era una pasante y él un cirujano experimentado.
“Yo confiaba en él, lo admiraba”, dice.
Él aprovechó esa confianza y le dijo que ella no conocía a la otra gente que estaba allí y que podía confiar en él.
“Así que caminó conmigo hacia el lugar donde me estaba quedando. Yo pensé que quería conversar y luego, de repente, se giró hacia mí y tuvo sexo conmigo”.
Anne dice que en ese momento su cuerpo se congeló y “no podía frenarlo”.
“Eso no era lo que yo quería, nunca fue lo que quise, fue totalmente inesperado”.
Cuando Anne lo vio al día siguiente, dice que “apenas podía mantener la compostura”.
“Sentí que no podía armar un escándalo, sentí que había una cultura muy fuerte de simplemente aguantar lo que te hicieran”.
El incidente tuvo un impacto duradero en Anne.
Primero la dejó emocionalmente paralizada, y años más tarde “el recuerdo volvía a inundar mi mente como un horror, una pesadilla”, incluso cuando se estaba preparando para operar a un paciente.
Es ampliamente aceptado que hay una cultura de silencio en torno a este tipo de comportamientos.
La formación quirúrgica se basa en el aprendizaje de colegas de mayor nivel en el quirófano, y las mujeres nos han dicho que es riesgoso hablar sobre aquellos que tienen poder e influencia sobre el futuro de sus carreras.
La investigación, publicada por la Revista Británica de Cirugía, es el primer intento para tener una idea de la escala del problema.
Los cirujanos registrados –hombres y mujeres- fueron invitados a participar y responder de forma anónima, y 1.434 respondieron. La mitad fueron mujeres:
Si bien el informe muestra que los hombres también son víctimas de algunos de estos comportamientos (un 24% fue acosado sexualmente), concluye que cirujanos y cirujanas “viven realidades diferentes”.
“Es probable que nuestros hallazgos tengan un impacto en la confianza del público en la profesión”, señaló el doctor Christopher Begeny, de la Universidad de Exeter.
Entre tanto, un segundo reporte –llamado “Rompiendo el silencio: abordaje de la conducta sexual inapropiada en la atención médica”- hace recomendaciones sobre lo que tiene que cambiar.
Ambos informes indican que la proporción relativamente más baja de mujeres cirujanas (cerca del 28%), combinada con el hecho de que el ámbito de la cirugía es profundamente jerárquico, les da a algunos hombres un poder significativo, y esto se combina mal con el ambiente de gran presión que se vive en el quirófano.
“Esto hace que la gente puede comportarse con impunidad y no se controla mucho lo que pasa”, dice la profesora Carrie Newlands, cirujana de la Universidad de Surrey.
Newlands decidió abordar este comportamiento después de escuchar las experiencias de sus colegas con menos experiencia.
“El escenario más común es que una aprendiz de menos experiencia sea abusada por un perpetrador hombre de más experiencia, que por lo general es su supervisor”, le dijo a la BBC.
“Y esto da como resultado una cultura de silencio en donde las personas tienen miedo por su futuro y su carrera si deciden hablar”.
Otro tema que surgió del análisis fue la falta de confianza en organismos como el NHS Trust, el Consejo Médico General (que gestiona el registro de médicos en Reino Unido autorizados a ejercer) y los Colegios Reales (que representan a las especialidades en medicina) para tratar el problema.
“Necesitamos un cambio profundo en los procesos de investigación para que sean externos, independientes y confiables para que la atención sanitaria se convierta en un lugar seguro para trabajar”, señala Newlands.
Tim Mitchell, presidente del Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra, le dijo a la BBC que los hallazgos de la investigación son “profundamente impactantes y serán una fuente de mucha vergüenza para la profesión de cirujano”.
En conversación con el programa Today de BBC Radio 4, reconoció que “queda claro que se trata de un problema común” que no ha sido abordado.
“Necesitamos implementar una cultura de tolerancia cero para garantizar que existen mecanismos que permitan a las personas afectadas sentirse seguras de que pueden acercarse, denunciar estos incidentes, y que serán tomadas en serio”, dijo.
La doctora Binta Sultan, de NHS Inglaterra, dijo que el informe es “increíblemente difícil de leer” y presenta “evidencia clara” de la necesidad de tomar más medidas para hacer que los hospitales sean “seguros para todos”.
“Ya estamos tomando medidas importantes para hacer esto, incluso a través de compromisos para brindar más apoyo y mecanismos claros de denuncia para aquellos que han sufrido acoso o han sido víctimas de comportamientos inapropiados”.
El Consejo Médico General actualizó el mes pasado sus estándares profesionales para los médicos.
Su direcctor ejecutivo, Charlie Massey, dice que “actuar de forma sexual con los pacientes o colegas es inaceptable” y que la “conducta inapropiada grave es incompatible” con seguir ejerciendo la medicina en el país.
¿Pero es el ámbito quirúrgico un lugar de trabajo seguro para las mujeres hoy día?
“No siempre. Y es terrible tener que admitirlo”, dice Judith.
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