Este reportaje es parte de “Víctimas Paralelas: las afectadas de las que no se habla”, un proyecto de Serendipia/PODER.
Las enfermedades cardiovasculares en México fueron la primera causa de muerte hasta 2021, cuando las desplazó COVID-19. A pesar de haberse posicionado en segundo lugar, ese año registraron un exceso de mortalidad de 38.7% en el contexto de la emergencia sanitaria por la pandemia de la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Pero el exceso de mortalidad no fue la única consecuencia de la emergencia sanitaria para las personas que padecen enfermedades cardiovasculares en México. También enfrentaron desabasto de medicamentos y la imposibilidad de ser atendidas de manera oportuna.
La alta prevalencia y mortalidad de las enfermedades cardiovasculares en México han provocado que estas también sean consideradas una “pandemia”, a pesar de no tratarse de enfermedades infecciosas.
“Las enfermedades cardiovasculares seguirán siendo un problema de la población a nivel mundial durante los siguientes 30 o 40 años, y a diferencia de la COVID-19, para esta ‘pandemia’ no existe una vacuna”, dice Luis Daniel Sánchez Arreola, médico especialista en Medicina de Urgencia y presidente de la Sociedad Mexicana de Medicina de Urgencia, en entrevista con Serendipia.
Reyna Hernández fue diagnosticada con insuficiencia de la válvula mitral (una condición que provoca que la válvula mitral del corazón no tenga un cierre adecuado y la sangre regrese al corazón; en condiciones graves, la sangre no circula por el corazón o al resto del cuerpo) a inicios de 2019.
Entonces empezó un tratamiento en el Hospital General de Zona Número 23 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el municipio de Teziutlán, Puebla. Reyna necesita tomar ocho medicamentos diarios entre los que están anticoagulantes y diuréticos: acenocumarina, digoxina, furosemida, espironolactona, omeprazol, metoprolol, atorvastatina y bezafibrato.
Jaime, hijo de Reyna, dice que antes de la pandemia nunca le faltó ninguna medicina, pero a partir de mayo de 2020 estas empezaron a escasear y el IMSS no se las podía entregar como había hecho hasta entonces. Además, sus consultas empezaron a ser canceladas.
Esto no fue una excepción. Tan solo en 2020, el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez (Incar), ubicado en la Ciudad de México, registró una reducción de consultas del 63.34% en comparación con 2019, de acuerdo con los datos entregados por el Incar a Serendipia en respuesta a la solicitud de acceso a la información pública con folio 330018722000022.
Sin embargo, en ese mismo año las enfermedades del corazón fueron la primera causa de muerte a nivel nacional y la segunda en la capital del país, según el reporte “Características de las defunciones registradas en México durante 2020” del Inegi.
Las enfermedades cardiovasculares afectan principalmente los vasos sanguíneos y al corazón. Como resultado, generan la formación de trombos o coágulos dentro de los vasos sanguíneos que pueden llegar a tener presentaciones graves como los infartos, que hoy en día son la principal causa de muerte no solo en México sino también a nivel mundial, dice Sánchez Arreola.
En 2020, las enfermedades del corazón fueron la primera causa de muerte a nivel nacional, seguidas por COVID-19 y la diabetes mellitus, de acuerdo con el Inegi. Mientras que ese año las autoridades sanitarias tenían una expectativa de 156 mil 029 defunciones por esta enfermedad, ocurrieron 216 mil 385 muertes. Este es un exceso de mortalidad de 38.7%.
Además, en el primer semestre de 2021, COVID-19 desplazó a las enfermedades del corazón al segundo lugar como causa de muerte a nivel nacional, de acuerdo con las “Estadísticas de defunciones registradas de enero a junio de 2021” del Inegi. Mientras que para este periodo se esperaban 232 mil 658 defunciones a causa de enfermedades del corazón, la realidad es que ocurrieron 328 mil 970 defunciones. Esto quiere decir que el exceso de mortalidad para estas condiciones durante el primer semestre de 2021 alcanzó un 41.4%.
El exceso de mortalidad se presenta cuando la cifra real de muertes supera a la expectativa de las autoridades sanitarias en un periodo específico. Para calcular el exceso de mortalidad se toma en cuenta “el número de defunciones observadas menos el número de defunciones esperadas” en un determinado lapso, según el Boletín Estadístico sobre el Exceso de Mortalidad en México de la Secretaría de Salud (SSa).
Chiapas registró el mayor exceso de mortalidad por enfermedades del corazón durante 2020: 83.9% más muertes de las esperadas. En segundo lugar estuvo Campeche con 68.57%, seguido por Tlaxcala, el Estado de México y Chihuahua con 66.61%, 64.59% y 59.13%, respectivamente.
La saturación de hospitales públicos “fue muy notoria porque se tuvieron que hacer reconversiones físicas, es decir, los hospitales que normalmente tenían capacidad de recepción tuvieron que reducir sus áreas para pacientes con enfermedades cardiovasculares”, dice Sánchez Arreola.
Por esta razón, los pacientes perdieron consultas y en ocasiones no pudieron ser hospitalizados. Tal es el caso del Incar, que durante 2020 registró una disminución del 63.34% en las consultas para enfermedades del corazón en comparación con 2019. Mientras que en 2019 brindó 122 mil 993 consultas, para 2020 el número de consultas registradas fue de 45 mil 089. Este ha sido el registro más bajo desde 2010, de acuerdo con el análisis de los datos del Incar realizado por Serendipia.
Si bien el caso del Incar es particular y no representa lo que sucedió a nivel nacional durante la pandemia, se presentan sus estadísticas como el estudio de caso de una institución especializada en el tratamiento de este tipo de enfermedades.
Serendipia solicitó una entrevista al Incar para conocer cuáles fueron las causas para que se haya presentado esta disminución en consultas y egresos hospitalarios. También, para conocer a qué se debió la disminución respecto a la efectividad del surtimiento de recetas, ya que el reporte del colectivo Cero desabasto señala que en 2020 el instituto presentó una disminución de recetas “no surtidas efectivamente” del 48.28% en comparación con 2019. Sin embargo, se obtuvo como respuesta por parte del área de comunicación del instituto que “la mayoría de los cardiólogos del instituto se encontraban en congreso y no había sido posible confirmar con alguno de ellos”.
Y es que más allá del Incar, la atención de pacientes con enfermedades cardiovasculares disminuyó durante la pandemia a nivel nacional. Esto no solo lo revelan las cifras de consultas, sino también las de egresos hospitalarios, las salidas de pacientes motivadas por diversas razones desde la curación hasta la mejoría, el traslado a otro hospital, la muerte, entre otros.
En 2020, fue registrada una disminución del 45.61% en comparación con 2019, esto de acuerdo con los datos de egresos hospitalarios de la Secretaría de Salud. A nivel nacional, 2020 fue el año en el que menos egresos hospitalarios se registraron, pero estas estadísticas presentan una tendencia constante en donde cada año más de 80% de los egresos son por mejoría, incluso durante la pandemia.
Bajo esta línea, dos entidades registraron una disminución de al menos 50% en egresos hospitalarios: San Luis Potosí tuvo un 52.04% menos y Tlaxcala, 50%. Les siguieron Puebla, Guerrero y Veracruz con el 49.37%, 46.48% y 45.04%, respectivamente.
Mientras que en 2019 hubo 103 mil 872 personas que murieron por infartos al miocardio en México, un año después la cifra llegó a 155 mil 229. Este es el mayor registro desde 2012 y representa un aumento del 49.44%. Además, los infartos al miocardio son la enfermedad cardiovascular con mayor registro de muertes en el periodo de 2012 a 2020, según la “Lista mexicana de enfermedades”.
“No era raro observar que la mayoría de las defunciones (durante la pandemia) eran pacientes que sufrían una enfermedad cardiovascular y además se contagiaron de COVID-19”, dice Daniel Sánchez.
El Inegi emplea la “Lista mexicana de enfermedades” para determinar las principales causas de defunción en México. Esta lista es elaborada por el Centro Mexicano para la Clasificación de Enfermedades (Cemece). Las enfermedades del corazón abarcan 11 clasificaciones, las cuales se pueden observar en la gráfica que fue elaborada por Serendepia. Como se puede observar, la enfermedad “cardiaca hipertensiva” también tuvo un aumento de 37.69% durante el 2020 en comparación con 2019.
El médico Roberto Romero menciona que existe un factor importante cuando hablamos de defunciones en las enfermedades cardiovasculares: la “hipertensión arterial”, una enfermedad crónica que provoca en quienes la padecen que aumente la presión con la que el corazón bombea sangre a las arterias y circule por todo el cuerpo.
“Esta enfermedad además de ser por sí misma una patología, resulta ser el principal factor de riesgo para sufrir una enfermedad cardiovascular, principalmente infartos agudos al miocardio e insuficiencia cardiaca”, dice Romero.
Debido a esto, Romero menciona que es muy importante llevar un seguimiento adecuado con los pacientes que sufren “hipertensión arterial”, pero dice que durante la pandemia él notó que existieron muchas inconsistencias sobre todo en el acceso a medicamentos.
América Pinto fue diagnosticada con hipertensión arterial hace 20 años. Desde entonces ha sido atendida por el IMSS en la Unidad de Medicina Familiar número 57, en Puebla. Durante la pandemia, este hospital fue reconvertido a hospital COVID, por lo cual las consultas de América y la entrega de sus medicamentos fueron canceladas. La última consulta que tuvo fue en octubre de 2019.
De acuerdo con los datos de los “Cubos dinámicos” de la SSa, durante 2020 hubo una disminución del 33.65% en las detecciones de hipertensión arterial. El doctor Daniel Sánchez dice que durante la pandemia (sobre todo durante 2020) muchas personas no asistieron a los centros de salud, por lo cual existe la posibilidad de que muchas de ellas ya hayan tenido esta enfermedad y no lo sabían.
“Después de 2020, pacientes acudían a revisiones generales comentando que presentaban ciertas molestias, ante esto se llevaban a cabo estudios clínicos y se verificaba que la persona vivía con una enfermedad crónica”.
“La detección de esta enfermedad es muy importante”, detalla Romero, “ya que el tratarla a tiempo previene que el paciente pueda llegar a tener secuelas. Lo mismo sucede con un paciente que ya la padece, el tener un seguimiento adecuado de la enfermedad evita que esta enfermedad propague a otras enfermedades (sobre todo cardiovasculares)”.
“Mis revisiones deben ser mensuales, pero debido a la pandemia y por un tema económico, las he hecho cada seis meses pero con un médico privado”, detalla América Pinto.
América menciona que el desabasto de medicamentos es un problema al que se ha enfrentado durante muchos años, pero fue más notorio durante la pandemia. Ella ha tomado captopril durante más de 20 años: una pastilla por la mañana y otra por la noche para mantener en un rango adecuado su presión arterial. Si ella no toma su medicamento empieza a tener dolores de cabeza y mareos: “Mi presión se debe mantener en 120 sobre 80 si llega el momento en que mi presión arterial se encuentre en 134 sobre 80 debo acudir de inmediato al médico”. América ha tenido que comprar su medicamento a partir de la pandemia, esto ha generado un gasto extra que no tenía contemplado. “Al mes hago un gasto aproximado de mil pesos solo en medicamentos, pero durante la pandemia el costo llegaba hasta mil 500 pesos”.
De acuerdo con el informe de desabasto de medicamentos del colectivo Cero desabasto en 2020 las personas con hipertensión en México ocuparon el tercer lugar de pacientes más afectados a causa del desabasto de medicamentos. Romero indica que el desabasto de medicamentos en pacientes con hipertensión arterial se pudo notar más en el sector de salud público, esto provocaba que los pacientes compraran su medicamento por otro medio; sin embargo, durante la pandemia el precio de medicamentos se elevó de manera notoria: “Puedo recordar que el captopril, un medicamento que forma parte del cuadro básico de medicamentos para estos pacientes, normalmente rondaba con un precio de 140 pesos y durante la pandemia costaba hasta 400 pesos”. Por el tema económico algunos pacientes dejaban de ingerirlo, lo que es un tema grave para personas con esta enfermedad, ya que al no tomar sus medicamentos pueden presentar una crisis hipertensiva y provocar el daño de otros órganos como el cerebro por un derrame cerebral.
Aunque no existe una vacuna para la “pandemia” de enfermedades cardiovasculares, la prevención es un factor clave. En el caso del sector público, debe haber un mejor manejo del personal médico, de la manera en la que se atiende a los pacientes e incluso en el manejo de medicamentos. De no ser así, a nivel nacional estas enfermedades seguirán siendo la principal causa de muerte durante muchos años. La pandemia afectó a Reyna y América no precisamente por haberse contagiado de COVID-19, sino por vivir con enfermedades cardiovasculares en un sector de salud que no estaba preparado para la atención de estas enfermedades durante la contingencia.
Profesores y maestros han estado protestando durante semanas en todo el país exigiendo mayores derechos en las aulas.
Tras varias semanas de protestas realizadas por profesores en Corea del Sur, el gobierno aprobó una nueva ley para proteger más a los docentes de los padres que se quejan y los acosan.
Durante nueve semanas, profesores y maestros han estado protestando para exigir mayores derechos del ejercicios de sus funciones dentro de las aulas.
Afirman haber sido frecuentemente acosados por los padres de los alumnos que algunas veces los acusan maliciosamente de abuso infantil, para que los destituyan de sus cargos.
La ola de protestas se desató tras el suicidio de una joven maestra que había sido bombardeada por las quejas de los padres en Corea del Sur.
La maestra, que llevaba poco más de un año enseñando escribió que se había sentido tan abrumada por la locura de su trabajo que “quería dejarse ir”.
La situación de los profesores se ha vuelto imposible desde su punto de vista. Varios afirman que han sido denunciados por sujetar y restringir a un niño violento, o por simplemente llamarle la atención a un alumno.
Los profesores acusaron a los padres de aprovecharse de la ley de Bienestar Infantil, aprobada en 2014, que establece el despido automático de los profesores acusados de abuso infantil.
Según la nueva legislación, conocida como el proyecto de ley para el Restablecimiento de los Derechos de Profesores, los docentes no serán destituidos tan pronto se reporte el abuso infantil; se necesitará realizar más investigaciones y tomar más evidencia.
También habrá apoyo financiero disponible para la defensa legal de los profesores demandados y se impondrá mayor responsabilidad a los directores y rectores de las escuelas para que protejan a su plantel.
Las protestas de los profesores estallaron después del suicidio en julio de una maestra de primaria de 23 años que estaba abrumada por las quejas de los padres.
La joven maestra cumplía su sueño de infancia de ejercer la misma profesión de su madre y adoraba a los niños, contó uno de sus primos que descubrió el diario que había dejado atrás.
En éste describía las presiones de su trabajo, de un alumno que había herido en la cabeza a otro con un lápiz y cómo ella se había enzarzado en acaloradas llamadas telefónicas y mensajes con los padres.
Los profesores afirmaron que la cultura de denuncias maliciosas los habían dejado incapaces de enseñar o mantener la disciplina de los alumnos.
La Federación de Sindicatos de Maestros de Corea del Sur recibió con beneplácito la nueva legislación, declarando que tanto “expandiría el derecho a enseñar como proteger el derecho de los estudiantes para aprender”.
El sindicato expresó su “más profundo agradecimiento” a los profesores que se lanzaron a las calles durante nueve semanas seguidas, exigiendo mejores condiciones, y dijo que el resultado de hoy se debía a la fortaleza de ellos.
En las semanas recientes, el gobierno y las autoridades locales ya habían implementado una serie de medidas para proteger a los profesores y facilitarles el ejercicio de su trabajo, pero ninguna de estas era legalmente vinculante.
Las nuevas directivas del gobierno, formuladas a principios de este mes, estipulan que los profesores tienen el derecho a retirar de las aulas a los estudiantes indisciplinados y sujetarlos si es necesario.
Además de eso, la Oficina de Educación de Seúl anunció planes esta semana de grabar todas las llamadas de los padres hechas a los profesores y de instalar un chatbot (un simulador digital de conversación) para que actúe como primera línea de defensa contra las quejas de los padres.
Sin embargo, algunos maestros arguyen que las nuevas leyes no van suficientemente lejos.
El presidente de la Federación de Sindicatos de Profesores, Kim Yong-seo, llamó la nueva legislación “un gran paso hacia la protección de los profesores y estudiantes”, pero señaló que había áreas que todavía necesitaban mejorarse.
Hizo un llamado a los políticos para que enmienden el Acta de Bienestar Infantil, sosteniendo que no debería ser posible que una simple acción disciplinaria de los alumnos sea catalogada como abuso infantil.
Unos profesores también quieren que se penalicen a los los padres que hagan acusaciones falsas de abuso infantil.
Kim Jin-seo, una profesora de 28 años que habló con la BBC durante una de las protestas, dijo que la nueva ley no impediría las denuncias infundadas de abuso infantil, porque sin el temor de repercusiones, los padres continuarían acusando maliciosamente a los profesores que no les cayeran bien.
Se estima que la sociedad hipercompetitiva de Corea del Sur es en parte responsable de la cultura de hostigamiento por parte de los padres.
Los resultados académicos son considerados el mejor indicador del éxito, lo que significa que los estudiantes compiten ferozmente para obtener las mejores calificaciones desde una edad muy temprana para garantizar la entrada a las principales universidades.
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