Los nuevos libros de texto gratuitos que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ya mandó a imprimir —incumpliendo con el proceso que marca la ley para que antes se aprueben los planes de estudio y se consulte a padres y maestros— no contemplan las diferentes realidades socioeconómicas de las alumnas y alumnos del país, y dan por sentado que todos ellos tienen acceso a uso de tecnologías e internet.
Especialistas advierten que el material para primero de primaria —al que Animal Político tuvo acceso— contiene elementos como códigos QR, lo que resulta excluyente para quienes no cuentan con dispositivos o conexión para leerlos. Además, los libros no tienen ejercicios de caligrafía, considerados esenciales para el desarrollo de niñas y niños de ese nivel educativo.
De acuerdo con un análisis de la asociación Educación con Rumbo, la cantidad de proyectos que se proponen a los docentes para realizar con las niñas y niños en estos materiales, al ser más de 100 por año, excede la capacidad de ejecución con el tiempo que tienen dentro de las aulas, lo que podría dejar varias lecciones fuera.
Animal Político consultó a la SEP para conocer su postura sobre las críticas hacia los libros de texto gratuitos, pero hasta el cierre de edición no había recibido respuesta.
La primera lección del libro Nuestros saberes para primero de primaria se titula “Animaciones en volumen (stop motion)”, en la que se explica a los alumnos la diferencia entre la claymotion (animación de arcilla), las go motion (animaciones de movimiento de ida), las brickfilms (películas de ladrillos), las cutout animations (animaciones de recortes) y la pixilación. También contiene las instrucciones para elaborar un video con un teléfono celular.
Esta y otras lecciones están acompañadas de recuadros de “contenido para la familia y el docente”, donde se observan los códigos QR para acceder a materiales adicionales seleccionados para los temas.
Patricia Ganem, maestra de primaria con doctorado en Medida, Diagnóstico y Evaluación de la Intervención Educativa e integrante de Educación con Rumbo, considera que estos contenidos dejan algunos temas fuera del alcance de aquellos estudiantes sin acceso a tecnologías.
Para 2021, el 55% de los hogares en México reportó ante el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que no contaba con computadora, y 5.1%, que no disponía tampoco de un teléfono. Además, el 33.6% no tenía acceso a internet.
En el caso de las personas que respondieron que en sus hogares no tienen internet, el 50.7% señaló que esto se debe a falta de recursos económicos, el 11.9% reportó que no hay servicio en su localidad y el 1.3% indicó que los equipos tecnológicos con los que cuenta no tienen capacidad para esta herramienta, según los datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares.
“El libro de texto en México fue creado desde 1957, con (Jaime) Torres Bodet al frente de la SEP, y tenía como objetivo que en las casas de los mexicanos hubiera materiales de consulta, porque el aprendizaje de los niños depende de que tengan acceso a fuentes que les permitan profundizar el conocimiento. Pero los materiales que se presentan esta vez incluyen materiales de acceso con tecnologías, ¿qué va a pasar con las comunidades educativas que no cuentan con ellas?”, cuestiona Ganem en entrevista.
“Fue por eso que por muchos años en México —y no digo que fuera mejor, sino que atendía a una necesidad real de las comunidades— el mandar libros, el fortalecer las bibliotecas escolares, el dotar de materiales para las bibliotecas de aula fue una manera de que los niños tuvieran de forma directa las fuentes de investigación”, agrega la especialista. “Esto es someter a los maestros y maestras y a las comunidades escolares a un estrés que me parece que el tiempo no lo amerita”.
Otros dos libros para primero de primaria son los de proyectos escolares y comunitarios. Cuentan con más de 100 actividades que, según el plan, tendrían que ser supervisadas por los docentes de escuelas públicas con el apoyo del texto para su implementación, así como por las familias de los estudiantes.
Pero a contracorriente del objetivo de la SEP, Educación con Rumbo considera que este no es un momento oportuno para implementar reformas de esta naturaleza. “No porque los maestros no seamos capaces, sino porque estamos atravesando una emergencia educativa, tenemos una pérdida de estudiantes y aprendizajes deteriorados o empobrecidos después de la pandemia de COVID-19. Además, no hay un diagnóstico real que sustente la necesidad de estos cambios”, advierte Ganem.
“Esto le va a generar una sobrecarga de trabajo a los maestros; muchos de ellos lo único que van a tener para apoyarse son estos libros de texto en los que hay por lo menos unas 233 ligas que no sé cómo van a hacer los docentes para poderlos implementar, luego hay un vocabulario que hace falta revisar, situaciones que hay que adecuar porque no necesariamente los planteamientos se adecuan a todas las realidades educativas”, critica.
El texto para capacitar a los docentes en la implementación de estos nuevos materiales señala que deben estar “sensibilizados” sobre el significado de los libros de texto gratuitos, concebidos “como una contribución a la formación de un nuevo mexicano y una nueva mexicanidad afín a la transformación irreversible del país, respondiendo con ello al nuevo modelo de desarrollo social, político, cultural y económico que lo sustenta”.
Según el documento, “los proyectos presentes en los libros de texto gratuitos no son productos con contenidos acabados, se convierten en detonadores para fomentar el encuentro con la realidad, una realidad que históricamente respondió a cumplir con las agendas internacionales que estandarizaron al alumno para hacerlo una presa más del sistema”.
Por ello, propone que a través del modelo de la Nueva Escuela Mexicana se “supere la sumisión, la marginación y la ignorancia tomando como referencia el constructivismo social, el cual sugiere que el conocimiento se logra de manera colaborativa respondiendo al contexto cultural y social de los estudiantes”.
“Esta concepción curricular está sustentada en los pensamientos e ideales de libertad, justicia, igualdad, fraternidad, felicidad, unidad, originalidad y emancipación, así como en los planteamientos de pedagogos mexicanos y latinoamericanos, con una mirada universal, comunal y endógena; con una visión compartida entre los saberes y el conocimiento científico”, asegura.
El gobierno federal, a través de la SEP, defiende el establecimiento de la Nueva Escuela Mexicana como el siguiente paso de su política para el sector luego de la eliminación de la reforma educativa que se aprobó en la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018).
La decisión del Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador de frenar esa reforma educativa generó polémica desde el inicio del sexenio, pues por un lado las autoridades argumentaron que no prestaba atención a los contenidos y afectaba los derechos laborales de los maestros, mientras por el otro especialistas señalaron que, si bien era perfectible, tenía aspectos positivos como la evaluación de resultados.
Hay una ira creciente por la poca ayuda que llega a las ciudades y pueblos de las montañas del Atlas.
El bebé de Khadija aún no tiene nombre y su primer hogar es una tienda de campaña junto a la carretera.
Nació minutos antes de que se produjera el mortífero terremoto del viernes por la noche en Marruecos.
Aunque Khadija y su hija salieron ilesas, el hospital de Marrakech donde se encontraban fue evacuado. Tras una rápida revisión, les pidieron que se marcharan apenas tres horas después del nacimiento.
“Nos dijeron que teníamos que irnos por miedo a las réplicas”, explicó.
El sismo de magnitud 6,8 sacudió el centro del país, con epicentro a 71 kilómetros de la turística Marrakech. Por ahora se cuentan más de 2.100 personas fallecidas en una decena de provincias y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420. Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Con su recién nacida en brazos, Khadija y su marido intentaron tomar un taxi a primera hora del sábado para ir a su casa de Taddart, en la cordillera del Atlas, a unos 65 kilómetros de Marrakech.
Pero de camino se encontraron con que las carreteras estaban bloqueadas por corrimientos de tierra y sólo llegaron hasta el pueblo de Asni, a unos 15 kilómetros de su destino final.
Desde entonces, la familia vive en una tienda de campaña básica que han logrado construir junto a la carretera principal.
“No he recibido ninguna ayuda ni asistencia de las autoridades”, nos dijo, sosteniendo a su bebé mientras se protegía del sol bajo un endeble trozo de lona.
“Pedimos mantas a algunas personas de este pueblo para tener algo con lo que taparnos. Sólo tenemos a Dios”.
Khadija nos contó que sólo tiene un conjunto de ropa para el bebé.
Amigos de su ciudad natal les han contado que su casa está muy dañada y no saben cuándo podrán tener un lugar adecuado donde alojarse.
Cerca del lugar donde Khadija acampa, la frustración crece a medida que pasan los días y apenas llega ayuda a los pueblos y aldeas de las zonas montañosas al sur de Marrakech.
En Asni, a solo 50 kilómetros de Marrakech, la gente dice que necesita ayuda urgente.
Un grupo de gente enfadada rodeó a un reportero local y le arrojaron sus frustraciones: “No tenemos comida, no tenemos pan ni verduras. No tenemos nada”.
El reportero, en el centro de la multitud, tuvo que ser escoltado y llevado lejos por la policía, mientras la gente aún lo seguía, desesperada e intentando desahogar su ira.
“Nadie ha venido a nosotros, no tenemos nada. Sólo tenemos a Dios y al rey”, dijo un hombre de la multitud que no quiso dar su nombre.
Desde el terremoto vive al margen de la carretera principal del pueblo con sus cuatro hijos. Su casa sigue en pie, pero todas las paredes están muy agrietadas y tienen demasiado miedo para quedarse allí.
Han conseguido volver y coger algunas mantas, lo único que ahora tienen para dormir.
En un momento, un camión pasó entre la multitud. Algunas personas intentaron hacerle señas, esperando desesperadamente que les dejara suministros. Pero el camión siguió su camino, seguido de abucheos.
Algunos dicen que han recibido tiendas de campaña de las autoridades, pero no hay suficientes para todos.
Cerca de allí está Mbarka, otra persona que vive en una tienda de campaña. Nos guió por las calles laterales hasta su casa, en la que ya no puede vivir.
“No tengo medios para reconstruir la casa. De momento, sólo nos ayuda la gente de la zona”, nos contó.
Vivía allí con sus dos hijas, su yerno y tres nietos.
Cuando su casa empezó a temblar, salieron corriendo y casi fueron alcanzados por el derrumbe de una casa mucho más grande que empezó a deslizarse colina abajo.
“Creemos que el gobierno ayudará, pero hay 120 pueblos en la zona”, dijo su yerno Abdelhadi.
Con tanta gente necesitada de ayuda, un gran número de personas tendrá que esperar más tiempo para recibir asistencia.