Madres y padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa exigen una reunión, lo más pronto posible, con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para que explique por qué la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) está ocultado información sobre el paradero de los estudiantes.
Además, los familiares de los normalistas quieren dialogar sobre la importancia de seguir las líneas de investigación aportadas por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y para insistir en que les entreguen la información que les fue negada a los expertos independientes.
Este martes, los expertos del GIEI señalaron un ocultamiento sistemático de información que está impidiendo llegar a la verdad del caso Ayotzinapa. Esto, pese a que el presidente López Obrador instruyó al Ejército a que abriera toda la documentación disponible.
En conferencia de prensa, Vidulfo Rosales, abogado de los padres normalistas, aseguró que los indicios del paradero de los estudiantes los tiene hoy por hoy el Ejército mexicano y, en ese sentido, “está siendo el principal obstaculizador de la verdad”.
Expresó que la reunión que sostuvieron con el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, fue ríspida y que no van a aceptar otro informe.
En compañía de las madres y padres de los estudiantes, Rosales aseguró que no será válido otro informe, que el gobierno quiera sacar uno nuevo o con otra interpretación, por lo que para ellos, lo conveniente es que se siga las líneas de investigación de los expertos del GIEI, en quienes confían.
De acuerdo con Vidulfo Rosales, los familiares de los normalistas no aceptarán diálogo con otra autoridad, más que con el presidente López Obrador.
El abogado señaló que en este sexenio “se ha empoderado al Ejército como no se había visto antes” y que la acusación que hace el GIEI sobre el ocultamiento de información por parte de Sedena es muy grave.
Los familiares de los 43 estudiantes aseguraron que tienen argumentos legales para decir que el Ejército es el principal obstaculizador en el caso.
“Esa institución (Sedena) le debe a estos padres la verdad y si tuviera un poco de vergüenza tendrían que haber enviado esa información al GIEI”, dijo uno de los padres, quien también destacó que ellos no vienen de parte de nadie, “solo del dolor y la lucha” por la búsqueda de sus hijos.
“Decirle al presidente que no nos falle, hay un decreto donde se comprometieron a darnos las facilidades y es malo que nos falle, ya basta de tanta cerrazón, si está la información por qué no la entregan, qué esconden, la Sedena es una institución que da un poco de pena, porque es una institución que se ha coludido con el narcotráfico”, declaró Mario González, uno de los padres de los normalistas.
Los padres de los estudiantes aseguraron que perdieron la confianza en la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa tras la salida del fiscal especial Omar Gómez Trejo, en septiembre de 2022.
En tanto, el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Santiago Aguirre, afirmó que los padres de los estudiantes manifestaron su tristeza por la salida del GIEI y porque no hay un fiscal del caso Ayotzinapa en el que se confíe.
En octubre pasado, autoridades federales nombraron al nuevo fiscal especial, Rosendo Gómez Piedra, sin embargo, familiares de Ayotzinapa dicen no confiar en él.
Hay una ira creciente por la poca ayuda que llega a las ciudades y pueblos de las montañas del Atlas.
El bebé de Khadija aún no tiene nombre y su primer hogar es una tienda de campaña junto a la carretera.
Nació minutos antes de que se produjera el mortífero terremoto del viernes por la noche en Marruecos.
Aunque Khadija y su hija salieron ilesas, el hospital de Marrakech donde se encontraban fue evacuado. Tras una rápida revisión, les pidieron que se marcharan apenas tres horas después del nacimiento.
“Nos dijeron que teníamos que irnos por miedo a las réplicas”, explicó.
El sismo de magnitud 6,8 sacudió el centro del país, con epicentro a 71 kilómetros de la turística Marrakech. Por ahora se cuentan más de 2.100 personas fallecidas en una decena de provincias y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420. Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Con su recién nacida en brazos, Khadija y su marido intentaron tomar un taxi a primera hora del sábado para ir a su casa de Taddart, en la cordillera del Atlas, a unos 65 kilómetros de Marrakech.
Pero de camino se encontraron con que las carreteras estaban bloqueadas por corrimientos de tierra y sólo llegaron hasta el pueblo de Asni, a unos 15 kilómetros de su destino final.
Desde entonces, la familia vive en una tienda de campaña básica que han logrado construir junto a la carretera principal.
“No he recibido ninguna ayuda ni asistencia de las autoridades”, nos dijo, sosteniendo a su bebé mientras se protegía del sol bajo un endeble trozo de lona.
“Pedimos mantas a algunas personas de este pueblo para tener algo con lo que taparnos. Sólo tenemos a Dios”.
Khadija nos contó que sólo tiene un conjunto de ropa para el bebé.
Amigos de su ciudad natal les han contado que su casa está muy dañada y no saben cuándo podrán tener un lugar adecuado donde alojarse.
Cerca del lugar donde Khadija acampa, la frustración crece a medida que pasan los días y apenas llega ayuda a los pueblos y aldeas de las zonas montañosas al sur de Marrakech.
En Asni, a solo 50 kilómetros de Marrakech, la gente dice que necesita ayuda urgente.
Un grupo de gente enfadada rodeó a un reportero local y le arrojaron sus frustraciones: “No tenemos comida, no tenemos pan ni verduras. No tenemos nada”.
El reportero, en el centro de la multitud, tuvo que ser escoltado y llevado lejos por la policía, mientras la gente aún lo seguía, desesperada e intentando desahogar su ira.
“Nadie ha venido a nosotros, no tenemos nada. Sólo tenemos a Dios y al rey”, dijo un hombre de la multitud que no quiso dar su nombre.
Desde el terremoto vive al margen de la carretera principal del pueblo con sus cuatro hijos. Su casa sigue en pie, pero todas las paredes están muy agrietadas y tienen demasiado miedo para quedarse allí.
Han conseguido volver y coger algunas mantas, lo único que ahora tienen para dormir.
En un momento, un camión pasó entre la multitud. Algunas personas intentaron hacerle señas, esperando desesperadamente que les dejara suministros. Pero el camión siguió su camino, seguido de abucheos.
Algunos dicen que han recibido tiendas de campaña de las autoridades, pero no hay suficientes para todos.
Cerca de allí está Mbarka, otra persona que vive en una tienda de campaña. Nos guió por las calles laterales hasta su casa, en la que ya no puede vivir.
“No tengo medios para reconstruir la casa. De momento, sólo nos ayuda la gente de la zona”, nos contó.
Vivía allí con sus dos hijas, su yerno y tres nietos.
Cuando su casa empezó a temblar, salieron corriendo y casi fueron alcanzados por el derrumbe de una casa mucho más grande que empezó a deslizarse colina abajo.
“Creemos que el gobierno ayudará, pero hay 120 pueblos en la zona”, dijo su yerno Abdelhadi.
Con tanta gente necesitada de ayuda, un gran número de personas tendrá que esperar más tiempo para recibir asistencia.