México se sigue llenando de medallas y en esta ocasión el escenario fue el Campeonato Mundial de Gimnasia Síndrome de Down 2023, realizado en Sudáfrica.
El evento, organizado por la Down Syndrome International Gymnastics (DSIGO) se realizó del 22 al 23 de septiembre y contó con la participación de atletas de seis países que incluyen al país anfitrión, Italia, México, Bulgaria, Argentina y Estados Unidos.
El Campeonato Mundial de Gimnasia de Síndrome de Down contó con eventos de gimnasia artística (en ramas varonil y femenil) y gimnasia rítmica. Cada una de ellas ofrecía distintos niveles de dificultad y de evaluación.
Entre las ganadoras del Mundial de Gimnasia de Síndrome de Down destaca la mexicana María Barbara Wetzel Aguilar, mejor conocida como “Bibi”.
Ella es originaria de Coatzacoalcos, Veracruz y por cuarta ocasión se convirtió en la campeona mundial en el All-Round.
“Gracias a mi Coach, a mi coreagrafo y Gym Levic y a todo México por apoyarme!!!” puso en redes sociales Bibib Weltzel tras defender y mantener su campeonato.
Pero este no fue su único logro, pues durante el Mundial de Gimnasia también se llevó oros en las categorías de piso y salto de caballo.
Durante el Campeonato Mundial de Gimnasia de Síndrome de Down brilló otra mexicana todavía más joven. Se trata de Helena Michelle Cárdenas Valencia, de 10 años y originaria de Quintana Roo.
Este es el segundo año consecutivo en el que es convocada al evento y la segunda ocasión que regresa con medalla.
Helena Cárdenas se llevó todos los oros de gimnasia artística en la categoría junior: en salto, barra de equilibrio, barras asimétricas, piso y all-round. Y por si eso no fue suficiente, también recibió la medalla del espíritu deportivo.
Hay una ira creciente por la poca ayuda que llega a las ciudades y pueblos de las montañas del Atlas.
El bebé de Khadija aún no tiene nombre y su primer hogar es una tienda de campaña junto a la carretera.
Nació minutos antes de que se produjera el mortífero terremoto del viernes por la noche en Marruecos.
Aunque Khadija y su hija salieron ilesas, el hospital de Marrakech donde se encontraban fue evacuado. Tras una rápida revisión, les pidieron que se marcharan apenas tres horas después del nacimiento.
“Nos dijeron que teníamos que irnos por miedo a las réplicas”, explicó.
El sismo de magnitud 6,8 sacudió el centro del país, con epicentro a 71 kilómetros de la turística Marrakech. Por ahora se cuentan más de 2.100 personas fallecidas en una decena de provincias y el número de heridos ha ascendido a más de 2.420. Unos 20 minutos después hubo una réplica de magnitud 4,9.
Con su recién nacida en brazos, Khadija y su marido intentaron tomar un taxi a primera hora del sábado para ir a su casa de Taddart, en la cordillera del Atlas, a unos 65 kilómetros de Marrakech.
Pero de camino se encontraron con que las carreteras estaban bloqueadas por corrimientos de tierra y sólo llegaron hasta el pueblo de Asni, a unos 15 kilómetros de su destino final.
Desde entonces, la familia vive en una tienda de campaña básica que han logrado construir junto a la carretera principal.
“No he recibido ninguna ayuda ni asistencia de las autoridades”, nos dijo, sosteniendo a su bebé mientras se protegía del sol bajo un endeble trozo de lona.
“Pedimos mantas a algunas personas de este pueblo para tener algo con lo que taparnos. Sólo tenemos a Dios”.
Khadija nos contó que sólo tiene un conjunto de ropa para el bebé.
Amigos de su ciudad natal les han contado que su casa está muy dañada y no saben cuándo podrán tener un lugar adecuado donde alojarse.
Cerca del lugar donde Khadija acampa, la frustración crece a medida que pasan los días y apenas llega ayuda a los pueblos y aldeas de las zonas montañosas al sur de Marrakech.
En Asni, a solo 50 kilómetros de Marrakech, la gente dice que necesita ayuda urgente.
Un grupo de gente enfadada rodeó a un reportero local y le arrojaron sus frustraciones: “No tenemos comida, no tenemos pan ni verduras. No tenemos nada”.
El reportero, en el centro de la multitud, tuvo que ser escoltado y llevado lejos por la policía, mientras la gente aún lo seguía, desesperada e intentando desahogar su ira.
“Nadie ha venido a nosotros, no tenemos nada. Sólo tenemos a Dios y al rey”, dijo un hombre de la multitud que no quiso dar su nombre.
Desde el terremoto vive al margen de la carretera principal del pueblo con sus cuatro hijos. Su casa sigue en pie, pero todas las paredes están muy agrietadas y tienen demasiado miedo para quedarse allí.
Han conseguido volver y coger algunas mantas, lo único que ahora tienen para dormir.
En un momento, un camión pasó entre la multitud. Algunas personas intentaron hacerle señas, esperando desesperadamente que les dejara suministros. Pero el camión siguió su camino, seguido de abucheos.
Algunos dicen que han recibido tiendas de campaña de las autoridades, pero no hay suficientes para todos.
Cerca de allí está Mbarka, otra persona que vive en una tienda de campaña. Nos guió por las calles laterales hasta su casa, en la que ya no puede vivir.
“No tengo medios para reconstruir la casa. De momento, sólo nos ayuda la gente de la zona”, nos contó.
Vivía allí con sus dos hijas, su yerno y tres nietos.
Cuando su casa empezó a temblar, salieron corriendo y casi fueron alcanzados por el derrumbe de una casa mucho más grande que empezó a deslizarse colina abajo.
“Creemos que el gobierno ayudará, pero hay 120 pueblos en la zona”, dijo su yerno Abdelhadi.
Con tanta gente necesitada de ayuda, un gran número de personas tendrá que esperar más tiempo para recibir asistencia.