Todos sabemos que caminar por el Centro Histórico de la CDMX es caminar sobre una parte importante de nuestro país y los hallazgos recientemente hechos por arqueólogas del INAH es una muestra clarísima. Resulta y resalta que en República de Guatemala 71 se hallaron vestigios arqueológicos tanto prehispánicos como novohispanos.
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El predio, donde el Instituto de Vivienda de la capital (Invi) realiza obras de reforzamiento, alberga miles de fragmentos de cerámica prehispánica y mayólica (un tipo de decoración cerámica española), así como una guitarra del siglo XVII única en su tipo.
El arqueólogo Freddy Méndez, encargado del rescate, coordina el equipo que conforman las arqueólogas Mónica Quiñones, Citlali Oltehua y Felipe Muñoz.
“Desde 1960, fue ocupado como vivienda y también para la venta de telas. Sin embargo, con el sismo de 2017 fue abandonado y transformado en bodega, por lo cual el Invi mejorará la estructura para que la gente regrese a vivir y que algunos espacios queden como bodegas”, dijo el experto a Excélsior.
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Méndez explicó que entre lo que se encontró en el predio es:
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Todo esto pudo encontrarse debido a que, en el proyecto de recuperación del inmueble que resultó fuertemente dañado en el sismo del 19 de septiembre de 2017, se debió excavar un metro de profundidad para mejorar la cimentación.
¿Dónde se encuentra el edificio? A unos metros del Museo José Luis Cuevas. Antes, esa zona era el barrio Zoquiapan y, en la antigüedad, pudo pertenecer a la nobleza mexicana.
Mamadou Safayou Barry, un guineano de 25 años, emprendió un viaje en bicicleta de más de 4.000 kilómetros para estudiar en la universidad de sus sueños.
La Universidad de sus sueños estaba a más de 4 mil kilómetros de su hogar y aún así Mamadou Safayou Barry decidió montarse en su bicicleta y atravesar 6 países para llegar hasta ella.
En mayo, partió de Guinea hacia el prestigioso centro Al-Azhar, situado en Egipto con la esperanza de ser aceptado.
En el camino de esta aventura, el joven de 25 años y padre de un niño, soportó un calor abrasador durante 4 meses y hasta fue detenido en uno de los países repletos de militantes islamistas o golpes de estado.
Pero valió la pena.
Cuando finalmente llegó a El Cairo recibió una beca por parte de la institución.
Estoy “muy, muy” feliz, le dijo a la BBC.
Agregó que pese a no poder pagar el curso de Estudios Islámicos en Al-Azhar, ni los vuelos a Egipto, la reputación de la universidad lo impulsó a arriesgarse en un viaje a través de Mali, Burkina Faso, Togo, Benin, Níger y Chad.
Al-Azhar es uno de los centros de aprendizaje islámico sunita más influyentes del mundo.
También es uno de los más antiguos. Fue fundado en el año 670 d.C.
Barry salió de su casa “en busca de conocimientos islámicos”, pero en Malí, Burkina Faso o Níger, los ataques de militantes islamistas contra civiles son frecuentes y los recientes golpes de estado han provocado inestabilidad política.
“Viajar por estos países es muy difícil porque no tienen seguridad en este momento”, dijo.
“Tienen muchos problemas y la gente está muy asustada. En Mali y Burkina Faso la gente me miraba como si fuera una amenaza. Veía a los militares por todas partes portando armas grandes y coches“, dijo Barry.
Dijo que fue arrestado y detenido tres veces sin una buena razón: dos en Burkina Faso y una en Togo.
Sin embargo, la suerte de Barry cambió cuando llegó a Chad.
Un periodista lo entrevistó y publicó su historia en internet, lo que llevó a algunos buenos samaritanos a financiarle un vuelo a Egipto.
Esto le evitó andar en bicicleta por Sudán, dónde algunas áreas son actualmente zonas de guerra.
El 5 de septiembre llegó finalmente a El Cairo.
Su determinación le valió una reunión con la decana de estudios islámicos, Nahla Elseidy.
Después de hablar con él, Elseidy le ofreció una plaza en el curso de Estudios Islámicos de Al-Azhar, con una beca completa.
La decana dijo en las redes sociales que la universidad estaba dispuesta a ofrecer sus conocimientos a estudiantes de todo el mundo
Y que esta filosofía “no sólo cubre a los estudiantes internacionales en Egipto sino que también se extiende más allá. Al-Azhar recibe estudiantes de todos los países, los cuida y les ofrece ayudas”.
Barry dijo que estaba “muy, muy feliz” de haber recibido la beca.
“No puedo expresar lo feliz que estoy. Le di gracias a Dios“, dijo.
Barry añadió que los problemas que se encontró durante su expedición quedaron olvidadas hace mucho tiempo y borrados por la alegría de poder convertirse en un becario de Al-Azhar.
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