Es falso el dicho del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre que con su gobierno se detuvo la caída de la producción de petróleo crudo y ahora se producen 1 millón 900 mil barriles diarios: datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) muestran que la producción de petróleo crudo en este sexenio es hasta ahora la más baja de las últimas cuatro administraciones.
Mientras que en 2018 la producción de petróleo crudo en México fue en promedio de 1 millón 800 mil barriles diarios, en ningún año del gobierno de López Obrador se ha rebasado el promedio de 1 millón 700 mil.
La cifra de producción de 1 millón 900 mil barriles diarios que presumió el presidente solo se obtiene si a la cifra de producción de crudo se suma la de “condensados”, que ha tenido un alza importante durante este sexenio (en 2018 fueron 20 mil barriles diarios y en 2023 llegó hasta 290 mil).
“Con la participación de PEMEX y el resto de los operadores petroleros en la extracción de hidrocarburos, al mes de junio de 2023, la producción nacional de líquidos ascendió a 1,961.6 Mbd, de los cuales 1,671.1 Mbd corresponden a petróleo y 290.5 Mbd a condensados”, refirió el gobierno en el quinto informe.
De acuerdo con medios especializados como Expansión y El Economista, los condensados son hidrocarburos que se encuentran en forma de gas en los yacimientos de petróleo y gas natural, sin embargo, Pemex no ha detallado qué hace con los condensados ni cuál es su rentabilidad.
“El problema es que no hay más reporte para el público de qué se hace con ellos. Son líquidos de alta rentabilidad y sí vale la pena que se extraigan, pero lo que no se vale es que estén mezclándolos para llegar a las metas de producción de crudo, como lo hacen”, dijo al diario El Economista Fluvio Ruiz, ex consejero independiente de Pemex.
En los siguientes gráficos se observa cómo, sin considerar los condensados, la producción de petróleo crudo con el gobierno de López Obrador ha ido a la baja respecto a sexenios anteriores:
Este gráfico de México Evalúa confirma la caída, e incluso muestra un periodo más amplio de comparación:
Un fracaso ha sido la recaudación petrolera: aunque ésta llegó a 1.4 billones de pesos en 2022, superior en 23% (286 mmdp) a lo logrado en 2018, se quedó 26% (526 mmdp) menor frente a 2013.
Preocupa que la producción de crudo fue la peor registrada en décadas. pic.twitter.com/21Cy4zmhAf
— México Evalúa (@mexevalua) September 1, 2023
En sus reportes financieros, hasta el último trimestre en el sexenio de Enrique Peña Nieto Pemex diferenció petróleo crudo de condensados:
Pero a partir de 2019, se sumaron en una sola categoría crudo y condensados:
Otro dicho del presidente en el quinto informe fue: “En 2018 importamos 900 mil barriles diarios de gasolinas, en promedio, lo que significaba el 80 por ciento del consumo nacional cuando llegamos al gobierno. A finales de este año vamos a estar importando sólo 250 mil barriles, lo que representa el 20 por ciento del consumo nacional. El plan es que el año próximo no compremos gasolinas ni diésel en el extranjero”
De acuerdo con datos de Pemex, en el 2018 importamos en promedio 598 mil barriles de gasolina al día, lo que significaba el 76% del consumo interno. La cifra es menor por 302 mil barriles diarios a lo que indicó el mandatario, aunque el porcentaje de consumo es cercano a su cifra.
En cuanto a que “a finales de este año solo serán 250 mil”, está el dato de que en 2023 México ha importado, en promedio, 374 mil barriles diarios de gasolina.
Es decir, solo 44 mil barriles diarios menos que en el 2022. Para lograr la cifra que el presidente menciona, en solo cinco meses México tendría que dejar de importar 124 mil barriles.
Y la producción de ese combustible ha tenido un incremento mínimo.
En los primeros siete meses del 2023 la elaboración de gasolina ha sido, en promedio, de 271.4 mil barriles diarios, cifra muy similar a la del año pasado, de 271 mil.
Esta cifra representa en 2023 el 42% de la demanda nacional, mientras que la gasolina importada, con 374 mil barriles diarios, representa aún el 58%.
A la cifra de producción de gasolina que se produce en las refinerías de México habría qué agregar la producción de la refinería de Deer Park, ubicada en Texas, y cuya compra total de acciones se concretó en 2022.
De acuerdo con el documento del quinto informe de gobierno: “Entre el 20 de enero y el 31 de diciembre de 2022, Pemex Deer Park procesó 276 miles de barriles diarios de crudo y se elaboraron 122 miles de barriles diarios de gasolinas, 100 miles de barriles diarios de diésel, 25 miles de barriles diarios de turbosina y 64 miles de barriles diarios de gas licuado y otros productos”.
Asimismo, en el quinto informe de actividades de la Secretaría de Energía (Sener) se menciona, sobre los resultados de la refinería de Deer Park, que “al mes de junio de 2023 se han enviado a México 14.5 millones de barriles de productos petrolíferos”.
Ulises Hernández Romano, CEO de la filial Pemex Comercio Internacional, comentó en un foro organizado por el Senado en junio que Deer Park envía a México entre el 15 y 20% de gasolina, diesel y turbosina que produce en Texas.
Si tomamos esta medida como referencia, significaría que solo se enviaron unos 24.4 mil barriles diarios de gasolina a México, el equivalente al 9% de la gasolina que se produce en México.
Gran parte del hemisferio norte ha sido golpeado ese verano por condiciones climáticas extremas. ¿Cómo se conecta lo que ocurrió con el calentamiento global generado por los seres humanos?
Calor. Incendios forestales. Lluvias torrenciales. Tifones y huracanes. Gran parte del hemisferio norte fue golpeado por condiciones climáticas extremas este verano.
Los científicos pueden tardar un tiempo en descifrar qué es lo que está ocurriendo exactamente.
No todos estos fenómenos pueden relacionarse de manera directa con el cambio climático; los sistemas meteorológicos y climáticos naturales del planeta son potentes y también afectan al clima.
Pero en las últimas semanas se alcanzaron importantes récords meteorológicos en poco tiempo, lo que preocupa a los expertos.
Estos son algunos de los datos que reflejan la magnitud de lo que sucedió en la Tierra este verano boreal. Veamos cómo se conecta con el cambio climático.
En Reino Unido, los días agradables de principios de verano pueden parecer un recuerdo lejano después de semanas de clima inestable, pero este año los británicos registraron el junio más caluroso de la historia.
La temperatura media -contando tanto los días como las noches más frescas- fue 15,8 °C. Esta marca superó el récord anterior en 0,9 °C, lo que supone un salto significativo en términos climáticos.
En 72 de las 97 áreas de Reino Unido donde se recopilan datos de temperatura se alcanzaron cifras récord.
Los científicos de la Met Office afirmaron que el cambio climático hace que la posibilidad de superar el récord anterior sea al menos el doble de probable.
En la primera semana de julio el planeta vivió el día más caluroso registrado, el día que la temperatura media global alcanzó los 17,23 °C, lo que rompió el récord anterior de 2016 de 16,92 °C.
En el Mediterráneo, millones de personas vieron de cerca cómo se siente el calor extremo cuando dos abrasadoras olas de calor, llamadas Cerberus y Caronte, en honor a las amenazantes figuras de la antigua mitología griega, azotaron los países de toda la región.
En Italia, en todas las ciudades se declaró alerta roja. En Roma, los turistas se desmayaron con temperaturas superiores a los 40 °C.
La Acrópolis de Atenas, la atracción turística más popular de Grecia, debió cerrar para proteger a los visitantes del calor que podía llegar a ser mortal.
En Argelia y Túnez las temperaturas llegaron a los 48 °C.
A su vez, el calor creó las condiciones de sequía necesarias para los incendios forestales que arrasaron el Mediterráneo.
En el caso de Grecia, los grandes incendios que se dieron del 1 al 25 de julio emitieron un millón de toneladas de dióxido de carbono, la mayor cantidad registrada para cualquier incendio forestal de julio en el país.
* CO2e es un cálculo de emisiones de carbono que incluye gases de efecto invernadero como el metano.
Los científicos del grupo World Weather Attribution, que analizan el papel del calentamiento global en los eventos climáticos extremos, después de estudiar los datos concluyeron que las olas de calor habrían sido “prácticamente imposibles” sin el cambio climático inducido por el hombre.
El calentamiento de la atmósfera, a causa de la quema de combustibles fósiles, hizo que la ola de calor en el sur de Europa fuera 2,5 °C más caliente que en el pasado.
Los científicos creen que El Niño que empezó en junio podría hacer que este año sea el más caluroso de la historia.
Este poderoso fenómeno natural, que está relacionado con temperaturas más altas, ocurre entre cada dos a siete años cuando agua cálida sube a la superficie en el Pacífico frente a las costas de América del Sur.
Mientras millones de personas estaban desesperadas por aliviarse del calor, el 26 de julio China y Filipinas fueron golpeadas por lluvias torrenciales y vientos feroces que alcanzaron récords.
El tifón Doksuri azotó ciudades y litorales de Asia oriental durante una semana.
Más de un millón de personas fueron evacuadas cuando los vientos alcanzaron los 240 km/hr. En Pekín, la capital de China, la cantidad de lluvia que cayó batió el récord de los últimos 140 años.
Las inundaciones dañaron carreteras y puentes, sumergieron automóviles y destruyeron obras en construcción.
En Filipinas, al menos 26 pasajeros de un ferry murieron cerca de Manila cuando se amontonaron hacia un lado del barco que se inclinaba debido al viento, lo que hizo que volcara.
Las temperaturas más cálidas proporcionan condiciones más favorables para este tipo de tormentas.
En los meses previos al tifón, China, Corea del Sur y otras partes del este de Asia habían experimentado un calor récord.
Los científicos del grupo World Weather Attribution dijeron que el cambio climático hizo que la ola de calor de julio en China fuera 50 veces más probable que sucediera.
La isla de Maui, en Hawái, se enfrentó el 8 de agosto a un incendio que se convirtió en una trampa mortal.
En la ciudad costera de Lahaina, los habitantes del lugar dijeron que las sirenas de advertencia no sonaron. Algunos huyeron al océano para intentar salvarse de las llamas que avanzaban rápidamente.
Gran parte de la isla atravesaba una sequía que hacía que la vegetación seca proporcionara el combustible ideal para que las llamas se propagaran, avivadas por los fuertes vientos de un huracán que pasó prácticamente al mismo tiempo.
La compleja combinación de estructuras humanas y de gestión del territorio en Hawái hace que, aunque el cambio climático puede haber contribuido al incendio, no esté claro hasta qué punto tuvo un papel fundamental, según los científicos del clima y los expertos en incendios.
Unos días después, el 19 de agosto, la temporada de incendios que había comenzado inusualmente pronto en el este de Canadá arrasó la provincia occidental de Columbia Británica.
Por ese motivo, las autoridades ordenaron evacuar unos 15.000 hogares, mientras que cientos de kilómetros al norte, un enorme incendio amenazaba la ciudad de Yellowknife, en los Territorios del Noroeste.
Hasta ahora en Canadá ardieron unos 15,6 millones de hectáreas, una superficie mayor que la del estado de Nueva York o Inglaterra.
En este momento, al menos 1.000 incendios continúan activos mientras Canadá vive su peor temporada de incendios forestales.
La manera en que los humanos gestionamos los bosques contribuye en gran medida a los incendios, pero el cambio climático también alimenta las condiciones para que las llamas se afiancen: seca la vegetación, causa un deshielo más temprano de la nieve y calienta el suelo que antes era demasiado frío para los incendios.
Los científicos prevén que, a medida que se intensifique el calentamiento global, los incendios forestales serán más potentes.
Un estudio realizado por el grupo World Weather Attribution encontró que el cambio climático hizo que las condiciones cálidas, secas y ventosas que causaron los incendios forestales en Quebec fueran al menos dos veces más probables y entre un 20% y un 50% más intensas.
El 21 de agosto, California, un estado de EE.UU. que suele estar preparado para los incendios forestales, sufrió su primera tormenta tropical en 84 años.
La tormenta Hilary, que venía de ser huracán, tocó tierra en el norte de México y mató al menos a una persona cuando una familia de cinco miembros fue arrastrada al mar, antes de subir hacia California.
Unos 26 millones de personas en el estado estuvieron en riesgo de sufrir inundaciones y 25.000 hogares en Los Ángeles se quedaron sin electricidad con el avance de la tormenta.
Palm Springs tuvo la hora de lluvia más intensa jamás registrada en la ciudad, según el gobernador de California, Gavin Newsom. En el Valle de la Muerte, las inundaciones llenaron de agua el icónico paisaje seco, convirtiendo sus valles en ríos rápidos.
Es demasiado pronto para decir si el cambio climático aumentó las posibilidades de que sucediera esta tormenta, pero los científicos anticipan que las temperaturas más altas causarán huracanes más fuertes en el futuro, ya que más calor en los océanos crea más energía para las tormentas.
Las aguas del planeta estuvieron más calientes que nunca este verano boreal: una poderosa ola de calor marina rompió el récord de temperatura global promedio.
El calor acumulado en la superficie de los océanos puede haber contribuido a impulsar fuertes huracanes en el Atlántico a finales de agosto.
La tormenta Hilary es un recordatorio de que el año aún no ha terminado: la temporada de huracanes en el Atlántico apenas ha comenzado y se proyecta que será más fuerte de lo habitual.
El impacto del clima extremo en diferentes países es un recordatorio de que la respuesta de los humanos es vital.
La ONU y destacados científicos del clima instaron nuevamente a los gobiernos a cumplir sus promesas de abordar urgentemente la crisis climática.
Los científicos dicen que lo sucedido estos meses es una señal de lo que vendrá a medida que el cambio climático empeore.
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