El gobierno de Andrés Manuel López Obrador criticó de nueva cuenta a los medios por sus reportes sobre las cifras de carencias y pobreza del Coneval, y presumió que “49 millones de personas buscaron y necesitaron atención médica entre 2020 y 2022, y de ellas, la recibió el 99.6%”.
Y es cierto que Coneval informó sobre un nivel de atención del 99.6%, pero lo que “olvidó” mencionar el gobierno es que la mayor parte de esa atención, el 60%, se dio en servicios privados, como indica este documento de análisis del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, que toma como base la ENIGH del Inegi.
El número de personas que declararon haber recibido atención médica en instituciones públicas pasó de 22.4 a 18.1 millones de personas en 2022. Mientras que la atención mediante servicios de salud privados pasó de 21.5 en 2018 a 30.0 millones de personas el año pasado.
Tanto en el ámbito rural como en el urbano, la atención en centros de salud de la Secretaría de Salud fue a la baja, detalló Coneval.
“Resalta que en 2018 los centros de salud de la Secretaría de Salud fueron el lugar con la mayor proporción de la población atendida en el ámbito rural (31.4%), posteriormente, en 2020, esta proporción cambió a 21.3% y pasó a predominar la atención en consultorios y hospitales privados (41.9%), la cual en 2022 representó el 38.4%”.
La misma forma engañosa de presentar estos datos ya había sido utilizada por la sección Quién es Quién en las mentiras en 2021.
Otra acusación del gobierno es que los medios omitieron mencionar “que el gasto en salud de las familias mexicanas se redujo 6.8%, porque se está haciendo realidad el derecho a una atención médica gratuita y de calidad en México”.
Esa comparación se obtiene al comparar los datos entre 2020 (año de la pandemia de COVID) y 2022, una baja de 6.8%.
Sin embargo, al comparar 2018 con 2022, lo que se observa es un incremento en el gasto en salud de 30.9%, y el grupo más pobre es el que tuvo que gastar más.
“Según decil de ingresos, resalta que el decil I presentó el mayor incremento en el gasto de cuidados de la salud (74.5%)”, refirió Coneval.
Mamadou Safayou Barry, un guineano de 25 años, emprendió un viaje en bicicleta de más de 4.000 kilómetros para estudiar en la universidad de sus sueños.
La Universidad de sus sueños estaba a más de 4 mil kilómetros de su hogar y aún así Mamadou Safayou Barry decidió montarse en su bicicleta y atravesar 6 países para llegar hasta ella.
En mayo, partió de Guinea hacia el prestigioso centro Al-Azhar, situado en Egipto con la esperanza de ser aceptado.
En el camino de esta aventura, el joven de 25 años y padre de un niño, soportó un calor abrasador durante 4 meses y hasta fue detenido en uno de los países repletos de militantes islamistas o golpes de estado.
Pero valió la pena.
Cuando finalmente llegó a El Cairo recibió una beca por parte de la institución.
Estoy “muy, muy” feliz, le dijo a la BBC.
Agregó que pese a no poder pagar el curso de Estudios Islámicos en Al-Azhar, ni los vuelos a Egipto, la reputación de la universidad lo impulsó a arriesgarse en un viaje a través de Mali, Burkina Faso, Togo, Benin, Níger y Chad.
Al-Azhar es uno de los centros de aprendizaje islámico sunita más influyentes del mundo.
También es uno de los más antiguos. Fue fundado en el año 670 d.C.
Barry salió de su casa “en busca de conocimientos islámicos”, pero en Malí, Burkina Faso o Níger, los ataques de militantes islamistas contra civiles son frecuentes y los recientes golpes de estado han provocado inestabilidad política.
“Viajar por estos países es muy difícil porque no tienen seguridad en este momento”, dijo.
“Tienen muchos problemas y la gente está muy asustada. En Mali y Burkina Faso la gente me miraba como si fuera una amenaza. Veía a los militares por todas partes portando armas grandes y coches“, dijo Barry.
Dijo que fue arrestado y detenido tres veces sin una buena razón: dos en Burkina Faso y una en Togo.
Sin embargo, la suerte de Barry cambió cuando llegó a Chad.
Un periodista lo entrevistó y publicó su historia en internet, lo que llevó a algunos buenos samaritanos a financiarle un vuelo a Egipto.
Esto le evitó andar en bicicleta por Sudán, dónde algunas áreas son actualmente zonas de guerra.
El 5 de septiembre llegó finalmente a El Cairo.
Su determinación le valió una reunión con la decana de estudios islámicos, Nahla Elseidy.
Después de hablar con él, Elseidy le ofreció una plaza en el curso de Estudios Islámicos de Al-Azhar, con una beca completa.
La decana dijo en las redes sociales que la universidad estaba dispuesta a ofrecer sus conocimientos a estudiantes de todo el mundo
Y que esta filosofía “no sólo cubre a los estudiantes internacionales en Egipto sino que también se extiende más allá. Al-Azhar recibe estudiantes de todos los países, los cuida y les ofrece ayudas”.
Barry dijo que estaba “muy, muy feliz” de haber recibido la beca.
“No puedo expresar lo feliz que estoy. Le di gracias a Dios“, dijo.
Barry añadió que los problemas que se encontró durante su expedición quedaron olvidadas hace mucho tiempo y borrados por la alegría de poder convertirse en un becario de Al-Azhar.
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