Los secretarios de la Defensa y la Marina de México junto con la canciller Alicia Bárcena acompañaron al presidente Andrés Manuel López Obrador a Colombia a un foro que busca un cambio de paradigma en el asunto de drogas y narcotráfico.
Así, el general Luis Crescencio Sandoval y el almirante Rafael Ojeda asistieron a la Conferencia Latinoamericana y del Caribe Sobre Drogas en Cali, Colombia, cuyo lema es “para la vida, la paz y el desarrollo”, por lo que a decir de especialistas contrasta que AMLO acudiera con militares.
“(La presencia de Sandoval y Ojeda) visibiliza las prioridades de la política de drogas de México que es la militarización y de mantener el enfoque bélico de del combate al al narcotráfico”, consideró en entrevista Adriana Muro, directora de Elementa DDHH.
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En el inicio de la jornada de trabajo de este sábado, los militares Sandoval y Ojeda estuvieron sentados justo detrás de Bárcena y Obrador.
Incluso, llamó la atención que la canciller mexicana los mencionó al tomar la palabra y explicó la importancia para México de su presencia en un foro sobre drogas.
“Venimos muy bien acompañados, venimos acompañados de (…) nuestro secretario de la defensa y el almirante (…) secretario de la Marina”, dijo Bárcena.
Si bien, la secretaria de Relaciones Exteriores mencionó que en el enfoque de México también participan Salud y Educación, enfatizó que la presencia de los funcionarios de las Fuerzas Armadas están presentes porque ese enfoque incluye el combate a la delincuencia.
“Por qué venimos los tres, porque en México estamos trabajando en el tema de drogas de manera conjunta con precisamente los dos secretarios que hoy nos acompañan aquí y desde luego también con la secretaría de salud y educación.
“Porque la verdad estamos interesados en que el enfoque que debemos darle al tema de drogas sea un enfoque por la vida, por la paz por el desarrollo, pero sin duda también combatiendo, qué duda cabe, a la delincuencia”, explicó Bárcena sobre la presencia de los militares mexicanos.
La especialista Adriana Muro consideró que fue muy relevante que la canciller mexicana mencionara a los dos militares en la instalación de la conferencia, ante el presidente anfictión y su comitiva.
“Lo que muestra es lo que ya hemos visto también en el discurso a nivel nacional en las mañaneras, en donde hay un discurso moral, donde no hay una preocupación tampoco por el consumo de sustancias en México, por el cambio de paradigmas (…) la política de drogas como otras políticas durante el gobierno del presidente López Obrador están militarizadas”, dijo Muro.
En contraste, mencionó Muro, la delegación de Gustavo Petro, presidente de Colombia, incluía funcionarios de salud, educación y sociedad civil.
La de López Obrador no invitó sociedad civil, resaltó.
América Latina tiene una “obligación moral y por humanismo” de colaborar en la lucha contra el consumo de fentanilo en Estados Unidos pues es una pandemia, dijo este sábado el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en Cali, Colombia.
“Debemos de participar en el combate al consumo del fentanilo en Estados Unidos, es una pandemia que están enfrentando, no es un asunto nada más cuantitativo, no. Es decir, pierden la vida 100 mil jóvenes cada año por el consumo del fentanilo (…) tenemos que actuar con humanismo”, dijo Obrador ante su anfitrión, Gustavo Petro, presidente de Colombia.
Así, López Obrador dio su discurso en la Clausura de la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas, en Colombia.
Fue concebida como parte de un programa del gobierno para construir nuevas prisiones entre 1968 y 1978.
Ovidio Guzmán, uno de los hijos del narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue extraditado el 18 de septiembre a Estados Unidos y desde entonces está arrestado en una cárcel de Chicago.
Apodado el “Triángulo de Hierro”, el Centro Correccional Metropolitano es un rascacielos de 28 pisos ubicado en el centro de la ciudad estadounidense, un imponente edificio triangular de hormigón diseñado por el arquitecto Harry Weese e inaugurado en 1975.
El edificio tiene pequeñas rendijas verticales de 13 de ancho por 2,30 metros de alto que funcionan como ventanas irregulares hacia el exterior y que conforman una especie de monolito perforado.
Las ventanas, así diseñadas para evitar fugas, no tienen rejas, como es habitual en las cárceles.
En su momento costó US$10,2 millones, según el periódico local Chicago Tribune, cifra que hoy equivaldría a casi US$60 millones.
Esta cárcel fue concebida como parte de un programa del gobierno para construir nuevas prisiones entre 1968 y 1978, y suponía un modelo de centro de detención diferente para aquellos que están aguardando su juicio o que han recibido una condena breve.
Cuando se inauguró, William Nelson, su primer director, dijo: “Este edificio es completamente seguro, pero fue construido de manera eficiente y teniendo en cuenta la dignidad humana“.
El entonces juez James B. Parsons del Tribunal de Distrito de Estados Unidos lo describió como “lujoso”.
“No hay rejas”, dijo. “Las puertas se abren y cierran libremente. Los pisos están alfombrados. La comida es muy buena y las instalaciones recreativas son excelentes”, afirmó, según recogió el Chicago Tribune en un artículo publicado en 1995.
Al menos en aquel momento, los presos podían ir al patio -ubicado en la azotea- solo dos veces a la semana porque permitían estar 20 personas al mismo tiempo como máximo.
El patio está totalmente cubierto por un alambrado, para evitar que lleguen helicópteros a llevarse a alguno de los presos.
Allí se puede jugar al baloncesto, vóleibol o hacer ejercicio.
También podían visitar la biblioteca, la videoteca y la capilla tres veces por semana.
Algunas medidas de seguridad se han añadido después de su inauguración, ya que hubo episodios de fuga.
Por ejemplo, en diciembre de 2012 dos presos se escaparon desde el piso 17 haciendo un boquete en la pared y arrojando una cuerda tejida a partir de sábanas e hilo dental y sujetada de las literas de la celda.
De acuerdo al registro público de la Oficina Federal de Prisiones, que administra este centro, Ovidio Guzmán López, de 33 años, es uno de los 486 hombres y mujeres allí recluidos.
Originalmente había sido construido para albergar a 400 presos.
Desde el arresto de “El Chapo” Guzmán en 2016 y su posterior extradición a Estados Unidos, cuatro de sus hijos, conocidos como Los Chapitos, supuestamente asumieron roles protagónicos en el cartel.
Los agentes de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) dicen que el cártel de Sinaloa es la fuente de gran parte del fentanilo ilícito que se introduce de contrabando en Estados Unidos.
Según la jefa de la DEA, Anne Milgram, “Los Chapitos fueron pioneros en la fabricación y el tráfico de la droga más mortífera que nuestro país haya enfrentado jamás”.
Después de que su padre fuera condenado en EE.UU. a cadena perpetua en 2019, Ovidio Guzmán, alias el Ratón, era considerado uno de los líderes del cartel de Sinaloa y fue acusado por Washington de conspiración para distribuir drogas para ser importadas a EE.UU.
En su primera comparecencia ante un juez en Chicago el 5 de septiembre, Guzmán se declaró no culpable de los cargos que enfrenta por narcotráfico.
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