América Latina tiene una “obligación moral y por humanismo” de colaborar en la lucha contra el consumo de fentanilo en Estados Unidos pues es una pandemia, dijo este sábado el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en Cali, Colombia.
“Debemos de participar en el combate al consumo del fentanilo en Estados Unidos, es una pandemia que están enfrentando, no es un asunto nada más cuantitativo, no. Es decir, pierden la vida 100 mil jóvenes cada año por el consumo del fentanilo (…) tenemos que actuar con humanismo”, dijo Obrador ante su anfitrión, Gustavo Petro, presidente de Colombia.
Así, López Obrador dio su discurso en la Clausura de la Conferencia Latinoamericana y del Caribe sobre Drogas, en Colombia.
López Obrador estuvo acompañado en esta Conferencia por los secretarios de Defensa y Marina, Luis Crescensio Sandoval y Rafael Ojeda, respectivamente. También, la canciller Alicia Bárcena.
El mexicano dijo que por encima de “encima de nuestras banderías partidistas y de posturas ideológicas”, están los derechos humanos como el respetar el derecho a la vida.
Este apoyo se tiene que hacer con respeto a las soberanías y se procure atender el consumo de fentanilo de fondo porque no es eliminar esta droga, pues si hay consumo es que “algo anda mal en esa sociedad”, dijo.
Agregó que puede desaparecer el fentanilo y va a surgir otra sustancia igual de dañina o peor.
Mientras que Gustavo Petro expresó que la idea de una guerra tradicional contra las drogas impuesta por Estados Unidos a finales del siglo XX no llevará a nada.
“Nuestro silencio estos 50 años ha sido cómplice en un genocidio en nuestros países, porque eso es lo que ha provocado la política oficial de guerra contra las drogas en nuestra América Latina, un genocidio”, aseguró el presidente colombiano.
“Hoy previsiblemente la dinámica de la política llamada guerra contra las drogas, hecha en Estados Unidos hace 50 años, trasladada a la Unión Europea y por ahí a las Naciones Unidas, ha hecho víctimas a todas las sociedades latinoamericanas de sus consecuencias”, dijo Petro, tras recordar que en el continente han muerto un millón de personas por esta guerra fallida.
López Obrador llegó viernes a Colombia donde discutió temas de narcotráfico con el gobierno de Gustavo Petro.
Ahora dirigirá a Chile para participar de la conmemoración del 50 aniversario del golpe de Estado en ese país.
López Obrador fue recibido con honores militares por el canciller colombiano, Álvaro Leyva, en la ciudad de Cali (suroeste).
“Me da mucho gusto estar aquí (…) y vengo a saludar fraternalmente al presidente Petro. Que sea [una cumbre] muy productiva, que nos lleve a beneficios y a la paz”, aseguró el mandatario a su llegada.
Los presidentes también dialogarán “sobre el proceso de Paz Total en Colombia, así como la integración latinoamericana mediante el fortalecimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)”, según un comunicado de la cancillería mexicana.
Tanto México como Colombia padecen la inseguridad y la violencia ligada al tráfico trasnacional de drogas que tiene como principal destino Estados Unidos.
Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, intenta una salida dialogada a seis décadas de conflicto armado, por medio de negociaciones de paz con todas las organizaciones ilegales del país, que es el primer productor de cocaína en el mundo.
Petro y López Obrador, en varias ocasiones, se han mostrado críticos con el enfoque represivo de Estados Unidos en el combate a la producción y tráfico de estupefacientes. Los mandatarios coinciden en un tratamiento más integral que prevenga el consumo y no castigue a los pequeños productores.
Petro ha tildado a la guerra contra las drogas de “irracional”, mientras que López Obrador la ha calificado como “hipócrita”.
López Obrador partirá luego a Chile, donde el domingo entregará de manera póstuma al presidente Salvador Allende la Orden Mexicana del Águila Azteca, la máxima distinción que otorga el gobierno a extranjeros por sus servicios al país o a la humanidad.
La hija menor de Allende, la senadora María Isabel Allende, recibirá la distinción, dijo la cancillería.
El lunes, el mandatario participará del acto conmemorativo organizado por el gobierno del presidente Gabriel Boric para recordar el golpe de Estado contra Allende.
López Obrador, quien realiza pocos viajes al extranjero, ha mostrado simpatías hacia gobiernos con orientación izquierdista en la región como los de Petro y Boric, así como el de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil.
En contraste, tiene serias diferencias con la administración de la peruana Dina Boluarte, sustituta del encarcelado Pedro Castillo en la presidencia tras su destitución.
Esta semana, dijo que evitaría pasar por el espacio aéreo de Perú para esquivar una “majadería” del gobierno de Boluarte, a quien no reconoce como presidenta.
Con información de AFP
Cuando el terremoto destruyó su casa, Tayeb ait Ighenbaz tuvo que elegir a quién salvar. La decisión de rescatar a su hijo de los escombros y dejar morir a sus padres aún lo atormenta.
Tayeb ait Ighenbaz se vio obligado a elegir entre salvar a su hijo de 11 años o a sus padres cuando estos quedaron atrapados bajo los escombros tras el devastador terremoto en Marruecos del pasado viernes.
El pastor de cabras de una pequeña comunidad en las montañas del Atlas dice que está atormentado por la decisión que tuvo que tomar.
Tayeb estaba con su esposa, sus dos hijos y sus padres el viernes por la noche en su pequeña casa de piedra cuando esta fue sacudida por el mayor terremoto que ha sufrido el país en 60 años.
Acompaño a Tayeb a su antigua casa que ahora está en ruinas.
Todavía se puede ver parcialmente el interior de la construcción. Él señala los escombros mientras me dice: “Allí es donde estaban”.
“Todo pasó muy rápido. Cuando sucedió el terremoto, todos corrimos hacia la puerta. Mi padre estaba durmiendo y yo le grité a mi madre que saliera, pero ella se quedó a esperarlo”, dice.
Del otro lado, él solo podía ver a su esposa y a su hija.
Cuando regresó a la casa derrumbada, Tayeb encontró a su hijo y a sus padres atrapados entre los escombros. La mano de su hijo se asomaba entre los cascotes.
Sabía que tenía que actuar rápidamente, y se dirigió hacia donde estaba su hijo Adam, y comenzó a cavar deseperadamente para sacarlo.
Cuando fue a buscar a sus padres, atrapados bajo una gran losa de piedra, dice que ya era demasiado tarde.
“Tuve que escoger entre mis padres y mi hijo”, dice con lágrimas en los ojos.
“No pude ayudar a mis padres porque una pared cayó sobre sus cuerpos. Es muy triste. Vi como morían mis padres”.
Tayeb señala las manchas sobre su pantalón, y me dice que es la sangre de sus padres. Toda su ropa está dentro de su casa. No ha podido cambiarse desde que se produjo el sismo.
La familia vive ahora junto a sus parientes en carpas improvisadas cerca de su antigua casa. Tayeb cuenta que todo su dinero está en la casa, y que la mayoría de sus cabras han muerto.
“Es como haber nacido otra vez en una nueva vida. Sin padres, sin casa, sin comida, sin ropa. Tengo 50 años y tengo que empezar de nuevo”, dice.
Él no puede ahora pensar en cómo continuar, pero se acuerda de las lecciones que le enseñaron sus padres.
“Siempre me decían ‘sé paciente, trabaja duro, nunca te rindas’”.
Mientras conversamos, su hijo Adam se acerca vestido con una camiseta del club de fútbol Juventus con el nombre de Ronaldo en la espalda, y abraza a su padre.
“Mi papá me salvó de la muerte”, dice sonriendo.
Unos metros más lejos, camino a la ciudad de Amizmiz, otro hijo abraza a su padre.
Abdulmajid ait Jaefer dice que estaba en su casa con su esposa y sus tres hijos cuando comenzó el terremoto y “el piso se cayó”.
Su hijo Mohamed, de 12 años, salió del edificio, pero el resto de la familia quedó atrapada.
Abdulmajid cuenta que sus piernas quedaron atrapadas bajo los escombros, pero que un vecino lo ayudó a salir.
Luego pasó dos horas tratando de rescatar a su esposa y a una de sus hijas.
Las dos estaban muertas cuando logró sacarlas de entre los escombros.
Al día siguiente, el cuerpo sin vida de otra de sus hijas fue rescatado.
Abdulmajid, de 47 años, duerme ahora bajo un toldo frente a lo que quedó de su casa.
Puede ver la cocina, con la nevera aún de pie y ropa colgada puesta a secar.
Dice que no puede abandonar la zona porque necesita “hacer guardia” para proteger sus posesiones, y el recuerdo de su vida allí.
“Esa es mi cocina y mi nevera. Todos estábamos allí. Ahora solo puedo mirar hacia allí”, dice.
Antes del viernes, Abdulmajid dice que nunca jamás pensó en un terremoto. “Incluso ahora, no lo puedo creer”.
Mientras conversamos, un auto para cerca de nosotros y un grupo de gente baja para ofrecer sus condolencias. Otros que caminan por la calle se detienen para darle un abrazo al padre y esposo.
“Éramos cinco en mi familia. Ahora somos dos”, me dice con tristeza.
“Por el momento, solo puedo pensar en una cosa: mi hijo”.
Reporteo adicional: Wahid El Moutanna.
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