Fernando Villavicencio, candidato presidencial en Ecuador y quien fue asesinado el miércoles 9 de agosto, había denunciado amenazas contra él y su equipo de campaña, supuestamente provenientes del Cártel de Sinaloa.
El candidato habría dicho a medios de comunicación que la amenaza provenía de “El Fito” y le advirtieron que “si seguía refiriéndome a él y a su estructura, ellos atentaran contra mi vida. Yo no les tengo miedo”.
Durante un evento de campaña, Fernando Villavicencio habría señalado que “podrán doblarnos pero no quebrarnos. Vamos a ganar, las amenazas de las mafias, no nos silenciarán“.
El primero de agosto, su alianza Construye-Gente Buena (integrada por partidos de centro) informó que “se trataba de la segunda amenaza que se recibía en menos de 48 horas”.
El más reciente mensaje de intimidación llegó a través de WhatsApp al teléfono de un coordinador de seguridad del candidato.
“Ya sé que eres el de seguridad, de hoy no pasas… te estoy vigilando”, señaló la alianza Construye-Gente Buena.
Villavicencio murió al ser atacado a balazos cuando abandonaba un coliseo en el norte de Quito después de encabezar un mitin de campaña.
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, prometió “todo el peso de la ley” contra los autores del asesinato de Fernando Villavicencio.
El periodista y candidato a la presidencia aparecía segundo en la intención de voto con 13.2%, detrás de la abogada Luisa González (26.6%), única mujer en liza y afín al exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017), según la más reciente encuesta de Cedatos.
Mamadou Safayou Barry, un guineano de 25 años, emprendió un viaje en bicicleta de más de 4.000 kilómetros para estudiar en la universidad de sus sueños.
La Universidad de sus sueños estaba a más de 4 mil kilómetros de su hogar y aún así Mamadou Safayou Barry decidió montarse en su bicicleta y atravesar 6 países para llegar hasta ella.
En mayo, partió de Guinea hacia el prestigioso centro Al-Azhar, situado en Egipto con la esperanza de ser aceptado.
En el camino de esta aventura, el joven de 25 años y padre de un niño, soportó un calor abrasador durante 4 meses y hasta fue detenido en uno de los países repletos de militantes islamistas o golpes de estado.
Pero valió la pena.
Cuando finalmente llegó a El Cairo recibió una beca por parte de la institución.
Estoy “muy, muy” feliz, le dijo a la BBC.
Agregó que pese a no poder pagar el curso de Estudios Islámicos en Al-Azhar, ni los vuelos a Egipto, la reputación de la universidad lo impulsó a arriesgarse en un viaje a través de Mali, Burkina Faso, Togo, Benin, Níger y Chad.
Al-Azhar es uno de los centros de aprendizaje islámico sunita más influyentes del mundo.
También es uno de los más antiguos. Fue fundado en el año 670 d.C.
Barry salió de su casa “en busca de conocimientos islámicos”, pero en Malí, Burkina Faso o Níger, los ataques de militantes islamistas contra civiles son frecuentes y los recientes golpes de estado han provocado inestabilidad política.
“Viajar por estos países es muy difícil porque no tienen seguridad en este momento”, dijo.
“Tienen muchos problemas y la gente está muy asustada. En Mali y Burkina Faso la gente me miraba como si fuera una amenaza. Veía a los militares por todas partes portando armas grandes y coches“, dijo Barry.
Dijo que fue arrestado y detenido tres veces sin una buena razón: dos en Burkina Faso y una en Togo.
Sin embargo, la suerte de Barry cambió cuando llegó a Chad.
Un periodista lo entrevistó y publicó su historia en internet, lo que llevó a algunos buenos samaritanos a financiarle un vuelo a Egipto.
Esto le evitó andar en bicicleta por Sudán, dónde algunas áreas son actualmente zonas de guerra.
El 5 de septiembre llegó finalmente a El Cairo.
Su determinación le valió una reunión con la decana de estudios islámicos, Nahla Elseidy.
Después de hablar con él, Elseidy le ofreció una plaza en el curso de Estudios Islámicos de Al-Azhar, con una beca completa.
La decana dijo en las redes sociales que la universidad estaba dispuesta a ofrecer sus conocimientos a estudiantes de todo el mundo
Y que esta filosofía “no sólo cubre a los estudiantes internacionales en Egipto sino que también se extiende más allá. Al-Azhar recibe estudiantes de todos los países, los cuida y les ofrece ayudas”.
Barry dijo que estaba “muy, muy feliz” de haber recibido la beca.
“No puedo expresar lo feliz que estoy. Le di gracias a Dios“, dijo.
Barry añadió que los problemas que se encontró durante su expedición quedaron olvidadas hace mucho tiempo y borrados por la alegría de poder convertirse en un becario de Al-Azhar.
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