Los padres y las madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa están molestos, tristes y preocupados. Se percibe en el semblante serio y cabizbajo de la señora Cristina Bautista, en la mirada al suelo del abogado Vidulfo Rosales y en el gesto de mandíbulas apretadas del señor Emilio Navarrete cuando, visiblemente enojado por el reciente anuncio de la partida de los expertos del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) ante la opacidad del Ejército en el caso Ayotzinapa, exige al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, una reunión “inmediata” con los familiares para que las autoridades les den una explicación.
“Estamos en tiempos de definiciones”, se escucha decir a los padres y las madres de los jóvenes desaparecidos, en mitad de un silencio tenso en la sala de conferencias del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
“Y ahora, el gobierno tiene que definir de qué lado está: si del lado de las mentiras del Ejército o si está del lado de las familias y de la verdad”.
Eso, el señalamiento contra las “mentiras del Ejército”, es un reclamo que se escucha en reiteradas ocasiones durante la conferencia, luego de que el pasado martes Carlos Beristain y Ángela Buitrago, los dos investigadores del GIEI que seguían en México, anunciaran que abandonarán el país y la investigación del caso debido, en gran medida, al ocultamiento de información y de documentos por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
“Hoy nos sentimos muy tristes”, lamenta la señora Cristina Bautista. “La palabra del presidente López Obrador no se está cumpliendo. Él nos dijo que, si nosotros queríamos a los expertos para hacer la investigación, que iban a venir y que se les iba a dar toda la información. Pero vemos que eso no ha sido así, porque hay muchos obstáculos”, agrega.
Vidulfo Rosales, el abogado de los familiares, toma la palabra y recuerda que, además de la promesa, el propio presidente firmó un decreto con el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, para que el Ejército liberara toda la documentación e información de lo sucedido en Iguala en septiembre de 2014.
“No entregar esa información es un delito”, apunta ajustándose los lentes sobre la nariz. “Que se entienda muy bien —subraya—, el Ejército está incurriendo en un delito al no entregarla y el propio presidente está permitiendo que se esté cometiendo ese delito y que el Ejército esté cayendo en estas actuaciones”.
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Emilio Navarrete, padre del normalista José Ángel Navarrete, sostiene en su mano derecha el informe de color azul que presentó el martes el GIEI, en el que, además de denunciar la opacidad de la Sedena y la negación de la existencia de diversos documentos, también se expone que la Marina tuvo una participación oculta la noche en la que desaparecieron los jóvenes, y que, incluso, dos personas fueron torturadas y cinco más desaparecieron en un operativo. Es el informe, también, donde los expertos del GIEI establecen varias posibles líneas de investigación a seguir, así como las rutas por las que los jóvenes pudieron ser desaparecidos y que, a la fecha, no han sido investigadas.
“Este es el documento que las autoridades deben tener como referencia para continuar investigando”, señala Rosales. “Para nosotros, no es válido que el gobierno quiera ahora sacar otro informe que quizá contenga otras interpretaciones”, agrega el abogado, en referencia a un próximo informe que está previsto que entregue Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob). Sobre esto, los padres y las madres recuerdan lo sucedido hace casi un año, cuando Encinas presentó un informe sin el aval de los familiares.
“En la investigación del GIEI, el punto toral son las rutas del paradero de los jóvenes, que muestra hacia dónde pudieron ser llevados. Y esos indicios los tiene hoy también el Ejército mexicano, están en sus archivos”, denuncia el letrado.
“Sabemos ahora que 17 estudiantes pudieron ser llevados a un punto llamado la Brecha de los Lobos. Entonces, ¿a qué esperamos para que el Ejército entregue esa información? ¿Qué es lo que esconden? ¿Por qué la negativa a dar toda la información?”, se pregunta Rosales, en un reclamo que comparten los más de 20 padres y madres de jóvenes que llenan la sala de conferencias del Centro Pro.
Por ello, por el ocultamiento de información de la Sedena, los familiares coinciden en apuntar que no quieren más reuniones con ninguna otra autoridad que no sea el presidente López Obrador, puesto que entienden que solo él, por ser el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, es el único con poder para obligar a la Sedena a transparentar toda la información del caso.
“Dialogar con otras autoridades ya no tiene sentido”, recalcan. “Tiene que ser directo con el presidente. Como comandante él tiene esa autoridad. Y a partir de ahí, si nos recibe, evaluaremos cómo seguimos ese diálogo o si lo seguimos o no”, advierten.
Desgarradores testimonios de sobrevivientes y testigos directos de una tragedia que ha dejado miles de muertos y desaparecidos. “Es como si hubiera caído una bomba nuclear”.
Las imágenes son desoladoras. Cadáveres abandonados en las calles, personas sacando cuerpos debajo de los escombros con sus propias manos.
Testigos directos del horror le dijeron a la BBC que barrios y edificios enteros fueron arrastrados al mar mientras la gente dormía.
Y ahora “el mar está devolviendo decenas de cadáveres”, relató Hichem Abu Chkiouat, ministro de Aviación Civil y miembro del Comité de Emergencia en el este de Libia.
Esa es la situación que se vive en la ciudad portuaria de Derna tras las inundaciones causadas por la tormenta Daniel que arrasaron el este del país dejando una estela de destrucción con miles de muertos y desaparecidos.
Familiares buscan desesperados a sus seres queridos con la esperanza de encontrarlos vivos o al menos identificar sus cuerpos para darles sepultura.
Mientras los equipos de emergencia continúan trabajando, en algunas zonas de la ciudad cuerpos envueltos en sábanas están siendo arrojados en fosas comunes.
El número de muertos que dejaron las inundaciones en el este de Libia sigue aumentando. Las autoridades dicen que se han encontrado más de 5.000 cadáveres solo en la ciudad de Derna, mientras que en los alrededores y en el resto del país ya se contabilizan decenas de miles desplazados.
Voluntarios han llegado a la zona para socorrer a los sobrevivientes
“Es un completo desastre. Estoy realmente en shock”, dijo un médico que viajó a Derna para tratar a los heridos.
El medio de comunicación local Derna Zoom publicó en la red social X (anteriormente Twitter) que una cuarta parte de la ciudad quedó “completamente aniquilada”.
“Es como si hubiera caído una bomba nuclear”, decía el mensaje.
Quienes han logrado comunicarse con familiares y amigos en la zona afectada están desconsolados.
La gente está viviendo el “día del juicio final”, le dijo a la BBC el periodista libio Johr Ali.
Un amigo encontró a su sobrino “muerto en la calle, arrojado por el agua desde su tejado”, relató el reportero.
Ali, que vive exiliado en Estambul debido a los ataques a periodistas en Libia, comentó que otro de sus amigos perdió a toda su familia en el desastre.
“Su madre, su padre, sus dos hermanos, su hermana Maryam, su esposa (…) y su pequeño hijo de 8 meses… Todos ellos murieron, toda su familia está muerta y él me pregunta qué debe hacer”.
En otro caso, Ali dijo que un sobreviviente le contó que había visto a “una mujer colgada de las farolas, porque las inundaciones se la llevaron”.
“Murió allí”, añadió Ali.
Las calles de Derna están cubiertas de barro y escombros y llenas de vehículos volcados.
“La gente escucha los llantos de los bebés bajo tierra y no saben cómo llegar hasta ellos”, relató el periodista.
El rescatista Kasim al Qatani le dijo a la BBC que no hay agua potable en Derna y que escasean los suministros médicos.
Agregó que el único hospital de Derna ya no podía recibir pacientes porque “hay más de 700 cadáveres esperando en el hospital y no es tan grande”.
Aunque la tragedia comenzó con las intensas lluvias causadas por la tormenta Daniel, testigos dijeron que la situación se salió de control cuando oyeron la explosión de una gran presa que terminó expulsando un gigantesco torrente de agua que “parecía un tsunami”.
La información disponible hasta ahora señala que las lluvias provocaron el colapso de dos represas en el río Derna, “que arrastraron barriadas enteras con sus residentes hasta el mar”, según explicó Ahmed Mismari, portavoz del Ejército Nacional Libio, que controla el este del país.
Además de Derna, también se han visto afectadas las ciudades de Bengasi, Susa y Al Marj, todas ellas en el este, así como Misrata, en el oeste, en medio de las peores inundaciones en las últimas cuatro décadas en el país.
El médico libio Najib Tarhoni, que trabaja en un hospital cerca de Derna, pidió ayuda con urgencia.
“Tengo amigos aquí en el hospital que han perdido a la mayoría de sus familias… han perdido a todos”, le dijo a la BBC.
“Sólo necesitamos gente que entienda la situación: ayuda logística, perros que realmente puedan oler a la gente y sacarla de debajo de la tierra. Sólo necesitamos ayuda humanitaria, gente que realmente sepa lo que está haciendo”.
También existe una necesidad urgente de equipos forenses y de rescate especializados y otros dedicados a la recuperación de cadáveres, les dijo a los medios turcos el jefe del Sindicato de Médicos Libios, Mohammed al Ghoush.
Los esfuerzos de rescate se han visto complicados por el hecho de que Libia está dividida entre gobiernos rivales y el país lleva más de una década de conflicto.
La lucha entre facciones ha llevado al abandono de la infraestructura y ha dado lugar a una pobreza generalizada en un país con pocos recursos y experiencia para enfrentar este tipo de catástrofes.
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